
Juan Carlos ONETTI
El astillero
No siempre por la intercesión del hastío que pone vínculo de conciencia a la delicadeza, hay momentos en los que el mundo exterior juega a presentarnos el aspecto semiautomático de una fantasía que se demora en los matices, igualmente volátiles, de las tripas de su funcionamiento simbólico; son momentos de centrípeta confusión en los que uno se pregunta por la razón de molestarse en divulgar la propia vanidad, mediante actos de obra y de palabra, cuando la imaginación puede suplir la necesidad de actuar con experiencias cuyo valor mental nada tiene que envidiar a la realidad que tiende a colonizar con prejuicios de conveniencia inconvenida la exclusividad de la vida.
Vuelvo a evocar a los resabios malditos de Luis Ricardo Falero con el portento de Un hada bajo cielo estrellado.
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