La vida es una tragedia para los que sienten, y una comedia para los que piensan.
Jean de LA BRUYÈRE
Los caracteres o las costumbres de este siglo
Traslado a continuación con algunos retoques el comentario que despeñé en una entrada reciente de la bitácora de Ángel Romera, hombre de personalidad compleja y suculenta erudición de quien tuve el lujo de recibir clases de literatura hace dos décadas. Un lujo capitaneado como sagaz llamamiento a la heterodoxia que contribuyó a transmutar mi negligente desprecio juvenil por las responsabilidades académicas en reflexivo interés por el conocimiento...
Mi suicidio es una vocación frustrada que muy conveniente o inconvenientemente se actualiza por sí sola; delirio o congruente cordura, bien no lo sé, que puede darme una nota de polémica extravagancia sin dejar de estar arraigada en una amarga condición cuya fuerza motriz y avería es el dilema, con el que me avejento en prisionero concubinato: aunque no lo tengo por aderezo, tampoco me avergüenza mi precoz inclinación a meterme en ese indescriptible agujero negro... En efecto, llevo desde los catorce años dándome plazos, y si los he acabado incumpliendo ha sido, más que nada, por la capacidad de intuir en el momento crucial la forma de contrarrestar la trascendencia de mis penas dándole la vuelta a lo que parecía un atolladero. Cuando se está decidido a perderlo todo de una vez, la proximidad de la tragedia puede inspirar un milagroso efecto contrario y servir como lenitivo para aliviar la carga de males hasta poder desdeñarlos por completo, empezando por la propia necesidad de morir con urgencia. Muy sabiamente dijo Cioran –quien murió de viejo– que «no necesitamos matarnos. Necesitamos saber que podemos matarnos». Qué duda cabe de que el dolor de dañar a otros con nuestra brusca deserción se interpone siempre, pero no lo considero un factor clave para impedir la determinación destructiva: cuando todo te sobra, nada ni nadie te importa. Frente al abismo, cuenta más la naturalidad de tutearse con la muerte, ese estoico hábito de cultivar la serenidad de vivir sin ansia para morir sin prisa. Llegados a este punto, considero precioso hacer la precisa distinción entre el suicidio a la desesperada, del que ningún humano es virtualmente ajeno, y el suicidio tempestivo, que como acto de audaz y meditada soberanía inviste de hermosura a quien lo realiza... He ahí también una de las causas principales del tabú que la sociedad impone a la conducta autolítica: quien se atreve a disponer de su muerte puede hacer lo que quiera con su vida.
Recomiendo a todo bibliófilo aficionado a los subterráneos de la cultura que consiga el número 3 de la revista Vacaciones en Polonia, dedicado íntegramente a la exploración de los escritores que, como el inconsolable Jean Améry, osaron levantar la mano contra sí mismos.
Ahora que lo releo, creo que debería haber redondeado la frase final tal como sigue:
ResponderEliminar"Quien se atreve a disponer de su muerte puede hacer lo que quiera con su vida, como matar a otros con nulo remordimiento o dejarse matar sin oponer resistencia"
Hubiera sido estimulante proseguir el estudio del tabú tomando como punto de partida la idea de que el suicida es el perfecto asesino en contraposición al matador en serie, que proyecta de forma repetitiva sobre sus víctimas su insatisfactoria cobardía para suprimirse. Recomiendo a los interesados en la psicología homicida la consulta de La mente asesina de David Abrahamsen, editado por FCE, y disponible gratuitamente aquí.
Me hice con ese suculento número de Vacaciones en Polonia hace algún tiempo, descubriendo tan extraña publicación por azar. Siempre me he preguntado cómo conseguir los dos primeros números y los que seguirían al 3. ¿Alguna sugerencia?
ResponderEliminarSospecho que la distribución caprichosa e irregular de esta revista es un aspecto que sus editores fomentan para incrementar su pedigrí entre las publicaciones alternativas. Ni por activa ni por pasiva me fue posible conseguir los dos primeros números, pero sí los dos siguientes (Literatura y dinamita, y Utopías literarias), que salieron de la imprenta en tirada simultánea hace varias semanas. La petición me la gestionó una amiga del gremio y supongo que cualquier librero con los debidos contactos puede hacerlo sin grandes inconvenientes. Si a pesar de todo tuvieras problemas para adquirirlas, no tendría reparo alguno en escanear mis ejemplares y enviártelos en pdf.
ResponderEliminarUn saludo.
Vaya, muchas gracias por la información y por el ofrecimiento. Seguiré la pista. La verdad es que me intriga la trayectoria de ese delirio periódico o aperiódico.
ResponderEliminarSaludos