Cuando creas estar en la cima de la montaña, pregúntate lenta y atentamente si no estará la montaña encima de ti.
(Yo, en dura charla con/contra mi Ello)
El universo es simultáneo –esto lo intuyo–, pero el conocimiento es sucesivo –esto lo sufro–. Concebido en el seno de la tensión entre uno y otro, el engendro humano no se cansa de inventar dioses cómplices que lo eximen de pensar y lo ayudan a matar, añora una inmortalidad de la cual abominaría si fuera cierta, y, tras haber subrayado su presencia con una copiosa contribución de mierda a la que se aferra hasta pringarse el alma, se pudre inevitablemente incluso antes de morir.
Por supuesto, esta diatriba solo ha sido un pretexto bravucón para poder subirme en el A trip to the moon, fechado en 1901, que encontré en un variopinto catálogo dedicado a las exposiciones universales.
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