Willem van Aelst, Un pedazo del desayuno |
Una cultura, una civilización o como quieras llamarlo, da origen a un hombre tanto más débil cuanto más perfecto y glorioso es el futuro que promete.
Juan BENET
Epístola moral a Laura
Cual regla ontológica redundante, propio de lo pésimo es querer pasar por excelente y procurar que lo excelente parezca pésimo. Mientras la vileza interroga la realidad con el propósito de averiguar qué provechos puede sacar sin importarle la calidad de los medios que haya de emplear en extraerlos, la nobleza busca dónde hallar las mejores situaciones de fraguarse fiel a la forma de su norma más allá de calcular si su decisión comporta mermas o ganancias, pues tiene por conquista segura luchar dándolo todo y por principio de honestidad no aferrarse a nada, y, menos que a nada, a la idea de éxito donde ni las máscaras de la fiesta se sostienen. Téngase presente, además, que el poder que no procede de la grandeza solo es un golpe de bajeza, una inversión de términos que confunde la grandeza con el poder; entre el fiera de serie que cada sujeto es en bruto y el fuera de serie en que a veces llega a convertirse existen tantas formas de ser humano como maneras de perderse, mas para un espíritu de valor en su valer, existe un deber de pulcritud en cualquier obra consciente que precede a la necesidad de velar cuanto es precioso y delicado al saqueo de los zafios: develar la roña encaramada que se pretende superior sin compostura de sí ni auténtica elevación, algo que sin duda títeres y titiriteros lamentarán como un acto de profanación, pues siempre será irreverente devolver las cosas a su indómita naturalidad, empezando por el uso lúdico de la vida que los dioses y sus esbirros codician usurpar impunemente.
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