26.5.14

SIN ADEMÁN DE ADEMAR

A medida que la humanidad envejece asesina menos y se suicida más.
Max AUB
Crímenes ejemplares

Salvedad hecha de las honrosas excepciones en vías de extinción, allá donde tropieza mi curiosidad las relaciones humanas parecen involucionar hacia formas no más primitivas, lo cual sería un alivio, sino más toscas bajo una costra emponzoñada de sofisticación, y en el caso de los nuevos mártires, réprobos y esclavistas, el nivel se halla tan bajo que es necesario buscarlo en el subsuelo...

Aunque exageradas con posterioridad en beneficio del poder clerical, como ya advirtiera Gibbon en su obra magistral para incomodidad de muchos de sus coetáneos, las persecuciones a los cristianos durante los primeros siglos de nuestra era dio en ocasiones con sus chichas en los paladinos paladares de los leones, un final no exento de esa grandeza trágica que, en la actualidad, queda fuera del alcance de las masas de obreros y desharrapados empujados a las fauces del mercado laboral sin ninguna epopeya que iluminar a los sucesores, ni un Calvario que legar en monumento de suplicio a la memoria; para hallar algún rastro comparable en vigores de aberración, habría que sumergirse en los meandros de la marginación y del hampa, donde todavía se dan casos y condiciones para la irrupción de personajes dignos de inspirar romances más allá de las convenciones sociales.

Los antiguos idólatras, incubados en las catacumbas e incubadores, a su vez, de futuras y terribles purgas seculares, disfrutaron de mejor fortuna que los prostituidos en el presente a la gloria de una deidad que ha degenerado del contante y sonante a lo meramente fantasmal o fiduciario: con la sangre publicitada en circos, ergástulas y mazmorras, amasaron el triunfo histórico de su secta, cuyo nombre evoco con bascas, mientras que el mayor éxito de los acogotados por el imperante estado de precariedad se ciñe a pisarle el cuello al menda que precipita, en paralelo, una suerte pareja.

Ni perseguidos ni perseguidores, peleles ambos de la más plebeya avidez, saben dotarse hoy de virtudes propias, sobre todo cuando se empeñan en parodiar los valores de quienes los precedieron, con otro temple, en épocas remotas.

The world going down the drain del artista callejero Pejac. Rescatada de lo incidental, parte de su obra puede visitarse en Street Art Utopia.

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