Michael Marsicano, Release |
Friedrich NIETZSCHE
El caminante y su sombra
A veces pienso, con mayores plomos de lo usual, que sobre mis cervicales, amén de la visible, llevo posado el fantasma de una testa adicional que expiró conmigo al nacer. Quizá sea solo un tropo psicotrópico en un anexo de la concepción de la existencia que, contemplada desde el lado menos ufano del ombligo, se desquiere realidad residual de un organismo, colgado de un alma, que sueña ser cuanto le ocurre por la comezón de protagonizarlo...
Lo que a raudal de chapapotes aporta el rodaje de la experiencia es cansancio y la creciente seguridad de saber decir no cuando es no, incluso si no es necesario aclarar «casi siempre que uno se pronuncia». Como el propio envejecimiento termina demostrando, el resto de las ventajas que suelen atribuirse a la prolongación de los años facilita un contrabando de patrañas —las memeces hacen memes— divulgadas para persuadirnos, en términos absolutos, de que vivir es bueno. «Si se debe juzgar desde su analogía con la jornada —anota Pavese en sus diarios—, la vejez es la edad más fastidiosa porque no se sabe ya qué hacer de uno mismo, como por la noche, cuando la obra cotidiana está terminada».
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