El progresismo, arrasando los fundamentos culturales y metafísicos de la tradición, ha dinamitado un mundo reduciéndolo a cenizas y pretende ahora fabricar otro a golpe de ciencia y tecnología, de productividad y principios democráticos, ignorando que un mundo no se inventa, pues no es un cacharro sino un ser vivo.
Agustín LÓPEZ TOBAJAS
Manifiesto contra el progreso
1. Primero perdió el respeto por la obra hecha a conciencia; después, por el animal de míticos claroscuros al que puso en la doble trampa de trabajar como engranaje y consumir sin descanso por toda razón de su valía. En su carrera por inflar el reino de las rentas absolutas, ha faltado también a la naturaleza, de la que insiste en ignorar lo relevante, excepto el modo de saquearla para obtener mayores rendimientos en menores cuotas de tiempo. Estas son las tres grandes negaciones del capitalismo, que empezó siendo un sistema abierto de producción de bienes y servicios —y así debió quedarse— para acabar fabricando un modo de vida cerrado donde el valor del intercambio tiende a ocuparlo todo y todo lo que no es ocupado por él tiende a carecer de valor.
2. Cuando los depredadores económicos se acomodan a su triunfo, entran en estado parasitario. Para una sociedad orquestada por el parasitismo económico, el ser humano funciona mejor como accesorio auxiliar de la máquina, la máquina como sistema de racionalización integral de la realidad y la realidad como simulación de una feria global en la guerra incesante impuesta por los mercados, que acabarán devorándose a sí mismos o sintetizándose en una sola compañía investida de poderes supremos.
3. Porque nadie crece conformándose sin propagar el conformismo, las líneas más calientes de esta guerra se localizan en las preferencias del ser individual, cuya personalidad es minada desde dentro para enfeudar sus facultades. Los ataques son diseñados según la información recabada de innumerables fuentes acerca de los sujetos, que componen un territorio trashumante de conquista donde la ingravidez de los estratos psicológicos debe fijarse de inmediato como materia convertible en combustible financiero.
En la mente humana coexisten cinco esferas primordiales: la instintiva, la emocional, la intelectual, la imaginaria y, por último, la espiritual, quintaesencia de las anteriores, pero las cinco están contaminadas en nuestra civilización por igual número de pandemias: economicismo (culto prioritario al lucro), humanismo (creencia en la fusión moral de todos los seres humanos), tecnologismo o tecnocentrismo (fascinación por someterse a los ritmos y procesos de las prestaciones tecnológicas), progresismo (dogma que identifica prosperidad con innovación y bienestar con crecimiento) y universalismo (superstición que de los axiomas anteriores extrae una idea del mundo restrictiva que considera cimera en la evolución histórica, la más acabada y única digna de ostentar la supremacía cultural).
Lucifer en el folio 48r del Codex Altonensis, siglo XIV.
Lucifer en el folio 48r del Codex Altonensis, siglo XIV.
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