Pedro Morales (Laixus), La madre |
Pío BAROJA
El árbol de la ciencia
Tanto si un procreador decide fundar un hogar para engrandecer la vida de su prole con bienes y oportunidades que la suya nunca tuvo, como si cree obrar haciendo lo debido al abonar con un nuevo ser la elevada estima que, a saber por qué, tiene de la existencia, ni su amor entregado con esmero a la progenie ni todos los esfuerzos (a menudo contraproducentes) por hacerla feliz proporcionan, junto con los motivos que él cree justos para engendrar, razones que justifiquen la reproducción: aun en los casos más halagüeños, la humana decadencia no garantiza que su descendencia se resuelva lo bastante cretina como para celebrar que la imposición de venir al mundo sea un acontecimiento merecedor de gratitud, reverencia y devoción.
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