10.6.12

PARA UN SIGNIFICADO ESVÁSTICO DEL SER

El apego es forjador de ilusiones, y sea quien sea el que pretenda lo real debe ser un despegado.
Simone WEIL
La gravedad y la gracia

Entre el NADA SIEMPRE y el TODO YA, la conciencia teje su red de accidentes con el hilo engañoso de una aleatoriedad que, cuando es rasgada, muestra la fatalidad de cada ser al haber querido zafarse de su sino para encontrarse a cada instante cumpliendo sus designios. La resistencia a los acontecimientos aumenta el sufrimiento de permanecer clavado en su cruz de imponderables mientras dura el lamento por la falta de sentido que adquieren las apariencias tomadas por hechos desde el tiempo. Puede haber determinación dentro del determinismo, mas no redención, éxito o progreso. El destino pone el camino; el hombre, su paso. Y si no hay altar para la voluntad en este orden agotador de fenómenos, existe el kairós como experiencia reverberante de la continuidad inscrita en el momento oportuno, momento de un simultáneo estar fuera de serie que gira sobre su propio centro y desenrolla a lo ancho de sus manifestaciones los radios del devenir en esférica comunicación con la totalidad, apenas un soplo o un destello, donde simbólicamente se refleja. 

La virtud de la actitud fatalista pertenece a una categoría más exquisita de afirmación que la liberación personal: el mal queda exorcizado fuera del sujeto y el sujeto mismo inmerso en una orgía de eternidad donde cada suceso nace siendo fortuito para consagrarse absoluto. Aceptar las ligaduras del hado puede ser más que una teoría atractiva para el intelecto cansado, y sus planteamientos una ciencia verosímil por encima de la opción metafísica consoladora que representa para los laicos de corazón ajado; el talento de su ironía consiste en mantener activo el pudor de no poder dejar de querer aun sabiendo que querer forma parte de un tabú ancestral que fue útil para vivir con algún principio de sustancia la realidad, cuya complejidad se presenta muy distinta vista en panorámica. Si tuviéramos el arte de hablar con propiedad, no habría que decir yo hago, sino simplemente se hace; no yo soy, sino es. Descompongámonos, pues, con la alegría de no poder triunfar ni fracasar, de no tener que demostrar nada. Acerquémonos a esa plenitud áurea con la que dos dictadores desafortunados y de talante, por demás, irreductible a mayores comparativas, saludaron encarando el juicio —uno reposado, otro poseso— al rumbo de lo inevitable: «Ama sólo lo que a ti te ocurre y ha sido tramado para ti. ¿Qué otra cosa hay más armoniosa?», Marco Aurelio. «Yo sigo mi camino con la seguridad de un sonámbulo, el camino que la Providencia me ha enviado», Adolf Hitler.

La energía de los dioses según el trance peyotero de José Benítez, artista huichol. Sirva de guiño mexicano a Ileana, mi nueva seguidora.

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