Théodore Géricault, Chefs de victimes de la torture |
Una deidad que se comporta como nuestro enemigo primordial merece ser combatida con toda el alma, ahora y siempre, una vez se ha comprendido que en el fragor de esa batalla, exenta de la menor noción de límites, habremos de minar por nada incluso nuestra humanidad.
La primera yihad registrada por los anales, pues por tales tengo las insolaciones del Antiguo Testamento en tanto toda verdad mana como un cuento y todo cuento termina embalsando una verdad, fue el diluvio universal que Yahvé, hecho una diarrea de iracundia, arrojó con la intención de borrar de la faz terrestre las huellas de una grey entregada a los peores vicios imaginables; excesos que, a buen desdoro, delataban escandalosamente las taras transmitidas por el Castigador a su fauna procreadora.
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