22.11.15

COPAS, DAGAS Y CAMISAS DE ONCE VARAS

Pavel Titovich, Chess
Una señora envió a decir a un caballero que la requería, que en quien ella pusiese su afición había de tener estas cuatro eses: sabio, solo, secreto y solícito. Respondió el caballero que a la que él se aficionase le habían de faltar estas cuatro efes: que no sea fea, ni flaca, ni fría, ni floja.
Melchor de SANTA CRUZ
Floresta española

No hay más que una comunicación universal auténtica: el intercambio de los cuerpos por el lenguaje secreto de los signos corporales.
Pierre KLOSSOWSKI
La moneda viva

Chuck Norris no lo considera sexo si la mujer sobrevive. 
Hechos sagrados de Chuck Norris

Hecha la intención, no la garantía, de soslayar el peligro de incurrir en el simplismo o de abundar en la teatralidad que reina en el comportamiento mostrado por ambos sexos, debería aceptarse en sentido amplio, no exclusivamente anatómico, que las mujeres cogen y los hombres penetran. Dejemos de introducir homologaciones mentales donde no las hay y seamos francos con nuestras diferencias no menos que lo somos con nuestras equivalencias reconociendo que el derrotero evolutivo de nuestros organismos, al margen de la dimensión erótica de cada cual (que es precisamente aquello que la fantasía añade a la naturaleza con la esperanza de empujarla a perder la cabeza), ha consolidado oblicuidades de género que persisten sobre el principio de economía energética incardinado en forma de instituciones familiares y de capas de prejuicios concebidos para proteger el traspaso generacional de paquetes culturales.

Todos acudimos al mundo incompletos, una tara universal que incita a rastrear en los otros un horizonte de alivio, fascinación y exuberancia, aunque también a toparse con una fuente antropomórfica de monotonías, discordias y repugnancias, por decirlo en alto contraste. Descuidando el influjo de la complejidad de las relaciones llamadas humanas como si careciésemos de precedentes en los rigores de esta aborrecible empresa, hoy nos enseñan a creer que la solución a los conflictos latentes entre roles masculinos y femeninos está en la lima de sus rasgos distintivos conforme a un prototipo unisexualista que, en verdad, ha fracasado al querer reemplazar con propaganda la índole ahorquillada de nuestra herencia biológica. Y si para la nueva normalización de la conducta privada, que sigue las pautas técnicas de belleza sanitaria y económicamente correcta, la represión sexual obedece a códigos que ya no están a la altura de las circunstancias, «la sexualidad sigue perteneciendo ampliamente al orden de lo inconfesable; o se pregona con demasiada fanfarronería para ser creíble, o se oculta por miedo a parecer torpe en un tiempo en que la intimidad se ha convertido en un deporte de ostentación», según el diagnóstico que comparto con Pascal Bruckner.

Giovanni Boldini, Descansando en una cama de día
La práctica totalidad de las mujeres que conozco (lo bastante diversas en edad, peculio, condición social, educación, creencias y temperamento como para componer una muestra representativa), utilizan la sexualidad como puente para lograr alguno o varios de los objetivos que me limito a enunciar de un soplo: elevar la autoestima, afianzar sentimientos de implicación mutua, influir sobre el juicio de quienes toman como amantes y obtener gratificaciones, manutención o compromisos de seguridad, sin olvidar el insensato y más veterano oficio de esta cárcava; no el de puta, sino el de madre. Las huellas de su experiencia en el campo sexual parecen resaltar una idea recurrente desde épocas ancestrales: que el sexo, cuando se maneja la versatilidad de una vagina, es un medio adaptativo susceptible de ser aplicado estratégicamente antes que un fin en sí mismo autolimitado a satisfacer el apetito libidinoso. Así pues, no sorprende que con tales intereses recocidos entre las ingles las damas suelan tener en baja estima a los rijosos, que se sitúan en el extremo opuesto debido a su obsesión de perseguir el sexo por el sexo, sin menoscabo de que esta volatilidad los haga fáciles de muñir llegado el caso. A menudo el sátiro es juzgado a la ligera como un misógino porque no oculta el hastío que le produce frecuentar la compañía de una mujer si esta no es apta para suministrarle correrías abiertas a la voluptuosidad. En cambio, por tentador que sea el goce extraído del juego carnal, la expectativa que tiende a percibirse desde la cavidad del fuero femenino podría formularse en estos términos: ¿para qué entregarse sin materializar mejor conquista que un acto de conexión efímera expuesto a riesgos innecesarios?

Octavio Ocampo, Sueño de la sirena
Sugiere una comparación poco alentadora descubrir, que al contrario de lo que sucede en las comunidades de bonobos, la vida sexual entre humanos se haya desplazado hacia la clandestinidad en vez de funcionar como un bálsamo capaz de atenuar las tensiones de la vida social que aún confiamos al desastroso arbitraje de las inhibiciones morales. Pero más pintoresco es que dentro de nuestros atributos específicos las mujeres resulten virtualmente inagotables en potencia sexual frente a los hombres, demasiado falocéntricos pese a su ardiente capacidad para sobrevalorar las maniobras venéreas en la pura impregnación de su crudeza, sin necesidad de subordinar la física fruitiva a mayores propósitos que la excitación sensorial y sus correspondientes desenlaces.

La conciencia del lascivo que se adentra en el vacío forrado de caducidad del cuerpo receptivo es tan laxa como el pensamiento de quienes se aferran a la voluntad de imponer un orden trascendental a una existencia que continuamente se desbarata. De ahí que no encuentre inverosímil concluir con el supuesto de que la lujuria signifique servidumbre para el varón y dominio para la hembra más de lo que sus afectados están dispuestos a admitir...

La insolente Jantipa a lomos de Sócrates
Por descontado, este bluf comparece con la empinada razón de invitar a derribarlo. De favor es declarar que en él no subyace otro deseo que el de aguijar a las bragadas hasta hacerlas, con suerte, rezongar sobre mí: «Listillo, te vamos a joder únicamente por placer».

1 comentario:

  1. No creo que seas listillo si no inteligente, este artículo es muy certero, la sexualidad por interés, algunos con interés y gusto al mismo tiempo.! La sexualidad como negocio particular, ¿ se podría decir?. Así la persona que no entra dentro de este campo lo consideraran los demás como tonto o tonta, en cierta manera quizás sí...¡ay la amable ingenuidad!, pero bueno la ingenuidad no es mala, claro que será como una protección de la vida o como una varita mágica que te otorga las Hadas del Vivir. Magnífico artículo, no se lee estas realidades por otros blogs.

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