No hay mayor teatro para la virtud que la propia conciencia.
CICERÓN
Conversaciones en Túsculo
Cualquier fórmula que solucione el problema de la angustia existencial (del vacío de vivir, de la inanidad de los afanes y del fracaso del pensamiento), tendrá que empezar por exterminar social y psicológicamente a quien lo padece. El dolor es el hueso del sujeto; privado de su pena, sin tuétano venenoso que roer, el hombre se desploma.
A: ¿En serio?
Z: Vaya, te lo dice un experto en tumoraciones del alma.
A: ¿Y qué haré yo si cada vez soy menos humano?
Z: Pues lo mismo que yo, musiquita de látigo con arabescos de ironía.
A: Es patético.
Z: No lo dudes, so criminal:
Anoche lloré lava,
magma de mi cobardía,
pensé que si me mataba
–tal como yo quería–,
nacería de inmediato
sin haber cambiado nada.
A: Ya puestos en rotura, salgan de mí los versos cimarrones de unas coplas que me delatan:
Duro me llaman
porque pretendo
no entrar al trapo,
sino romperlo;
mas soy blando
porque no quiero
ir al entierro
de mis lamentos.
Querido Vania Zouravliov, ¿a ti qué te te ha pasado para poder dibujar así? No me canso de tenerte otra vez por aquí embelleciendo con la imaginería de tus obsesiones mis artefactos verbales tan dados a lustrar esplendores patibularios. Creo que ambos sabemos lo que significa sentirse desbordados por un amor inmenso ante el quebrantamiento de las ilusiones.
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