17.4.09

POR UNA MIRADA


Seguramente estaré pálido, caminaré haciendo eses; pero, ¿qué significan las piernas en todo esto? ¡La bestia que hay bajo el hombre!
Pierre François LACENAIRE
Memorias de un asesino


Busco la Mirada que me devuelva al instante la ilusión concreta de acelerar a fondo el mantra de un entusiasmo absoluto; busco unos fanales inabordables que me traigan la combustión de los míos multiplicados hasta la extenuación de un orgasmo que desencadene tormentas atómicas y sirva de culminación a un calvario donde se agoten las aventuras del éxtasis, el caso es morir matando y merecer un sacrificio feroz en el altar de los hombres innombrables, tal vez los únicos proscritos de la historia por haberle arrancado las costras a la razón para dejar refulgir en su lugar las huellas indelebles con que trazaron emblemas prohibidos sobre las olas de los pueblos. He creído ver ese túnel ocular maravilloso muy cerca de mí e incluso me ha parecido rondar su clave de acceso mediante el conjuro de un singular disparate que me ha situado todo lo cerca que se puede estar de un amor omnidireccional sin que aún haya logrado desprenderme del regusto amargo de la invención, como enamorarse de un muerto por las palabras que escribió o de un nonato por las acciones que le imaginamos en un futuro incierto. En el ciclo de mis transformaciones no ha habido delirios que sufrir, pero sí lo que queda después de la trituración de los pilares elementales.

Veo el mundo a través de esa Mirada y en él me reveo atrapado en una patética superposición de sueños hechos andrajos de andrajos que fueron hechos de realidad. Una sima se abre a cada paso y cada paso cierra un círculo potencial dentro del cual se siente el aleteo de otros firmamentos que recuerdan por su vehemencia a una mosca atrapada en un puño. No poder pensar más y poder, de puro frenesí, succionar el conglomerado inmediato al vacío perfecto. Ruinas orgullosas de haber perecido ajenas a la deuda con la eternidad, despojos que anuncian cimas nunca antes exploradas, tronos que exigen imperios a la espera de narradores que sepan describirlos. ¿Se puede alcanzar el acto a fuerza de querer o es queriendo como por fuerza nos vamos alejando del acto? Las pasiones abstractas, al igual que las Parcas, jamás defraudan, pues las abona la misma locura que mueve a los astros en su devenir y dicta a los genes su combinación ganadora...

A veces he rozado la certeza de que podía atravesar la pantalla y filtrarme en una orgía de megabytes por los intersticios del ciberespacio persiguiendo una imagen agraciada con el reflejo de esa Mirada. Acto seguido, ceguera: ¿existen acaso pupilas capaces de resistir ese colosal rosario de iluminaciones?

La fotografía la obtuve del tablón Pixdaus mientras intentaba distraer mis retinas de alguien que a punto estuvo de fulminarme con sus ojos matadores.

3 comentarios:

  1. Me gusta tu prosa, qué más te puedo decir. Que poca gente puede escribir con tanta elegancia usando poquísimas comas como tú lo haces.Enhorabuena no cerraste el blog. Cuando puedas, por favor, pásame links a los otros blogs, los he extraviado.
    Un abrazo

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  2. Las más bellas palabras están escritas con ilusión o desde la desilusión, como son estas escritas por ti.
    O tal vez me parezcan hermosas porque tal vez algo sienta mio en ellas.
    Pero sin lugar a dudas, un gratificante y placentero "esfuerzo" el de leerte.

    Besos, sonrisas y abrazos al autor.

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  3. Lola, por fin nos dejas un rastro, y no me refiero al vestido de sangre que se ciñe al intocable icono de tus curvas. Sin embargo, pronto nos daremos de bruces con el celo que protege las puertas del misterio: ¿un desliz deliberado, como el zapato de Cenicienta? Ummm...

    Por tópico que pueda parecer tras la vorágine deconstructiva exigida por la cultura posmoderna y algunos intelectos marchitos, hay constantes que difícilmente mutan, pues su papel como artefactos humanos consiste en provocar transmutaciones. La expresión certera del hallazgo inspirado crece (al igual que toda "buena" flor del mal) en las desembocaduras de la desesperación y, a merced de ese binomio indestructible de ilusión y desesperanza, que también es una constante, se destila no sé si la belleza (una magnífica mentira en la que se refugian no pocos renegados a los que me sumo con gusto), pero quisiera creer que al menos la invención y tonalidad de la idea de belleza, por terrible que resulte aceptar que de la rosa solo nos quedará el nombre cuando hayamos apurado los vestigios de su aroma.

    Abracadabra, esto es, abrazos.

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