16.12.09

LAS DIABLAS


Ni siquiera los titanes, cuando desmembraron a Dionisos, hicieron cocer sus fragmentos y luego los asaron, pudieron impedir que el dios renaciese de sus propias cenizas. ¿Cómo unos pobres mortales podrían acercarse a él sin reverencia, o pretender desterrarlo de la superficie de la tierra?
Antonio ESCOHOTADO
Dionisos y la orgía

Conduje hacia un sitio conocido como La Tabla del Camello a través de una ruta desconocida. Una vez allí, descubrí de manera fortuita una gasolinera clandestina que ofrecía combustible a precios muy baratos, así que decidí llenar el depósito. A causa de la precariedad del surtidor, la operación se demoró más de lo previsto y convinimos que sería mejor esperar fuera del buga mientras contemplábamos el paisaje y estirábamos las piernas. De improviso, apareció caminando absorto, con la mirada perdida en el cielo tras sus gruesas gafas de pasta, un personaje que frisaba el medio siglo y exhibía un atuendo demasiado indie para lo habitual en gentes de su edad. Nos hizo gracia su actitud distraída y no me resistí a remedar el gesto dirigiendo mis ojos al empíreo. Una grey de nubes bajas formaban estructuras caprichosas con volúmenes y tonalidades que enturbiaron mi pensamiento con la analogía de un montón de brasas sofocadas a cubos de sangre. El tipo siguió su rumbo como guiado por una fuerza irresistible hasta alcanzar la orilla del río, donde se divisaba la bisutería vegetal de un prado que invitaba a un recoleto deleite de los sentidos. Con idéntica determinación y siempre en solitario, otros enajenados fueron llegando al mismo enclave. Haciendo gala de una visión de negocio nada habitual en mí, interpelé a mi amigo para que comprásemos todas las existencias de agua y bebidas alcohólicas que pudiéramos hallar en los alrededores, pues el ambiente era propicio para montar una rave y todo indicaba que se estaban dando cita sus asistentes convocados al señuelo de un llamamiento misterioso. Estuvo de acuerdo, pero antes usó su prodigiosa verborrea para ensayar con abundancia de detalles una justificación plausible de la factura que recientemente me clavó por un trabajo de ilustración. Resultó inevitable que me describiera un método de tasación sofisticadísimo inspirado en una escala musical dispuesta según un canon simétrico que hacía suceder los acordes en una especie de bucle asociado a equivalencias monetarias. Incluso me enseñó un boceto del patrón empleado y trató de demostrarme que al aplicar este modelo al trabajo encargado, el sistema arrojaba el importe de una cantidad elevada porque coincidía con la fase ascendente del flujo de notas. Cuando al fin pude hacerme dueño de la palabra y promover con renovados bríos la acción empresarial sugerida, el ritmo de los acontecimientos se precipitó de un modo tan lógico en función de axiomas desconocidos como antinatural bajo la lente de nuestros propósitos circunstanciales. Sin apenas advertirlo, la ola de personas que acudieron al encuentro adquirió proporciones tremendas, superior a las previsiones más favorables, y me permitió prodigar solaz a la vista gracias a un grupo de atractivas chicas que conquistaron el centro de la escena con algarabía de tangas y otros juegos retozones de apariencia inocente. Respondiendo a un deseo no formulado, comprobé mediante un recuento veloz que había más mujeres que hombres, al menos tres por cada glande. Mientras tanto, el crepúsculo dio paso a una significativa palidez lunar que tiñó el paraje, antes idílico, con un inquietante brillo que difuminaba el contorno de las cosas en una fusión espectral nada halagüeña...

*

La fiesta comienza sin signos de anticipación y en el acto son ellas quienes marcan la pauta, comportándose como bacantes furiosas que, volando en la fiebre de su desenfreno, dan asalto a los varones con gran derroche de crueldad y espeluznante bullicio. Por un momento, el adulto que hay en mí cede el relevo de la consciencia al niño que nunca he dejado de ser y me siento presa de un pavor que me cuesta dominar frente a la batalla de mordiscos, zarpazos y genitales extraviados que componen un creciente remolino de cuerpos rotos en confusa agonía. Nunca la carne me ha parecido tan blanda, jamás he saboreado el peligro con esta subyugante viveza, lo que me induce a redoblar mis temores con motivos para sospechar que algo inconcebible está ocurriendo más allá de los excesos que presencio: ¿de qué incesante hormiguero sale si no la legión de todas esas hembras? ¿Son en verdad tales? Mi excitada libido se transforma de súbito en una imperiosa necesidad de huir. Debo ocultarme, rodeo la orgía, corro en busca de las aguas. Justo cuando creo estar a salvo tras haber franqueado los matorrales que preceden a un terraplén del cual espero cobijo, una joven rezagada me sorprende, crispa en hambre feroz la expresión de su rostro y se arroja sobre mí con una ira sobrehumana.

*

Al despertar de puro espanto, aún tiemblo amedrentado. Creo que hoy no destilaré ningún orgasmo.

2.12.09

INTERFERENCIA


No tengo dinero, ni recursos, ni esperanzas. Soy el hombre más feliz del mundo.
Henry MILLER
Trópico de Cáncer

Muchos son quienes han tratado de encontrar una explicación satisfactoria al suicidio desde premisas biológicas, pero han tenido que desistir o conformarse con argumentos que pertenecen a lo indemostrable, como el que inserta la automuerte en el tinglado de la eficacia global dándole una interpretación similar a la emitida para encajar homosexualidad, esterilidad voluntaria y otros hábitos de apariencia antinatural en los resquicios de la conducta. A mi juicio, creo el asunto está mal enfocado desde el principio. No es que el instinto de supervivencia pueda admitir excepciones a la voluntad individual, sino que la expresión más elevada de la voluntad, incluso de la voluntad de vivir (quien se mata renuncia a la vida, mas no a la voluntad), conduce a la muerte porque define mejor nuestro perfil que cualquier otro rasgo factual; aun sin quererla, corremos a la extinción como a mirarnos en un espejo panorámico que nos está reservado desde siempre e irradia la fascinación secreta de un enlace exclusivo con el momento total. Para alguien capaz de alzarse sobre la idiotez animal que le imponen sus genes, la decisión de acabar con uno mismo no es tan anómala como perseverar en un destino moribundo que estruja la conciencia en el desajuste insalvable entre los fines colectivos y los propios, entre la sociedad y la soledad. En vez de averiguar las causas de la gente que se suicida, la cuestión que debería intrigarnos es por qué no lo hacemos nosotros...

¡Ay Evelyn! Todas las noches contemplo tu exquisito cadáver, que ilumina la pared de mi estudio, y raro es el día que se va sin haberte dado homenaje con el silencio de la razón. La crónica menciona que Evelyn McHale, de 23 años, saltó al vacío desde el mirador del Empire State el primero de mayo de 1947. A los pocos minutos del impacto sobre un automóvil estacionado, el fotógrafo Robert Wiles inmortalizó la escena que años después el carroñero señor Warhol, también proxeneta de Lou Reed, utilizó para su obra Suicidio. En la cartera de la chica se encontró una nota que decía: «Él está mucho mejor sin mí... Nunca sería una buena esposa para nadie».

21.11.09


El hombre tan pronto sólo toma en cuenta la ley natural, olvidándose del misterio, tan pronto se arrodilla ante el misterio, olvidándose del fenómeno. Sin embargo la contradicción entre estas dos ópticas facilita toda clase de escamoteos, generadores de aproximaciones, de convenciones y de eufemismos que nos ofrecen seguridad perpetuando los malentendidos.
Vladimir JANKÉLÉVITCH
La muerte

Los gestos, como símbolos de otra materia sacada quizá del sueño o derrotada ya por el olvido, nos devuelven las máscaras de una emoción que busca concretarse en un rastro visible y prominente, dotado de un vigor inteligible: parten de la necesidad de comunicar de forma inmediata un proceso mental complejo de raíz indescifrable. Estoy convencido de que si fuéramos telépatas –acaso lo hayamos sido en tiempos pretéritos, cuando el humano podía expresarse en convivencia sin tener que recurrir a la elaboración de complejos sistemas gráficos– el lenguaje corporal, sobre todo el facial, desaparecería. Lo más probable es que entonces volviésemos a crear nuevos disfraces psicológicos de otra calidad sensorial, no relacionada con la matriz de las palabras ni con sus metáforas orgánicas, que actuarían como una gesticulación sublimada y vendrían a suplir el efecto que antes se le otorgaba al contacto visual que nos permite introducir en un canal de datos intercambiables los acontecimientos más íntimos del reino mental. Pienso en ello y llego a la conclusión, que por razones menos obvias también podría servirme de hipótesis, de que somos una especie que agotó demasiado pronto la confianza en la naturaleza y, traumatizados a consecuencia de no saber regresar a ella –cuya clave de pavor mitológico nos llega narrada a través de la fantasía hebrea de la expulsión del Edén–, hallándonos atrapados en un laberinto inextricable donde la búsqueda infinita de una salida solo conduce a sufrimientos carentes de finalidad, concedimos por compensación al logos un estatuto de valor que lo establecía como la maduración suprema de la vida en el nivel más alto de realidad hasta que, tras siglos de uso intensivo, la apariencia nos ha traicionado dejándonos peor que perdidos: vacíos de sentido y cansados de respirar para inventarlo. Atrás quedaron las edades doradas del conocimiento, la ilusión del pensamiento unido al dominio del mundo. Estamos ante una nueva época tenebrosa, epítome de nuestra aventura histórica, que elevará la crueldad al rango de ciencia absoluta en el anochecer de las motivaciones. Admitámoslo de una vez: no somos flor ni fruto, sino el hueso estéril caído en una tierra yerma que ni siquiera desea recibir nuestra sangre.

Dispuesto estaba a titular la entrada Perífrasis ahumada a tenor de mi acompañamiento floral vespertino; en lugar de ello, he preferido aditivar mis palabras con la hermosa reformulación del grutesco Black Heroin de Robert Steven Connett.

19.11.09

DE VAGO A SUICIDA


Serás la chispa que inicie el incendio, luego velarás que no le falte aire para alimentarlo; deja que la leña la pongan otros. Todos verán mover la leña, pero nadie se fijará en el aire que corre.
Carlos MARTÍN PÉREZ
El arte de la ventaja

Renegar de la actitud emprendedora, que es una de las epifanías del liberalismo clásico y requisito básico para la vida civilizada, conlleva violar uno de los pocos dogmas que han sobrevivido al encanto cáustico de la posmodernidad. No ya la acción inicial del individuo que acomete una faena, sino el núcleo mismo del pensar hacer puede llegar a ser agotador cuando se tiene un ánimo delicado o se ha vivido hasta el hastío, fenómenos que suelen darse la mano. Nada mejor en tal caso que reemplazar ese malestar incrustrado en la decisión frustrada por un clima mental que disuelva la responsabilidad en una apatía de grado superlativo, como empaparse de la vocación humana de muerte con su virtud para destripar la futilidad de todo producto, empeño y oportunidad. A fin de cuentas, el Homo faber sólo es un estadio cultural en el camino antropocéntrico a la perdición.

La conmovedora escena de contrastes pude obtenerla del expositor virtual Ffffound!, sitio colmado de imágenes interesantes donde se echan en falta reseñas con los datos mínimos de las obras presentadas.

11.11.09

CONFESIÓN DE UN JAYÁN


¡Ay, Gran Serpiente, qué mal conoces a la gente si a la Zona conduces a individuos como yo!
De la película Stalker dirigida por TARKOVSKY

Omitiré cualquier referencia que pueda revelar la identidad de quien ha pronunciado las siguientes palabras, pero me está permitido acreditar que se trata de una persona muy influyente dotada de una enorme habilidad para ocasionar problemas a individuos pertenecientes a los altos círculos de la sociedad:

«Son pocos quienes saben juzgar a un hombre de mi clase; yo mismo me siento rebasado muchas veces por el poder de mi voluntad y eso que sus raíces coinciden con mi facultad para ver lo que a otros nunca dejará de estar oculto. Mi vocación siempre ha sido la soledad y las armas, no atarme a nadie e impedir que nadie me ate. Podría tener medios de vida más prósperos, pero aceptaría jugar con intrigas cuyo envidiable disfraz supondría un ejemplo temido por su amenaza para la estabilidad social que me pondría en el punto de mira allí donde me encontrase, así que le estoy haciendo un favor al Estado al abstenerme de ellos y disfruto entretanto de una tranquilidad bien irrigada por la potencia beligerante de mis contenidos. Soy tan peligroso, que me pagan –y nada mal– por no hacer nada».

De los 22 Arcanos Mayores del tarot, El Loco es la única carta que carece de numeración y, probablemente, la que encierra mayor imbricación de significados. La versión de la imagen corresponde a la baraja diseñada por Edward Alexander Crowley, más conocido como Aleister Crowley, a cuya sinuosa biografía resultaría imposible aproximarse en estas líneas sin generar una absurda acumulación de epítetos.

5.11.09

CANTO REVENTADO


Para Elfo, mi duende cadáver

Ceder, no hay más avance, porque retroceder es la norma. Cuanto más contundentes sean los planteamientos empuñados, más combustible para la ignición súbita de las ambiciones sin posibilidad de atenuar el ridículo, amañado durante toda una vida, donde nacen y mueren las conquistas. Ya lo decía el personaje de una novela que nunca escribiré: «Pasión coronada, pira asegurada». ¿Porfiamos? Renovación de penas viejas que, cuando halla encantos, en su hilo perecedero engarzará mutilaciones continuas de penitencia insomne.

No hay orgullo ni vergüenza que puedan ocultar los enredos de las Moiras si triste, obstinadamente angustiosa incluso para el carácter menos resignado, la dura médula de la realidad se interpone entre nosotros y nuestros anhelos triturando a carcajadas –fracciones con que los dioses miden la expansión de su sarcasmo– los momentos más confiados de la voluntad, que son aquellos en cuya suavidad creemos estar a salvo.

Os juro por mis genes que si supiera quien lo ha envenenado, le hundiría con mis pulgares los ojos hasta el cogote y ensartaría su cabeza en una pica a la que prendería fuego con el aceite rancio procedente de la freidora más sucia que pudiera encontrar. Danzaría después alrededor del trofeo articulando signos rabiosos que purgarían el horror de mi conciencia en una escena que los vecinos y curiosos descifrarían al instante gracias a ese código, tan explícito como ancestral, que no amortiguan las palabras de asombro: ¡nadie, bajo ningún concepto, debe tocarme los gestaderos!

2.11.09

SOBRE EL FANTAS(T)EO


El hombre sólo descubre en el mundo aquello que ya tiene en su interior, pero necesita del mundo para desvelar lo que tiene dentro de sí.
Hugo von HOFMANNSTHAL
El libro de los amigos

En sus más variadas representaciones, concibo y respeto la religión como una experiencia personal dispuesta a ser compartida —o contagiada— dada su afinidad con el cultivo asaz voluble de cualquier otro arte, pero no tolero que se utilicen criterios devotos para organizar la vida ajena y, aun en su estricta aplicación privada, encuentro que las creencias y actividades asociadas a un culto son poco saludables cuando superan el puro ejercicio de las fuerzas de la imaginación. Sin ponerme cartesiano ni menospreciar los circuitos neuronales que se extienden allende las máscaras de la razón permutan en razones para enmascararse, no creo que haya manera más cabal —o menos delirante— de entender la espiritualidad que en su función mística de anagogía, una gimnasia del ánimo alabada por sus propiedades para reconfortar el alma y dilatarla en la golosa contemplación de sus misterios.

Del repertorio de Ian Pyper, quien se autodefine como artista outsider y paleolítico moderno, capturo esta cosita titulada Strange Science.

30.10.09

MUTISMO DE LOS MEJORES


No es casual que la profusión de locuras y derramamientos de sangre que acompañan al humano en su tránsito por este planeta abandonado deban su origen, en demasiadas ocasiones, a la demostración pública del sentido del mundo por parte de unos sobre otros. Tampoco niego que el conocimiento de dicho sentido pueda proporcionar inmensos placeres a quien lo busca, lo sueña o lo idolatra, pero siempre como fase previa a la constatación y posterior encubrimento de la inmanente falta de sentido de la existencia; por eso, si el conocedor es honesto, se guardará escrupulosamente de divulgar sus hallazgos.

En su myspace podéis escudriñar más vibrantes pinturas de Glenn Brady, a quien se le acusa de ser autodidacta con la vida y experimentar trastornos esquizofrénicos con la paleta. Lamento no haber podido averiguar el título de la obra que os muestro, pues la obtuve de otra fuente donde se facilitaban datos.

21.10.09

MICROENSAYO DE CAVERNA EN UN POZO


Se puede encajar un lindo jardín de bambúes en el mundo, pero me parece en verdad problemático eso de que le sea dado al jardinero encajar el mundo en su bosquecillo de bambúes.
Hermann HESSE
El juego de los abalorios

Hay mayores dosis de libertad en la ejecución de papeles representativos que en la encarnación de roles activos, pero en contrapartida también se disfruta de un grado notablemente menor de autenticidad, que es el sentido natural de la propiedad como formato individual de implicación y desenvoltura directas, sin figuraciones previas o ulteriores añadidas ni accesorios mediadores incorporados a excepción, claro está, del aparato cognitivo encargado de modular los datos que llegan a la conciencia. En la simulación, uno está menos ligado a la cosa y puede permitirse pasar a ser otra cosa; en la intervención, uno es con preeminencia la cosa misma. Los antiguos griegos, cuyo refinado idioma no tengo el privilegio de dominar, discernían a este propósito entre la mímesis (imitación) y la metexis (participación). Por consiguiente, si la dedicación a labores intelectuales, contemplativas o de índole mental bastaran por sí solas para vivir con alborozo, nadie en su sano juicio buscaría los efectos de los placeres y ocupaciones materiales que nos excitan en la misma medida que nos hastían.

A título de enriquecimiento subjetivo, una experiencia leída, ensoñada, vista en una pantalla o recreada mediante la exclusiva intervención de las potencias imaginarias, puede ser tan valiosa como la acción objetiva de más intensa vibración anímica (acaso porque la materia tiene mucho de ilusión y poco de realidad sustancial) y su impacto biográfico incluso más profundo, didáctico y perdurable; sin embargo, siempre le faltará la chispa secreta de la vida concupiscente, el aroma de lo perceptual sobre lo conceptual que impide a las cosas, tal vez vanas en la aridez de la existencia, marchitarse antes de haber nacido...

15.10.09

BLUES DE LA VACUNACIÓN


Hace unos meses, la compañía farmacéutica Baxter, con sede en USA, introdujo en Europa 72 kg de material infectado con cepas no atenuadas de virus de la gripe común (poco letal, aunque muy infecciosa) y de la gripe aviar (muy letal, aunque poco infecciosa) destinado a la fabricación de vacunas convencionales. Gracias a un técnico escrupuloso que realizó de forma espontánea una prueba de seguridad a partir de una muestra de dicho material, se pudo evitar el riesgo de exponer a la población civil a un contagio que, por lo que parece, pretendía incrementar la probabilidad de una peligrosa recombinación de ambos virus a través de las personas infectadas, lo que daría origen a una mutación dotada de gran poder de propagación y mortandad. En España, curiosamente, este suceso no tuvo repercusión mediática. Y la empresa responsable, que no desmiente la presencia de tales virus en el material remitido por sus laboratorios, alega que se trata de un error, pero hasta la fecha no ha permitido que se revisen sus instalaciones ni se le ha retirado la licencia para la preparación y distribución de virus. La doctora Teresa Forcades, que por su condición de monja benedictina no está obligada a acatar los imperativos y autocensuras que pesan sobre la profesión médica, lo explica con pulcra claridad en este vídeo. Su duración es larga, pero dada la información que contiene merece el esfuerzo: palabra de librepensador, rara vez tendréis ocasión de verme haciendo apología de las reflexiones emitidas por alguien disfrazado con hábito religioso.

De ser cierto lo que puede presumirse ateniéndonos a los hechos probados, la voracidad del negocio médico requiere la alianza de una conspiración política o, quizá al contrario, el entramado político de una nueva conspiración precisa del alcance de un negocio en apariencia inofensivo como el cuidado de la salud. En cualquier caso, el resultado es el mismo: tras las prodigiosas ventas de antivirales y vacunas a todos los gobiernos, la posterior inoculación masiva de un agente infeccioso capaz de aniquilar o enfermar gravemente en un breve plazo a las poblaciones receptoras. Ni siquiera los jerarcas nazis llegaron a tales extremos de cinismo: es obvio que deseaban el exterminio de la etnia judía, pero no lo hacían extensivo a su propio pueblo, por el que sentían una veneración tan profunda como peligrosa para sus vecinos. Las circunstancias históricas han cambiado y, con ellas, la vileza de los dirigentes implicados en la administración del miedo. Y si resulta innegable que en el momento actual existe a nivel global un problema de superpoblación, la maniobra que se oculta tras esta caótica situación es que los amos del tinglado han preferido alimentar el crecimiento demográfico hasta que ha dejado de ser rentable; ahora, la prioridad no consiste en modular esa explosión de almas, sino en invertir drásticamente el proceso hasta reducirlo a proporciones más manejables. Por supuesto, hay medios menos torvos que la masacre colectiva y el terror generalizado para lograr un equilibrio aceptable entre economía y demografía, pero no encajan en el modelo de enriquecimiento fijado por los tiburones de la Escuela de Chicago.

La idea que subyace en esta reciente y, por fortuna, fallida matanza cuyo apéndice es la compañía Baxter, es que la clase dominante norteamericana quiere diezmar el Viejo Continente para ocuparlo a su entero capricho, pues en geopolítica hay una constante que conserva plenamente su vigencia: quien controla Eurasia domina el mundo; un mundo que se les escapa y cada vez sienten menos suyo. ¿Será esta tentativa de crimen contra la humanidad la razón por la que le han otorgado a Obama el Premio Nobel de la Paz? Fingiré que no lo entiendo. Si hubiera una criba social realmente selectiva, serviría para potenciar una aristocracia del espíritu en vez de un ascenso de los malvados cegados por los excesos a los que conducen sus carencias...

De la serie de composiciones abstractas capturadas por un tal Ikhon con cara de fumeta, os ofrezco la enigmática placa 56741.

28.9.09

DONDE HAY TERNURA, HAY CORROSIÓN


¿Puede crearse belleza en un mundo cuyos principales ingredientes son el sufrimiento, la hostilidad y el asco? Entre intentarlo y dedicarse a embellecer lo dado, el amor lucha en su para sí y a todo trance hallará nefando resultado, porque la belleza sin mácula sentida y compartida como tal no pertenece a este mundo, donde ha de quedar sepultada en un quebrantar impío de sus leyes y costumbres. Tal vez por ello o quizá sin tal vez, el amor verdadero debe morir... de verdadero amor.

Norbert Bisky, paisano de Richard Wagner, da fe en Sündenbock del nutritivo desayuno de un campeón en actitud tan pop como una nana de ácido sulfúrico.

23.9.09

LA TORRE SOBRE EL CASTILLO


En cuanto a ti, ¡sigue tu naturaleza! Nunca te faltará razón para aceptar los más locos designios de tu corazón.
René BURDOVSKI
Tormentos liminales

Haga lo que haga, ya esté maltrecho o hecho un deshecho, una de las primeras lecciones que aprende el filósofo es la de bastarse a sí mismo, mientras que el hombre de acción se aviene normalmente con el denuedo de seguir o perseguir las ideas de otros, así que nada sabrá hacer sin hacer nada, tesitura que lo expone en su derrotero interno como un inútil espiritual.

Debemos más revoluciones a los individuos de gabinete y salón, que a los curtidos en barricadas y campos de batalla. Un pensador irreverente que sepa clavar su aguijón con elocuencia es más agresivo para los viejos valores que mil guerreros dispuestos a la subversión, quienes tal vez vez alcancen su meta sin necesidad de él, pero nunca la comprenderían si antes no la hubiera soñado por ellos...

Electrificando estas líneas en laboriosa meditación, Nikola Tesla constituye un perfecto ejemplo de genio independiente a quien los poderes fácticos contuvieron por temor a sus planteamientos, lo que tampoco ha sido un obstáculo para que sus hallazgos menos polémicos revolucionaran el mundo durante los últimos cien años.

20.9.09

NUBES DE POLIEXPÁN


Es propio de hombres de cabezas medianas embestir contra todo aquello que no les cabe en la cabeza.
Antonio MACHADO
Juan de Mairena

La naturaleza carece de dimensiones morales —a no ser que entendamos por tales dominios las extensiones que nosotros mismos proyectamos—, pero puesto que la cultura y los valores asociados a ella configuran en la psique una suerte de segunda naturaleza, resulta inevitable reaccionar de forma moral ante los fenómenos que naturalmente nos suceden. Se ha dicho que el dolor que suscitan en el plano anímico los errores cometidos contribuye a mejorarnos desde el punto de vista moral y que la perfección del todo, que algunos identifican con el mundo real —por irónico que parezca, se trata de una noción idealista; ya sabéis: la de aquellos que creen que el nuestro es «el mejor de los mundos posibles»—, justifica la ausencia del bien en las partes. Sin embargo, son argumentos esgrimidos para introducir a hurtadillas la existencia previa e inherente de un imperativo categórico en el alma humana, lo cual no sólo es indemostrable, sino rotundamente falso: ese dolor de apariencia moral, que puede ser vivido de forma genuina aunque su origen se remonte a los condicionamientos recibidos —tan necesarios como arbitrarios, hay que decirlo—, tiene más que ver con el propio carácter y su permeabilidad a la experiencia acumulada. Además, el hecho objetivo de que pueda conocerse con detalle lo que la sociedad donde nos hemos criado entiende por los contornos definitorios del bien y del mal no aporta ninguna prueba para admitir como realidad absoluta, desligada del contexto, la fantasía de un juicio ético universalmente válido; incluso al obrar de acuerdo con este hipotético a priori, no haríamos más que tomar decisiones animadas por la necesidad subjetiva de ajustar la voluntad a las creencias percibidas como verdaderas y a través de las cuales lo único que en verdad se trasluce es la debilidad de una actitud traicionada por sus ansias de trascendencia. Ni punto de comparación, por otra parte, con los principios provisionales que a título particular adopte o elabore cada uno como un estilo para conducirse en sus relaciones con el otro, pues partiendo de la relatividad que envuelve toda conducta —la relatividad es inclusiva, no excluyente—, y sin ninguna garantía de analgesia deontológica contra el yerro, esta actitud representa un gesto esencial de autosuficiencia.

Muy a lo Pilatos, la deleitosa lectora que Petr Flynt retrata en Sanguinea fabularis narratio nos deja claro lo que podemos hacer con las virtudes morales.

15.9.09

LEY DEL COMPACTO UNIVERSAL


Me gustaría poder presumir de que el percance ocurrió mientras practicaba la unión del simio con una mujer de belleza apabullante o, quizá, tras un duro combate pugilístico con un oficial de la Guardia Suiza Pontificia al haberme sorprendido en una visita guiada por un odio henchido de gracia a las dependencias privadas del Santo Padre, pero lo cierto es que mentiría como un poeta. De hecho, para que el suceso tuviera efecto ni siquiera fue necesaria mi intervención consciente: me desperté y, sin preámbulo alguno, una linda y protuberante hernia umbilical me esperaba ufana en el punto más estratégico del abdomen. De forma muy simbólica, entendí que el ombligo quería salir de mí. Y aunque no revistiera un peligro orgánico inmediato, en un primer momento me sentí dominado por la extrañeza derivada de una alteración fortuita en mi cuerpo que desfiguraba la lisura de mi vientre con una adición ridícula. Sólo después de aceptar que tenía un problema propio de embarazadas, empecé a bromear con la idea de albergar un octavo pasajero, lo que me provocó una risotada irreprimible durante la cual un relámpago de clarividencia iluminó el significado de un secreto cósmico que llamé ley del compacto universal y cuyo enunciado, que transcribí enseguida, dice así:

«Cualquier punto del espacio-tiempo es accesible desde otro punto cualquiera del espacio-tiempo porque todos los puntos están contenidos en un solo punto o momento, de donde resulta que el espacio-tiempo no existe salvo como ilusión compartida por quienes están dentro del continuo sin poder cognitivo para aprehenderlo en un instante absoluto; limitados, en consonancia, a experimentarlo en un transcurso de duración y extensión relativas».

Un soplo de sinestesia fotográfica –que a mí me suena a Cocteau Twins– con la tierna Alice de Elena Kalis.

13.9.09

NATURALEZA NO HACE JUSTICIA


Como resultado de la flexibilidad y maleabilidad inherentes a nuestros límites, somos capaces de expresar nuestra esencia con una paradoja: estamos limitados en toda dirección y en ninguna.
Georg SIMMEL
La trascendencia de la vida

Se sufre queriendo y se quiere porque se sufre. Así es el yunque de la existencia. Y si el ser humano puede entregarse a la enmienda de sus excesos y defectos movido por una lucidez dolorosa aunque insuficiente para suicidarse, en lo fundamental nuestra naturaleza no se muestra perfectible, sino reticente, desbocada y hasta grotesca. Incluso resignada, hace ostentación de su más refinada fanfarronería.

El primer homínido que pudo recibir el apelativo de sapiens —título impregnado para siempre de timbres sarcásticos—, tuvo las mismas histerias que con posterioridad desenvolvieron las grandes tragedias y desastres que jalonan la historia de la especie. Pero antes que una cuestión de nequicia intrínseca, la desesperación de la que parten y a la que conducen todos los entusiasmos más bien parece el producto de una fatalidad antropológica, como si en la micropolítica de la vida íntima latiera la macropolítica de la muerte colectiva.

Nikolai Sednin proporciona la expresión erótica del pesimismo filosófico con Ambient Cage 2.

11.9.09

VINDICACIÓN DE LA VIRILIDAD

¡Cuánto tarda en disiparse la esperanza en la cabeza de quien se aferra a bagatelas y, escarbando con mano ávida en busca de tesoros, se da por satisfecho si encuentra lombrices!
GOETHE
Fausto

Antes de que el paradigma de la autoflagelación estética, anímica y metabólica, quintaesenciado en las revistas de papel cuché y los anuncios televisados —armas predilectas de la dictadura publicitaria—, destrozaran el seso de un amplio sector femenino con el señuelo de su liberación incorporado comercialmente al modelado ornamental de sus envases-cuerpos; antes de que los hombres también se unieran a esa gama de complejos resumidos en el precepto metrosexual —término que desbancó al mediáticamente incorrecto galletero, de gay más hetero, demasiado anfibológico para entrar en las modas—, existían formas de entender la masculinidad no sólo sin ser lechuguino de doble acera ni alfaneque enjaulado en un espejito mágico, sino con mucha clase y nada que envidiar a nadie por montura...


DE LA SARTÉN SIN MANGO Y DE LOS MANGOS SIN SARTÉN


Por muy sofisticada y cínica que se vuelva la actitud del público hacia los métodos de la publicidad, éste siempre tendrá que responder a las demandas básicas.
Edward BERNAYS
Propaganda

Pese a que no escasean los lugares donde el crecimiento de la población se ha estancado o incluso disminuye, a escala planetaria el problema que se halla en la raíz de los infortunios y otros graves trastornos colectivos es la explosión demográfica. Sospecho que si aún no se ha implantado un control de natalidad en los países que se tildan de estar más desarrollados no es por respeto a la exigua libertad individual que tan cara se nos vende (prueba de esta carencia es la consideración legal del suicidio y del consumo de drogas) ni por el lastre moral de los emporios monoteístas que, muy conscientes de que la esclavitud de las masas reside en su capacidad de proliferación, hacen de la reproducción humana un imperativo al tiempo que prohiben el acto sexual improductivo, sino más bien para conservar un excedente de miserables (virtualmente todo asalariado lo es) que compitan entre sí por acceder al feroz mercado de la prostitución laboral. En otras palabras, para que los trabajadores no estén en condiciones de imponer sus términos de venta, pues una escasez de manos los aventajaría en sus relaciones con la élite y pondría el futuro de los negocios bajo su poder de presión. Tal vez a algún genio se le ocurra espetarme que los Estados democráticos disponen de sistemas jurídicos y regímenes fiscales que garantizan el equilibrio de los intereses enfrentados, además de reducir las fricciones inherentes a los mismos mediante la integración de la lucha de clases en el funcionamiento normal de la sociedad. Os aseguro que sería una objeción que me haría reír sin almíbares, infundiendo a la quijadera una nota de tristeza que en modo alguno empañaría un papanatismo cuya credulidad, por no ser hija del cálculo, pone a rezumar tuétanos que nos advierten de lo fácil que resulta olvidar el origen y la finalidad de estas componendas: allí donde los ingenuos ven avances, una mirada atenta descubrirá concesiones (con-ceder denota dádiva más que reparación y, al menos así lo entiendo yo, connota un «de aquí no pasas» en vez de un «adelante, estás en tu casa»). En efecto, los acaparadores del capital han aprendido a realizar concesiones modestas cuando la economía está en expansión, lo que ha de interpretarse como una inversión que proporcionará beneficios múltiples en sus áreas específicas de influencia. Saben que las clases inferiores, motivadas por el incentivo, se vuelven menos ariscas, cumplen mejor sus tareas y consumen más. Naturalmente, no siempre es así. Durante los periodos de recesión, las concesiones se hacen a bocaperro porque interviene como factor predominante el temor a las pérdidas ocasionadas por la creciente hostilidad de quienes producen la riqueza y mantienen los servicios; es decir, que por cuestiones tácticas se admitirán ciertas reformas antes que exponerse a un desorden generalizado del cual podría surgir una revolución imposible de descabezar o, en su defecto, de ser volteada desde dentro y encabezada de nuevo según los dictados del oro, la receta habitual en estos casos.

Con la Visión de Fausto del granadino Luis Ricardo Falero se vislumbra que todo bicho muriente encuentra su pandemónium.

10.9.09

NOLI ME TANGERE


Todos los males deben ser juzgados junto con el bien que está en ellos, y con los males mayores que le acechan.
Daniel DEFOE
Robinson Crusoe

Los individuos que practican una mordacidad reflexiva y, consecuentemente, se alejan del vulgo en busca de un silencioso y reconfortante recogimiento, necesitan algo más que estímulos externos para actuar no sólo en las situaciones que comprometen el éxito de sus intereses personales, sino en aquellas que amenazan la propia conservación. Para este tipo de personas –entre las cuales me incluyo sin orgullo ni vergüenza–, la iniciativa llega casi siempre por la necesidad de dar otra vuelta de tuerca a la realidad: irrumpe como un irónico cansancio del cansancio. Por ello, cuando me desvelo en mitad de la noche y nada ni nadie alcanza a perturbarme, puedo sentir la inmediatez absorbente de mi propio cadáver, olfatear mi cuerpo enjuto en descomposición e incluso asistir en calidad de protagonista, con paradójico vigor, a la transformación acelerada de los compuestos orgánicos de mis tejidos en sustancias más simples. De este modo, una vez asumido el macabro desenlace, recupero para otro día las ganas de vivir...

No sabría identificar al artista que retrató a tan gallarda moza en su lecho, ignoramos si será de autoextinción o de asesinato. Se trata de una imagen que rescaté de una vieja carpeta mientras ponía orden en el disco duro.

4.9.09

PRESCINDIBLES POR NECESIDAD



Soy un muy mal ejemplo, debo ser desactivado y difamado para que no surjan imitadores, porque de lo que realmente tienen miedo, es de que mi modesto ejemplo pudiera ser una modestísima y grave amenaza si hubiera muchos más insurgentes contra el capitalismo, de ahí la importancia del castigo ejemplar como aviso a navegantes futuros.
Jaime GIMÉNEZ ARBE, el Solitario
Carta a la opinión pública

En mayor o menor medida, con una proporción que depende principalmente del tipo de economía implantada, las sociedades humanas producen más individuos de los que la clase dominante considera rentable utilizar. Cuando la estratificación social se sostiene mediante un sistemas de castas, incluso pueden llegar a concebirse una o varias clases impuras formadas por parias, seres intocables a causa de su ocupación, origen étnico u otras características juzgadas como innobles en grado sumo, propias de no-personas, por parte de quienes participan en la élite el poder. Ni que decir tiene que esta valoración del excedente humano como una masa prescindible o, por hablar claro, como desechos, obedece a criterios tan objetivos y de naturaleza tan loable como el lucro privado, la situación de los negocios especulativos (ese onanismo de los usureros...), los prejuicios religiosos de la oligarquía o el estado de ánimo del monarca de turno, por mencionar solo unos pocos. Por supuesto, ello no impide emplear a estas mercancías rotas como simples cobayas para las industrias más peregrinas, además de siervos de la gleba y de la pena cuando la maquinaria represora demanda sangre, sudor y lágrimas para lubricar su funcionamiento, pero son sacrificios que en modo alguno se traducen en un acceso más favorable a la distribución de la riqueza y del prestigio para quienes los realizan. Según interese, los prescindibles pueden pasar de ser una carga mal vista aunque tolerada, a un gravoso patrimonio que urge dilapidar. Mendigos, vagabundos, enfermos mentales, delincuentes de baja estofa, prostitutas, disidentes políticos, parados, jubilados, refugiados sin tierra, adictos a drogas no consagradas, población reclusa y un largo etcétera que el rabino Marx, con su proverbial y aburguesado desprecio, catalogaba como lumpen, componen en nuestras concurridas sociedades este peculiar mosaico de excluidos. Sin embargo, recomiendo invertir la gran distinción entre grupos necesarios y prescindibles en función del punto de vista de la utilidad pública, el desarrollo de la soberanía individual, la equidad en el uso de los recursos, la paz entre naciones u otras variables que redunden en beneficios directos e indiscutibles para el pueblo (y hago constar que no digo ciudadanía porque todo el mundo sabe, o debería saber, la forma en que los Estados de derecho vuelven a unos más ciudadanos que otros atendiendo a privilegios de hecho). De proceder así, saldría a la luz lo que cada vez resulta más evidente para quienes no acostumbran a prestar atención ni reflexión a problemas de índole sociológica: los peligrosos, los usurpadores, los mezquinos, los parásitos y, en definitiva, los sobrantes, suelen ser quienes se pretenden honorables, ilustres, expertos, inmunes e imprescindibles; en una palabra: los amos. Una denuncia que con su fuerte dosis de verdad también puede inducirnos a olvidar la razón, bien sencilla, de que haya amos: abundan esclavos y, más aún, los vocacionales frente a los condicionales. Si por añadidura estos amos (así como los consejos, gabinetes, comités y órganos colegiados que los aupan) no brillan por su inteligencia ni por las sutilezas de sus campañas, habrá que preguntarse si el lamentable estado de inopia en que se encuentran los sometidos permite convertir las habilidades superiores del cerebro en una herramienta de mando superflua.

Confío en que no se cometa el burdo error de diagnosticar este conciso análisis como un discurso tributario de alguna tendencia izquierdista, circunstancia que aprovecho para explicar mi posición al respecto. Creo que la noción de izquierda y derecha rinde pleitesía a un esquema de pensamiento obsoleto. Bastará referirse al uso que hacen de estas dos categorías los partidos parlamentarios para demostrar que se trata de un planteamiento inofensivo, completamente fiscalizado e inexacto si lo que queremos es desentrañar el nivel de compromiso o de oposición a un determinado régimen. Tanto la izquierda como la derecha, ya sean extremas o moderadas, remiten a un centro único incuestionable, a un rector universal: el Estado, cuya conquista rivalizan. Sería más esclarecedor plantear la ecuación política en términos de lucha entre dominadores y dominados, poseedores y poseídos, o, perfilando aún más el contraste, entre el bloque de quienes están a favor de conservar las reglas de juego (con independencia de su extracción social, pues se puede ser pobre y reaccionario), y quienes comprenden que un cambio de reglas sin caer en sus trampas exige desmantelar desde abajo el juego en su totalidad.

Al ruso Vereshchagin, cuya obra es recordada por los retratos de personajes típicos que observó durante sus largos viajes por Asia, le debemos estampas de destrucción nada desdeñables como El apoteosis de la guerra, similar en su elocuencia al arte, ya perdido, del tzompantli.

28.8.09

NI HEREJE NI INQUISIDOR

Todos los juegos son limpios si todo el mundo es engañado a la vez.
Stephen KING
La larga marcha

En Occidente, a pesar de los formidables esfuerzos de apertura a las entrañas del inconsciente realizados durante las últimas décadas por parte de una selecta minoría de amantes de la sabiduría, todavía no es factible una reconciliación profunda entre sujeto y objeto, que siguen usurpados por esas dos conspiraciones apócrifas que son el consumismo y el narcisismo, afluentes de una misma corriente de estafa mundial que tiene por premisa la vanidad intensiva y como resultado la servidumbre interior generalizada.

Si en el consumismo el objeto crece como un cáncer hasta deglutir al sujeto tras haberlo parasitado sin pausa ni remilgo, en el narcisismo el propio yo se cosifica a sí mismo por seguir el mandato de mirarse obsesivamente sin alcanzar a verse jamás. Contra una cultura que se jacta de haber roto todos los moldes sin mover un dedo y que bajo ese supuesto desplante ansía adoptar un modelo cualquiera, por precario que sea, siempre y cuando cumpla el canon publicitario, no cabe la rebeldía; contra una sociedad tan glamourosamente estúpida y entregada al autosabotaje solo cabe la deserción. No me juzguéis, por tanto, como a un peligroso insurrecto sublevado de indignación, pues tal respuesta carece en la actualidad de razón de ser; sentenciadme por evadido, prófugo e infiel, que solitario bien me abastezco para la cruzada de vivir alejado de novadores que ya quieren, ya persiguen herejía. A lo sumo, seré un hombre póstumo, pero confieso que no estaría mal ser achicharrado en efigie en honor a esos quince minutos tontos que predicaba Warhol.

La xilografía de Utagawa Kuniyoshi muestra al ascético guerrero Miyamoto Musashi librando un duelo feroz contra uno de sus demonios materializados. Se cuenta que este singular estudioso del Camino de la Espada sobrevivió a masacres como la de Sekigahara, que cosechó la muerte de setenta mil contendientes, y obtuvo la victoria en los más de sesenta combates que disputó a lo largo de su vida. Culminó su perfeccionamiento con el retiro espiritual en una cueva donde escribió un tratado, hoy popular, conocido como El libro de los cinco anillos.

16.8.09

TUNANTES, JAQUETONES Y RECTORCIDOS


Todo hombre acostumbrado a recargar sus fuerzas en la acción está destinado a transgredir los límites que prevalecen en el ambiente que le sirve de escenario y, a todo transgresor, en algún momento de su carrera se le plantea la disyuntiva entre ser un bandido o convertirse en fermento revolucionario; entre formar parte del empresariado clandestino menos escrupuloso o fomentar la revuelta social. La mayoría prefiere ser un criminal porque resulta más ventajoso económicamente, unos pocos ponen su arrojo al servicio de una causa que los hace sentir nobles, mientras que solo los muy grandes llegan a conjugar ambas facetas haciéndose respetar por sus hazañas hasta entrar con nombre y por derecho propio en el reino de lo legendario: son seres infrecuentes estelados por la admiración no exenta de escándalo que aciertan a suscitar con sus actos locamente rectos, con sus razones cuerdamente torcidas. A ellos, difamados por los dueños del mercado y siempre en peligro de extinción, les dedico este matute de palabras.

15.8.09

DE NADA SIRVEN BLASFEMIAS


Motivado por la delicada argumentación que un pensador amigo ha trazado a raíz de la reciente ilegalización de la blasfemia en Irlanda, quería discutir los análisis al uso del fenómeno en su dimensión social cuando a punto he estado de escribir «dimensión moral» advirtiendo al vuelo la inercia que me conducía al error: esa clase de dimensión solo existe como proyección mental, no es intrínseca a los hechos sino que atañe a la interpretación de los mismos y, si bien el acto eisegético no deja de constituir otro acontecimiento cuya importancia es relevante dentro del imaginario e incluso insinúa la más amplia cuestión de si la realidad puede ser aprehendida salvo como un sistema de interpretaciones entrelazadas, se encuadra dentro de una moral que se quiere dimensionada porque desde un punto de vista material carece de todo fundamento estructural y a duras penas se presta a ser objetivada filosóficamente. Salvada esta digresión, y con ella mi desgana estival, proseguiré con el discurrir blasfematorio.

Para un panteísta, que es la forma más coherente de vivir la incoherencia de creer en Dios, condenar la blasfemia puede entenderse como una irreverencia doblemente grave que tiene su explicación en que la condena de una parte de la Creación, aun tratándose del suceso renegador, equivale a abjurar del Todo, ya que microcosmos y macrocosmos, voluntad y representación, son un continuo en su visión compacta de la trascendencia. Por el contrario, para alguien que no cree en las ofensas cometidas contra las poluciones abstractas que algunos consideran absolutas ni, menos aún, contra las entidades categóricas indemostrables y, no obstante, se siente dispuesto a admitir ciertos convencionalismos sea por comodidad, por discreción o por hipocresía (acaso una actitud tricéfala), resultará oportuno recordar el sentido utilitario que los antiguos conferían a las blasfemias gracias a su arraigado politeísmo, en cuyo espléndido panorama había dioses que convenían y se amoldaban prácticamente a cualquier situación anímica. A modo de ilustración, relataré que hoy he tenido un problema con un aparato doméstico que ha venido a manifestarse justo cuando había reparado otra avería sin ninguna relación entre sí a excepción de la contigüidad temporal; un problema tan molesto como tonto, no es preciso que me extienda facilitando pormenores. De haber tenido un daimon específico de los estropicios, el aparato sin duda seguiría roto, pero al menos podría haber cultivado cierto desahogo litúrgico vituperándolo a pleno pulmón sin ofender a nadie; como no es el caso y mi frustración iba en aumento a medida que subía la temperatura exterior y menguaba el tiempo para efectuar la reparación, en un momento dado la he emprendido a golpes con el cacharro hasta chafarlo por completo. Ha sido una distensión brusca sin catarsis ni alternativa, una estúpida falta de paciencia del sujeto con el objeto, un alienante ¡basta! y así lo admito: esto me pasa por ser un escéptico contumaz. Al animal místico que uno lleva dentro no hay forma sensata de alimentarlo como merece.

Hacía tiempo que buscaba una ocasión propicia para insertar la Cabeza de Medusa concebida a imagen de su espejo por el irreductible vividor que fue Caravaggio. Y puesto que la entrada tiene lugar el 15 de agosto coincidiendo con la festividad de la Asunción de María que celebran numerosas localidades sometidas al santoral católico, animo a los más lanzados fetichistas a secuestrar la Santa Patrona que tengan más cerca para pedir rescate a sus devotos no sin antes haberle ofrendado en las mejillas portentosos lagrimones de semen que deberían ser vitoreados como una afectuosa muestra de fervor religioso.

25.7.09

HUIDA, PERSECUCIÓN Y ACATAMIENTO


Sólo sé que si supiera más tendría que matarme.
Chris DOOMED
Leteo evaporado

Aparte del contacto pánico con los enigmas sobrecogedores de la naturaleza –que desde siempre nos ha parecido familiar y extraña en un mismo sentir–, la única experiencia religiosa es el amor verdadero, transgresor, «l'amour fou» en el decir de André Breton y el «vivo sin vivir en mí» según Juan de la Cruz, pero todos los cultos organizados que han pretendido monopolizar su fuerza se han ocupado más de extirparlo que de estimularlo, así de indómito acaece. Para un cristiano devoto, seguidor a ultranza de una secta inspirada supuestamente en el amor, el acto de entrega por excelencia se inclina a subrayar el sacrificio por un semejante al que se valora como otra extensión criaturil de Dios, método que además cuenta con el aval de ser el certificado por Cristo en el Calvario y gracias al cual su empresa obtuvo un productivo prestigio mítico por descabelladas que sean sus consecuencias ideológicas, que con mayor frecuencia de lo habitual conllevan la realización de los crímenes más espantosos en el refinado marco de las torturas autoimpuestas donde lo primordial no es tanto amar al otro con honestidad, sin exigirle nada, dando buena fe de amor, como demostrarle el amor a la buena fe y atraerlo por cualquier medio al desierto sordo de la renuncia ciega. Antes que los hechos, al cristiano le importa la fe letárgica en la divinidad que los justifica; sin embargo, el valor neto de la fe es humanamente nulo: cualquiera puede creer sin fisuras en algo que no existe o de lo que, al menos, no se tienen pruebas ni una pálida sombra de constancia cognitiva. El auténtico desafío amoroso radica en querer lo posible a pesar de las dudas, riesgos y tinieblas que puedan envolverlo figurando una espectral encarnación de imposibles; radica, previa mofa de cualquier pronóstico moralizante, en celebrar el nacimiento de esa inmensidad ignota y embriagadora que induce al deseo de fundirse en un rapto de ser con el ser de un ser concreto.

Con La meditación del veneciano Francesco Hayez queda satisfecha mi necesidad de una alegoría. Por cierto, ¿puede alguien aportar datos fidedignos acerca del libro que con tanta gracia sostiene la chica?

16.7.09

¿SUPERACIÓN, SUPERACCIÓN O...?


Cuando el ser vivo ama se arriesga a sí mismo al hacerlo, pero vive entregado a la energía de su voluntad y pretende realizar con su empuje actos más luminosos. Impelido a superarse continuamente, continuamente tendrá que revolverse contra su propio amor y escupir sobre sus huellas doradas, aniquilando su querer con otro querer o permitiendo que se marchite tras el último temblor. No es una ley de vida (la vida se muestra caprichosa, irregular, desmesurada y rara vez legal), sino una partida viciada donde el perseguidor termina siendo burlado. «El mal sumo forma parte de la bondad suma», esto lo dijo también el Agudo Bigotudo y yo, sin modestia, con un dolor abismal, lo confirmo. Se trata de la infame sabiduría del verdugo.

Con Suicidio romántico de Leonardo Alenza, discípulo poco divulgado del Goya más alucinado, cierro esta serie concisa de episodios monográficos dedicados a las sinuosas sendas que han de recorrer los amantes, cazadores y presas de su pasión.

14.7.09

TRIBULACIÓN


No encuentro mejor proyecto de ser que intervenir en calidad de personaje en la trama de la vida al objeto de inspirar la construcción de un autor que sobreviva gracias a su tramposo nacimiento y laberíntico linaje. Supongo que esta pretensión recuerda a su antojo el modo de reproducción basado en la partenogénesis y obedece a una artimaña narcisista, a un anhelo de redención metafórica que debería tener muy superado (pues he vivido a fondo la transfiguración de la conciencia en el fractal del instante), pero que me tienta como al casto la fantasía de explorar otros cuerpos... ¿acaso pueden eludirse los atractivos de su mera evocación? Ni siquiera el Agudo Bigotudo pudo renunciar a las utopías implícitas en la adusta visión de la voluntad de poder que circula por el eterno retorno. Quizá tuvo miedo de exponerse demasiado a la vacuidad del misterio; o quizá lo hizo y quiso engañar las consecuencias de lo que allí vio. No en vano, todos somos huérfanos de Dios y, con mayor patetismo si cabe, de nosotros mismos. El ego constituye nuestro último ídolo, es el más ciego tótem de cuantos hemos concebido (no parece haber nada allende sus dominios) y, como nudo de nudos, también es el primero en resistirse a aceptar un desenlace revelador que exhorte al ocaso de las pantomimas. Tanto es así, que el autogenerado relato de mi odisea vital según el modelo insinuado en las líneas iniciales no dejaría de ser un delirio de grandeza planteado para salvar lo que fatalmente tiende a volverse irrecuperable en el sumidero de su inmensa pequeñez: la identidad. Sea como fuere, ¿quién soy yo para saber? ¿qué sé yo para ser?

Permití a Gustave Doré recrear mis artes de mistagogo en la agitada sinfonía de grises La danse du sabbat.

11.7.09

LOS ENTES FUSIBLES



Mi alma anhela un poeta, mi cuerpo busca una bestia. ¿Dudas poder hacerme feliz?
Sor Mariana ALCOFORADO
Cartas portuguesas

El amor y el horror son las fuerzas conocidas más intensas de la extensión intuida del cosmos, sus torcidas y poderosas constantes, su motor en cada cosa y su cosa en cada avería, pero si bien las manifestaciones particulares de las mismas pueden ser conceptuadas mediante infinidad de formas según los amores y horrores parciales involucrados, lo realmente prodigioso es que resultan indisociables, insuperables, irrenunciables. Todos estamos hechos y deshechos por amor; nadie, por tanto, escapará del horror.

He tomado el arrugado Umarmung o abrazo del señor Egon Schiele para poner una nota de efusividad que ronde lo monstruoso, pórtico de aventuras proscritas.

9.7.09

EL GUERRERO INCANSABLE


Nunca he buscado en la mujer amada un reposo para mis luchas según el conocido dictado del filósofo, sino mi más esforzada y meritoria gesta. Acaso la destrucción heroica de mis fuerzas y un santo oficio de refulgentes, incalculables locuras, pero jamás el declive estéril de mis ánimos ni el abandono manso de mis bríos. En ellas recupero el sentido de mi sino; por ellas, al asalto, subo al celo de mi cielo; y con ellas, más me vale, sonrío despreocupado al calor de mis infiernos. Así es mi naturaleza.

El sortilegio pictórico lo tomo de John William Waterhouse, quien se inspiró en el poema La belle dame sans merci de Keats para inmortalizar el embrujo de una mujer que devora corazones y está condenada a vivir emboscada a causa de su codiciada belleza.

13.6.09

EL ARTE DE LA FUGA


Evoca las formas. Cuando no tengas nada más inventa ceremonias e infúndeles vida.
Cormac McCARTHY
La carretera

En el silencio turbio de una noche privada de grillos y de estrellas, un perro ladra como si un borracho intentara ladrar como un perro. Una sombra veloz más opaca de lo habitual se aproxima y, antes de que pueda determinar su posición, el contacto brusco en la nuca con una sustancia tibia y animada que bien podría ser el saludo de una mano amiga o tal vez el hocico de una rata hambrienta del tamaño de un dogo. Sé que me muevo por terreno peligroso y, sin embargo, hago caso omiso del miedo porque llevo conmigo un poderoso talismán: el mismo pánico reflejado en la claridad de mis ojos mientras hierático lo contemplo atravesado por un bronce de estigmas. Quizá un instante atomizado; quizá la placenta de una experiencia absoluta. A quien ha visto el colapso de cerca sin abandonarse al delirio le serán cegados todos los refugios y el abismo lo perseguirá camuflado en los actos más frívolos, especialmente en las situaciones que se anuncian relajadas e inofensivas, de tal modo que un mínimo detalle que capte su atención en el tránsito de una distracción reanudará su angustioso tango con la muerte, cuya agilidad sobrehumana está muy por encima del bien y del mal; tanto, que durante esa danza macabra nadie ha conseguido propinarle un pisotón.

- ¿Ya te estás poniendo solemne?
- Vaya, otra vez tú.
- Querrás decir tú.
- ¿Yo?
- ¿Hay alguna diferencia?
- Sí. Al contrario que otros, yo sé quien soy, mas ignoro donde me dirijo y, cuanto menos lo sé, más me soy.
- Más me soy, más me soy... tonterías. Solamente se tiene lo que se da.
- De acuerdo, acato tu lógica: ¿qué acto puede equiparar en generosidad a la hermosa libertad de poder abandonarlo todo sin prisas ni dilación?
- El amor.
- Pensaba que te gustaba hablar de cuestiones menos mundanas.
- El conocimiento quema a quien lo toca, mientras que el amor vuelve intocable lo que quema.
- Entonces, ¿qué queda del amor al conocimiento?
- La perversión de querer hurgar en el dolor de ser carbonizado.
- Hubiera bastado con terminar la frase en un rotundo dolor de ser.
- Detecto cierto cansancio existencial en esa actitud preciosista.
- Puede. Nada me cansa tanto como el oficio de ser persona. No tengo vocación para ello. Incluso estoy dispuesto a concretar que nada humano me es ajeno porque todo lo propio me resulta sospechosamente inhumano.
- La receta es simple: ponte fin.
- Parece que cuando te hastías de ser lo consecuente es suicidarse, pero el deseo de abdicar revela que todavía se sufre de una conciencia deudora, puesto que nace y nos deja varados en lo más humano que hay en uno.
- Cuídate, muchacho. A la locura también se llega por un exceso de razón y, una vez allí, no hay razón que valga para escapar.
- Loco es quien comete locuras; el sabio solo las piensa.
- A mí me basta con sentir a través de lo que pienso y pienso que quizá esté sintiendo demasiado.
- ¿Demasiado? Te explicaré lo que es demasiado: el mundo gira a merced de la imaginación y la imaginación se expande alrededor del cerebro, donde florecen y se extinguen otros mundos que no tienen cabida en este.
- Vale... yo también te quiero.
- Tranquilo, no te voy a corresponder.
- Es una lástima. Al superponer nuestras respectivas ilusiones encontraríamos una materia perfecta para hacer realidad nuestros temores.
- Muy agudo. No seré yo quien impugne tu lindo epigrama. Y ya que tocas el tema, no estaría de más que te sincerases: ¿qué tal te ha ido con ella?
- He vuelto a comprobar que las mujeres son portadoras de un poder telúrico capaz de volver locos a los hombres. No es la tentación de llenarlas lo que conjura al varón, sino la pasión de vaciarse hasta perderse en ellas.
- Te comprendo. He padecido más a causa de mis amores que por la suma de mis dislates, accidentes y decepciones recolectadas en otros campos.
- Cuando la ilusión de conquistar a una mujer ataca el sistema nervioso, se requiere una inmensa voluntad de fuerza para no rendirse a la ebriedad de correr tras sus encantos, y un esfuerzo sostenido para lograr convivir serenamente con el ineludible proceso de idealización, de cuyos efectos adictivos lo menos que puede decirse es que actúan como una incubadora de estupidez.
- Bravo, me has quitado el párrafo de la boca.
- ¿Qué boca?
- ¡Ironía! Casi olvido que tengo una espada clavada en la frente con una inscripción que me recuerda que ni su acero ni mi cabeza existen.

Seguro que habéis identificado el talento de Edvard Munch en El asesino.
 
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