SÉNECA
Cuestiones naturales
Luminiscente de quietud frente a la masa de cinéticos que a la sofisticación de los chanchullos le otorga, sin buscar la ironía, el edematoso lema de mundo civilizado, el verdadero espíritu de orden sabe hallar en sí mismo motivos para no abandonarse a la barbarie cuando todo está perdido; justo lo contrario les ocurre a quienes toman demasiado en celo asuntos de largo estrépito y chato valor, cuales son sus propias carreras por sobresalir del contenedor de irrelevancias que también en lo que importa es la vida.
Ya lo decía mi cama, a la que menos que nunca estoy por desobedecer, mientras echaba manta a los deberes que me pedían gasto de suelas: «Hay gentes tan cerradas que necesitan tener éxito para abrirse al fracaso».
Ninguna conexión objetiva me lleva a renuir el Pájaro de azul de Sergey Solomko con aquella vena de ajenjo que Rubén Darío hacía recitar a un tal Garcín: «¡Sí, seré siempre un gandul, / lo cual aplaudo y celebro, / mientras sea mi cerebro / jaula del pájaro azul!»
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