Josh Keyes, Sounding |
Konrad LORENZ
Los ocho pecados capitales de la humanidad civilizada
Creer que las cosas son lo que parecen, he ahí la más trivial de las ilusiones, ilusión universal que se ve confirmada, día tras día, por la impostura tenaz de nuestros sentidos todos. Sólo la muerte nos desengañará. En el instante mismo en que nos sea revelada nuestra identidad, tan perfectamente desconocida para nosotros mismos, inconcebibles abismos, dentro y fuera de nosotros, se descubrirán ante nuestros genuinos ojos.
Léon BLOY
En tinieblas
Mira que eres el que ha poco que no fuiste y el que, siendo, eres poco, y el que de aquí a poco no serás; verás cómo tu vanidad se castiga y se da por vencida.
Francisco de QUEVEDO
La cuna y la sepultura
No acostumbro a glosar el sentido de mis títulos por lo redundante que sería ponerle estribos al potro de la evidencia; en cambio, ante el presente rótulo, muchos quedarán en comprensible suspenso de opacidad y lo impoluto en tales casos no es zafarse del léxico por considerarlo sobrentendido, sino explicarse como el buen amante de la franqueza que uno cree ser.
Guifo es un vocablo de uso popular en la comarca manchega, sobre todo en boca de madres y abuelas regañonas, que sin embargo el diccionario de nuestra realenga y poco realista academia de lingüistas no se ha dignado incluir en su repertorio de voces. Esta ausencia entronca con la pauta erosiva de su cada vez más volátil repertorio de acepciones y revela, res non verba, el interés oficial por el menoscabo que denuncié otrora.
Es el guifo una mueca burlesca, la momería chocarrera y estrambótica, como los mohínes que quien esto escribe consideraba irresistibles ejercitar de crío frente a la cámara en los eventos familiares solemnes, o ahorita, macerado en los hábitos raídos del desacato, siempre que una emboscada de beneméritos fabricantes de infracciones detiene su diligencia en el camino. La locución más escuchada prefiere conectar el sustantivo en plural al verbo hacer y según el Diccionario del habla de la provincia de Ciudad Real, firmado por Pedro José del Real y Juan Manuel Sánchez, deriva su etimología de guifa, carroña, palabra que introduje, por cierto, en una entrada reciente y cuyo origen remite, a su vez, al vocablo hispanoárabe ǧífa, portador del mismo significado. Repárese incontinenti en esta tenebrosa relación semántica y medítese al punto en lo que pudiera estar interpretando, ayuso de su voluntad consciente, quien «hace guifos» al escrutinio ajeno. ¿Un simulacro de despojos con la faz que quizá, a remedo del espanto, calcase la expresión cual si se hallara sorprendido por un cortejo de difuntos?, ¿o bien la propia semejanza del visaje en un énfasis desperfecto con el rostro tieso del inane que ha de servir de asombro a amigos y familiares al instante de expirar?
Siguiendo un recorrido de caletre harto caprichoso hasta la analogía donde lo concluyo, relaciono los guifos con el tema musical de la folía que Sebastián de Covarrubias define como «cierta dança portuguesa, de mucho ruido; porque ultra de ir muchas figuras a pie con sonajas y otros instrumentos, llevan unos ganapanes disfraçados sobre sus ombros unos muchachos vestidos de donzellas, que con las mangas de punta van haziendo tornos y a vezes bailan, y también tañen sus sonajas; y es tan grande el ruido y el son tan apresurado, que parecen estar los unos y los otros fuera de juyzio. Y assí le dieron a la dança el nombre de folía de la palabra toscana folle, que vale vano, loco, sin seso, que tiene la cabeça vana». Hecha mención del esperpento asegurado a los circunstantes por quienes los saludaban entregados a este perturbador baile, y «ultra de» señalar su lejano parentesco con una folía tan gratamente decantada como esta pieza homónima de Giovanni Reali, hora es ya de presentar mi presurosa foliatura de opiniones, con la que espero no dar duelo sino vigor a los nervios embotados por las pestilencias de los lugares comunes a los que yo mismo acudo, mal de mi grado, a entregar en gabela penitencias marginales.
Excepcionalmente alejado del juicioso sentido de la proporción estaría el lector que, acercándose a estos surcos o después de haber atravesado otros aquí sembrados de severidades, se consintiera llegar al convencimiento de que mis dictámenes son ajenos a las tachas que critico, mis especulaciones superiores a un ejercicio de calibración del pensamiento y mis dotes de observación materia distinta de la inanidad del mismo ser que acerado de palabras ordena, en los estrictos e ilusorios límites de su acantilado, los desatinos del universo sabiéndose uno con ellos.
Ni de aquesos infernaderos ni de aquestos purgatorios sacarán más panática espiritual que la traída en el cofrecillo de los renacimientos.
1
La primera ley de la ignorancia es ignorarse; la segunda, creer que uno se conoce. También contra uno mismo se hacen trampas por seguir vivo.
2
El amigo que asesinó nuestra confianza nunca nos perdonará que vivamos como un retrato de su felonía.
3
Falsaria o sincera, la vocación de ser útil a la comunidad es la mejor definición que puede hacerse del putaísmo.
4
En cuanto empieza uno a realizar sus fantasías, la realidad socava en paralelo su deseo de completarlas.
5
Sabedor de no ser más sino sólo uno más, no malogres la gentileza de atravesar el ocaso con una sonrisa de ternura hacia los condenados que lo pueblan.
6
¿Por qué tolerar que el tribuno prometa cuando sobran medios para que se comprometa?
7
En algún futuro no muy lejano, alguien dirá pensando en un pasado aún por llegar: «Sucedió cuando los virus saltaron de las pantallas al cerebro del usuario».
8
La historia no parece dar más alternativa a las sociedades que acabar loncheadas en castas o picadas en la masa de una misma clase.
9
Arde en cada amanecer la coyuntura entre una noche que quiso engañar al mundo y un día que no supo hacerse querer.
10
El economista busca en la persona singular la culpa de su fracaso porque así se ahorra dar cuenta del éxito que algunos deben al saqueo.
11
Un termitero recalentado hasta el delirio de sus huéspedes, eso es para el estadista de hoy la salud de una economía.
12
¿A quién podrían apestar las violetas de la sensualidad sino al que confió su existencia a un aroma irreal?
13
Como las hombreras ochenteras o los chapines versallescos, la moda nace elegante para morir ridícula.
14
Tan bruscamente legó el siglo XX al siguiente su patrimonio de remanentes que el sentido crítico se vio aplastado durante la mudanza.
15
Donde es posible a cualquiera difundir en un instante sus memeces, son menos cada vez los que disponen de espacios para expresar las objeciones que nadie quiere admitir.
16
Hay que estar muy poseído de fatuidad para confiar en el éxito más que en la derrota.
17
Nada como tener razón para espantarse por haber acabado siendo el portavoz de aquellos que nos juzgan dignos de sus prejuicios.
18
Reniega de tu obra si quieres dar pábulo a tus detractores y transformar en adversario a tu admirador.
19
También se impregna de autoengaño el descreído que abandonó la fe para tropezar de lleno en lo literal.
20
Anoche, al doblar una esquina, las diez verdades de mis manos fueron a estrellarse contra las gemelas de una dama irrefutable. Antes de que la exuberante vomitara su protesta, me oí atajar con donaire: «Gracias por el presente y perdón por lo valiente».
21
Del pasado es rescatable lo que hay de eterno en él; del futuro, el fin que le suponemos.
22
Comparsas simiescos somos en la verbena de la entropía y no más que bufones del cosmos en los momentos sublimes. «A quien es de mi especie —salmodia Zaratustra— le saldrán también al encuentro las vivencias de mi especie: de modo que sus primeros compañeros tienen que ser cadáveres y bufones». Esa es nuestra particular forma de pornografía y no deberíamos despreciarla como una simplificación menor entre los cúmulos de entes disueltos tras la evasiva verdad.
23
Ir directo al tronco; las ramas son para el viento.
24
Pensar lo dado es el modo de situarse donde lo pensado no estrangule lo pensable.
25
El arte, quien bien reparte, descúbrelo en cada parte.
26
Tantas veces desvié mi ruta, tanto me ha enrutado el batacazo, que no hay caída que no ponga conmigo un puente a los pies del peregrino escarmentado.
27
Se puede vivir de la tierra, del agua y del fuego de la sangre, pero del aire solo viven los sueños.
28
Las palabras tienen vida propia, la vida no tiene propiamente ideas y tengo para mí que las ideas son unas infatigables rameras.
29
En vez de una sola verdad tenemos una fuente inagotable de versiones y ninguna certeza absoluta. Nuestras opiniones son infinitas porque las certidumbres son mínimas. Lo evidente es que dudamos, no que sabemos.
30
Cuanto más fuerzo la interpretación de las cosas, menos cosa es la cosa en su quisicosa.
31
Bien calculado, lo precioso no tiene precio.
32
Del amor apasionado a la pasión enamorada de las utopías, decidme una ilusión motriz que no agrave la situación que pretendía superar.
33
Mientras mezclamos en este averno el papel de víctimas y de verdugos, el silencio de lo Alto proporciona una explicación menos tranquilizadora que la muerte de la divinidad: los demonios somos nosotros.
34
Nadie puede orientar su vida tomando un hambre como norte. El hambre solo alimenta monstruos.
35
A veces la filosofía debe mancharse los pies de barro para tener la cabeza pulcra.
36
Quiere la belleza ser querida sin pensar, ser pensada sin querer y mostrarse desnuda solo tras una rendición incondicional.
37
¿Qué no es mito en su esqueleto?
38
Las ideas sin salida son avisperos sin descanso.
39
Haber transformado en ideas las atracciones y repulsiones viscerales que nos provocan los coetáneos es haberlos remontado.
40
—Nunca haces nada, eres un pusilánime.
—¿Así es cómo llamas a quien se ocupa de los pensamientos que tú descuidas?
41
No ver el alma bajo los harapos es mirada de guiñapos.
42
Soñar con primor de detalles cada centímetro cuadrado de una ciudad y no ser capaz, empero, de imaginar qué clase de fantasmas podrían habitarla.
43
¡Malditos sean los inventos que en vez de remediar las consecuencias de otros inventos complican la existencia con nuevas necesidades!
44
El rencor, la desesperación y la envidia han convulsionado a sociedades enteras, pero no han cambiado un ápice las mentalidades que las gobiernan. Los cambios profundos se gestan en la interioridad de las conciencias y estas solo empiezan a transmutarse por deserción de la sordidez que mueve el mundo.
45
Las ideologías han provisto de abundantes ases a la dialéctica para que los tramposos puedan opinar de todo sin haber pensado nada.
46
No hay revolución más genuina que la devolución de la vida al vacío del que surgió.
47
A la inteligencia frívola le ha resultado siempre más accesible justificar el valor identitario de una mala costumbre que aceptar una buena verdad escondida bajo las alfombras.
48
Libros para alimentar el juicio, música para cultivar la emoción, huerto para templar el cuerpo e imaginación para completar lo que falte: al escenario solo le falta un vecino para arruinar la dicha.
49
Es común opinión que haber nacido ángel y morir hecho un diablo está de acuerdo con la naturaleza de las cosas. La moralidad consiste en demostrar que esos términos pueden ser invertidos.
50
La moral milita contra lo moral.
51
Se insiste de continuo en que el problema es la ausencia de trabajo para promocionar el trabajo sin fin como fin soberano de quienes deben sudar hasta el fin.
52
Disponer de tiempo en abundancia para pensar no conduce necesariamente a buenas conclusiones, pero aporta una considerable amplitud para colegir cuáles son las menos estimables.
53
Difícilmente podría ser expresada la majestad a la carrera, entre trajines y sudores; se quiere en la calma sedente de los tronos donde los reyes alardean de ser unos huevazos.
54
No permitas que el estrépito de los victoriosos ensordezca el coro de los que fueron atropellados por el carro triunfal.
55
Son menos temibles las perversiones de un credo que sus obras pías.
56
Los curas preparan las almas para que el Diablo las posea.
57
No se tome sino a travesura pirrónica la voluntad de llevar la contraria a quien hace todo lo posible para convertirse en nuestro aliado.
58
Tan devaluadas están hoy las personas ante sí mismas que muchas solo recuperan el sentido de su presencia al integrarse en un burdo absurdo laboral.
59
No es cuestión de venganza ni de aguardar a que el tiempo lo ponga en su sitio, a buen seguro el malévolo se ajusticiará a sí mismo si se lo priva de compañía.
60
Donde la experiencia daña, la expresión cura; donde aquella es ensañamiento, esta procura enseñamiento.
61
Letal en las ecuaciones de su álgebra plenipotenciaria, el tirano es uno que sueña con que los otros, siendo unos restantes, le sumen ninguno.
62
Conviene recordarles a los machotes ufanos de homofobia que al masturbarse demuestran lo mariones empedernidos que son.
63
Conocer los movimientos de un corazón fraudulento es conocer la razón exacta del mundo.
64
El revolucionario es alguien que antes hará correr ríos de hemoglobina por su anhelo de cambiar el mundo que arriesgarse a rasgar su visión de las cosas.
65
Amar no es tiempo robado, sino encontrado, aun cuando los amantes se den por perdidos del todo después de haberlo agotado.
66
Rimar alegrías en este horrible mundo bien merece arrimar cuitas con un pronombre equívoco.
67
«La definición de densidad demográfica óptima debe darla la estética», he leído en Gómez Dávila. La estética del cero es perfecta.
68
El no es difícil de decir, pero más lo es asumir las consecuencias de un mal sí.
69
La biografía es un género que obtiene su entidad de las pérdidas de igual forma que las cumbres dan razón de su altitud sobre los valles.
70
La civilización no puede venirse abajo, como claman los nostálgicos de una edad dorada, porque ya ha tocado fondo. Todo lo que puede hacer a partir de ahora es inventar nuevas formas de arrastrarse.
71
Es la indigencia moral y no la escasez material motivo de que siempre haya pobres dispuestos a ser contratados para machacar a otros pobres.
72
El éxito es el dopaje del mundo y hay tantas variedades de éxito como de personas mutiladas en busca de reconocimiento. Inflarse, ser inflacionario, vivir por encima de la psique, tal es hoy la droga predilecta de los sobrios.
73
Por el anhelo de una cosecha de aplausos se llegan a sembrar en el ánimo ocupaciones poco admirables y hábitos que subordinan más a la vulgaridad imperante. Ninguna aridez es más peligrosa que habitar entre espejismos.
74
La riqueza de un hombre del yermo está en necesitar cada vez menos de un mundo que mucho exprime al albur de sus mentiras y poco puede ofrecer a quien lo ha despojado de ellas. ¿Qué acción puede ser tan loable como sentarse en silencio a ver crecer la hierba?
75
Como la cuerda tensada por el arquero diestro, la libertad debe tender al absoluto pero no absolutamente. Una libertad en cuyo ejercicio se avasalla al otro es tan contraria a la autonomía del espíritu como una voluntad dependiente de la aprobación de los demás.
76
Al pensamiento que deriva de la conciencia lo tilda de reaccionario el pensamiento supeditado a la idolatría solo porque aquel se niega a sacrificar sus escasas pero seguras razones al capricho donde se ha incubado este.
77
La conciencia es desbastada de la naturaleza a fuerza de tormentas neuroquímicas al igual que el clímax emerge de la carne a fuerza de sacudidas eróticas.
78
Las máscaras de Dios son tan tenues como el destello de un fotón y tan persistentes como la agonía renovada de las apariencias.
79
Debatirse entre las supuestas bondades de un despotismo de corte religioso y otro laico es poner ante la inteligencia un filtro que difumina la esencia de la dominación toda vez que ninguna entidad religiosa con aspiraciones sociales puede permanecer exenta de propósitos políticos, ni las técnicas de domesticación humana de las élites profanas pueden prescindir por completo del empuje de una idea religiosa o de un sucedáneo utopista que realice en su lugar esa labor de cohesión mental. Visto desde fuera podría parecer que bajo un régimen teocrático los sometidos son más felices porque las disensiones de criterios están menos activas entre las causas civiles de malestar o porque los déspotas se ven más limitados en sus poderes gracias al contrapeso de un dogma cuyos principios deben al menos acatar en las formas, pero difícilmente se contemplara esta clase de opresión por dentro, desde el corolario de una sensibilidad discrepante, sin comprender cuán poco disputadas han sido en su depravación las instituciones que se sirven de un catecismo para obtener la sumisión del alma.
80
Nunca es tarde para el abandono de la función mientras quede obra por deplorar.
81
Pavimentado de monedas está el camino que conecta los grandes disparates de la víspera con los inmensos desastres del mañana y flanqueado va en todo momento por las sabidurías tiradas en la cuneta.
82
Algunas verdades pierden quilates al ser tocadas con la lengua y otras los ganan en igual medida que desvanece quien las enuncia.
83
Ni la belleza es veraz ni la verdad bella, pero sin verdad nos sentiríamos adulterados por la monstruosidad que sin belleza no sabríamos paliar.
84
El espanto se ríe de la decencia que a duras penas pudo acotarlo cuando trató de acortarlo.
85
El colectivizador moral y el revolucionario socialista se asemejan como dos granos de arroz en que no les basta con hacer respetar sus respectivos modos de vida, tienen por ambición presentar como irrespetuosas todas las vidas que difieren de las suyas.
86
Los tabúes no son barreras para el pensamiento que sabe escalar sobre el miedo de los que prefieren humillar la testuz.
87
A un espíritu enfocado en la libertad la sola mención de las competencias que tener éxito exige le sonará a saloma de galeote.
88
Mis alas son mi bandera, y desplumadas, los remos de mi galera… ¡Bonito pajarraco!
89
La gente que no tiene vergüenza no sabe cuánto tiene.
90
El ego es un decorado y, las más, un decorado que estorba. A Dios lo que es de César, César inclusive.
91
No es un «soy», sino un «he»; no un «vivo», sino un «voy» de la nada que nos parió a la nada que pariremos.
92
Cada alma divide el mundo en dos y en cada mundo se tejen al menos dos almas, la tuya y la de todos.
93
Las cosas más obvias son las más calladas y las menos copiosas las más nombradas.
94
Confianza y ligereza son las piernas necesarias para tomarse los asuntos feos con swing. Porque de lo se trata en el fondo es de transformar la tensión en filigrana y de asignarle un sentido musical a los pasos difíciles.
95
Cada momento tiende su velo y cada espíritu su desvelo. No propiedad de alguien, sino campo abierto a la experiencia singular es el conocimiento en virtud del cual uno nunca deja de aprender lo poco que sabe ni lo mucho que conforta aprehender que tampoco necesita saberlo todo.
96
No hallará obstáculo en el arcano divino una libertad que aspire a carecer de restricciones espirituales y no dejará de hallarlo en la vanagloria de una especie que se cree hegemónica solo por carecer de un depredador que la meta en cintura.
97
No por saber que la inexactitud está en la causa de frecuentes malentendidos deja de acontecer el problema, no menor, de tomar las cosas tal cual.
98
Reconozcamos dónde está la sede del problema, rehusemos la tentación de contribuir con nuestras heces al sumidero donde chapotea y descansemos.
99
Así como prospera en autonomía el individuo que disminuye sus necesidades frente a la economía encanallada que pretende enseñorearlo, gana en descreimiento propagandístico si examina cuántos pobres son necesarios para fabricar un rico.
100
De una era que invierte la inteligencia en robustecer sus competencias profesionales se puede afirmar que es técnica, no lúcida, pues para serlo necesitaría sujetar el poder de su técnica a la expansión de los conocimientos que cualquier profesional consideraría inútiles.
101
No hay opulencia que pueda colmar el alma de quien conoce el tesoro que no cabe en los bolsillos.
102
Preguntémonos qué falla en nuestras facultades cuando se nos escapa la gracia que hace sonreír al inteligente, y aún con más ahínco analicémonos cuando nos haga soltar risotadas aquello que deja estupefacto al sabio.
103
Antes te hará mal el convencido de actuar «por tu bien» que dar por mala su presunción de saber lo que te beneficia.
104
Menos lesivo es el que va a su apaño que el altruista que invade a los demás con la promesa de ayudarlos.
105
Tal es la polisemia de las realidades trabadas en el ser humano que ninguna teoría ideada por él carece de ejemplos para ilustrarla.
106
Muchas barbaridades auténticas no pueden ser explicadas sin las falsedades que distorsionan la imagen que tienen de sí mismos quienes las toman por verdades.
107
El fanático no duda en calificar de inaceptable la totalidad del contexto histórico en que vive cuando se topa con la imposibilidad de poner en práctica sus ideales. Su única trascendencia es la del orgullo herido.
108
De uno en uno, no es el otro la nada hambrienta que se atisba en él cuando forma un nosotros, el no otros que acontece cuando entre varios arman un yo.
109
Loados son los autores que ofrecen tiritas a los mutilados del mundo y a la zaga no le van en nombradía los que añaden azucarillos al «vaso medio lleno» de la realidad. El anatema del vacío recae sobre la palabra fiel de los pensadores que diseccionan las taras colectivas y no escatiman destrezas en desmontar los programas mentales que dilatan nuestras catástrofes.
110
Las perturbaciones de un sistema de vida son la clave para comprender la condición mental de la especie implicada en él. El problema se complica, como en el caso humano, cuando algunas de las funciones básicas del comportamiento social son indiscernibles de las patologías que manifiesta dicho sistema.
Muy digna de lauro me ha sonado la idea desenroscada por un anciano en el dispensario donde he parado para surtirme de algunos artículos —como besos de pitonisa— imposibles de conseguir en otros establecimientos. Nimbado por el birrete amarillento de sus canas, refería este señor que no solo dentro de las concertinas de nuestra boboarquía, sino en todo el orbe, las actitudes frente al prójimo se están extremando de suerte que los malos son cada vez más malos, los buenos más buenos y los indiferentes más indiferentes.
111
Muy digna de lauro me ha sonado la idea desenroscada por un anciano en el dispensario donde he parado para surtirme de algunos artículos —como besos de pitonisa— imposibles de conseguir en otros establecimientos. Nimbado por el birrete amarillento de sus canas, refería este señor que no solo dentro de las concertinas de nuestra boboarquía, sino en todo el orbe, las actitudes frente al prójimo se están extremando de suerte que los malos son cada vez más malos, los buenos más buenos y los indiferentes más indiferentes.
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A este ritmo de infestación del hombre por el hombre, cuando a cada ejemplar empieza a faltarle espacio donde posarse incluso dentro de sí, no será necesario el transcurso de muchas generaciones para que se recele por defecto de la benevolencia de quien deja sucesores. Suponiendo, lo cual es mucho, que la escritura no sucumba a la barbarie, en las reseñas biográficas se indicará como un mérito superior a los restantes su renuncia, si la hubiera, a introducir otro coágulo voraz en la colmena.
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Cuanto más se jacta una época de ser superior a las precedentes, mayores posibilidades tiene de multiplicar los nuevos males y los heredados.
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Debemos el futuro de las calamidades presentes a unas doctrinas que, bajo la tramoya ilustrada, fueron lo bastante inmaduras para no sospechar el menguante abastecimiento de los recursos planetarios y no lo bastante viejas para sospechar de la creciente vocación humana para quemarlo todo.
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Con demasiada incandescencia dogmática es acusada de nihilismo nuestra postrimería histórica y siempre a costa de obviar la devoción que, apoyada en el despliegue tecnológico, ha eclipsado en popularidad a los fervores precedentes, pues nunca se había tenido constancia de tan ciega y absorbente fe en la materia.
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La perfectibilidad en lo moral y la idea de crecimiento en lo material comparten un denominador forjado en las entrañas del infierno: el infinito.
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A excepción de los objetores genésicos que siempre han tenido resplandores de conciencia que oponer a la pululación de nuestra especie so pena de recibir a cambio la descalificación de sus coetáneos, el pecado original pertenece por igual a las estirpes antiguas y a los decrépitos descendientes que les han asestado las edades modernas. La negativa a colaborar en la ampliación del campo de horrores intrínsecos a la existencia puede ser practicada en cualquier época, mas en todas es virtud traicionada por el instinto de perpetuación.
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Nada es más cierto que la incertidumbre que no admite consolación.
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Descolocar, si se acepta este presente, es mi manera de reconciliar los añicos mortales con el caos eterno.
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A falta de veracidad última sobre los preceptos que los humanos conciben, y a sabiendas de que nadie es lo bastante fuerte para no embrutecerse sin una columna doctrinal, las creencias deberían congraciarse con el intelecto en función de su utilidad para contener los desórdenes ocasionados en el ánimo por su ausencia o por otras figuraciones perversas.
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¿Qué no daría yo, estilista descalabrado, por el poder de transcribir con todo el verismo de sus tramas múltiples uno solo de mis sueños? Tal vez la vida, y tal vez sea eso lo que hacemos en ella con la caligrafía de la respiración, nuestra clepsidra.
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Bombeada por el vicio de ir a más, son tantos quienes padecen hoy la sangría del deseo que parece normal ser incapaz de desasirse de los estímulos que no pueden ser tragados sin envenenarse.
123
Para el demócrata sería un suicidio admitir que la acefalia convergente de muchos no se vuelve razonable porque construya mayorías, sino porque intimida más.
124
Las cartas magnas que definen el rumbo de derechos y deberes en la rosa de los vientos de una nación habrían de ser ratificadas por la población cada veinte años, cuando otra remesa incorpora su mayoría de edad a la perdición general y las generaciones precedentes se hallan situadas, al mismo tiempo, entre las jambas de la mediana edad, a un paso de la senectud e instaladas en la edad de los achaques.
125
Los derechos no atendidos que creemos nuestros pesan más que los deberes injustos; nos pesan no con la añoranza soñadora del que nunca los tuvo, sino con la rabia combativa del que se siente ultrajado.
126
Vivimos en un siglo de mendigos y las redes, urbanas y virtuales, rebosan de ellos. Sin dios pero con miedo, todos quieren atención; han cambiado el rosario por el dedo-chupete del «me gusta».
127
En lo que atañe a psicología varonil veo perfilarse con frecuencia dos grandes categorías, la de los que ansían dar mandragulón y la de los empecinados en engancharse a la teta, pero entre ambas familias nunca escasean los chupapollas ni se echan de menos los tocapelotas.
128
Los enemigos de nuestros enemigos son amigos no menos dudosos que los amantes de nuestras amantes.
129
Del suceso más nimio es posible sacar, sin mucha letraflexia y con alguna licencia prosaica, la densidad que en verdad tienen todos los desencuentros humanos. Los paralelos, tangentes, cotangentes e intersecciones entre personas siguen ahí, pero también el vacío como reino indiscutible. Aceptemos con naturalidad que los espíritus envasados en piel humana funcionamos con enormes desemejanzas de figura y de hondura, y celebremos que aún haya temas de consonancia entre tanta disonancia.
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¿Por qué la presencia compartida tiene que desembocar en una cadena de ruidos articulados? ¿Qué terror subrepticio hay en ello? Debemos acatar la indisponibilidad de los demás para conocer nuestra mejor disposición, no se puede llegar al otro desde el yo y tampoco se puede recibir al otro si es un yo el que guarda las llaves. Para nuestra desgracia, la sociedad exige egos, no el silencio cuyo gusto crece en soledad a medida que se le pierde afición a la armadura.
131
De los humanos los dioses esperan franqueza y de estos nada más que amparo imploran aquellos; unos y otros se piden exactamente lo que no tienen capacidad de darse.
132
Dios es un comodín al que no se debe habituar el pensamiento y un pensamiento del que nunca se ha desembarazado el raciocinio.
133
Nada ha sido más productivo para los hombres de Dios que tener en nómina al Diablo.
134
De las nociones que merodean lo incognoscible, la menos mendaz es dudar.
135
No haríamos del verbo nuestro alimento y aún menos nuestro excremento si hubiéramos aprendido a pronunciarnos en silencio.
136
El despertar del numen, máxime si surge por un desgarro del alma o por la justa consternación de la inteligencia, siempre es un acontecimiento que reviste cierta sacralidad, pero nos engañaríamos al respecto si creyéramos que las musas, al actuar como hieródulas, obsequian las caricias de la inspiración a quien más belleza puede dedicarles y no al primero que se les place.
137
Serios riesgos de solidificarse en los detritos de una ideología corre la mente que no agita en profundidad los conceptos recibidos.
138
Uno se sabe a la altura del destino cuando comprende que debe al mundo la misma nada que este le debe.
139
Quisiera creer que fue falso el mal que hice cierto por un fin que creí bueno y, en este arrepentimiento, cargo sin enmienda a la fealdad de lo hecho la inutilidad de lo estrecho.
Pyke Koch, Naturaleza muerta con manzanas y peras |
140
Lo que tiene de malo el bueno es su infundada confianza en la evitabilidad del mal.
141
No es digna de desdén la capacidad de ganarse dos enemigos en apenas dos frases, pero es sin duda digna de admiración la solvencia de dejarlos derrotados en una tercera con la seguridad de que otra más bastaría para tenerlos como amigos.
142
Las formas que el poder reviste son una cuestión secundaria y en gran medida aleatoria, como lo es el vuelo de una mosca a través de una masa de aire revuelto.
143
La libertad no está tanto en el incremento de la oferta como en la disminución voluntaria de la demanda. «No a lo más, sino a lo menos», como alumbró un santo.
144
El individualismo solo le ha prestado su nombre a la separación irreparable que ha existido siempre, salvo en los coronados de éxtasis, entre la naturaleza de cada hombre y la de su especie.
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Sin la autocontención de los impulsos agresivos y posesivos no puede haber sentido común, sin sentido común no puede haber civilización y sin vida civilizada la exaltación de esos mismos impulsos nunca hubiera alcanzado el grado máximo que el progreso requiere.
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El ansia por conseguir más es la peor de las esclavitudes porque su ambición no se percibe como tal y su voracidad resulta insaciable como ninguna. La mayor riqueza radica en ser libre; libre, sobre todo, de tener que luchar contra el otro que uno es cuando corre a rebufo de sus deseos de grandeza entre la dedignada coroza de su infortunio y la redención intangible del prestigio.
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La socialdemocracia es una caricatura del marxismo como este lo ha sido del cristianismo, que a su vez lo fue del judaísmo con algunas pinceladas exóticas.
148
Con cada acto terrorista y el ulterior montaje oficial de los hechos siento corroborada mi tesis —ojalá desacertada— de que existe una agencia, compañía o franquicia de crueldad a la carta, Atentados S. A., que oferta la infamia de sus servicios al estamento gubernamental.
149
Aficionada a constreñir el poder de la individualidad al sufragio, la democracia se reconoce a sí misma como el mejor de los sistemas políticos cada vez que denigra las virtudes que se abstienen de secundarla.
150
Una vez descontado el grueso de desidiosos que contribuyen a ella, la abstención indica en neto la talla mental de una sociedad a la que se ha infligido un golpe de número.
151
Trastornados juguetes son aquellos que gimotean rabiosos cuando su amo les niega el antojo de jugar con ellos, y trastornado en igual proporción el demiurgo que martiriza a sus muñecos cuando estos dejan de satisfacer las expectativas de un soberano enloquecido.
152
Donde más han errado los racionalismos es en haber decidido que el humano es antes un dios en sí mismo que una criatura del abismo, y tan plagada de enervantes consecuencias ha estado la hipnosis generalizada bajo su férula que uno se siente tentado de contemplarla como la maniobra de una inteligencia superior para reconciliarnos, tras un frenético rodeo, con nuestro emplazamiento natural en los bajos fondos del universo.
153
Me lija el pensamiento atestiguar que Dios era en tiempos lo que ahora no es ni hombre. Los dioses también son criaturas lastimeras.
154
Todo lo que se argumente contra Dios parece poco y, sin embargo, ¿quién puede hacerlo sin reproducir los mismos estigmas que critica?
155
Todos tenemos ombligo, todo ombligo es cicatriz y toda cicatriz un garabato de la eternidad en la blandura donde uno queda rubricado con las «presentes sucesiones de difunto» que plasmó un genio.
156
Eterno parece el deseo de perdurar al que respira en la transitoriedad de su inconsistencia, a la cual le ha sido concedida que dure a lo sumo una vida como dispensa, no como castigo.
157
Por debajo de cómo se la represente o incluso de si no se la reconoce como tal, la parte diabólica de nuestra naturaleza tiene una constante que cada siglo ha elaborado a su suerte: la insaciabilidad.
158
Quiera Dios que Dios sea nuestra disolución final y no la solución final que muchos quisieran.
159
Si como una y otra vez, incansablemente atestigua la historia de su condición, el hombre es antes que nada un lobo para el hombre, temo que los restantes animales no se librarán de mantener con nosotros una relación polarizada entre la función ornamental que caracteriza a las mascotas y la maquinal de los seres considerados aptos para el avituallamiento.
160
Por errática que resulte la ética que pide reconocer los mismos derechos a las bestias que a las personas, no lo es menos el ideario que les impone el deber de servir a los humanos para acomodar el pensamiento al matadero. No es necesario cuestionar la humanidad de quienes desprecian la animalidad de sus personas cuando se ha dilucidado un estatuto elemental de respeto a la criatura por bárbaro que parezca a quien tiene por costumbre y buena lógica envilecerse con las adversidades que su estómago engulle.
161
Tan viciados estamos de remedos gramaticales que apenas tenemos tímpanos para los lamentos que parecen esforzarse en articular otras especies desde la elocuencia de sus gritos y gemidos.
162
Solo somos dueños de lo que no necesitamos y solo por los perjuicios que ahorramos con nuestras renuncias deberíamos sentirnos cabalmente recompensados.
163
A ninguna madre que haya traído hijos o los haya arrancado de su vientre podría yo incriminarlas por una decisión que les pertenece y, sin embargo, en nada cambiaría mi contención la dura realidad donde se hace patente que multiplicarse es, a nivel ontológico, el equivalente de una tiranía a nivel político.
164
La cantidad de usos atroces que se le puede dar a un cuerpo humano solo es superada por las atrocidades que ha representado en la historia nuestra especie. No condeno lo que somos ni lo celebro, me limito a tomar distancia con el fin de analizar la obra trémula que se me muestra entre el agujero de donde venimos y el agujero hacia el que vamos.
165
No se vayan todavía, lo mejor viene al final, cuando encallo donde callo...
166
Así en lo que hacen los seres vivos como en lo que con ellos hace el ambiente, seleccionar es la acción más importante y la menos meditada. Y aunque a toda decisión acompañe la sombra leal de la duda, el desierto es menor en el desistimiento que en la proliferación.
167
Pasan por benefactores de la humanidad los que fomentan en ella sus delirios de grandeza y por misántropos los que se limitan a desinflar la prepotencia de tales fantasías antes de que revienten.
168
El antiabortista quiere que la obligatoriedad de la vida que propugna sea reputada como amor al engendro para dar por enterrado el acto desalmado de haberlo concebido.
169
Una sociedad que pone a la imaginación en la picota de la inutilidad o la destierra a los arrabales de la obsolescencia, se condena a creer que las revelaciones son quimeras y las almas escombreras.
170
Se cree que España no ha muerto porque su cadáver todavía no ha desaparecido: así piensa el gusano que no ve más allá de la carroña. De qué modo podría explicar yo qué significa ser español no lo alcanzo a discernir por cuántas veces han demostrado mis paisanos que haber nacido en estos predios conlleva el acoso, la expulsión o el exterminio de todos los que siendo hijos de la misma patria no comparten su altanera idea de lo que este país es o debiera ser.
171
Puesto que las drogas son a la educación anímica y sensorial lo que los libros a la educación filosófica e intelectual, criminalizar su producción, posesión y consumo es el equivalente prohibicionista de la censura previa de escritos destinados a la imprenta, o de la requisa y quema de obras incluidas en el Index librorum prohibitorum durante los siglos en que la cultura fue asaltada por el celo papal «para custodiar la integridad de la fe y las costumbres, de acuerdo con el mandato divino».
172
Que la curia romana tiene perdido el gusto en cuanto a bellas artes se refiere lo evidencia en grado superlativo no solo el carromato blindado usado por el pontífice en sus desplazamientos oficiales, o las melopeas dominicales perpetradas en las parroquias en lugar de la excelsa música que antaño fue norma y no excepción de la liturgia, sino ante todo la ingratitud para recibir la epifanía ofrecida a pecho descubierto por el encanto inequívoco, digno de madonna renacentista, que posee Rita Maestre.
173
Ni la demofilia ha salvado a nadie del pueblo enfurecido, ni este, a pesar de haber echado a rodar algunas tiaras, se ha librado nunca de la demofobia de los poderosos.
174
Si lejos y apagado queda el temor de que la impavidez me hiciera débil ante las encerronas del vertedero social, hoy me encaro con el saco que ayer golpeaba hecho un terremoto y sonrío en reflexivo de que me cueste empuñar las ganas de un paréntesis de furor. De la violencia me ofende, tanto como el daño que causa, la imperturbabilidad que su irrupción podría chafar en mí.
175
No siento anotar cosa impropia al pensar que debo más aciertos al azar que fallos a las circunstancias.
176
Sin la inteligencia que hace posible la ironía, los prisioneros de las brutalidades de su tiempo no podrían respirar el aire infecto exhalado por las cloacas de la historia.
177
Roturar el pensamiento es torturarse con los hechos para que encajen en la supuesta claridad de ideas que se tiene sobre la innavegable negrura avistada en los fenómenos.
178
Aun pudiendo ser el trabajo agradable y gratificante, el hecho de que revista carácter imperativo lo vuelve alienante por sí mismo y, en mayor medida, cuando el acceso a un empleo, incluso al más precario, supone un tortuoso calvario para quienes lo necesitan. Lo excepcional es que el papel que prescrito al trabajador coincida con sus capacidades reales y, cuando esto sucede, lo normal es que sea a expensas de las mismas, como un expolio de la personalidad. Los confines y condiciones dentro de los que aún es posible trabajar no constituyen un incentivo para entonar odas a la productividad, sino otra razón para impugnar los fundamentos del mundo actual y reducir el enorme sacrificio personal que se le dedica a una clase de racionalidad que ha demostrado con creces funcionar de forma tan compatible con la naturaleza humana como devastadora con las personas que coloniza.
179
En referencia a las tragedias griegas, Aristóteles llamaba hamartia al acto que por error o inconsciencia de los protagonistas marca el inicio de su progresión hacia la catástrofe. Dentro de la trama, la circunstancia de ignorar los males desatados por la imprudencia de una acción no es para ellos un eximente de responsabilidad. Me atrevo a pensar, no tanto con ánimo de imprecación cuanto en justa ponderación filosófica, que para los humanos traer descendencia es la madre por antonomasia de las hamartias.
180
Los pequeños hacen a los grandes y los evidentes a los clarividentes.
181
Necesito una palabra para definir el ajedrezado emocional de un sentimiento de tristeza, libre de envidia y permeable a la admiración, que se experimenta ante la plenitud ajena, como puede suceder cuando uno lee un poema de inimitable esplendor o cuando contempla las hazañas de un actor venéreo enmarañado a placer en cuerpos fabulosos.
182
Pesadilla estructural para el escritor es la sintaxis con que ansía despertarle al verbo la intensidad de la experiencia. La idea es la energía del pensamiento; la lengua, solo una prótesis.
183
Ante un espejo no caben argumentaciones ni sortilegios; o se acepta lo que refleja, o se lo rompe. La buena escritura es ese espejo.
184
Si lo pensáramos bien, entenderíamos que mantener la salud de un organismo tan complejo como el humano es una locura. La salud solo es una tregua efímera entre largos combates y tiene mucho de docta ignorancia del trasfondo desvalido en que la vida transcurre, por eso no es mal médico el que entiende lo suficiente la naturaleza como para no contrariar en vano a ese insolente compañero de viaje que llega a ser el cuerpo.
185
Temible ha sido siempre al sentir pedestre la idea de acabamiento que la muerte inspira y, sobrepujados por este pavor ante el acecho inminente de lo desconocido, temperamentos de toda traza han buscado fortines metafísicos en las doctrinas que tenían al alcance de sus entendederas. Nadie nos ha preparado, en cambio, para soportar la instalación en una eternidad irreversible y, menos aún, nada nos permite conjugar de forma aceptable el eterno retorno de lo mismo.
186
El tiempo todo lo pudre, menos la idea que así lo urde.
187
Por arriesgado que sea extraer reglas generales mediante inducción, si existe un caso particular es porque la regla lo permite. Ni somos tan únicos ni estamos tan solos como creemos.
188
Todo lo que no responda a un canon, a un modo sublime de interpretación, se incorpora al deslenguado coro que produce la cacofonía de este mundo.
189
Moverse por ascensión, con eje pero sin riendas.
190
No me fío de alguien que necesita ponerle rostro a su voz, y menos que nadie del que a su rostro le pone otra voz, como hace el votante.
191
Puesto que el dolor todo lo impregna como una aserción concreta de una maldad abstracta y sólo el sufrimiento determina una constante en la organización de la materia que adquiere vida consciente, perder de vista el daño causado a todas las criaturas que lo padecen es permitir que su desmesura crezca por la retaguardia.
192
Que la renuncia a un lugar común en vez de aligerar el ánimo lo sobrecargue es señal de que no se extraña tanto la sociedad como la filosofía para acondicionar la ruptura con sus falacias.
193
¿Acaso mantener la moral del trabajo como ideal en un mundo superpoblado, megaproductivo e hipertecnificado no supone mantener en un oprobio constante el potencial humano para liberarse de la arbitrariedad? Si el trabajo fuera visto como el desempleo espiritual que nunca ha dejado de ser, la cultura que lo promueve sería identificada como una amenaza para la salud mental y no como un sistema indispensable para la existencia.
194
Aunque no solo de configuraciones anímicas vivan los experimentos con la soledad, no haría uno nada contra sí mismo si cultivara el gusto de viajar por el paisaje de sus estados sin afincarse en ninguno para no sufrir un colapso nervioso cuando le aplique el microscopio implacable de la conciencia.
195
Como en una suerte de tauromaquia depurada de carnicería, todo contribuye a dar un carácter estatuario a la muerte cuando uno decide no huir de su amenazadora proximidad.
196
Es cuando menos chocante comprobar en la experiencia del propio menoscabo que dar la ocasión por perdida conlleva un mayor acopio de voluntad que aprovecharla. El inmovilismo que expresan los abúlicos no delata por fuerza un carácter deficitario, sino por encima de cualquier otro rasgo la elevada densidad que reina en él. Al margen de cuál sea su motivación o su carencia, la negación decidida a contener la voluntad en lugar de diluirla en las corrientes de la acción no sería soportable sin un temple capaz de no reaccionar al imán de las recompensas vulgares.
197
No hay valores sin el valor de ponerlos en orden.
198
Vemos un alma anónima en nuestra circunstancia y no el anonimato circunstancial en nuestra alma.
199
Que toda proposición tenga la plenitud conmovedora de una visión, tal es la buena excusa de un pensamiento y no distinta la causa de mi obsesión.
200
Hay beldades cuya presencia aturde porque uno arde sin tocarlas con un fuego que perdurará en la tristura por no haberse arrojado a ellas.
201
¿Y si amar no fuera, en definitiva, más que una necesidad sofisticada de meter la pata con la pata de otro? Amamos porque la sonrisa del ser amado resarce nuestras lágrimas o porque su infortunio confiere la consistencia de un sentido a nuestro pasar por el pesar.
202
Las conductas neuróticas no tardan en enviscarse cuando el nivel de desapego mental no es directamente proporcional a la intensidad de la presión ejercida por el ambiente sobre el individuo.
203
Al trabajo constatado incluso en estos años de comodidades como una forma sistémica de violencia contra la viveza del espíritu, la salud del cuerpo y la habitabilidad del propio tiempo, el ocio actual lo agrava con su sometimiento a deportes extenuantes, narcisismos instrumentales, viajes aturdidores, encapsulamientos cibernéticos y otros rentables ajetreos.
204
No busques por sistema intenciones aviesas en la generosidad, pues no son escasas en absoluto las personas que necesitan dar más de lo que pueden para situarse en mejor estima de sí mismas, pero recuerda, por si acaso, que Troya solo pudo ser tomada gracias a un regalo.
205
Las percepciones místicas brillan sobre las evidencias provisionales del conocimiento científico con la vigencia incorruptible de las operaciones simbólicas del alma.
206
Si bien por vislumbres metafísicos me siento panteísta, el dios bíblico fue mi primera ilusión reventada y desde alora colea en mí como una rata rabiosa que se resiste a morir.
207
La complejidad de las variables ínsitas en cada momento histórico admite, no obstante, dar por válida la predicción de que la humanidad sucumbirá sin dejar rastro y esa debe ser la base de todo relato didáctico.
208
De una característica cultural de orden menor, de un rasgo extravagante de la idiosincrasia personal de un líder influyente o del atajo mostrado por una serendipia, pueden surgir tendencias que determinen el curso histórico de una sociedad, aun cuando existan otros factores cruciales en su ascenso y declive, como son las condiciones medioambientales o la calidad de las instituciones. Teniendo en cuenta aquellos motivos, en apariencia insignificantes, se comprende mejor que un alucinado en la región de Galilea partiera en dos la civilización occidental, o que detrás de la conquista del continente americano estuviera la Corona de Castilla, la quinta en la lista de solicitudes de Colón.
209
Habitan también este siglo, como los hubo en todos, corazones de palo envueltos en brocados de oro y corazones de oro que solo a palos son recibidos. Sic transit gloria mundi, «así pasa la gloria del mundo».
210
Adivino en cada línea un cadáver y en cada texto un camposanto. Y si la glosa no sale, a otra losa mariposa.
Haberse dado al desengaño de la vida y seguir en ella exige una actitud semejante a la del guerrero que acude a la batalla sabiéndola perdida de antemano.
Por más templanza que la paliza del desgaste diario contribuya a fortalecer y por mucho que aprenda el ánimo a encarecer lo valioso de las experiencias sobre lo nocivo, evaluando por separado en la balanza del alma los provechos y las congojas de esta vida no se hallará motivo de dicha tan completo ni duradero que pueda compensar las fatigas que todos hemos de arrostrar hasta el fin.
211
Haberse dado al desengaño de la vida y seguir en ella exige una actitud semejante a la del guerrero que acude a la batalla sabiéndola perdida de antemano.
212
Por más templanza que la paliza del desgaste diario contribuya a fortalecer y por mucho que aprenda el ánimo a encarecer lo valioso de las experiencias sobre lo nocivo, evaluando por separado en la balanza del alma los provechos y las congojas de esta vida no se hallará motivo de dicha tan completo ni duradero que pueda compensar las fatigas que todos hemos de arrostrar hasta el fin.
213
Sólo cuando hayas dejado atrás tus creencias, tus posesiones y tus mimados sentimientos podrás considerarte más cerca de reconocer al universo revolviéndose dentro de ti que sujeto a los anclajes de la incuria; sólo entonces, habiendo hecho contigo un fruto funerario de la insoportable gravedad del ser, abrirás a lo más propio tu condición encriptada en lo ajeno.
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Quien conoce el alarido que recorre la evolución y no desdeña su destino inervado en el sufrimiento con el resto de las criaturas, ¿merced a qué artificio podría eludir estremecerse por el desquiciado linaje que los humanos, con sus puérperas a la vanguardia, quieren proseguir hacia estadios avanzados de condenación?
215
Y se hizo la luz, ese intermitente bostezo de la oscuridad. Abortos de abortos somos y en el parto nos encontraremos.
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