24.1.13

CATEQUESIS DEL ARRECHUCHO

Todo grupo u organización cuyos miembros están unidos por ideas e ideales comunes tiene sus símbolos y rituales distintivos. Para los cristianos, el símbolo más sagrado es la cruz y el ritual más reverenciado la misa; para los médicos, existe el grado de doctor y el diagnóstico de la enfermedad.
Thomas SZASZ
Esquizofrenia

Los vericuetos por los que llega a establecerse una metodología de adoctrinamiento en el padecimiento no son nuevos, sino un recurso antiguo que ha especializado a quienes lo administran en una clase de poder que desarrolla su actividad más allá de las lesiones físicas, las glándulas alteradas y otras perturbaciones orgánicas. En el mundo primitivo, dominado por operaciones mágicas en el contexto de una sociedad de baja densidad demográfica, la causa de las enfermedades, aun de las más graves, era comúnmente atribuida a la influencia de espíritus malignos o al drama íntimo provocado por conjuros enemigos transmitidos al socaire de canales inimaginables. El clima mental de las comunidades dependía en relevante medida de la capacidad ritual de sus chamanes para modificar el curso de los trastornos detectados, que debían explorar con prestancia y credibilidad como parte de un sacramento hermético destinado repeler las agresiones maléficas. Sorprendentemente, sea por un proceso de hipnosis colectiva o por otro medio pendiente de elucidación, sus maniobras curativas solían tener éxito, quizá porque de sólito les iba en ello el destierro, la muerte o algo peor. Aparte de que los yerros fatales del actual nigromante alopático se han dejado de pagar con tamaños correctivos, ¿cuánto han cambiado las cosas? En el mundo moderno, sometido por el auge de la técnica a las modas de una medicina que cuida preferentemente de la rentabilidad del sector, microorganismos patógenos y desequilibrios endógenos se reparten el botín de la salud seguidos de cerca por ese tratamiento de mimo, acoso y rutina serial que el doctor —oráculo antes que sanador y capellán antes que oráculo— imparte a sus víctimas, a las que a veces tiene la mala puntería de curar.

Como en la dialéctica deconstructiva del cuerpo contra su dolencia, Hércules y la Hydra combaten en esta obra de Antonio di Jacobo Benci, más conocido como Antonio Pollaiolo, el pollero, porque su padre lo fue.

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