30.12.17

MÁS DURO ES CONTARLO QUE IMAGINARLO

Wojciech Siudmak, Arc de Triomphe
El límite de cada dolor es un dolor aún mayor.
Emil CIORAN
De lágrimas y de santos

Si el corazón humano ponderase como es debido que la reserva primordial de sabiduría le ha hablado siempre con la voz tétrica del sufrimiento consciente, la inexistencia anterior a la vida habría de resultarle perfecta frente a la condición de la criatura donde no conoce descanso, y preferible la muerte al estado más lisonjero que el cautiverio en el tiempo pudiera proporcionarle entre los dolores que no dejará de dar y recibir hasta el momento cumbre de su aniquilación.

Hay quienes encuentran insultante la actividad de quien glosa lo que no quieren saber y podría asegurarme de que tuvieran razón si supiesen, sin restricciones, lo que pienso de su manera de sentirse agraviados por la difusión de ideas diferentes a las suyas, o de las que creen conveniente enseñar, pero lo mínimo que uno puede esperar cuando procede a favor de la elevación del intelecto sobre el miedo acuartelado donde manda el repudio a cuestionar los esquemas heredados, es la acusación de esgrimir contra otros alguna falta personal. La comodidad que ahorra la molestia de pensar por cuenta propia tiene hábitos muy arraigados en la sociedad, y salga de esa negligencia lo que saliere, el seguidismo tiende a enseñorearse por convergencia de la población contra la incertidumbre representada por las perspectivas en conflicto que consumen más energía mental y llevan el foco díscolo a la llaga. Como cualquier victoria, la suya es evidencia de un poder, no de la idoneidad de ese poder. ¿Tiene acaso validez la autoridad que se otorgan los mayoritarios solo por el vicio de multiplicarse, o por haber tomado junto con ese relevo el salvamento de las apariencias que, desde tiempos desmemoriados, compensa los vacíos del alma y las penalidades del cuerpo con barreras de ser ubicadas entre celosías de creencias, comodines de autohipnosis, generadores de anclajes afectivos y fetiches ideológicos en los que caben monstruosidades a empacho, menos dioses y hombres dignos de tal nombre? Su mayor contrariedad no es la palabra del vidente que describe la oscuridad en la que reptan nuestros sentidos, ni que hayan simplificado la verdad en una visión única de las cosas, sino que defiendan una sola cosa que ni siquiera ven: el abismo replicado. Una cultura que no soporta contemplar los secretos que mantiene soterrados no merece ser bendecida con el tesoro de la revelación; merece, y no más, asumir que su lugar está bajo tierra.

Si desde la dureza de mi actitud antinatalista, repetida hasta el tormento, toda la alquimia moral se concentra en el arte de aligerar el mal de haber nacido, ¿cómo podría ser bueno quien opone la soberbia de gestarlo? Y sin embargo, no considero aceptable por ello el extremo de punir la inmoralidad de la conducta reproductiva, ni tengo especial interés en fundir el metal de mi pensamiento en la forja de un nuevo martillo de herejes, lo que no supone impedimento lógico para que abogue por suprimir el acicate de subvenciones a la propagación de las familias sin que abone, en contrapartida, motivos para pasar de la justificada objeción a la desfachatez de pretender ayudas destinadas a los que preserven su voto de ingenesia en la edad adulta; una permuta de beneficiarios solo significaría cambiar la fealdad de una prebenda por otra que en nada gratificaría la virtud que se sabe premio de sí misma cuando no causa daño de vida. Sin menoscabo de la fascinación por la esfinge que traslucen los elementos concertados del espíritu, todo se sobra en la preñez gafada del cosmos y nadie constituye una excepción en el proceso de su hinchamiento hacia el colapso; sólo quien copula cada día con la confianza de haber puesto punto y final a su estirpe puede dormir tranquilo. Ante la crudeza de ciertos hechos, lo más respetuoso guarda silencio y la semilla virulenta con él; si algo le sobra a este circo de leprosos es algarabía de lacerados.

En vista de que las sociedades democráticas tampoco gastan remilgos al hacer pagar afrentosos aranceles a quienes se dignan la sensatez de no colaborar con la proliferación de la pocilga, parecería pertinente exigir un resarcimiento si el propósito fuera el de señalar culpables, en vez de paliar un quebranto contra el que no se amparan más remedios que un énfasis de conciencia proclive a la adopción de un canon de sensibilidad amplificada. Dictar leyes a completa satisfacción, con la misma seguridad que un patriarca bíblico las habría decretado a instancias de su iracundo capataz, es una ocupación inofensiva mientras no aspire a meter el divertimento hasta la empuñadura del deber. Con todo, la ocasión es justa para proponer que se aplique a los progenitores un impuesto de lujo, variable en función del número de descendientes y proporcional al nivel de renta, cuya simple alusión bastara para cuajarles testículos y ovarios. Es broma. Una medida de esta índole equivaldría en la práctica a una multa que superaría en parangón de odiosas y ociosas exacciones a las que ilustran cuán útil ha sido el endurecimiento de las sanciones de tráfico en la carrera por reducir las víctimas en carretera. Más juicioso que aumentar la carga impositiva sobre los irresponsables procreadores, sería aliviar la presión fiscal que el sistema tributario dirige contra los que se abstienen de participar en el nudo de carnes que los pontificadores del excedente humano, en connivencia con los gobiernos, custodian cuandoquiera como rehén del orden público. Ahora bien, puesto que la muchedumbre es intolerante a una percepción realista de nuestra precariedad ontológica, y hacer comprender la calamidad de traer un hijo al mundo sigue siendo una empresa harto difícil aun en circunstancias catastróficas, se nos plantea una urgencia inmediata: ¿cómo disuadir a los futuros ensambladores de esclavos del flagicio que cometerán al legar a esas vidas forzadas la alhaja de unas condiciones paupérrimas o el palacio de una pésima calidad genética?

La lanceta de Gómez Dávila puso de manifiesto que «los dos problemas cardinales del mundo actual: expansión demográfica y deterioro genético, son hoy insolubles. Los principios liberales vedan la solución del primero, los principios igualitarios la del segundo». Me siento en la obligación de discrepar: el principal problema, viejo como cada embarazo, es el apego generalizado a no reconocer la gravedad, a negar el desmán que somos.

Como aquel macaco ancestral que bajó del árbol por vez primera, desciendo aquí del mío para sacudir el tronco de los que aún se andan por las ramas.

28.12.17

ESCARCEO DE INTRAVAGANCIAS

Philip Guston, Bombardment
A todos los inocentes que al cabo de este día serán desenvainados

¡Cuán pocos hay entre nosotros que no estén amparados contra el dolor más vivo por nuestra común incapacidad de comprender lo que hemos hecho, lo que estamos sufriendo y lo que somos en realidad! Hemos de estar agradecidos al espejo por reflejar solo nuestra apariencia.
Samuel BUTLER
Erewhon

1

Morir menos idiota es cuanto pide un ser consciente a la tragedia de haber nacido.

2

El mal es nuestra única esperanza, luego carecer de esperanza es nuestro menor mal.

3

El dolor no tiene cura porque su cura sería causa de fenecimiento para el doliente.

4

Al infierno también se llega por perfeccionamiento.

5

Las personas débiles son extremadamente peligrosas: no toleran que se las tome por lo que son.

6

No es necesario que la selección natural desplace de los circuitos genéticos a quien ha tenido el desventurado don de nacer con excesiva clarividencia: sería impropio de tan reveladora facultad el desaliño de ocasionar descendientes.

7

Es muy lamentable para el espíritu haber eclosionado entre rasgos adaptativos hostiles a sus requerimientos, mas, ¿no es asimismo lamentable para esos rasgos haber evolucionado en contra del espíritu?

8

¡Cuán paradójica creatura es el humano! Se extinguiría si ampliase la misma sapiencia que debe luchar por ampliar si no quiere extinguirse por obra de su propio embrutecimiento.

9

Toda ilusión, pese a ser torrente subjetivo, se derrama objetivamente: tal es su precio.

10

Tantos y tan plúmbeos son los sermones que magnifican las blanduras de la existencia sobre la osamenta de sus calamidades, que de solo escucharlos queda justificada la intolerancia a seguir respirando un segundo más.

11

Además de optimista, se necesita una ingente afición a la imbecilidad para esperar que el mundo real colme de dicha a los hombres.

12

¿Qué mejor orientación para un alguien confundido por el tortuoso cauce de nuestro tiempo que atisbar su desembocadura en los efluvios de una fosa común?

13

Ya que la descripción más exacta del mundo coincide con la más sombría, expóngase el antojo de niño a la verdad antes de gestarlo y evitaremos tomar en acogida a otro fabricante de carroña.

14

En última instancia los errores de nuestra conducta son imputables al error general que somos. Contra grandes problemas, grandes abortos.

15

Lamentémonos menos del contexto en que nacimos y más de haber nacido para ser incriminados por estar fuera de contexto.

16

En la cavidad del ser cabe más maldad de la que cada humano, metemuertos de sí mismo, puede sacar.

17

Gracias a vuestras ganas de hacer hijos me he cansado de las mías antes de tenerlas.

18

Asusta pensar en las ruinas humanas que dejan tras de sí las familias numerosas empeñadas en no dar descanso a la línea de montaje de su celo reproductor hasta que logran sacar al mundo el modelo «hijo tonto».

19

Mamabuelas y papiyayos maldicen con sus inseminaciones de laboratorio la sensatez a la que habría de rendir homenaje todo recorrido vital digno de aprecio, a la vez que conculcan el reino de los coitos inocuos en las matrices postfértiles.

20

Ante un problema cardinal, la firmeza no está en ramificar el diagnóstico sino en radicalizar el tratamiento.

21

¿Qué importa que el alma sea un autoengaño si el universo no sería más verdadero sin ella?

22

Estar hoy a la altura de los tiempos significa rebajarse ante cualquier señor que sepa dictar órdenes anónimas con forma de nóminas.

23

Vivimos en la urgencia de una cultura que desposee al hombre de atributos en beneficio de fines espurios mientras lo disuelve en la demora de los medios que le permitirían tomar posesión de sí.

24

No pasaríamos mucho en tiempo en compañía si no nos dejásemos engañar por aquello que intuimos que nos ocultan los otros.

25

En la soledad del exilio interior no hay cobijo contra las borrascas del espíritu, ni en la sociedad de masas contra la barbarie de los gustos gregarios.

26

Si todos los que deben las mercedes de su lucro a las componendas de una economía de rapiña ocuparan los cargos ínfimos que desprecian tanto más cuanto más indignos son de su mala barata, hasta los siervos tendrían esclavos.

27

Para el pobre, la economía es un otoño perpetuo. Si quiere juntar en la cartera algunos restos de árboles impresos, primero debe deshojar a fondo su persona.

28

Bueno en lo malo es que la locura sísmica de la economía haya devuelto el sentido de la indigencia a quienes vivían en la ilusión de la opulencia; malo en lo bueno es que al recuperar esa noción se haya perdido el vigor para ser sujetos históricos antes que receptáculos de la bancarrota espiritual.

29

De la misma forma que denotaría ofuscamiento acudir en busca de consejo médico a un endocrino conocido por el repertorio de pacientes que su ciencia ha inhumado, no es menos alarmante confiar la gestión económica a los pirománticos que no supieron anticipar el achicharramiento financiero ni delinear un cortafuegos que sofocara su propagación sobre los abrasados que hubieron de subvenir a los causantes de la debacle. La fase final de la crematística es crematoria.

30

A la profusión intuitiva concurre la conjetura que estima simbióticas la actividad natural y la del demiurgo con arreglo al principio de analogía de donde se infiere que cuanto el omnipresente imagina se vuelve real tal como el hombre vuelve efectivos sus mitos cuanto más aberrantes los fantasea. Míticos son los equívocos que circulan sobre la pureza de la biota a impulso de la feligresía ecoilógica, y aberrantes complementos las arrogancias que devastan a gusa y buldócer por materializar un crecimiento que no ve más allá de sus pestañas.

31

Cuanto más correcto es el intelectual, más capaz se muestra de defender las ideas que sabe fraudulentas; más capaz, en consecuencia, de ser un buen recadero.

32

La galería desplegada por la fauna humana es increíble. Algunos personajes allí exhibidos matarían con tal de estar en paz con los demás y otros darían la vida por una cuerda de la que colgarse.

33

Menos daño hace a las conciencias una mentira desnuda que otra envuelta con retales de verdad.

34

Habida cuenta de que conocer la verdad es una empresa inviable, tengamos la decencia de no exaltar nuestras certezas como si fueran falsas.

35

He sido engañado por más veces de las que quisiera guardar vestigio, pero en las más convincentes el engañador era yo.

36

Por mucho que apure su adaptación a los nuevos medios tecnológicos, a nuestra especie se le pide un salto de lo fatídico a lo inhumano cuando se la exhorta a desarrollar aptitudes que no sean eclipsadas por las máquinas.

37

El acabado industrial de los objetos envidia la hermosura del arte que mantiene a su obra en suspenso.

38

¿Hemos de dar las gracias al avance de la técnica por haber refundido en una misma función a los profetas de la catástrofe que proliferaban antaño y a los investigadores punteros que son la plétora hogaño?

39

Mientras las telecomunicaciones funcionen a toda máquina, nadie percibirá el apagón del espíritu que ha hecho de la individualidad un ornamento cosido a una red.

MS M.917/945 (detalle de la página 269)

40

Nada más simple que complicarse la vida allí donde la sencillez se ha convertido en una misión imposible.

41

Confiemos solamente en el ritmo de aquello que la civilización no puede acelerar.

42

Recientemente alguien volvía a escupirme en los tímpanos una de las proposiciones más capciosas que haya escuchado jamás: «La tecnología es neutral; su bondad o maldad depende del uso que se le dé». Si esto es así y el usuario es el culpable de los perjuicios causados por el artefacto que fue diseñado con la intención de condicionarlo, a lo mejor quien aquí escribe tiene todavía posibilidades de que le crezcan alas y poder planear sobre las coronillas de tanto primate informatizado. Si es tiempo de quimeras, la tesitura entre las quimeras del tiempo propicia que no exista innovación inmune a las interferencias generadas por la personalidad.

43

Una inteligencia apresurada es una inteligencia perdida.

44

La precipitación y la discordia corren amistosamente de la mano.

45

Reconózcase a la individualidad su pleno derecho a vislumbrar una forma ontológica de orden en la intemperie fugaz de sus contenidos sin realzar al mismo tiempo las máscaras de las que pende el yo y de las cuales depende la remuneración social de una ficción preservadora que compense la objetiva volatilidad del sí mismo.

46

Todo lo que muere contribuye a la estructura mendaz de lo viviente merced al apego de cada parte a su propio interés.

47

Gracias al imperio publicitario, el invisible manoseo del mercado se ha transformado en un zarpazo insistente que no escatima abusar del don de la ubicuidad monopolizado antaño por Dios.

48

La relevancia que tantos dan a la posición social como rasgo dominante es un síntoma de que el simio ha pasado en ellos menos tiempo erguido.

49

La conformidad es el exponente al que toda comunidad aspira a elevar su inferioridad.

50

Póngase el sujeto en uno mismo sin temor a las enmiendas de la colectividad toda vez que el consenso no es una regla válida por sí misma ni hay regla tan buena que valga un consenso.

51

Por muy normales que se vean a sí mismas, todas las sociedades deben su filiación a alguna forma contagiosa de delirio.

52

La sociedad es más humilde de lo que creemos: todo lo que quiere de uno es que sea tan bobo como ella.

53

Si el menú en sociedad es conducirse con hipocresía cívica o con crudeza homínida, pregúntese al prójimo cómo prefiere el trato, muy hecho o sanguinolento.

54

Tendemos a sentir como natural cuanto vemos hacer a quienes nos rodean, y a no ver lo arriesgado que resulta imitar aquello que nadie puede cuestionar sin ser perseguido.

55

Mayor problema es someterse a una costumbre por temor a contrariarla que mofarse de ella por amor a la irreverencia.

56

Lo más cabal que podemos hacer por sacar a la masa de sus errores es salir de ella.

57

Nada es menos temible que entrar en el lugar común y nada más temerario que salir de él.

58

No puede por menos de sentir una punzada de horror quien se cerciora de que, no siendo lo bastante bruto ni lo bastante sabio para resistir las inclemencias de un severo aislamiento, tampoco podría mantener por largo tiempo la verticalidad mental si no contase con la compañía de libros en cuyas voces sentir arrullado el cariz agreste surgido de la solitud donde se tiene a recaudo.

59

Me descarría el sensorio saber que cuantas hembras atractivas detecto por doquier son diosas de un templo donde mi perdición podría encontrar consuelo.

60

Tan frustrante es contemplar la delicia sin poderla palpar, como palparla sin poderla contemplar. «Ver sin tocar, guarrear es», afirma un proverbio beguino.

61

No me quejo de mi jardín de flores evanescentes, sino del vegetal que a veces soy para cultivarlo.

62

Es justo ante una beldad profunda el tributo de sentirse intimidado como un microbio en presencia de un gigante al que pudiera invadir.

63

Tan revueltos andan los seres que hay truismos dignos de ser reseñados; por ejemplo, que a las mujeres no les gustan realmente los varones, sino lo que quieren sentir con o contra ellos, y que estos tienen por predilección sentir de cualquier forma, salvo como ellas quisieran.

64

Arrancarse un pensamiento obsesivo es posible a condición de que mil veces se lo escriba de mil maneras distintas.

65

No menos que su ingenio ha vuelto admirables a talentos como el de Diógenes, Rivarol y Baudelaire la necesidad pacata de fijar una distancia defensiva contra la causticidad de sus lindezas. Siendo asaz generoso con el destinatario, hay quien opina lo mismo de mí solo porque atiné a explicarle lo insoportable que es.

66

Galeno recomendaba como antídoto contra el insomnio escribir algunos conjuros en una hoja de laurel que había de ser colocada bajo la almohada para surtir efecto. Aunque disto mucho de estar a su nivel de psicomagias, para idéntica afección siempre me ha funcionado dedicar un suicidio de esperma a las mejillas de una dama.

67

¿Qué mal hace la mulata que oferta sus lorzas manidas en una rotonda y qué bien el agente al acecho en despoblado como un vulgar salteador? La primera apacigua al que no tiene con quién retozar y de las bravas ocupaciones del segundo mejor abstenerse de hablar porque hacerlo podría ser delito en opinión de un fiscal.

68

O el amor es libre de rodar en su laberinto, o los amantes son chantajistas de ronda por el instinto.

69

Pocas cosas como el amor vuelven a uno capaz de lo más noble y de lo más vil en igual desmedida; de lo más noble para conquistarlo y de lo más vil para conservarlo.

70

No hace al caso referir con linderos y arrabales que entre adultos aptos para gozarse sin complicaciones maritales ni desfalcos reproductivos, el sexo invita a sumarse una de las contadas llamaradas en virtud de las cuales la incineración merece ser aplazada.

71

Contra todo pronóstico, un sátiro dictaminó: fornicar culeando es hacer trampas.

72

Hay que ser muy pesado con uno mismo para poder serlo menos con los demás.

73

Aunque existen otros modos de conseguir que una sociedad termine convertida en un nosocomio, ninguno es más morboso que privar a los sanos de derechos frente a los enfermos.

74

En esta civilización hipercinética la enfermedad siempre tendrá la disculpa de obligarnos a detener la tiranía que, no conforme con exigir que rindamos como máquinas, reclama que nuestra constitución esté hecha a máquina, automatizada de nosotros mismos.

75

Solo alguien con una dignidad aún más deficitaria que la de un súbdito aceptaría ser coronado rey de súbditos.

76

La culpa hay que repartirla: los corruptos solo prosperan donde los lamesiesos proliferan.

77

Contra el vicio de evangelizar, la virtud de abjurar.

78

El gallo las plumas pierde cuando el tajo está que muerde.

79

La distancia más corta entre un amo y un esclavo no es el látigo, sino el sufragio.

Gerard DuBois, National Labor Federation

80

¿Por qué nos asombra que el ciudadano venda su intención de voto al mejor postor político cuando ha sido aleccionado por la necesidad de vender su vida a cualquier postor laboral?

81

Armándose de mala baba, el enemigo alaba.

82

Ablandadas por décadas de adoctrinamiento en la prostitución de ser más competitivas en la carrera por conseguir un puesto en el campo de trabajos forzados que siempre ha sido la sociedad, en vano se buscará en las capas populares un adulto que no esté mollet.

83

El Estado no pide más cada vez porque sea más poderoso, sino porque su esclerosis puede dar menos de sí.

84

Donde nadie manda con cabeza, todo lo decreta el bolsillo.

85

No existe ley humana que condene a alguien sin ser parte interesada en las consecuencias del crimen.

86

Entrar en una guerra de banderas es dar por perdida la batalla de las ideas y, con ella, la propia idea de la independencia.

87

No importa cuán longevo seas, si aún te crees libre tu destino está en pañales.

88

La fortaleza de un gobierno no debe atribuirse al propósito de hacer felices a los que viven bajo su férula, sino al poder capaz de resistir la voluntad de control que lo convertiría en causa de mayores cuitas para la población.

89

No fui yo quien pintó de negro las sombras disfrazadas de luz que modelan la sima del mundo, ni soy más hipócrita que los demás cuando consiguen serlo menos ante la auditorio de su conciencia, así que por más que me esfuerce en transmitir la impresión opuesta no podría parecer exultante aunque quisiera. Quien busque un agasajo de dulces engaños, retroceda hasta las rosaledas en flor que sirven de antesala al averno.

90

Nadie dotado del menor respeto por sí mismo tendría deferencia con quien lo enjuiciase digno de repugnancia, mas no es distinto lo que se observa en las relaciones que median entre la clase política y los ciudadanos que le tributan orgullosos eso que sin ningún sentido del veto llaman «derecho al voto».

91

«No se puede engañar a todo el mundo durante todo el tiempo», pero sí a una mayoría por espacio de varias generaciones hasta que la mentira exitosa entra en barrena y ha de ser relevada por otra.

92

Si las constelaciones hablaran, darían fe de mi aserto: en la codicia de los gobernantes se puede confiar por haberse labrado a prueba de recesiones.

93

En el fragmento aforístico, diafragma de la escritura, el poder de la palabra encuentra su mayor intensidad expresiva: el aliento pasa pero la idea permanece.

94

Nada fornece de estilo a las plumas robustas como una buena sangría de palabras.

95

El buen conversador conduce a su tertuliano a un entendimiento acrecentado consigo mismo.

96

El público del pensador son sus sombras; la sombra del literato, su público.

97

El plagiario se delata porque, al contrario que el epígono respetuoso, copia de forma explícita lo que solo está insinuado en su modelo.

98

Debe uno ser fiel a las fuentes donde bebe para no deberse demasiado a las cloacas donde expele.

99

No puede darse por concluido el texto que se resiste a ser manumitido por el autor.

100

Más allá de que tengan hábitos semánticos con un predominio de la parte rumiante, predadora o parasitaria, o de que tiendan a la contención del estilo antiguo antes que a la inflación de los supeditados a la moderna destemplanza, existen escritores que plasman sus ideas a través de personajes y otros que del paisanaje sacan las ideas que plasman, pero en ambos casos la representación quédase corta si no es dopada con una elocuente dosis de ingenio que aísle lo execrable de lo encomiable a sabiendas de que nada, ni el pensamiento desde la obra ni la obra desde el pensamiento, puede ser demostrado, tan solo refutado.

101

Defenderse a conciencia requiere de vigilia a lo largo del perímetro expuesto al adversario, que no vacilará en centrar su asalto en el punto más débil del baluarte. No se cometa, por tanto, el error de invertir la relación de fuerzas en lid: por agresiva que pueda ser su puesta en prosa, el autor que haga públicos sus pensamientos se aventura al designio de recibir más golpes de los que reparte y aún más de los que advierte.

102

En el ámbito léxico, a los adjetivos imponente e impotente los diferencia solamente una letra; en el ámbito mental, la diferencia entre ambos registros es aún menor.

103

El honesto puede confundirse de ruta sin confundir sus pasos.

104

Entre las púas que a todos nos crecen con cada latido, gentil temperamento tiene el corazón que antes se adentra en las brumas de la confianza que en la ciénaga obsesiva de la sospecha.

105

El ingrato se cierra a comprender que la espina es el beso de la rosa en la mano que la tomó con desdén.

106

Muchos podrían decir que suya es la desgracia de ser padres; les respondería que suya es la paternidad de la desgracia. No plañiré yo sus duelos.

107

Puesto que medios pésimos crean condiciones propicias para la supervivencia de los mejor adaptados al envilecimiento, considérese el resultado después de miles de generaciones de humanos encaramándose a la prevalencia de lo peor. No se sobrevive a la inmundicia de ciertos ambientes sin dar prueba de lo bajo que se ha caído en ella.

108

Suelen los progenitores hacerse los sordos para entender en toda su crueldad que los vagidos de sus bebés no solo son un mecanismo natural que se activa a consecuencia del hambre, del malestar físico o del deseo de acaparar la atención, sino la forma en que el desamparo de una vida no elegida se anuncia.

109

«Hágase la luz, y los ciegos se multiplicaron», sentenció un lusco. Por excusable que parezca la procreación cuando es fruto del aciago sino que combina la inexperiencia de los involucrados, y por muy extendido que esté el uso sin restricciones de las armas de reproducción que perpetúan los pesares del mundo, nadie en este orbe tiene derecho a la ferocidad de engendrar más pasajeros, ni debe consentirse la perversión del sentido moral que comete la impiedad de impedir que otros hagan cuanto sea posible por no traerlos.

110

Sin menoscabo de la relatividad que nuestra flaqueza reviste de imperativos éticos, no se puede aceptar como norma la irresponsabilidad de una persona sin privarla, para mal de todos, del dominio de su libertad.

111

No por tener participación directa en su hechura moral está justificado el error de creer que la fracción singular de la persona, con toda su herencia de genes y de contextos ambientales, concentra menos responsabilidad. Uno es cual es en todas sus partes sin que nadie sepa cuáles debe a todo lo que de todos es.

112

Habría dureza en hacer responsable de su esclavitud cognitiva al que en la edad madura no se ha emancipado de la educación recibida a menos que se comprenda la responsabilidad como la más necesaria de todas las medidas emancipatorias.

113

La ética se ha visto desplazada a la periferia de la conducta en aras de la eficacia. Ya no basta con distinguir entre una vida aceptable y otra mala; ni siquiera es pertinente trazar la frontera entre buenas y malas acciones o entre obras bellas y feas. Antes de mover un dedo, el «buen profesional» debe haber prescindido de los escollos interpuestos por la estética del comportamiento que da origen a la moralidad.

114

Incluso girando a lo loco en su esfericidad, la historia permite acumular algunas evidencias: las que atañen al desatino que introduce en ella la naturaleza humana.

115

Si bien el hombre conoció épocas en las que podía madurar sin obsolecer y esperar del mundo un trato menos desabrido para las secuelas genéticas de sus acoplamientos, la lección más básica de historia ilustra que en todo tiempo ha estado naturalmente jodido.

116

Un pueblo con causas por las que pelear es un caudal sin cauces para reflexionar.

117

De izquierdas o de derechas, sea como fuere su horda, el progresista siente que el palacio de la razón se le abre cuando hace notar, ¡oh lumbrera!, que la historia siempre avanza porque avanzar es hacer historia.

118

El demócrata, cuya mentalidad tanto debe al cristianismo, considera el racismo vituperable porque atenta contra su idea preconcebida de la igualdad (igualdad otrora ante Dios y ahora ante el Estado de derecho). El realista, por el contrario, condena el racismo por ser una ideología que vulnera, a lo bestia, el hecho de que somos bestias distintas.

119

Ante las aguas revueltas de dos épocas, el timón de la historia pasa a manos de quienes definen el rumbo hacia la falacia que los demás puedan creer como única travesía fiable.

Samuel Palmer, The Valley Thick

120

Inserta en una realidad cuya trama es incierta, la inteligencia tiene todo a favor para equivocarse y todo en contra para aburrirse.

121

Sabiéndose inmenso dentro del llamamiento juanramoniano «a la minoría, siempre» presente en el alumbramiento de esa nada íntima glosada en el ajuar de Ángel Crespo, la persona altamente sensible acaba siendo tan significativa como superfluas son las mayoritariamente prosaicas.

122

La tradición frena, la moda acelera y entrambas media un pinzamiento de polaridades cuyo estrujón solo un órgano anacrónico como la contemplación puede aliviar.

123

Desde la angostura de una moral programada para criar criados son denigrados como disolutos no necesariamente quienes se conducen bajo la divisa del desenfreno, sino cualquiera que manifieste estar dotado de una viveza superior a la gazmoñería de los que se identifican entre sí como gente normal.

124

Conocer en propia piel la inmensa dimensión de los pequeños abordajes y de propia náusea (de naus, nave) el sobrevalorado mareo de la ambición.

125

Solo teniendo un grano de santidad o una montaña de afinidades canallescas puede contemporizarse con los cobardes que maldicen la decisión de retornar a la inexistencia, con los necios que encarecen la vida hasta verla hundida en sus heces y con los que, además de cobardes y necios, son lo bastante ruines para cubrir de alabanzas el proyecto de tener prole.

126

Exigirse claridad de pensamiento, apertura de sentimiento y entereza de voluntad con el mismo desasimiento que se acepta la letanía de la humana condición donde a cada instante se ve inmolado el enfoque.

127

Llagados vamos porque venimos de cara a la provisionalidad de la existencia y de espaldas a la majestad de la inmanencia.

128

Interpretar la tragicomedia de la conciencia para uno mismo, no hay mayor misterio que esa tenebrosa ilustración.

129

Para la inteligencia que acompaña al cortejo de los moribundos pocos pésames son tan hondos como el entierro de la comedia.

130

Nada tiene de extraordinario que en los sucesivos estados de la existencia uno haya de segregar múltiples versiones de sí mismo hasta que la muerte impone la definitiva; lo prodigioso sería que uno pudiera desnacerse. Hay quienes así lo creen y han convenido en denominarlo nirvana, aunque tampoco falta quien regularmente acusa en esa hipotética reabsorción en Brahma un anhelo de orden mayúsculo y, por eso mismo, una liberación fallida. No me corresponde en estos lances emitir un juicio al respecto: mi visión es la de un asesino de sí mismo que resucita por momentos...

131

Al que se pierde en la vehemencia lo encuentra la violencia.

132

Más vale ganarse el respeto a costa de ingratitudes, que perderlo por agradar a quien carece de virtudes.

133

La cerradura del conocimiento está en lo descubierto y su llave en la imaginación, pero ninguna es útil en ausencia del símbolo que las une como uno mismo descubre cuando menos se imagina.

134

Cuando la química activa la prestancia física del ser, con cada amante el ánimo formula de distintas y enriquecedoras formas sus componentes. ¿Qué persona que afirme amar puede querer privarnos de tan eximio poder? Una cualquiera de las muchas que permanecen varadas en el estrato donde se amontona la basura emocional de los celos.

135

Ni por sombra ni por asomo somos hoy bastante sabios para vadear los causones sociales como una corriente desfavorable a la salud espiritual.

136

Deshonrado queda el filósofo siempre que propone un absoluto en vez de relativizar problemas.

137

Si fuera posible exorcizar el miedo a la muerte donde hasta la lucidez se enfanga y el amor a otros rinde a dos haces, nadie aguantaría un día más la epidemia del vivir.

138

Nos admira comprobar cómo encaja cada pieza de la existencia en la totalidad porque aún estamos lejos de adquirir plena consciencia de que nuestra especie solo ha podido guarecerse entre los intersticios del puzle cósmico.

139

Nunca es demasiado tarde para saber que siempre es demasiado pronto para saber.

140

«Os juro que si no fuese el diablo, me entregaría al diablo en cuerpo y alma». Hoy en bata blanca, ayer en traje de estudiante, parece obra de Mefistófeles que cada vez cueste más entender que añadir años a la vida solo es posible robándole vida a los años.

141

No se puede aprovechar la inercia de una ley moral para eludir los preceptos en que se basa sin sufrir la metamorfosis de un bicharraco asaz semejante a un sacerdote.

142

Dentro de su disparidad, todas las religiones conocidas comparten una característica definitoria: su número de adoradores, aunque uno solo hubiera por culto, supera siempre al de deidades.

143

Dios calla con el que reza y charla con quien lo endereza; no pide fe, sino experiencia.

144

Comparada con el panteísmo, la creencia en un dios personalista al estilo de Yavé representa una decadencia conceptual equiparable a la de una personalidad deificada, cual un monarca absolutista o una mujer encinta, en relación a una idea del derecho que no ampare la monstruosidad de asignar a unos el rol de ser las mascotas de otros.

145

Si los humanos fueran clones, llegarían a mutilarse con tal de parecer menos iguales.

146

Los noticiarios hablan de lo que ya es historia como si fuera presente, mientras la historia se ocupa de arrojar cuanto está sucediendo a las calderas insaciables del futuro.

147

Irreductibles a un movimiento político y refractarios a las categorías de una sociología incapaz de abordar la densidad de la guerra mental en que se ubican, son marginados por propia indefinición los emboscados en la interioridad que no forman filas ni firman los renglones apilados de los que sí.

148

La actualidad de una doctrina, como la de un rumor, ofusca lo verdadero que pudiera haber detrás de sus primeros planos.

149

Una filosofía cuya influencia no sea perturbadora para las falacias reinantes demuestra una perturbadora pérdida de influencia frente al poder de la estupidez.

150

Sentando la baza del ser humano en una escama del tinglado inconmensurable de la naturaleza y no habiendo constatado a lomos de sus espejismos fenómeno bueno o malo en términos absolutos, admítase que entre los hombres tampoco los hay solo de una u otra cepa y no sin conmoción de aprendizajes rugirán las hélices de la disyuntiva: o bien el mal no existe fuera de la interpretación subjetiva de una realidad hiriente por necesidad, lo que adjudica al individuo la titularidad exclusiva de su desvalimiento, o bien es un atributo consustancial al universo e inane, punto por punto, batallar contra su primacía.

151

Infinitas son las facetas que el mal presenta y solo una su naturaleza: más, más, más...

152

El amor al dinero produce males que el odio a la ganancia enquista.

153

Repárese en la incongruencia que se reanuda, so pena de ironía deliberada, al felicitar el cumpleaños de alguien querido con regalos de desagravio por el ultraje que con él se cometió al concebirlo.

154

Siempre que deseo hacer algo distinto, ser un agente más allá de lo ineludible, me cuestiono qué novedad puede haber en actuar por deseo y el corolario donde aterrizo, pocas veces incumplido, es que más vale no hacer nada. Sin embargo, algo diferente sucede siempre entretanto.

155

Maguer mi pensamiento adquiera en sus mejores eyecciones atributos universales, en el fondo seré siempre un extranjero de provincias.

156

El nacimiento de la tragedia no implica la muerte de la comicidad, que sin duda no tardaría en desfallecer con la tragedia del nacimiento si a la falta de salud, de amores y de solvencia no le quedara en gracia la ofrenda fulminada de una sonrisa que burle la mordedura del tiempo.

157

Obtuso de mí, he pretendido ser oráculo y tener del enclave humano una visión depurada de adhesiones, fuera de las raíces que lo lastran a parajes y cronologías, como si el alma que habita en mis células escrutara ya el desguace fecundado de huesos desde el otro lado del onanismo sinfín. Huelga decir que mi fracaso ha devenido tan instructivo como fascinada se ha sentido en mí la complexión de no eludirlo.

158

El orden de las cosas menudas es crítico, esencial: si un buen día dejaras de limpiar el polvo de los muebles, al siguiente el alcázar de la realidad temblaría.

159

Tenemos, por una parte, todo el derecho a resistirnos a lo inexorable, y, por otra, todo el deber de saber que no por ir más derechos venceremos a lo irresistible.

160

No hacer más necesidad de atiborrar el espacio de cosas, ni de sabotear el tiempo con acciones; aligerar el alma de funciones para que vuele, sin obligaciones, en un mandala de contemplaciones.

161

Al humano le están vedados el nacimiento fausto y la muerte plácida: el primero corre sin querer hacia la segunda y esta se retrasa tanto como puede una vez que se la quiere.

20.12.17

PERDIDAMENTE AQUÍ

Henry Ossawa Tanner, Lions in the Desert
Llamé al cielo y no me oyó,
y pues sus puertas me cierra,
de mis pasos en la tierra
responda el cielo, y no yo.
José ZORRILLA
Don Juan Tenorio

Durante el último tránsito por la duermevela, que unas veces retrasa mi eyección a la vigilia y otras la complica con parálisis de polo a polo que más quisiera yo alucinaciones hipnagógicas, he podido verme recluso en una penitenciaría que alzaba sus murallones desencalados en una campa expuesta a los rigores propios de un desierto meridional.

Coincidiendo con el ángulo más recto que el sol podía clavar sobre los dombos pelados de los reos, dos alguaciles de miradas espinosas sacaban al centro del albero una sartén de fierro dentro de cuya exuberante procesión de abolladuras, más que las amontonadas en las mejillas de Cristo, viajaba como en palio cochambroso el rancho destinado a la jauría de presidiarios, quienes arrojaban sobre las inconcreciones del guiso sus ansias de mamíferos degradados sin guardar la mínima sombra de respeto entre sí.

A lo largo de tantas jornadas como las que solo supo confundir con la calima la graduación febril de mis neuronas, contemplé a mis concomitantes repetir sus pugnas por el bocado arenoso mientras me abstenía sobre mis piernas trabadas, a la distancia pesquisona que guardaría un gato, de participar en el desembozo del festín. Ellos preferían lidiar con uno menos y yo lidiaba en mis fueros por la prioridad de la nada sobre el horror de ser uno con sus fames.

Cuando mis fuerzas, gravemente mermadas por la acción combinada de chinches, desnutrición y colicuaciones, empezaron a enjalmar en demasía el necesario empuje para subsistir, sucedió el milagro: de forma espontánea, los cautivos se alinearon en fila y me fueron haciendo entrega de una porción del comistrajo que habían conseguido rebañar. Nunca tuve el propósito de ser alimentado sin mancharme las zarpas, ni sostuve la pretensión de provocarles un espasmo de conciencia sobre los tentáculos rabiosos de su conducta, pero el efecto supuso todo eso y más; quizá estuvieran hartos de su guerra a hocico partido por la pitanza y bajo mi presencia menguante el pelotón adquiriese un contraste repulsivo para sí mismo, pues a partir de ese momento, aunque las viandas fueran insultantes para un paladar selectivo, el concierto entre los convocados al reparto de calorías se convirtió en un ritual de cordialidad generalizada, la única compostura que parecía servir de referencia a quienes allí nos pudríamos por dar cuerpo al andrajo que imponen como justicia las condenadas leyes de los hijos del mono.

18.12.17

EN VANO

Damien Hirst, The Virgin Mother
Los pocos que han conseguido arrancar una verdad la han ocultado, y si han cometido la locura de hacerla brotar de su alma revelándola a los hombres, estos en recompensa los han perseguido, crucificado, entregado a la hoguera.
GOETHE
Fausto

A despecho de que la mayor parte de la humanidad crea saber lo que le conviene, la ingenesia repele a tantos asidos al trueno ribonucleico como ofende asumir el veredicto de ser unos malnacidos; o por decirlo con mayor comedimiento, de haber nacido en vano por una vana presunción.

Con todo el proceso de encefalización que todavía sea posible aducir en favor de la flexibilidad cognitiva de la especie humana, la presión numérica a la que debe su éxito arrasador, y a la que presumiblemente deberá su extinción en condiciones calamitosas, explica también el atolladero al que está destinada la lucidez individual en el seno de la naturaleza y no porque aquellos que poseen características hereditarias más ventajosas a nivel adaptativo dejen más descendientes, sino porque estos definen como una desventaja, por mero descarte generacional, las características que dejan de transmitir quienes en virtud de motivos reflexivos, no a causa de una imposibilidad fisiológica, eligieron no multiplicarse. 

Enuncia el mandamiento evolucionista que las variaciones favorables a un organismo son las que incrementan sus probabilidades de supervivencia y reproducción, o en términos más próximos a nuestra perspectiva histórica, las que refuerzan cuanto hay de automatismo fértil en el proyecto humano, pero desde la victoria de los planteamientos darwinistas se tiende a restar importancia al hecho de que la biología es un campo sujeto a los irremediables caprichos del azar, cuando no a presentar bajo una máscara antropomórfica el sistema de la naturaleza, al que se le asigna el propósito selectivo de un agente consciente orientado de acuerdo con un plan donde las transformaciones que tienen cabida responden a una finalidad predeterminada, desarrollan una teleología. Exceptuando la última palabra que pueda proferir la ingeniería genética en lo sucesivo sobre modificaciones humanas dirigidas con una intención objetiva, y hecha la salvedad de los cruces entre linajes de alcurnia, así como los que se sabe que algunos amos esclavistas pusieron en práctica con la voluntad pecuaria de mejorar la raza de subyugados, durante el lapso que ha ocupado el simio sabidillo sobre el planeta solo debería hablarse, en puridad, de selección inversa, una potencia sustractiva que tiene por artífices, en cada hornada, a los hombres y mujeres que optan por su retirada del mercado reproductor pese al imperativo social, aún vigente, que desde épocas remotas ha tachado esta conducta. Como si de un muro alzado con disparates se tratara, el homúnculo que hoy se tambalea por el mundo es el que los resistentes al apareamiento no contribuyeron a perpetuar en edades pretéritas; asimismo, tampoco del pelele que se arrastrará por el futuro se podrá culpar a los infecundos del presente.

La aptitud evolutiva es una magnitud tan relativa que se define en función de mutaciones y de las circunstancias cambiantes del medio, extendidas a lo largo de los millones de años que sirven de cómputo al tiempo geológico. Después de tamaña epopeya, llegados a este lado del corredor genésico, el olvido, útil colaborador de los sesgos culturales de nuestra estirpe, ha desdibujado que somos el resultado de ancestros cuyas contrahechuras fueron ganando a la suerte la apuesta encadenada de sus gametos. Ahora bien, ¿es esta una razón suficiente para calificar de malvados a los procreadores desprovistos de escrúpulos cuando ya Schiller anunció que «ni aun los dioses podrían vencer la estupidez»? ¿Acaso es válido execrar la persistencia en el error amado por la multitud de enconadas y encoñados que creen representar algo más que un apaño dentro de la deriva genética a la que está sometida su especie? Según la navaja o principio de Hanlon, no se debe atribuir maldad a lo que puede ser imputado a la fuerza de la necedad. Y con franqueza, no sé qué es peor.

4.12.17

REVERSO DE UNA MÁSCARA

Nick Sheehy, The Portrait
Hoy día ya no le queda al hombre más que esta tarea: arrancar todas las pieles muertas, escrutarse hasta encontrarse a sí mismo en la hora de la total desnudez.
Arthur ADAMOV
Yo... Ellos

1

La beatitud de las cuencas vacías, subrayada por la pureza de una sonrisa despellejada, es el molde donde se vierten los rasgos palpables de la ausencia entre las hebras del ser.

2

Ojos delicados pueden descubrir la belleza sepultada bajo los toscos materiales que componen el rostro, y ojos zafios mancillar de un vistazo el más noble gesto que puede adoptar la faz modelada por un donaire biológico.

3

El silencio bruñe lo que la actividad ensucia.

4

Dejan las bagatelas de serlo desde el momento en que una música sublime las envuelve y, encendiéndolas, juega a disiparnos con ellas.

5

Solo la sátira protege de la influencia de los postulados demasiado graves cuando la lógica esgrimida es más fuerte que la razón para resistirlos.

6

Si uno se pensara libre de aferramientos, no hallaría excepcional que su temperamento deba más a lo que da por perdido que a lo que cree suyo.

7

Cuántas veces no será ganar sino la cobardía del que huye de reconocer su identidad en una doble pérdida, la de ser un perdedor perdido.

8

Con humor desapegado las derrotas asumidas dejan un regusto más amable que los resabios de una victoriosa celebridad.

9

Qué infausta bribonada emitir cromosomas, al calor de un amorcillo, siempre en aras de multiplicarse como un virus.

10

Pocas cosas son más seguras que la decepción de quien busca la dicha en vida.

11

Abundancia de infelices cosecha el andar a la husma de la felicidad, casi tantos como anormales la afición a la normalidad. Bajo el presuntuoso antifaz de la realización personal, arrebatan los ánimos en nuestra centuria la inseguridad ante la lúgubre marcha del mundo y una desesperada tendencia a la estabilidad que ceñirse como armadura contra la indiferencia de las estrellas.

12

Amar de verdad es amar en libertad. Sin el fecundo gatuperio entre sentimientos amorosos y sentido de la pertenencia, útil como espasmo mental para adecuar la pasión a un contexto determinado de crianza, las familias patriarcales no hubieran pasado de ser un mero ensayo evolutivo.

13

No es el alcohol lo que saca de ordinario la peor cara de las personas, sino los intríngulis domésticos de la institución matrimonial. Conozco casos en los que ha puesto de manifiesto a la arpía redomada que ocultaba la mosquita muerta y al mandilón apoquinado que nunca hubiera imaginado ser el gamberro procaz. La violencia que estalla en el seno de un simulacro de hogar no es asunto asimilable a una guerra de sexos, sino al tipo de beligerancia que aguijonean las relaciones conyugales. Pluralizar esta belicosidad como «violencia de género» parece lo apropiado, en cambio, cuando el titular va dirigido a un tercer estamento común a hombres y mujeres: el género idiota.

14

El sexo puede hacerse porque su encanto es recreativo, pero lo propio del amor es deshacerse porque su poder de atracción es destructivo.

15

Cuando en el amor no hay víctimas ni verdugos, hablamos de un amor que no es de este mundo.

16

Sobre cada criatura pesa el permanente acoso de la desgracia con el agravante de que las posibilidades de malograrse  aumentan por segundos por el simple hecho de vivir.

17

El tiempo es un espejo donde la imagen de uno mismo se refleja de una suerte que lo rompe por momentos.

18

Cada día nos centrifuga hacia delante a la vez que nos abisma en lo que hemos sido. No hay meditación ni conjuro que deshaga, demore o impida el nudo corredizo que el tiempo va estrechando alrededor de cada existencia.

19

Acendrar la actitud que no espera ni desespera no vuelve la autoconciencia menos fungible, pero la libera de la claustrofobia de saberse cautiva del tiempo.

20

A la persona de calidad los años le ayudan a reinventar hábitos, calibrar deseos, volver el ánimo miscible en los rigores de las vicisitudes y aceptar verdades profundas por largo tiempo omitidas. Otrosí, hay que estar muy ciego de juventud o de orgullo desfasado para no percibir inequívocos signos de belleza en el alma que se adentra en sus otoños.

21

Todas las sincronicidades bajo el manto de cenizas que cubre los entendimientos, todos los síntomas elocuentes y secretas analogías que el tiempo no puede desleír, inciden en la misma evidencia: vamos hacia una etapa jeroglífica de la historia donde la palabra se devaluará hasta encresparse en la manigua del ruido ambiental y el símbolo cobrará un poder de significación que imantará las vísceras como nunca se vio entre pueblos desprovistos de fe.

22

Por mucho que uno se aleje de la teleinvidencia, sus emisiones crean reverberaciones en los cráneos que acaban golpeándonos a todos.

23

¿Cómo no padecer una atención deficitaria, cómo no sentirse extraviado de apariencia en apariencia y barajado como un submúltiplo de falso esplendor, si a cada acto subyace una mecanización sin precedentes tras la mudanza de denominadores humanos y el auge de la uniformidad que escoltaron la defunción del siglo XX? Todo aquello que parecía suplementario se ha vuelto obligatorio y cuanto creíamos necesario ha pasado a ser suntuario.

24

Qué indulgencia cabe tener con una sociedad que predica el altruismo pero debe su éxito al más cerrado egoísmo; que exige ciudadanos responsables mientras premia al avasallador y reduce farmacológicamente al divergente; que aparenta respetar la autonomía intelectual al mismo tiempo que respalda el encarralimiento mental; que exalta el ocio como un valor a condición de que la vida se malgaste en trabajos desprovistos del menor interés para quienes están forzados a cumplirlos.

25

Quizá por inedia conceptual o por la interesada malicia de confundir conceptos adrede, con asaz inconsecuencia se acusa de individualismo a la movilización de una avidez de éxito que desdeña todo lo que no contribuye a su ambición. Más tino habría en llamarla triunfalismo, aunque menos inexacto sería recurrir a un nombre que hiciera justicia a la baja pasión que la enardece, como avidezismo.

26

No hay diferencia de grado, sino de naturaleza, entre el ideal y lo real; es la diferencia que separa la devoción de la demolición.

27

Lo más preocupante de las utopías no es que sean irrealizables, sino la pasmosa facilidad con que el ser humano se adapta a lo imposible.

28

Por mucho que se aborrezca el haber venido al mundo, nunca podrá igualarse la aspereza que la vida dedica al que por ella respira desde la batalla que lo parió hasta el armisticio del columbario.

29

Aun la más somera introspección ofrece un panorama desolador debido a las nefastas consecuencias que tiene para el individuo pensar por sí mismo en una sociedad reclusa de la contaminación mental que genera la necesidad colectiva de perdurar.

30

Que lo extraordinario se adapte a lo pésimo y que lo pésimo engendre lo peor, siempre bajo la ubicua congratulación de la parca, es la única «ley de vida» o tautología que nuestra especie conoce, y una de las más penosas realidades que debe enfrentar la conciencia de aquel que al llegar despierta ondas concéntricas en la superficie del tiempo, como en el río la caída de una piedra, sabiendo que sus resonancias más pronunciadas se mezclarán con los rizos temblorosos de otros despeñados y que ninguno dejará remanente de su agitación neurálgica.

31

No lo dudes jamás, he ahí tu sino como pasajero de los eones: por nimio que sea el motivo, siempre habrá oportunidad para un percance que arrastre hacia la sordidez tus aspiraciones.

32

Las clases no han desaparecido de la sociedad contemporánea, lo que ha desaparecido es la clase intemporal de todas las clases de sociedad.

33

Este mundo podrá enredarme en sus implicaciones mas no implicarme en sus enredos; para que tal desvarío sucediera, tendría que hacerme un hijo.

34

Desdeñan nuestros prolíficos optimistas el sentido inapelable del pecado ancestral para seguir replicándolo con impunidad.

35

Modernidad significa producir varios problemas de envergadura por cada solución de menor importancia; postmodernidad, generar una secuela de espectáculos a partir de cada problema donado por la modernidad.

36

No se recibe absolución sin un solapado sentimiento de aprobación, ni se obtiene aprobación sin el larvado convencimiento de que todos debemos nuestra solvencia a un fraude.

37

¿Es posible amar la libertad dentro de la fatalidad? Armarse pueden interrogantes sobre el terreno difuso de la incógnita porque lo imposible es dejar de componer espejismos allí donde refulge la ilusión. Con sus faros erráticos en el espacio dilatado por la eclosión de crisoles cuánticos que ahogará la noche eterna, el mayor desierto es el firmamento. Por muy cachorros que seamos del resplandor, tal es la travesía de nuestra libertad y nuestra atravesada sentencia de polvo.

38

Nuestras moléculas están alineadas con una maestría que revela las excrecencias de los astros alienados que somos.

39

Tengo por veraz la prodigiosa intuición de Valle-Inclán según la cual «el conocimiento de un grano de trigo, con todas sus evocaciones, nos daría el conocimiento pleno del Universo». Y aún diría más: ni siquiera es menester el soporte material de un elemento externo. Una sola idea iluminada por el éxtasis en la caverna de la conciencia contiene el patrón de todas las estructuras concebibles.

Caitlin Hackett, The Neman Lion

40

En los versículos del aristocrático Gómez Dávila recuerdo haber leído que «Dios inventó las herramientas, el diablo las máquinas». Sería una hermosa observación si nos ahorrásemos discernir a través de ella que el diablo ha sido la herramienta predilecta de ese demiurgo en igual medida que el hombre ha llegado a funcionar, gracias sobre todo a su fertilidad, como la máquina por antonomasia del infierno.

41

Como un hongo en el cultivo de una placa de Petri, en todos los templos se puede incubar un dios, excepto en aquellos donde basta una coalición de impotentes de espíritu para crucificarlo, por más que finjan ingerirlo durante sus ceremonias.

42

Muchas veces se come y solo una es de provecho: la que sirve de alimento a la tumba.

43

El hombre moderno, remilgado en su trono de hastío y pasto en él de todas las nuevas inopias que lo cortejan, no soporta lo más mínimo verse rodeado de las escenas acusadoras que delatan a la criatura de sangre, sudor y lágrimas que siempre ha sido.

44

Arroja lo accesorio, accede a lo elemental.

45

—La suerte te sonríe, todo te sale bien.
—¿Todo? Vivito y coleando me tienes ante ti, así que algo ha fallado.

46

La honda verdad sobre cualquier asunto de importancia contiene complicidades terribles, luego el conato de visión que las aproxima encaece sombrío por coherencia, lo cual no significa que no haya nada que celebrar. Saber con dolor vale más que pacer sin saber.

47

De la misma forma que todo lo que uno piensa está íntimamente relacionado con todo lo que se ha pensado, todo lo que uno siente lleva el estigma despiadado de una existencia ni dada ni pedida.

48

Una obra es clásica cuando capta valores inmortales; un valor es inmortal cuando acierta a transmitir el estremecimiento de la criatura atrapada en el drama universal.

49

Ninguna idea tiene correspondencia vital si no traduce al coloquio de la materia el orden simbólico por donde fluye, imperecedera, la imaginación.

50

De conformidad con su deseo de que le fuera extirpado tras la muerte, el corazón de Chopin, quien sufría un miedo atroz a ser víctima de un entierro prematuro, esponja su genialidad sumergido en coñac a buen recaudo —quiero creer— de la iglesia de la Santa Cruz de Varsovia. Con sumo deleite brindaría yo una copa de tan exquisito aguardiente a la salud de mi calavera.

51

En el humano el sentido religioso no está insertado para trascender la realidad, sino para escarbar hasta las raíces enmarañadas del sueño que la nutre.

52

Todo lo soñado existe porque todo lo existente sueña.

53

Queremos muchas cosas que no sabríamos querer y más de las que sabemos las querríamos perder.

54

Solo podemos querer lo que nos está destinado y nada podemos odiar más que nuestro destino.

55

La conciencia me impone una humilde condición de desnudez, la inteligencia me quiere insurrecto ante cada noción y el corazón me ruega ser consciente con inteligencia de la situación.

56

La agudeza del infortunio no devolverá la razón a quien la mutiló de sí ni oficiará el milagro de insuflar alma a los zombis, pero nadie ha tomado conciencia jamás fuera de la desdicha.

57

Hasta que no sientas rebotar el accidente primigenio en el mal concreto que te aflige, tu coraza permanecerá cerrada a la comprensión del dolor que empapa la vida de toda criatura ramificada en las extremidades de su capacidad de sentir.

58

Nada entumece el alma tan de postín como los retorcimientos que exigen los compromisos con una postura ideológica.

59

Sólo quien se ha sacudido con sus propias fuerzas el oprobio de la sumisión puede abarcar la discreta grandeza de la libertad. Por precaria que sea su conquista y escueta se yerga en los márgenes que perfilan su disciplina, conlleva una gratificación superior incluso al temor de ser castigado con la muerte.

60

No habría amo querido sin reclamo creído, ni mando prolongado sin manso agradecido. Detectar la jaula dentro de sí es dar comienzo a la liberación, una idea que Bellegarrigue verbalizó con mayor espontaneidad: «Hasta ahora habéis creído que existen tiranos. Y bien, os habéis engañado, no hay sino esclavos: allí donde nadie obedece, nadie manda».

61

Hay tanta vanidad herida en el esclavo sublevado como en el amo encolerizado —monos somos todos—, pero el primero tiene al menos la venia de actuar por reacción a un atropello.

62

Yo, aunque de yo a yo no haya sino diferencias, sigue siendo la voz que menos turba los adentros del que me habla cuando callo.

63

Quien se resigna se reasigna a la parte de nada que tomó del mundo mientras se creía todo.

64

Existen innumerables formas de suicidarse, mas ninguna tan extendida como llenar el buche de porquerías y perder el tiempo trabajando para otros.

65

A despecho de que también él pueda ser objeto de latrocinio por parte de instancias más altas, cualquier empresario que exija a sus empleados amar el trabajo como prioridad vital es un ladrón y debería sentirse avergonzado por cada céntimo logrado a expensas de la creencia, tan tristemente difundida, de que sacrificar el valioso tiempo a una ocupación remunerada es crucial para mantener la salud mental y la respetabilidad social.

66

En ocasiones la inminencia de perder el juicio es tan fuerte que su asedio solo puede despejar la locura de quien ha vivido en la creencia de estar en posesión de la razón.

67

Larga es la mañana cuando uno madruga y corta la vida por mucho que uno alargue la noche.

68

Presiente el presente; presencia la esencia.

69

Capas, anillos, órbitas y ovillos: nuestra existencia crece alrededor de una esencia que tan de uno es como de nadie.

70

Las preguntas más triviales son las más terribles: «¿Qué tal?», «¿cómo estás?», «¿a qué te dedicas?», «¿qué te pasa?»... Ninguna puede ser respondida honestamente sin desmontarse o sin traicionarse de la cabeza a los pies cuando se adopta como propio el convencionalismo que por civismo les corresponde.

71

—Soy como cualquiera.
—Y yo como tú, todo un cualquiese.

72

El pensamiento que no se pierde entre los polos cambiantes de la interioridad es de rigor que se encuentre con lo fatídico antes de que lo fatídico encuentre la salida.

73

Las puertas de la percepción no se abren para desembocar a la consciencia, sino para que entre en ella el misterio terrible de un mundo donde otrora el alma se cotejaba opaca.

74

La divinidad necesita sangre a mansalva para latir en el hombre. Privada de este fluido, deviene palabra exangüe y oclusión del nombre donde aún se lo podía indagar como el fósil de un concepto.

75

La presencia benefactora que a veces sentimos auxiliar nuestras acciones y algunos identifican con el «ángel custodio» podría ser la de alguien que nos sueña mientras obramos. Digo esto porque yo mismo he experimentado esa forma de relación desde ambos registros: o bien amparado por una fuerza etérea en los apuros de la vida ordinaria, o bien como ente invisible vinculado al protagonista de una secuencia de sucesos de los que he acabado despertando.

76

De forma intuitiva sentimos que en lo prohibido se esconde lo interesante, pero al sagaz no se le escapará que prohibir algo anodino significa encarecerlo con la mandorla de lo raro y peligroso. Cuando un tabú cae sobre un deseo no responde tanto a una medida de control como al ardid de excitarlo al máximo.

77

El diseño tradicional de las basílicas donde los cristianos celebran la liturgia fue concebido a imitación de los genitales femeninos en lo que ha sido una flamante ostentatio genitalium impensable para las cofradías de mojigatos que heredaron el monopolio de las catedrales. Ninguno de mis profesores de arte tuvo la franqueza de enseñarme que sobre un supuesto trazado en forma de cruz latina la portada reproduce en puridad una vulva que abre sus labios arquitectónicos a la nave central, correlato a su vez de la vagina como el crucero lo es de los ovarios mientras que el altar donde el milagro es acogido remeda un útero. Quien entra en una iglesia no debe ignorar que introduce su cuerpo en el coño pétreo de Dios.

78

Al igual que el cristianismo durante los siglos que ocupó su expansión, el capitalismo ha sido una religión cruel con sus oponentes cuando no le ha sido posible adueñarse de sus ídolos para engrandecer sus propios fines, algo que en la fase consumista de su dominio ha ocurrido menos de lo que se piensa a tenor de la pingüe inversión que ha resultado ser la contracultura.

79

El nihilismo que se afinca dentro de uno traiciona el carácter iniciático que podría conferirle temple a la multiplicidad individual y degenera en un artefacto ideológico que los apocados no vacilarán en arrojar sobre los demás creyéndose más poderosos que ellos. Excitado por el rencor de cabezas borradoras, el nihilismo se convierte en la coartada perfecta para que el alma estancada se haga vórtice y los pusilánimes puedan embriagarse de acción.

Dragan Bibin, Holy Spirit

80

Comoquiera que cada parte del país tiene su propia idea de lo que nuestra nación es, ¿de qué parte sino de la más demencial hay que ser para querer que una sola valga por todas?

81

Más accidental que los pigmentos del iris es la patria donde a uno lo han hecho nacer, pero compartir ese lugar común no es óbice para la chusma deseosa de sacarle los ojos a los que han sido teñidos por el color de otra bandera.

82

En vez de atacar a las remesas de inmigrantes ilegales, más astuta política sería impulsar el levantamiento contra los dirigentes que maltratan a sus pueblos hasta empujarlos a empezar como intrusos en tierras donde los espera la hostilidad de los indígenas.

83

Amén de reforzar los lazos de dependencia de las comunidades más desfavorecidas y de contribuir a ensalzar la apariencia de moralidad usada como razón de prestigio por la red de sucursales paraeclesiásticas, la ayuda que se les proporciona a los países pobres funciona como una recompensa por procrear, luego lo que se alimenta con ella no es el hambre, sino el mal que corroe al hombre. Ninguna labor humanitaria es comparable en eficacia a los perjuicios aminorados por la negativa a inseminar el relevo generacional; no se encontrará un acto de misericordia que iguale al egoísmo que uno destrona cuando decide no reproducirse, ni publicidad menos lesiva que los argumentos pensados para animar a la ingenesia.

84

Nuevas idolatrías surgen allí donde las viejas se tambalean bajo el peso de sus falacias. Frente al cebo de las tentaciones de trascendencia remozadas sin descanso, el alejamiento espiritual proporciona una clave inmortal de equilibrio.

85

Cinismo es tomarle gusto por principio a los malos medios cuando el fin es lo de menos.

86

Las industrias y los gobiernos que dicen velar por nuestra salud están de acuerdo en algo: nos quieren hasta la muerte, enfermos y endeudados de por vida. Por dentro y por fuera, el cuerpo se infla hoy como un negocio suculento.

87

Lleno va el mundo de tipos tan satisfechos de la endeblez para asumir las consecuencias de la verdad que, aun después de haber visto en el nacimiento de sí mismos un evento insignificante, no cejan en su empeño de creerse indispensables para el funcionamiento del universo.

88

Entre tomaduras de tiento y galanteos, solo hay una actitud más degradante que la de un hombre corriendo como un perro en celo tras la expectativa de un coito gratuito: la de una mujer tejiendo alrededor de su presa masculina el nido para el churumbel.

89

Para Cioran, ver pasar las horas huecas valía más que llenarlas. Arte de vaciarse ante el cual Antonio Porchia, otro aforista irresistible, confiesa su ineptitud: «No hago nada y no sé cómo, pues cuando quiero no hacer nada, no sé cómo hacer».

90

La malevolencia guarda relación con el sesgo dañino del juicio que solo piensa lo que mal piensa de otro. La maledicencia tiene que ver con el uso perverso de la palabra; no es que el maledicente se complazca en hablar mal, es que se afila en el mal decir. En cuanto a la malignidad, hace que el carácter se quiera alinear con su arsenal de aviesas intenciones, ninguna de ellas portadora de una amenaza equiparable a la maleficencia, que es la eficacia maléfica de los que siguen de obra su inclinación a fastidiar tanto como pueden. No me pidan que los señale.

91

Por más que uno huya de considerarse mejor que otros y tenga por hábito destacar las virtudes ajenas sobre los copiosos defectos que lo acompañan, siempre será difícil no verse rodeado de gente dedicada en cuerpo y alma a demostrarnos lo contrario.

92

Forma sutil de fastidiarle el cumpleaños a un ofensor: «Felicidades y lo que sigue».

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Se hace inviable separar obra y autor cuando la nota dominante en el mundo de la creación es el artista convencido de que se le debe dinero por ventosear.

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Todo lo que gusta y bien está, disgusta y está de más según quite lo que da. La vida no tiene cosas buenas, lo bueno es conocer la medida justa en que cada cosa todavía puede vivirse.

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Existen expresiones cotidianas que deben su persistencia a través de las lenguas y los mortales que las hablan porque atesoran, acaso, connotaciones que de ninguna manera podía haber augurado su motivación original. «Poner a parir» es una de las más poderosas: toda la malaventura está concentrada en estas tres palabras. Y otras, contra todo pronóstico, suenan acongojantes cuando son insertadas a propósito fuera de su contexto fundacional, como «masa madre».

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La humillación, que se dirige hacia lo bajo, y la adoración, que mira siempre hacia lo alto, están destinadas a mezclarse en virtud de la enantiodromía y a manifestarse durante ese proceso con formas paulatinamente menos capaces no ya de la pureza ígnea de la rebelión, que es propia de otras entrañas, sino de la resignación que absorbe en sus profundidades cuanto sea lanzado contra ella.

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La única gracia que un varón indómito debe acatar de rodillas es el grial derramado en su jeta por una dama gustosa de bendecirlo.

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Que nadie asalte mi conciencia impetrando penas y limosnas para criaderos de niños menesterosos. Mi mayor obra de caridad es no haber traído más reemplazos a este pudridero, y hasta donde alcanzan mis horizontes, quienes trabajan con más ahínco para cebarlo son los que blanden la solidaridad con los indigentes.

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Me sorprende, y no en beneficio de los causantes de mi asombro, que individuos de amplio recorrido espiritual dispensen una respetabilidad improcedente a la Iglesia Católica sin otra base que el apego residual, vestigio de un marchamo pueril, hacia una jerarquía de usurpadores cuya labor se ve impugnada por los mismos hechos que llevan su firma. Los actos, al contrario que las ideas, tienen intereses con nombres y apellidos, y tan interesada ha estado la Grandísima Fulana desde sus albores en amasar el medio humano a su medida; tanto ha envilecido lo más sagrado que habita en el alma con el propósito de explotarla, que invertido está por defecto el sentido de cualquier obra benéfica que aún pudieran realizar los sindicados a las siete capitalidades de sus acciones. Bajo las babas de propaganda por la piedad que mantiene a modo de lavado exculpatorio por su injerencia nociva en la sociedad, esta organización se distingue gracias al sistema de ignominias que le ha permitido ostentar durante siglos una posición privilegiada ante la cual demasiados gobiernos prosiguen, indignos hasta lo irritante, abriendo de par en par el esfínter presupuestario que sufraga su sostén con los doblones de nuestro esfuerzo.

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¿Cómo va a ser una contradicción organizar bancos de alimentos y posicionarse activamente en contra del uso de métodos contraceptivos? La antinomia sería estar a favor de los crímenes irremisibles del natalismo y del cese de la pobreza.

101

Nadie sale ileso del mundo, pero el adepto al dogma de la reproducción recibe más golpes, por eso también los asesta con menos reparos.

102

Más vale escalio paternalista que barbecho de orfelinato, y más que ambos el erial cencido.

103

Cada ser llamado al réquiem de la existencia reclama para sí el reino absoluto sobre sus progenitores como después lo hará sobre su prole, pero algunos hemos nacido para gobernar en solitario, ajenos a parentelas y fértiles en exclusiva para el mundo del espíritu que tiene necesidad de voces incompatibles con el campo de prisioneros de la carne.

104

No bien descubre un punto débil en su arquitectura mental, el creyente retrocede despavorido hacia su madriguera doctrinal. Ante el mismo desafío, un filósofo extraerá hipótesis alternativas que aquilaten su percepción, aunque se derrumbe con toda su sombra en el intento.

105

Puesto que el humano es parte del ecosistema, las modificaciones atribuibles al ingenio que esa especie se adjudica siguen estando dentro del orden natural, y los dioses, como los transgénicos, no son una excepción.

106

No metamorfoseamos lo que somos, le añadimos capas como los años a un tronco. Hecho el paralelismo con la parte más dura, también en lo exterior semejamos ser hojas, cada una con un haz y un envés singulares, distintas pero idénticas en sus repeticiones, en su conexión al ciclo. Tenemos más parentesco con la idea expresada en el ser vegetativo de un árbol que con otras especies del reino animal.

107

¿Qué razón más disuasoria para hacer algo que el sospechado goce de arrepentirse durante toda la vida de no haberlo hecho?

108

Así como la envidia no arraiga en el ánimo que sabe admirar al prójimo, la admiración no sigue modelos cuando medra de buena fe.

109

Ganar más dinero tiene un precio que nos vende barato.

110

Las revoluciones colectivistas han hecho más por favorecer el albur de los condenados de la tierra que cualquier otra doctrina: en vez de liberarlos de la miseria, se han preocupado de cercenar las posibilidades de prosperar para que no quedaran afortunados con quienes poder compararse.

111

¡Ay de aquellos que se creen sabios por haberse arrogado el poder de explotar los tiempos y se sienten dueños de roturar cuanto ocupa las mentes y agota los cuerpos! La insuficiencia de sus excesos actuará contra ellos sin que ninguna ley, kármica o humana, lo determine así. Solo es cuestión de desproporciones: han invertido demasiado en criar una quimera y ese monstruo, ansioso, los devorará.

112

A juzgar por la prevalencia del gregarismo, es normal que el altruista se alarme cuando provoca resquemor y el misántropo cuando gana simpatías.

113

Los achacosos coleccionan fármacos como leyes las sociedades en decadencia.

114

Lejos de querer denostar la relación fraternal con la literatura ni el libro como medio de adquisición de conocimientos, debo admitir que la cultura bibliófila responde no menos a la necesidad que muchos tenemos de justificar el tiempo invertido en ese oratorio.

115

La ambigüedad del discurso es bienvenida como asidero por los atrofiados que huyen de las verdades directas y denota ternura en el intelecto robusto, habituado a la atmósfera enrarecida de los abismos, que decide dosificarla en sus reflexiones.

116

Desconfiemos de aquel que no lea ni escriba sonriendo. Solo puede tratarse de un censor.

117

Aunque le sea dado en suerte vivir en un vergel de plácidas serenidades, es deber del pensador verse compenetrado hasta el desvelo en el cuadro de desesperaciones que definen su época. Para ser hombre entre los hombres, debe pensar antes que nada con la pujanza de un animal herido.

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Promiscuidad, movimiento y anonimato son el santo y seña de las megalópolis, además de la situación a partir de la cual el humano inmerso en el panal urbano debe dar comienzo a su comprobación de lo que subsiste de cada uno después de haber operado el desenmascaramiento de la cohorte de adherencias que allí reina.

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Fuera de la técnica reduccionista que divide a la población en bloques de acuerdo con un código binario de conducta (violentos frente a pacíficos, gandules frente a laboriosos, marginados frente a normales…), otros métodos de adoctrinamiento social no cuentan con tanto predicamento ni son tan ampliamente contagiados a los aludidos pese a que las dicotomías introducidas sean un vil producto de la moral convencional destinado a proveer de chivos expiatorios a un colectivo a costa de demonizar a otro, e idóneo para eludir un análisis riguroso de las causas estructurales que podrían explicar por qué unos encajan tan bien y otros tan mal en un sistema plagado de taras, trampas y falimientos, más eficaz como fuente de problemas que de remedios.

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De las miles de millones de formas de sobrevivir a la perfusión del alma en el mundo que asigna entidad a la oscilante gama de caracteres humanos, algunas nos parecerán envidiables en ciertos tramos, otras inaceptables en la mayor parte de su extensión, muchas despreciables dentro de su tortuosa lealtad a factores como los condicionamientos culturales o la compulsiva falta de imaginación que denota la dependencia de una actividad laboral, y ninguna más ilusa de sí misma, sin ser por ello menos didáctica, que la convencida a fuerza de vislumbres de la posibilidad de elevarse sobre su condición de creatura.

121

Pienso igual que si fuera otro porque lo primero que hago cuando pienso es no pensar en mí.

 
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