Antonio ESCOHOTADO
Los enemigos del comercio
Nunca olvido la caución de que un exceso de ruido —y hoy la información se berrea a nuestro través— impermeabiliza contra el conocimiento volviéndonos no más conscientes del choque con la casi nada que sabemos, sino atiborradamente ignorantes en una orgía de frivolidad.
Extraña vez sigo las noticias, ese género de ficción prefabricada me hastía, su quiosco de mutaciones tasadas en almoneda de distrofias pronto me atora las entendederas a la vista de un retortero donde constato asqueado que la estrechez telescópica de sus formatos habituales, unida a la más laxa metodología de divulgación de patrañas, guarda la misma relación con los sucesos relevantes del ocaso cotidiano que la política de verdad, la que transcurre entre sombras y calima, con el formulismo de las sesiones parlamentarias. Y así como para sonsacar quien gobierna detrás de los espejos deben ser rastreados los grandes movimientos de capital, para tomar el pulso hodierno teniendo la erupción de la realidad fuera de plano encuentro más certero destripar la bazofia de los contenedores callejeros, viviseccionar los realitys en boga o pensar a contrahechizo el atontadero de la publicidad, que es donde el Golem, como obra crematística que devora a su creador, codiciélo o no se desnuda.
El verismo de los personajes que pueblan el índice de Jean-Léon Gérôme no facilita la elección de una obra. Valga para este sacudimiento un evocador paseo por El mercado de esclavos.
El verismo de los personajes que pueblan el índice de Jean-Léon Gérôme no facilita la elección de una obra. Valga para este sacudimiento un evocador paseo por El mercado de esclavos.
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Ningún comentario recibido con posterioridad al verano de 2019 recibirá respuesta. Hecha esta declaración de inadherencia, por muy dueño que me sienta de lo que callo dedico especial atención a los visitantes que no marchan al pie de la letra.