Emil CIORAN
Del inconveniente de haber nacido
El rasgo que distingue al audaz sobre el resto de los hombres no es la falta de miedo —bastante me temo que el atributo de la intrepidez se nos haya vuelto utópico con cada alarde de afectación desbarrada en el entumecimiento—, sino la nada natural naturalidad con que lo desobedece. El valiente se vale, ante todo, de un gesto inicial de disidencia contra las exhortaciones de su fuero interno, y no exige sino disidencia el primer acto de valentía que supone contrariar las creencias y costumbres que la sociedad donde uno habita consagra, respectivamente, como ciertas y aceptables.
Un diablo con su cortejo se enseñorea en uno de los vitrales de la Sainte-Chapelle de París. Aunque en lugar de la noble espada alce el símbolo de la rudeza que la tranca representa, este personaje central me cae en gracia porque, entre otras simpatías que me acuden al galayo, he visto en él un reflejo de lo que hoy mismo ha dicho mi sobrina de cuatro años después de haberla maquillado como una calavera: en su opinión, soy un «monstruo muy especial». Amén.
No hay comentarios:
Ningún comentario recibido con posterioridad al verano de 2019 recibirá respuesta. Hecha esta declaración de inadherencia, por muy dueño que me sienta de lo que callo dedico especial atención a los visitantes que no marchan al pie de la letra.