Chloe Wilson, Pacific Grove |
1 Juan 5,19
No tan en el fondo como pudiera parecer de aquende esta orilla cosida a los átomos, solo dos religiones son posibles: la luz al final del túnel, metonimia de la divinidad receptora de la Muerte, y la del Universo prolífico que huye en todas las direcciones de su invención con un alma robada que de continuo se le escapa.
Los pétalos de dicha que a veces deshojamos no prueban la bondad de la vida, captan los rayos de misericordia que alcanzan a los efímeros desde el Otro Mundo. La creencia en Dios siempre ha sido accesoria, lo que importa y aporta sacralidad a nuestra condición es adecuar el espíritu al regreso a su matriz. No se trata de devoción, sino de confianza; no de salvación personal, sino de liberar las ánimas encerradas en los juguetes orgánicos de la Bestia.
¿O acaso no derraman las estrellas una pista liminal del alivio que aguarda a los estrellados?
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