29.12.14

UNA MIRADA A LA MORGUE

A Pablo Martínez, católico y disidente

El Cielo le dijo al Infierno:  Tú eres mi prójimo. Y el Infierno le contestó: pues aléjate un poco de mí para que te vea: y para que te crea.
José BERGAMÍN
Aforismos de la cabeza parlante

Recurriendo a la abnegación, el fanático chechucristiano creía hacerse valedor de una presencia inmarcesible en la eternidad reservada a los elegidos: de esta enardecida guisa se reclutaban militancias y seguridades en épocas expuestas al encarnizamiento de otras descomposiciones, marcadas por el choque a víscera partida de campañas neurotransgresoras, que demandaban a Oriente y Occidente una intransigencia permanente y bidireccional, porfiada a la ofensiva no menos que a la defensiva. Como quiera que el moderno feligrés se ha relajado a merced de la cómoda absolución de la liturgia dominical que cura el pecado del mundo y procura sin sobresaltos el vaciado de la caché de sus faltas, ¿dónde hay hoy hombres de fe, Señor mío, si hasta tus clérigos hacen de su oficio tu mayor desprestigio? En nombre de la autopsia que el victimario merece, de buen grado me convertiría en el azote quirúrgico de esta caterva de monolibristas si no tuviera por cierto que sus ganaderos anhelan la aparición de enemigos vigorosos que los reactiven. Sin que el hecho urda sombra a las fáculas de la duda, desde el anticlericalismo —religioso, naturalmente— en el que durante los inviernos de mi exilio interior he entrenado mi fibra camorrista he de admitir, al fin, las señales que revelan en la inopia de la complacencia moral autoinducida la causa que barrerá a los crédulos, que a la sazón de esta diatriba identifico con aquellos que, frente al terrorismo ontológico de la existencia, se acogen con mansedumbre a los apaños bendecidos por el charcutero de almas en la casquería del acá. Para finiquitar el testarudo poder de la tiara sobre las conciencias, basta dejar a sus adeptos transitar hacia la morgue que ellos mismos han abierto a los peregrinos de la confusión. Se pudrirán como surgieron, entre las larvas que con godeo necrófilo han diseminado por doquier desde la fundación de sus agencias publicitarias en las catacumbas. Oremos:


Ni más ni menos que el Finis Gloriae Mundi de Valdés Leal.

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