14.2.14

ESPOLETAS

El pueblo otorga el mando a los políticos a fin de poder:
— Obtener la seguridad sin tener que organizarse.
— Obtener acción sin tener que pensar o reflexionar.
— Robar, herir y matar a otros sin tener que contemplar el daño o la muerte.
— Evitar asumir la responsabilidad por sus propias intenciones.
Manual introductorio en programación, más conocido en su divulgación internáutica como Armas silenciosas para guerras tranquilas. El documento está fechado en mayo de 1979 y fue encontrado, supuestamente, dentro de una fotocopiadora adquirida en 1986 en una subasta de material procedente de la marina norteamericana.

Mi alma descansa en un lugar donde todas las pasiones desean echar raíces y ninguna lo consigue.

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Irónicamente, las cosas más grandes que puede proporcionar el mundo son perseguidas con más ahínco por los corazones más pequeños que pululan en él.

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Sabiendo que cada momento se halla exponencialmente prisionero de su infinitud, intentemos darle la extremaunción que merece.

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La humanidad suele decepcionarme para bien, pues una vez perdida la fe en su capacidad para hacer del trato social un sensato entendimiento y fluido intercambio de intereses, cualquier acto de amabilidad sobresale como un regalo inesperado.

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Las evidencias engañan con la misma precisión que las mentiras delatan a su autor.

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Por firme y estable que sea uno en la entraña de sus valores, no ataca menos la necesidad de saber ocultarse frente a aquellos de quienes gusta ser querido mientras abandona al viento los vaivenes y altibajos que ni ante sí mismo puede excusar.

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Estrenada esa etapa del propio descalabro en la que empiezan a vislumbrarse adecuadamente las virtudes de la sustracción sobre los vicios de la multiplicación y la moral, desprovista de supercherías, sólo puede mostrarse tal cual es, como una comparecencia estética de los achaques clandestinos y las más mezquinas manías, uno quisiera atravesar el último tramo de su vida libre al fin de las tiranías del cuerpo o entregado en exclusiva a los goces del mismo que lo arruinan, pero desatan.


Antes que imaginar el deseable final del juicio que la historia humana representa para sus actores desde un punto de vista teológico, los cristianos, dando muy ostensible ejemplo de resentimiento, prefirieron fantasear con la resurrección de los muertos tras el Juicio Final que vengará a los últimos de la Tierra situándolos primeros en el Cielo, además de enviar a los condenados al Infierno donde sufrirán eternas e indescriptibles penitencias. La ilustración procede la Biblia ilustrada (KB 76 F 5) conservada en la Koninklijke Bibliotheek de La Haya.

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