8.5.12

EL SENTIDO AMPUTADO DE LA PATRIA

Cuando la clase dirigente quiere que el pueblo haga algo que el pueblo no quiere hacer, apela a su patriotismo.
Eric AMBLER
Viaje al miedo

No tengo bandera, ni siquiera me cautivan las vibraciones díscolas del estandarte de pigmento carbonizado que sirve de antorcha a la utopía, ni arropo imperativo mi temor con el albo pendón de la presunta pulcritud de intenciones. Descartados ambos tonos, no indiferencia, sino grima, la que me producen los trapos teñidos de rojo stalinista, antaño prohibitiva púrpura nobiliaria, o de un engañoso verde ambiental: son colores políticos de tránsito hacia absolutismos que con la estimulante excusa de que todo cambie a mejor o el anestesiante pretexto de que nada lo haga a peor, terminan por estropear hasta el uso de las palabras. Acaso, tal como proclamaba la jaranera canción, «las banderas de mi casa son la ropa tendida»; también, por qué no, las bragas esponjadas en la voluptuosidad de las mujeres con quienes retocé... No me acojo a ninguna, pero mis impuestos y otros diezmos menos tolerables costean, mediante hemorragias directas e indirectas, la rojigualda que ondean a modo de lustroso e intocable billete mis acérrimos adversarios Banca, Iglesia y Ejército, bestias negras a las que se reverencia con la superstición de las mayúsculas delatoras de un sarcoma en sus funciones inversamente proporcional al respeto que inspiran a los hombres justos, Fanatísima Trinidad de lo atado y bien estrangulado, agravada en sus versiones retalistas de estilo vascuence y charnego, que fija por enmienda enmierdar el país que a duras penas siento estremecerse con el silencio ensordecedor de un miembro fantasma. 

En este recusable hogar de España, que podría ser cabeza y puño del continente, hay casi una gotera por cada uno de los cincuenta millones de enculados que la habitamos; una morada donde, dicho en la más lustrosa plata coloquial, para que unos pocos lo pasen de puta madre, otros, la verdadera mayoría, debemos pasarlas putas. Aquí, en vez de proporcionarse bienestar a los ciudadanos en honesta correspondencia a su calidad de contribuyentes, se los convierte en inquilinos malquistos cuando no en intrusos calificados preventivamente de enemigos, aunque súbditos en todo caso de élites extrañas y minorías codiciosas que logran perpetuarse desvalijando a la sociedad desde dentro del sistema para asegurar después sus expolios en paraísos fiscales. Herederos mimados del régimen que precedió a la cosmética parlamentaria, esa marca de patriotas de rosa punzante en mano y necrófago plumífero en vuelo, flor y rata que se alterna en las pocilgas del mando —¿será porque más vale banco rescatado que cinco millones holgando?—, debe su prosperidad como casta al chalaneo con riquezas públicas, o por resumirlo con una elocuente composición gramatical, son unos vendepatrias. Me pregunto si el difunto general superlativo aprobará desde el infierno los ataques terroristas contra la población cometidos por redes financieras, no por anticívicas menos antiestatales, cuyo extenso inventario de malabarismos lucrativos con vistas a salvar lo injustificable bastaría para irritar a un impasible olivo milenario y hacerle desear el desarraigo del terruño. Más que España esto es Expaña con equis de expropiación, protestó con acierto el locutor carnicero hace unos días; un reducto de pringados, futbofrénicos y tabernícolas en el que además de haberse perdido el respeto a la soberanía popular, que debería ser la prolongación coordinada de la individual, se extirpan semana sí, semana también, las condiciones para construir un futuro independiente al margen de las doctrinas económicas impuestas por las superpotencias. Por eso, antes que español —gentilicio que ha sido despojado de su fuerza y empieza a carecer de sentido para los mismos que así se reconocen—, y advertido de que «somos un pueblo experimentado y escarmentado que, por falta de memoria, aprovecha poco y mal sus escarmientos y su experiencia», como hizo sentir Ganivet, me gustaría considerarme partícipe de la nación hispanosoñante que gestó la mórula del mestizo cósmico, pues el significado de la patria, lejos del toque de queda anunciado al son de tijeretazos, radica en la lengua materna y se muscula en virtud de otras razones, como las que podrían unirnos en un frente múltiple insurrecto —en efecto, otro F.M.I.—, en una disidencia sin fronteras, a todos los usuarios del idioma cervantino que nos sentimos comúnmente humillados por los intereses anglosajones tanto en América como en Europa.

Si el aprisco se pone insoportable de feo, siempre se puede implorar sosiego a los tres reyes magos que he retratado en una de sus confidenciales residencias campestres. Al menos un pueblo con opio no tiene necesidad de recurrir a sucedáneos más peligrosos, como el catolicismo.

22 comentarios:

  1. Anónimo8/5/12 10:53

    Hola Autógeno, has estado muy fino en el análisis político-social, creo que este sentimiento está bastante extendido y habrá que aguantar con estoicismo como dice el reconocido escritor, alternando la desesperanza con el ánimo de que las cositas cambien por arte de magia sin culpar a los que,con no poco miedo, pensaron que el arte de hacer política podría ser suficiente, pues esta nunca ha sido por y para el pueblo sino para rendir pleitesía a las minorías.

    Cera

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  2. Anónimo8/5/12 13:10

    Con tanto tijeretazo ya no me queda tela que cortar, suerte con los malabares de la nómina si eres de los privilegiados que todavía la conservan.
    Ah! y permíteme que utilice el descalificativo de chulillo o sobrao por el apunte de las bragas, no ha sido muy acertado pues no se me ocurre mejor bandera, sobre todo las de mi madre y añado a mi vocabulario: Expaña, futbofrénicos y tabernícolas, que me ha gustao.

    Cera

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  3. Hola Cera, aprovecho la ocasión para disculparme por no haberte dado la justa bienvenida cuando hiciste tu primer comentario en el mes de marzo.

    A las inquietudes y cabreos compartidos por la quiebra generalizada a la que nos han conducido los banksters —banqueros gánsters— en connivencia con los políticos e impulsados por la fiebre del ladrillo que se apoderó de no pocos compatriotas, habría que añadir el gusto por el sarcasmo. Y así, abanderada por las honradas bragas de tu madre —que imagino auxiliadoras cual tienda de campaña a la intemperie—, no has vacilado en pasar por el tajo de tu cuchillo a este supuesto chulillo.

    ;-)

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  4. Anónimo9/5/12 18:02

    Si señor, un buen análisis. Te felicito. Con lo de Expaña te has salido.

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  5. Es un bonito grito desgarrado el tuyo, Autógeno. Lástima que en la tríada que tanta repugnancia te causa no incluyas al verdadero causante de nuestros males económicos: el Estado. Todos nuestros barros provienen de haber construido el sistema sobre el crédito, y el no exigir a los bancos el fin del dinero fiduciario y de la reserva fraccionaria, en lugar de retozar con los altos ejecutivos en un intercambio depravado de fluidos crediticios. Lo que le tocaba hacer ahora al Estado es dejar caer a las empresas inoperantes, por doloroso que fuera. Sólo así el mercado se reequilibrará de una manera estable. Como pensaba Pisarev: dejemos que la destrucción actúe, la prosperidad emergerá de lo que sobreviva.

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  6. ¡Cuánto tiempo, amigo!

    Agradezco tu guiño a mi lamento, que expreso en calidad de damnificado y no de experto, dicho sea sin modestia alguna, pues más nos valdría prestar atención a los excluidos de los circuitos del lucro que rendir tributo intelectual a los que nos recetan desde su unción académica todo tipo de milagros monetarios. A grandes rasgos comparto tu diagnóstico crítico de la ruina ocasionada por la economía postiza basada en el festín neofeudal del crédito, aunque difiero en mi manera de juzgar el papel que representa el Estado en este entramado de extorsiones. No lo veo en el origen de los males, sino en la parte más polémica del proceso debido a su visibilidad, como una especie de árbitro comprado o de notario al servicio de la mafia que concede pasiva y regularmente simulacros de legitimidad a sus operaciones.

    Un acierto tu alusión a Pisarev.

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  7. Estos días he estado pensando mucho en esto de más o menos mercado, más o menos gobierno. He llegado a la conclusión, con Mises o Hayek, que si el mercado falla es por andar maniatado y pervertido por la política. Con unas reglas claras y liberales, la empresa infecunda caería en sus primeros estadios de desarrollo y no se producirían grandes hornadas de desempleo ni de inflación. Incluyendo en la Constitución la prohibición de rescatar a los bancos y decretando el fin de la reserva fraccionaria, ya se ocuparían ellos de cuidar la viabilidad empresarial de los préstamos que hacen. Y los currantes de a pie abandonarían siquiera la esperanza de financiarse coches de millonarios o hipotecas imposibles.

    Dices que el Estado es el árbitro y está por ello más expuesto. Cierto. Pero cuando falla el árbitro, ¿quién está seguro? A mi modo de ver, el Estado es despreciable y causa mayúscula de sufrimiento aunque sólo fuera porque a base de subsidios, subvenciones y plazas de funcionarios nos ha infantilizado a todos con los ojos puestos en la demagogia y en los votos fáciles. Ahora sufrimos como el niño que ha sido destetado casi en la adolescencia y carece en sus miembros de la fuerza esperable para su edad. Ahora mamá Merkel nos está dando los azotes que merecemos. Fuimos un país rico porque, en lugar de levantar trabajosamente una industria estable, preferimos crecer a base de bienes virtuales y robados al futuro. Pero es que además el clientelismo, la devaluación ad hoc (ahora imposible por el euro), los fomentos inadecuados de la demanda y las trabas a los emprendedores suponen el lastre perfectamente concordante con la imagen que dan de pequeños y gruesos caciques ineptos. Desde luego es mil veces preferible un gobierno no democrático con un par de nociones de economía, pudiendo eludir el populismo y pensar a largo plazo. La democracia está condenada a alimentar una sucesión interminable de burbujas, porque es lo que el pueblo demanda: dinero fácil y empleo para este año. No hemos aprendido nada y dentro de una o dos décadas nos tocará sobrenadar de nuevo el abismo, si es que no caemos definitivamente en él, como le sucede ahora a Grecia, cuna de nuestra civilización y de la obscenidad económica.

    Perdón la chapa.

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  8. Sólo una cosa más: no digo que el capitalismo a ultranza sea la solución a nuestros males; sólo lo es a los problemas económicos. Pero, paradójicamente, como de hecho considero que hay actualmente deficiencias muchos más profundas que las económicas, soy contrario al capitalismo... aunque no tanto como al socialismo. Personalmente votaría por una teocracia involucionista y pura.

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  9. Me consta que hablas con un amplio conocimiento (en tus palabras percibo ecos de Platón, Eliade, Dumézil, Guénon y otros «tradicionalistas» en curiosa combinación con los liberales minarquistas que mencionas), pero creo que no me gustaría vivir en el modelo teocrático de sociedad que sugieres; de hecho, puedo adivinar que con mi vocación de distanciamiento escéptico estaría destinado a convertirme, en el mejor de los casos, en un heresiarca estigmatizado como homo sacer, lo que bien mirado tampoco está tan mal: al menos, se devuelve la dimensión espiritual, aunque sea en calidad de maldito, a los fenómenos de disensión que en nuestro mundo cuantificador están condenados a disolverse no por la censura, sino por la reducción a la insignificancia de todo lo que no se presta a las maniobras del capital.

    Mi concepción del aparato estatal es ambivalente y está sometida a un continuo contraste ideológico que no es ajeno a mis vaivenes emocionales. Como la mayor parte de los días me levanto sin una imagen positiva de la condición humana, mi visión acerca de las posibilidades de optimización social tampoco lo es. En cuanto a las formas de gobierno, el eje tradicional que divide en izquierdas y derechas los planteamientos políticos no me sirve, lo encuentro viciado desde el principio por los intereses del espectáculo construido alrededor de la democracia parlamentaria. Prefiero calibrar mi enfoque dentro del intervalo definido por los extremos que van desde los partidarios del oscurantismo a los defensores de las luces, evitando caer en la ingenuidad del elogio a los movimientos surgidos a partir de la Revolución Francesa, pues ya sabemos que los sueños de la razón conducen a Siberia y Auschwitz... Por mis inclinaciones naturales tiendo a sospechar de la autoridad así como de las estructuras de poder que dan origen a sistemas estáticos y cerrados, pero encuentro intelectualmente atractivas las propuestas radicales que proceden de escuelas tan dispares como el anarquismo no socialista derivado derivado del concepto lockeano de la propiedad de sí, las teorías georgistas, el mutalismo de Proudhon, el neopaganismo crítico de la Nueva Derecha, las posiciones individualistas de Stirner y Thoreau, el pragmatismo de William James, etc. Dadas estas afinidades, no dejo de preguntarme sobre el tipo de organización donde los derechos soberanos del individuo sean respetados sin renunciar a la justicia entendida no como un asunto de beneficencia, ni desde luego en términos de costes y beneficios, sino como un patrimonio civil que garantice el acceso a los bienes naturales, la protección frente al desamparo y los servicios comunitarios esenciales; pienso en ello y llego a la conclusión de que quizá sea viable una economía mixta donde el Estado funcione a modo de cooperativa autogestionada por los ciudadanos asociados mediante mecanismos de participación directa.

    En fin, no quiero aburrir a nadie.

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  10. La conversación no me está resultando aburrida, al contrario, es de lo más estimulante.

    Cualquiera de las opciones que propugnas sería preferible al caos actual, donde no hay un auténtico crecimiento económico ni desde luego un mínimo conato de crecimiento espiritual. Ponerse de acuerdo en lo mal que va todo es fácil, desde luego, y dar soluciones es más complicado. De entrada, la superación de la ficción axial entre derecha e izquierda es un primer paso del que cada vez somos más los que nos felicitamos.

    Y claro que los bancos son hoy seres perversos, que dan lo que no tienen, pero no olvidemos que gozan de privilegios previo apoyo monetario a los orondos partidos políticos. Bankia es un bastardo estatal que ha jugado al rey Midas.

    En efecto, soy guénoniano, vale decir, normal, en contraposición a las aberraciones que una pequeña porción de la humanidad ha venido eyaculando desde hace unos pocos siglos. Si en la actualidad me presento como una especie de discípulo retorcido de Ayn Rand y me muestro contrario al poder público es porque éste, en su suprema degeneración y con sus trampantojos, envicia a la economía y a la naturaleza humana a partes iguales, al contrario que en las épocas en las que el campesinado debía tributar un diezmo limitado a la economía real, viviendo en una pobreza estable y significativa. Me imagino que sobre los que en este año han sido desahuciados de sus viviendas (¡en la "España del bienestar"!) pesará una sensación de absurdo difícilmente digestible, mientras los políticos babean palabras y palabras; curioso que los señores feudales medievales no tuvieran el poder de desahuciar a los siervos. Diría con Benjamin Constant: "En cuanto a mí, declaro que si es preciso elegir, prefiero el yugo religioso al despotismo político. Bajo el primero, hay al menos convicción entre los esclavos y sólo los tiranos están corrompidos; pero cuando la opresión está separada de toda idea religiosa, los esclavos son tan depravados y tan abyectos como sus amos".

    Por cierto: la combinación entre tradicionalismo y minarquismo es perfectamente posible. Valgan como ejemplo las sociedades tribales y aldeanas, en consonancia con lo sagrado, con la ecología y con la productividad real. Pienso en los pieles rojas o incluso en las monarquías diminutas, como el antiguo reino de Jerusalén. Y en general, un estado antiguo carece de un apartado legislativo burocrático y engorroso, lo que ya es de agradecer. Teníamos una hermosa teocracia de este tipo en el Tíbet, hasta que la maquinaria comunista lo ha profanado hasta el tuétano; ahora puedes hacerte una fotografía con orejas de Mickey Mouse y camiseta del Che delante del palacio Potala, apenas unos días después de que el ejército masacre a una docena de monjes.

    Por último: no es trivial la comparación que haces de ti mismo con un hipotético homo sacer. Para que un "místico negativo" como pareces ser tú encuentre un cierto sendero espiritual consistente, es imprescindible, me temo, una sociedad imbuida de espiritualidad, sea cual sea. Los kapalika o los aghori, forzándose a caminar desnudos, a amputarse miembros propios y a comer carne humana echada a perder, debían naturalmente darse en la India. Sus métodos son peculiares y les deja fuera del sistema de castas, pero su objetivo es el mismo que el visnuíta al uso: la Liberación. No puede haber herejías creativas donde no hay ortodoxia.

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  11. También lamento el bloqueo de la sensibilidad que se ha hecho extensivo a toda dedicación ajena a las habilidades relacionadas con la supervivencia cotidiana. Profanado en nombre de la ostentación y alarmado siempre por el descenso al submundo de la necesidad, el sentido compulsivo del vivir agrava el deterioro del desarrollo espiritual, que puede ser entendido en razón inversa a la proliferación publicitaria, que demuestra el avanzado estado de devaluación que padece cualquier esfuerzo improductivo desde el punto de vista del culto al éxito, punto de fuga hacia el que se lanza el siervo perfecto en la era de los horrores del horror al vacío. Como premisa de funcionamiento social, el crecimiento económico es un dogma que debe ser superado para empezar a reconquistar las dimensiones atrofiadas de la personalidad, hipersometida como se encuentra a los requerimientos de un sistema que guarda poca similitud con un mercado libre, salvo el uso demagógico de algunos conceptos por parte de los propagandistas del corporativismo financiero.

    Puesto que citas a Ayn Rand, creo recordar que fue ella quien enfatizó la urgencia de divorciar el Estado de la economía, tan necesario para la prosperidad de una comunidad como lo fue para la emergencia de los derechos individuales separar la política de la religión (obviando que toda fundamentación jurídica del poder, como ese engendro del contrato social, es deudora a su vez de cierta visión fanática del hombre). Estoy de acuerdo con el divorcio recomendado, pero no por los motivos que aducen los que apuestan por un imperio desregulado de macronegocios, sino justo por lo contrario: el ejercicio ficticio de la política, privado de representación real, ha sido intervenido por los intereses de los magnates. Cualquier concentración excesiva de poder me causa rechazo, y tan monstruosa me resulta si beneficia a las fantasías niveladoras de un partido único, o si protege al totalitarismo minimalista del único bando que compone, desde hace tiempo, la coalición de las dinastías de grandes propietarios. Ante esta situación viciada desde arriba cuya magnitud los liberales insisten en minimizar, la exageración del temor a que los gobiernos se hipertrofien asfixiando al emprendedor y monopolizando la riqueza proporciona un suculento juego de complicidades para que los tentáculos del hampa bursátil sigan ocultando sus huellas infames con el guante de la mano invisible. El peligro inminente no es la nacionalización del sector privado, sino la odiosa bancarización de todos los servicios de dominio público pagados con nuestros impuestos, no precisamente con la contribución de las mayores fortunas. Quizá se me pueda objetar que lo que pertenece a todos no pertenece a nadie, que se trata de una vieja falacia instalada como una consigna de tramposo bienestar. Parcialmente, sí. El socialismo difuso del Estado del bienestar se diseñó para desactivar las tentaciones comunistas, fue una dadivosa limosna pintada con tonos pastel contra un cercano fondo bermellón; suprimido el enemigo que justificó la caricia populista, se puso en marcha su desmantelamiento. Para mí, no es tan grave el hecho de ser robados por los mismos a quienes se les confía la defensa de esa herencia, como la constatación de que pueden hacer cualquier cosa en nuestro nombre y castigarnos por ello si el resultado dista del esperado.

    Antes, pensaba que el capitalismo se cegaba por sus fines y que el marxismo hacía lo propio por sus medios; ahora que se ha implantado en Europa el fraude de la planificación tacaña, sólo somos caricaturas de ciudadanos en el basurero de las ideologías. Basta con analizar el trayecto de los tributos para saber quien manda: no es el Estado, ni por supuesto ese demos que llora desconsolado tras haberle quitado el chupete; aquí dicta esa casta mimada a la que se le permite expropiar las ganancias que no ha producido y quedar exenta de responsabilidades por el daño que ha causado.

    Uniendo a Zerzan mi añoranza, a veces quisiera regresar a la dichosa precariedad del Paleolítico.

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  12. Después de mi larga exposición, que me ha salido panfletaria (atavismos juveniles), olvidé formular a los presentes en general, y a ti en particular, la pregunta que suelo dirigir a las personas inteligentes más interesadas en estudiar alternativas al sistema que eviten reproducir sus mayores errores que en el tratamiento reformista propugnado por los quincemeros: ¿cuál es el talón de Aquiles de este titán? ¿Dónde está la dovela clave que ha de retirarse para que se hunda de una vez el tinglado que resulta tan ímprobo dejar en pie?

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  13. En el terreno estrictamente económico, que es la punta del icerberg y que yo sin dudar sacrificaría por mor de facetas más elevadas, creo que la "bancarización" es buena, en el sentido de privatizar todo lo privatizable y así acabar con los monopolios de precios, como sucedió con Telefónica. ¿Alguien que pague la factura de la luz no sueña con que Iberdrola sea una empresa más entre decenas de competidores? Y aparte las medidas de regulazión bancaria, pocas pero claras, que he ido comentando anteriormente: ley tipo Glass-Steagall que separe banca de inersión y de ahorro, coeficiente de caja del 100% para los depósitos a la vista, ley de transparencia bancaria para saber en qué invierten nuestro dinero de los depósitos a plazo (por ejemplo, en qué empresas armamentísticas, algo muy común) y patrón oro. Ah, y una ley laboral flexible que ya tenemos pero que aún no da frutos porque el consumo no se mueve. Y que la gente ahorrara, por supuesto. La crisis se ha dado porque todos los ciudadanos con cuatro perras han querido jugar a la especulación. Y bancos, empresarios y gobernantes encantados con ello. Creo que con todo eso desaparecerían los ciclos económicos. La economía será más fría pero más estable. Las burbujas se dan por el ansia de conseguir mucho a corto plazo a base de crédito. Pero todo esto es simple economía y, por ende, superficial.

    Mencionas a John Zerzan. Creía que yo era el único que aún poseía un ejemplar en castellano de su obra, editado por una editorial muy menor que seguramente ya haya quebrado. Contestando a tu pregunta, encuentro apropiado citar a este
    filósofo de las cavernas: "El placer de la autenticidad existe solamente en contra de los principios de la sociedad. El buenismo nos mantiene a todos en nuestro lugar, reproduciendo confusamente todo aquello que supuestamente aborrecemos". Pero como no es plan de ir poniendo bombas que sólo causan sufrimiento a todos, ni tampoco de desbarrar en asambleas interminables en Sol que no llevan a nada, la única revolución auténtica, me temo, es, hoy por hoy, la interior. Hasta que me decida a emigrar a una aldea mongola o a un páramo iraní, me contento con el terruño de la introspección, aprovechando que todavía no se le ha ocurrido a ningún político considerarlo un espacio abonable para gravámenes e impuestos.Y no hay que desdeñar la influencia que la ejemplaridad ejerce sobre el entorno cercano, a modo de un lento pero fiable contagio. Así se extendieron las religiones en sus inicios. Como método de transformación social, confío más en el yoga que en las huelgas.

    Preguntabas por la piedra angular del sistema. Yo estoy convencido de que radica exclusivamente en la conciencia individual, que es el talismán de la democracia, el capitalismo, el estado de derecho, etc. La desobediencia civil ya no tiene efecto, puesto que está contemplada por la legislación. Pero el boicot que supone la abstinencia de derechos podría revolucionar el mundo si lo llevaran a cabo suficientes personas. Renunciar al consumo, a la tecnología, a la sindicación, al voto... ¿Qué armas tendría el Estado o las corporaciones para contrarrestar eso? El sistema no caería, pero sería una posibilidad más en paralelo con otras, así como los cristianos de los primeros siglos establecieron una sociedad paralela al Imperio romano, causando a la larga (en connivencia con otros factores) su rendición. Otra opción quizá sea el camino enigmático que está siguiendo Grecia, y que quizá le lleve a la anarquía en cuestión de días o meses; lástima que los griegos, como occidentales modernos que son, no estén psíquicamente preparados para el reto y caigan presas de la desesperación y de todos los vicios.

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  14. Es un asunto complicado éste del eje individuo-colectivo. De hecho, hoy se da la paradoja de que para ser reaccionario y colectivista (como, por ejemplo, los carlistas de abolengo o los católicos sedevacantistas) hay que tener un fuerte criterio propio, pues implica resistir a la inercia social con los dientes apretados. Hoy la masa (de la que todos en algún momento formamos parte) tiene lo peor del colectivismo y lo peor del individualismo, de modo que hay que llevar la contra en uno y otro aspecto. He pensado más de una vez que si Ayn Rand viviera hoy y reescribiera El Manantial tendría que imponer a Roark una estética vintage en lugar del vanguardismo que originalmente le atribuyó. Aun a riesgo de pasar por un Gran Hermano orwelliano, me atrevería a afirmar que, tal y como están las cosas, la aparente libertad empieza a ser la esclavitud. No considero a la auténtica libertad el valor supremo, pero sí es un arma efectiva contra la nutrición de los bajos instintos que hoy quieren hacernos pasar por sacros.

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  15. Apenas dos trazos:

    1. Por un mínimo sentido de la equidad, soy de los quieren que la economía esté al servicio del humano, no al contrario, y es sabido que la aplicación de este principio exige que el sector financiero se subordine a la política, lo que tampoco sirve de nada si la política, a su vez, no está sometida a mecanismos cívicos control.

    2. ¿En qué momento las libertades económicas, esas que desde sus postulados sirven para evitar los monopolios que tú mismo denuncias, han pasado a ser la coartada para instaurar las más penosas esclavitudes?

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  16. ¿Que la economía esté al servicio del hombre? Claro, pero es que la economía es precisamente la relación libre entre seres humanos. Una economía dirigida a base de incentivos y leyes impide la economía entre ciudadanos libres, y suele provocar desequilibrios mayúsculos precisamente por estar manipulada artificialmente (normalmente por gente que no sabe mucho) y no responder a la demanda. Y ahora que llegan las vacas flacas y se acaba el maná crediticio, los políticos se ponen racionales y se ven obligados a administrar un presupuesto limitado que no les servirá para comprar votos. De ahí que se planteen quitar carreras sin alumnos y cerrar aeropuertos sin aviones.

    Cuanto más autoritario es un Estado, más monopolio hay. El paradigma es el comunismo: sólo un sistema sanitario, sólo un sistema educativo, etc. ¿Acaso no teníamos un pequeño porcentaje de servidumbre cuando sólo podíamos hablar por teléfono con Telefónica?

    Pero, insisto una vez más, el capitalismo tiene dos taras muy graves:

    1) Se lo regula donde no hay que regularlo (prohibición de fumar en locales privados, obligación de poner letreros en catalán...) y no se lo regula con las 4 leyes que he mencionado en el otro comentario y que obligarían al mercado a hacer crecimiento real y estable.

    2) La modernidad está podrida, ergo tanto da una cosa que otra a largo plazo. Nos cargaremos el planeta igualmente y la gente será cada vez más imbécil. De ahí que me considere enemigo del Estado entendido modernamente, pero que me posicione claramente del lado de las sociedades premodernas.

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  17. Autógeno, coincido con tu visión cooperativa de la sociedad. Para poder superar la etapa capitalista creo que el frente político, que no parlamentario, debería derivar en transformar las administraciones públicas en sociedades cooperativas dónde el ciudadano fuese accionista y socio. Para vencer al virus psicológico capitalista habría que convertir al estado y todas sus malformaciones en empresas con participación igual de cada ciudadano.

    Perpretador, permite que me desternille, "la hermosa teocracia en el tibet", gobernada por un déspota teocrático policial, es el ejemplo del mamporrerismo capitalista, que prefiere que el poder se ejerza por un tirano basado en el "amigo invisible" que por consenso o acuerdo. Seguramente muchos filósofos y grandes pensadores que desconfían de los pobres proletarios (seguramente vivirán debajo de un puente), y como richard gere u otros manporreros, defenderán que es preferible una teocracia a un comunismo, pero eso no quiere decir que lleven la razón, sino que tienen determinados intereses. Por otra parte a aquellos que llamas comunistas creo más bien que son capitalistas de estado, el comunismo es otra cosas más sencilla con múltiples interpretaciones, pero básicamente (porque del comunismo ha hablado y teorizado todo el mundo) en un reparto equitativo de los bienes existentes y las plusvalías generadas. Quizás te guste más el "comunismo clerical", muy fácil hablar del gusto por las teocracias, si tuviese una máquina del tiempo podríamos viajar a la teocracia "nacionalcatólica" a ver que tal...

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  18. Me dejo muchas réplicas en el tintero, pero con un promedio de pereza cautelosa y expectación agradecida he decidido autolimitar mis intervenciones al papel de moderador, no sin antes celebrar como signo inequívoco de la fractura cultural de nuestra época el retorno, bajo nuevas configuraciones, de la batalla de las ideas. Encantado de que mi espacio sirva no de escenario, sino de campo de batalla...

    Un apunte más que guarda parcialmente relación con lo que acabo de decir y vuelve a conectar con las últimas líneas de mi artículo: las bifurcaciones naturales del sentimiento adquirido de la nacionalidad. Por un lado estaría la «matria», compuesta por un pathos de lazos afectivos y biológicos que adquiren su máxima expresión en el patrimonio vivo de la lengua nativa transmitido en el seno de la consanguinidad, y por otro la «patria» propiamente dicha, que para mí es el ethos formado por una extensa red semántica de conceptos y valores clave. Como puede verse, este sesgo difiere bastante de los elementos que se suelen invocar para cohesionar el nacionalismo entendido a la ordinaria usanza, que prefiere manejar señas de reconocimiento excluyentes que nos remiten a la defensa del territorio, la estanqueidad del folclore de las costumbres y la supremacía de pertenecer a una determinada etnia. Si nos fijamos en el caso español, quizá único en su especie, observamos que pese a disponer de una herencia común de hábitos, tradiciones, idioma y espacio geográfico (también habría que incluir a Portugal), el clima moral nunca se ha estabilizado, lo que origina no pocas tensiones de base, pues la identidad nacional está profundamente fragmentada y cada español maneja una noción exclusivista de lo que esto significa. De todo ello, puede deducirse que el principal vector de unión, la estructra que realmente vertebra a un país, no es otra que un clima ético compartido... razón por la que estoy convencido de que pronto volveremos a sufrir una guerra civil.

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  19. Pepe, el comunismo es el sistema mediante el que el hombre es convertido en máquina, operario y contribuyente sin voz. Esto se debe sin duda a su antropología materialista: el hombre es un manojo de vísceras y de productividad potencial que hay que cebar en una sala oscura (cebo que ni siquiera cumplen los gobiernos comunistas, salvo en lo relativo a la oscuridad).

    El capitalismo también incita a ser una cifra y una máquina, pero, al ir indisociablemente unido a la idea de libertad, le da a uno la posibilidad marginal de informarse y de autoexcluirse de la rueda. El caso chino es un esperpento, puesto que parece ser un capitalismo sin serlo: la brutal intervención del estado no deja auténtica libertad de empresa... ni de muchos otros tipos. En definitiva, tiene lo peor del comunismo y del capitalismo. Y pregunta tú a los tibetanos de a pie si prefieren el comunismo chino o la teocracia budista, a ver qué cuentan y a ver quién respeta más los derechos humanos. ¿Los monjes tibetanos... mamporreros? Por favor... Como si no hubiera evidencias de las sistemáticas matanzas que el ejército chino ha venido practicando en los monasterios casi que para desahogo de los soldados.

    Autógeno, de acuerdo con todo. Como contraejemplo a la cainita España está USA. Allí cada cual es hijo de su padre y de su madre. Hay tantas costumbres como habitantes, salvo por el pavo de Acción de gracias y la Navidad. Y, sin embargo, todos se apiñan en torno a una suprafaceta identitaria que les ha dado el poder sobre el mundo... hasta ahora.

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  20. Perpetrador, tu contraejemplo es muy oportuno. A pesar de las enormes diferencias que exhibe su población, en los Estates están muy arraigados los valores que ponen el acento en la autoridad del individuo frente a los dictados externos, lo que da lugar a un conglomerado altamente inestable que se mantiene aglutinado gracias a las técnicas de masificación y la incuestionable institución social de la paranoia. Incluso su Constitución nace como un homenaje a la desconfianza metódica del ciudadano frente los mecanismos corruptores de la burocracia estatal. Siendo un pueblo tan diverso y segmentado, comparten sin embargo el rito de vivencias históricas que les permitieron acelerar el proceso de integración nacional, como fue la resistencia al colonialismo británico y francés, la conquista de las tierras indígenas, la victoria en la SGM, etc... a lo que habría que sumar la creencia en la superioridad de su cultura sobre el resto de las naciones: omito extenderme con opiniones nada complacientes más allá de este inciso descriptivo.

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  21. Algunas espinitas que se quedaron clavadas en mi lengua tras haber hecho referencia a los USA:

    > Si he de posicionarme en el tablero de juego trucado donde reptan las naciones, más que antiyanqui (la negación refuerza la vigencia de aquello a lo que se pretende plantear oposición) me declaro proespañol (no proespañolista, ojo), compromiso relativo en el que quisiera ser entendido como partidario de devolver la soberanía a los ciudadanos de este país tras su secuestro por los grupos de poder contrarios a que esto suceda y totalmente ajenos al interés popular. Compromiso relativo, insisto, porque no soy propenso a mitificar el concepto casi antinómico de «pueblo soberano», pero por algún lado hay que empezar a desarmar las piezas del intrusismo hegemónico.

    > A diferencia de quienes minimizan el papel lesivo, cuando no claramente invasor de los USA en el continente europeo, hay pruebas reiteradas y fehacientes de que no se limitan a contaminarnos manejando el cártel de la farándula (en su jerga, el «show business»), sino que sus órganos encargados de producir acontecimientos, extendidos a las agencias que dictan el sentido que se debe dar a los mismos, llevan décadas ocultándonos las peores realidades con montajes que, a veces, quedan parcialmente al descubierto por el propio oleaje de las evidencias, verbigracia:

    http://www.voltairenet.org/11-de-marzo-de-2004-en-Madrid-fue

    > Los gobiernos que hemos padecido desde que el Dictadorísimo dejara establecer sus bases en suelo ibérico al ejército estadounidense, han hecho de sus cuadros políticos de mando auténticas franquicias supervisadas por la CIA dedicadas a perpetuar el protagonismo de USA en el escenario que nos ha tocado ser y, por si no bastara la injerencia, la representatividad se ha vuelto cada vez más inaccesible a cualquier intento de democratización desde la base social a la que, sin embargo, de forma harto ridícula, se le sigue pidiendo la renovación periódica de la farsa del consenso a través de la movilización electoral.

    > A mi parecer (que no anda muy lejos de la ficción, también es cierto), la agitación islámica en los países de la UE no es un fenómeno aislado que obedece, principalmente, a factores coyunturales como la presión demográfica de un Sur más joven, rabioso y empobrecido; me atrevo a decir que cae dentro de las estrategias fomentadas por un adversario geopolítico, los USA, dispuesto a impedir que la decadente Europa forme un bloque junto al gigante ruso que se extendería hasta el Pacífico y relegaría la importancia mundial americana a un segundo plano. Una Europa unida desde Lisboa a Moscú, y reconstruida fuera de la OTAN sobre un proyecto autárquico, sería letal para el imperio financiero de los anglosajones.

    Por hoy, creo que ya está bien... Disculpad la brasa, pero el término mamporrero utilizado por Pepe me ha incitado a recordar que somos muchos los que en el seno de Naciones Hundidas ejecutamos esas innobles tareas.

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  22. Estimulados por uno de los comentarios recibidos en nuestro blog, hemos vuelto a leer los principales ensayos de G. Faye para el reencontrarnos con exhortaciones tan acertadas como la siguiente:

    "Dejemos de gemir: América ocupa, de forma natural, el terreno del que hemos desertado"

    Quien se sienta cargado de sentido esforzándose para otros como una hormiga, que siga acarreando mentiras hasta desfallecer por groseras que estas sean para mantener satisfecha su humilde condición. Nuestra postura, por darle juego al símil, es la de mearnos en el hormiguero. Así es: para exigir respeto a tu ofensor primero hay que tenérselo a uno mismo, pero ¿hay mejor forma de ganarse la respetabilidad que reclamarles a esos que dicen representarnos la deferencia que merece quien está dispuesto a hacerles guerra por las buenas o por las malas?

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Ningún comentario recibido con posterioridad al verano de 2019 recibirá respuesta. Hecha esta declaración de inadherencia, por muy dueño que me sienta de lo que callo dedico especial atención a los visitantes que no marchan al pie de la letra.

 
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