Miguel de UNAMUNO
La agonía del cristianismo
En el acto pausado mentalmente hasta volatilizar todo parecido con la realidad que lo precipita, la búsqueda de la identidad secreta de las apariencias se revela inane por las secretas apariencias que toma la identidad. Ilusión y realidad no sólo no se oponen, sino que se complementan: lo real tiene tanto de ilusorio como lo ilusorio de real. Como agitador de ideas y demoledor de mundos, fundador de cultos sin fieles e investigador privado de la nada, certifico que por esta doble cualidad de extrañamiento ante sí misma que posee la materia ni la ciencia puede ser el único criterio de verdad, ni la técnica la solución a los principales problemas humanos. En el mundo hay mucho vacío transubstanciado, y la técnica es para la última cultura del hombre la eucaristía que le devuelve la imagen de estar en algún sitio, reaparición que en ausencia de Dios se confía a la iniciativa legislativa de la ciencia.
Las religiones hacen alarde de una gran inventiva de recursos cuando nacen y evidencian una atronadora escasez de imaginación cuando pasan de la vejez a la decrepitud, aunque ni aun entonces les falten fieles que acudan a ellas como insectos para depositar sus larvas. En el presente, somos testigos excepcionales de un proceso donde ambos fenómenos coexisten. Sobre la agonía de ese credo amamantado entre sepulcros que ha sido el cristianismo, tiene lugar el auge de las ciencias del artificio que reciben, todavía, el nombre de naturales. Y no es preciso recordar que bajo cualquier cambio de paradigma, sin el comercio con lo monstruoso lo sublime nunca es convincente.
Beautiful lonely people de Khoa Le, artista en quien presumo un talento hiperestésico además de una cara bonita.
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