Paul Delaroche, Louise Vernet sur son lit de mort |
De la misma materia que los sueños somos y nuestra escueta vida de sueño se rodea.
William SHAKESPEARE
La tempestad
(Traducción de Juan Montero)
Como romántico de buena ley, pero con excepciones sobradas en la mollera para no caer en el tópico, el amigo suicida de quien os hablé en una entrada reciente cultivaba también la afición a deambular por los cementerios y nunca perdía la ocasión de hacerlo en las ciudades que visitaba, reservándose para ello el ocio soñoliento de una tarde contemplativa. Entre los papeles que me legó, encontré la primera parte de un borrador destinado a presentar una selección de epitafios que, lamentablemente, no concreta sus lugares de procedencia ni se arriesga a la incorrección de facilitar otros detalles no por tétricos menos interesantes. Mientras indago dónde podría haberse extraviado la segunda parte del manuscrito, vuelvo a ceder la palabra a nuestro interlocutor, quien de una manera que en principio puede parecer paradójica se negó a invertir su ingenio en destilar palabras con las que ser recordado. Acaso sirva su abrupta manera de abandonar la escena de los vivos como un epitafio en acción cuyo rasgo más inquietante sea la voluntad de haber desaparecido sin dejar rastro, o lo que es igual, dejando el círculo abierto a las truculencias de la imaginación.
Él ya es uno de mis manes.
William SHAKESPEARE
La tempestad
(Traducción de Juan Montero)
Como romántico de buena ley, pero con excepciones sobradas en la mollera para no caer en el tópico, el amigo suicida de quien os hablé en una entrada reciente cultivaba también la afición a deambular por los cementerios y nunca perdía la ocasión de hacerlo en las ciudades que visitaba, reservándose para ello el ocio soñoliento de una tarde contemplativa. Entre los papeles que me legó, encontré la primera parte de un borrador destinado a presentar una selección de epitafios que, lamentablemente, no concreta sus lugares de procedencia ni se arriesga a la incorrección de facilitar otros detalles no por tétricos menos interesantes. Mientras indago dónde podría haberse extraviado la segunda parte del manuscrito, vuelvo a ceder la palabra a nuestro interlocutor, quien de una manera que en principio puede parecer paradójica se negó a invertir su ingenio en destilar palabras con las que ser recordado. Acaso sirva su abrupta manera de abandonar la escena de los vivos como un epitafio en acción cuyo rasgo más inquietante sea la voluntad de haber desaparecido sin dejar rastro, o lo que es igual, dejando el círculo abierto a las truculencias de la imaginación.
Él ya es uno de mis manes.
Cada vez que me lees juraría que resucito.
*
No te acerques tanto que te vas manchar.
*
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí!
*
Desde el principio supe que iría al infierno... como atizador de brasas.
*
Aquí yace el último orgullo de alguien que por vivir más murió antes.
*
Se aburrió de respirar.
*
¿La vida? ¡Ja! ¿La muerte? ¡Ja, ja!
*
Respete esta tumba: mi esqueleto lo vigila.
*
Basura telúrica, eso es lo que somos. Pero algunos, entre los que por supuesto no me cuento, acaban como perlas en el éter.
*
En vida me negué a seguir consejos ajenos; espero que le sirva de ejemplo para no perturbar mis restos con sus malditas inquisiciones.
*
Así te pudras por venir aquí.
*
Viajero intempestivo: puedes bendecir este espacio descansando de tu alma sobre mi losa.
*
Amable náufrago, le cambio el sitio.
*
Entre los hombres he vivido amortajado y de mi mortaja saldré como ningún hombre osó jamás.
*
No tenga prisa por morir: ni el mismísimo Dios se libró de la liturgia del sepulcro.
*
Todo lo que no pude vivir lo reservé para la muerte, y todo lo que la muerte no pudo matar se condensó en mi vida. Mi historia ha sido una carambola de desgracias.
*
¡Tanto tiempo viviendo que se me olvidó vivir!
*
Quien ríe el último ríe peor: se ha quedado completamente solo y, revenido, purga consigo sus burlas postreras.
*
Si me cuenta su vida le presto mis gusanos.
*
Son las mujeres quienes me han sembrado aquí, pero por ellas agotaría cien vidas más.
*
Vosotros estáis vivos porque nosotros nos hacemos los muertos.
*
Estoy con la nada que me parió.
Supongo que si puede leer estas palabras es porque finalmente me ejecutaron. Quiero dejar claro que lo maté porque estábamos solos en el campo -¿lo comprenden?- y nadie me veía. Parece ser que me equivocaba.
*
Supongo que si puede leer estas palabras es porque finalmente me ejecutaron. Quiero dejar claro que lo maté porque estábamos solos en el campo -¿lo comprenden?- y nadie me veía. Parece ser que me equivocaba.
*
Sigue devotamente tu sombra y nunca obedezcas a nadie, pues hasta el más distinguido es un paria de la muerte.
*
He muerto con urgencia porque la naturaleza me necesita para despilfarrar otros seres.
*
No luché por nadie porque no hubo quien mereciese más que yo la bala que me desparió.
En mi hora final no voy a hacer alardes de modestia ni vanidosos sarcasmos; si algo me ha demostrado la vida es la fatuidad de las pasiones y de su empeño en exhibirlas.
*
En mi hora final no voy a hacer alardes de modestia ni vanidosos sarcasmos; si algo me ha demostrado la vida es la fatuidad de las pasiones y de su empeño en exhibirlas.