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Haruo Takino |
Just Do It!
Lema publicitario (algunos preferirán la palabreja eslogan) de una poderosa marca
Regido por una simetría cartesiana, día sí, día no, vuelvo a ponerme frente al espejo para afeitarme. El minucioso silencio que acompaña a la operación incorpora un duplicado de sinceridad donde se rasuran cuestiones más delicadas...
CONTRA UNO. Desde que usas razón, siempre te has estado haciendo la vida imposible.
POR UNO. Sólo he tratado de vivir sin culpa, hazaña que equivale en el ámbito mental a despojarse de la gravedad en el físico... aunque sólo haya conseguido infectarme con una culpa de mayor calibre.
CONTRA UNO. Eso te pasa porque nunca paras de buscar, porque tu búsqueda es una forma de huir hacia dentro.
POR UNO. Es una forma de salvarme.
CONTRA UNO. De salvarte del encuentro con tu propia búsqueda.
POR UNO. De salvarme de mí. De mí tal como soy cuando estoy entre otros.
CONTRA UNO. Entonces son los otros quienes te atormentan. Quiero decir que pretendes redimirte culpando a los demás de los peligros de tu sombra.
POR UNO. El problema son los demás, pero es un problema cuyas incógnitas se formulan en uno mismo. No se puede prescindir del factor humano.
CONTRA UNO. Luego los culpas.
POR UNO. No culpo. La culpa es una trampa posterior al acto que aparece como una verruga en un cuerpo sano: no sirve de nada y lo afea. Es cierto que la presión social me obliga a tomar conciencia de lo bajo que estoy de mí mediante su entramado de hábitos gregarios acorazados de moral, pero sólo trato de esclarecer el componente extraño que se infiltra en mi destino con la rotundidad de un freno o de un castigo.
CONTRA UNO. ¿Tú me hablas de castigo?
POR UNO. El castigo de la conciencia que sufre porque se siente sobre la conciencia. El castigo de experimentar tanto interés por lo que no comprendo como desidia ante la comprensión lograda que me aleja de los actos, o que más bien les añade un peso incomprensible.
CONTRA UNO. Pero eso no te impide seguir actuando y establecer compromisos.
POR UNO. No me sirve de consuelo: sé que puedo y no puedo dejar de poder saberlo, con lo cual me genero un imperativo categórico. Aun así, procuro relativizar el valor de los hechos cultivando otros campos igualmente vitales pero más discretos. No puedo librarme de lo que hago, sobre todo de no hacer nada, pero soy mucho más de lo que hago y pienso que pensar es tanto como actuar, del mismo modo que actuar es una forma de pensar a través de las consecuencias. No existe fractura entre actividad cerebral y factual, ambos tipos de acción permiten imprimir los deseos más elaborados en la carne del tiempo. Por supuesto, puedo estar equivocado, pero hay algo en el culto a la acción que levanta sospechas. Para mí una gran acción es la que concede el privilegio de la autosuficiencia, es decir, una acción que se contempla sin la premura de enmarcarla en la fugacidad del devenir ni la obstinación de convertirla en una industria.
CONTRA UNO. Tú lo has dicho: los actos te persiguen. Y lo único que puede atenuarlo es el sacrificio del aislamiento total o una fuente inagotable de dinero que preserve tus peculiaridades en el seno de un mundo hostil.
POR UNO. También el alquimista se ve forzado a fabricar oro mineral para comprar su derecho a transmutarse sin ser molestado.
CONTRA UNO. El dinero demuestra lo desamparados que estamos, especialmente cuando uno tiene que involucrarse en el dinamismo colectivo y la sensibilidad excede los cauces ordinarios. Para bien y para mal, el brillo del oro enardece la oscuridad del ánimo.
POR UNO. Lo que padezco es una tremenda falta de sincronización con un dinamismo externo que ofende mi dinamismo particular. Exige movilizar ingentes cantidades de energía en una dirección que me separa de lo que quiero ser. La maestría de una intervención en el sistema de relaciones humanas consistiría en empeñar un mínimo impulso para obtener la máxima potencia. Vivir tiene mucho de arte, y el arte es una expresión de la guerra contra la materia. Lo difícil es saber ser creador sabiendo que se es materia, puesto que la materia es vulnerable y puede servir de presa a otros jugadores.
CONTRA UNO. Pero sin materia no podrías plantearte la actitud autocinética del creador.
POR UNO. Y no has pensado que quizá lo haga a pesar de la materia... tan arcana como el miedo, tan convincente como una pesadilla.
CONTRA UNO. ¿Me estás sugiriendo la perogrullada de que la materia es sólo un obstáculo para la ilusión?
POR UNO. Te estoy sugiriendo que la materia podría ser sólo una mascarada y, si así fuera, no habría modo de averiguarlo: ese es el obstáculo. Me haría falta penetrar en otro nivel de ilusión para saberlo.
CONTRA UNO. O acabar comiéndote el cerebro y después el del vecino. Sería un salto cualitativo: de brujo a inquisidor.
POR UNO. Para seguir siendo mago.
CONTRA UNO. A costa de estar expuesto a un dolor sin horizonte.
POR UNO. Que a menudo se ve compensado.
CONTRA UNO. ¿Compensado? ¿Por la deificación de la soledad?
POR UNO. Por el poder que crece en la amplitud de espíritu.
CONTRA UNO. Muy romántico.
POR UNO. Y muy trágico en el fondo. Trágico porque es un poder inestable que nunca deja de templarse. En el fondo porque carece de fondo.
CONTRA UNO. Como el miedo.
POR UNO. Como la realidad.
CONTRA UNO. Ya. El verdadero miedo es miedo a la realidad.
POR UNO. Y la verdad es todo lo que desconocemos.
CONTRA UNO. Creo que empiezo a entenderte.
POR UNO. Pues por mi parte estoy empezando a confundirme.
CONTRA UNO. No tanto, no tanto.
POR UNO. Tanto como sé.
Fuente: Mecánica del limbo. Inédito. 2000.