La masa habla de lo trivial, los organizadores de la forma de conseguir que siga siendo masa.
Bernardino CABEZAS
Paradigma de las ciencias sociales
Las ideologías más peligrosas son aquellas que logran combinar la ambición de poder con una retórica amorosa de tintes filantrópicos, humanistas o redentores cuyas manchas difícilmente se borran del incauto que las recibe buscando la unción de la justicia. Amor y poder, que en puridad son mutuamente excluyentes, se abrazan hasta confundirse en el discurso cautivador de los más brillantes teóricos revolucionarios. Maniobras repelentes que facilitan razones por las que nunca he sufrido la tentación de ser comunista ni respeté a quienes como tales se atribuían cierto empacho de superioridad moral respecto a otras posturas menos absolutistas; siempre tuve olfato fino para detectar entre sus mejores pensadores y militantes el tufo recóndito de la traición. Ahora, los enemigos son otros: no hablan de amor al hombre ni de emancipación de los oprimidos, sino de sostenibilidad, equilibrio y eficiencia, que viene a ser el santo y seña trinitario de una especie de amor devaluado para encubrir al común su deseo hiperinflado de dominio en consonancia con el estilo especulativo de la nueva falsedad mundial que ellos llaman, insultantemente, orden.
Ilustración tomada del libro The Rocket Book de Peter Newell o, también, alegoría de mí mismo esta mañana.
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