27.6.07

DE NEGRURAS, y II

Concluyo con esta entrada el asunto de la música luctuosa. Dado que el infortunio y el sufrimiento son más prolíficos que cualquier explosión de alegría, me ha costado ajustarme al número de temas sugeridos en un principio y el engendro final da para casi cuatro horas y media de audición. Mantengo, cómo no, la invitación a ponerle nombre cuando hayáis gozado con opimas notas de dolor lo que tiene que decir esta segunda parte.

Ignoro el autor de este descarnado retrato que mucho tiene de buñuelesco, pero me ha parecido oportuno colgarlo como arte para la cubierta de la recopilación que os estoy ofreciendo.

26.6.07

DE NEGRURAS, I

Ya podéis descargar la primera parte de la selección que prometí de canciones abismales. El total lo componen setenta pistas borrascosas que sin duda hubiera sido más cómodo dividir en tres o cuatro álbumes, pero el fardo ya está subido en dos discos de treinta y cinco desgarros que merecen, nunca mejor dicho, la pena.

19.6.07

YA OS AVISARÉ

Próximamente deslizaré varios enlaces para descargar un archivo con las canciones más tristes que han desfilado por mis sentidos. Cuando tenga preparada la selección (que no se ceñirá a ningún género musical en concreto), propondré a mis escasos pero ilustres lectores que bauticen la criatura; elegiré uno de entre todos los títulos ofrecidos y el autor recibirá un obsequio cuyo contenido aún no puedo revelar sin destrozar un ecosistema. De momento, y sin que sirva de precedente, os dejo con esta joya fruto de la amalgama festiva entre jazz y electrónica que se ve reforzada por el embrujo de unas bases rítmicas bien estructuradas:

16.6.07

HIMNO DE ESPAÑA

Google, que llegará a dominar cual araña omnipresente la galaxia abstracta donde nos transfundimos, no impide con su panoplia cibernética que haya cosas que nunca cambien o lo hagan de manera harto imperceptible, como quien sucumbe a la ilusión de progresar girando alrededor del mismo punto. Prueba de ello, el nuevo juguete con el que pretenden distraernos las cúpulas políticas de este Reyno; un juguete que hace ruiditos como el bebé postizo que se tira pedos o defeca fluidos incoloros en las manos felices de niñas absortas en las maravillas del mundo inerte; un juguete que en lugar de pañales viste de ondeante bicolor a rayas y emite soniquetes de orquestilla uniformada. Nuestros caciques de izquierdas y derechas, demócratas todos de oficio según el guiso de moda (la sopa boba de siempre con nombre suave), se han propuesto echar una carrera a ver quien le pone letra al himno de la ni grande ni libre España en estos dían tan cariñosos con la Transacción, perdón, Transición.

Aznar convocó un conventículo de poetas fieles a las Leyes Fundamentales y él mismo se tiró el pegote de largo ingenio, pero creo que no se han atrevido a publicar la musa ortopédica de sus hallazgos. Por su parte, los ahora protagonistas Zapatero & CIA han encargado lo propio a los trovadores de su corte nada milagrosa, y el más beodo que arrojado señor Sabina, muy amigo él de gastar paños principescos si lo dicta el protocolo, se ha lanzado con unos versos para tomarle a pulso el pelo a la población, a quien creo que estos silogismos más bien se la sudan siempre y cuando no falten dosis garrafales de encuentros deportivos y teleseries de bisturí.

No deja de sorprenderme, sin embargo, la terrible desmemoria que se comete desde las instituciones públicas contra aquella copleja anónima que con el mayor candor canturreábamos antaño por los patios escolares:

Franco, Franco,
que tiene el culo blanco
porque su mujer
lo lava con Ariel.

Franco, Franquito,
culo pelado
porque ese tal Juan K
lo lame hasta brillar.
 
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