Naoto Hattori, Peek 178 |
Vicente ESPINEL
Vida del escudero Marcos de Obregón
1
Ni siquiera las informaciones que parecen darnos la razón son tan fáciles de creer como las ideas que nos liberan de la responsabilidad de tener que pensar por nosotros mismos.
2
La humanidad es desmemoriada, he aquí una de sus no menores taras adaptativas, de lo contrario no se entiende cómo consigue volver a levantar su propia carga un día tras otro.
3
Para el gobernado, la única diferencia entre la política de izquierdas y la de derechas es de dónde le viene el golpe que lo derriba.
4
Como quiera que uno la experimente, la viabilidad de la conciencia sin fronteras está en relación inversa con el número de personas que tiene alrededor.
5
¿Qué mejor observación puede hacerse a propósito de la felicidad sino que es justo lo que a uno no le ha tocado vivir?
6
Nadie debería juzgar a los demás por el deterioro que la humanidad ha escogido, nadie, salvo quien tenga la inequívoca certeza de no haber engendrado más vida doliente.
7
Ninguna vida invita a ser vivida porque hasta la más satisfecha de encarnar su destino apenas es más que un juguete de arbitrariedades sacudido por adversidades resistentes a su tentativa de conferirles sentido.
8
La zambullida en la guerra por la subsistencia nos acerca a lo más indigno que tiene la vida, y cuando la supervivencia se da como asunto resuelto, la conquista de la felicidad se ocupa de sumirnos en lo más estólido que la existencia adonece.
9
No hay cómo que detenga a quien detenta un para.
10
Recordar con presteza el ejemplo de aquellos que supieron encarar los desgarradores desafíos de su sino es lo más útil que podemos hacer por nosotros mismos cuando la fatalidad nos pone en lances que humillan nuestra presencia de ánimo.
11
El debilitamiento del asidero moral que la mente bien estructurada halla en sí misma abre la puerta a las influencias más degradantes del contexto social. Guardémonos lejos de los demás siempre que sintamos que nuestra permeabilidad emocional es mayor.
12
Cuando ya nada espera uno del mundo, un minuto dura más que una vida. De esta guisa funciona el tiempo para el que se ha dado —irrefutablemente— por vencido.
13
Para la sociedad es menos útil tener la bondad de ser estéril y haragán que militar en las huestes de aquellos que prolongan con sus faenas y esperanzas el horror de todos los días.
14
Si percibiéramos en la evolución de nuestra especie —que algún descabezado festejará como progreso— el automatismo mental imprimido por un conjunto de inercias colectivas, la deserción ingenésica cobraría de repente el valor de antídoto que los preñados de seguidismo biológico y colaboracionismo institucional no saben o se niegan a reconocer.
15
¿Qué bien puede esperarse de una sociedad cuyos acólitos acuden al gimnasio en coche, corren hasta perder el resuello sin que ningún depredador los persiga y llenan el buche cinco o más veces al día?
16
Obra como si hubieras renacido después de haber cometido todos los errores de un principiante.
17
No seguir ni ser seguido, primera lucha. No tomar ni ser tomado, primera paz.
18
A solo tres ramas básicas pertenecen las formas que adopta la actividad social: productiva, reproductiva, escénica. Y por triste que parezca, con toda la sofisticación lograda, en ninguna de ellas mejora el balido de una oveja.
19
El infierno no es el lugar donde Dios está abolido, sino el reducto donde Dios se consiente todo.
20
¿Qué hacen los secuaces de una religión cuando no confían como es debido en su dios? Llévanlo clavado como más duela, donde pete más pena para que a fuerza de rebites no se les zafe.
21
Nadie dedica más efusiones de desdén a un memo que otro memo.
22
No es más verdadera una convicción por ser mayoritaria, ni menos rotunda la verdad por ser solitaria.
23
En la comitiva que el drama histórico compone y descompone sin cesar, la tragedia de sus protagonistas precedió a la parodia como esta anuncia ya la sordidez que viene.
24
Que la búsqueda de cualidades más puras sea una rareza tanto en el arte como en la conducta solo denota que la sociedad ha perdido hasta el sentido de la náusea que su fealdad debería provocarle.
25
Tan accesible es la audacia verbal a cualquiera cuanto impensable el coraje de combatir al ejército que forman los prolíficos.
26
Crean los procreadores a su paso una suerte de cuenca de intereses en
27
Si por abnegación fuera, pocos padres habría malos entre los incontables que lo son. Ni la vocación, ni la dedicación, ni el sacrificio más esforzado pueden hacer menos peligrosos a los que han tomado ya la decisión de crecer de mala manera.
28
El mejor de los reproductores no merece el llanto de un recién parido.
29
30
Más fértiles son las huellas de un sandio que visibles los encajes de la inteligencia entre el acoso de las vicisitudes y el equilibrio de la potencia interior. Esotérica misión asume el perspicaz en medio del huracán del devenir al ir rellenando de coherencia los errores que el obtuso agranda.
31
El sexo no solo está justificado por ser un don natural, está incluso santificado en la medida que expresa la más gozosa celebración del otro siempre y cuando no traicione su esplendor lúdico por la chifladura de hacer proliferar la propia especie.
32
Los avances tecnológicos que venían a aliviar nuestro tránsito por la existencia se han transformado, siguiendo la lógica implícita en el mito de la máquina, en el instrumento principal de nuestro malogramiento.
33
Nadie es responsable ante la sociedad ni ante el Estado, como tampoco lo es ante la posteridad ni ante los ancestros. Uno siempre es responsable ante su propia conciencia y ningún dios que la humana creatura haya concebido puede arrebatarle el obligado canon de rendir cuentas ante sí mismo. No hay otro juicio, solo la verdad que se impone por sí sola al alma que acata y contempla, en su sobrecogedora desnudez, la apertura del pecho a lo inescrutable.
34
Antes mendigo por necesidad que vendido a la perversidad.
35
El infeliz que aprende a reírse de sí mismo sin concederse autoescarnios masoquistas está más próximo a la divinidad que el dichoso incapaz de poner en cuestión los motivos de su euforia.
36
Una vida cuyo sentido último dependa de las contingencias del azar, de las posesiones materiales, del éxito profesional, del prestigio social o de cualquier otro factor extrínseco a la propia entereza para aceptar los inapelables desvaríos infligidos por la realidad, es sin lugar a dudas una vida que no se ha ganado el absurdo de ser bendecida. En vez de expectativas por frustrar a fuerza de desengaños, más vale el descargo cumplido de una experiencia sin aranceles de futuro que la hipotequen.
37
Así como el pensamiento es padre de la idea, no de la creencia, la costumbre es madre del suceso, no de la reflexión.
38
Lo que muchas parejas no terminan de entender, y aquí sería irrelevante introducir una «perspectiva de género», es que ser objeto de atenciones amorosas es altamente incompatible con ser objeto de intenciones familiares.
39
Aún es algo el humano además de un conglomerado de condicionamientos. Contra toda predicción estadística y más allá de las pretensiones conductistas, el humano lleva en sí su propio determinante, sus elecciones persisten como materia de su condición. Si la humanidad solo fuera un elenco de marionetas, estaría perfectamente excusado su desmantelamiento, por eso los mayores tiranos han tenido por dogma el determinismo pasivo de las masas que encarece el liderazgo como una destreza imprescindible a pesar de que su ejercicio conlleve máxima arbitrariedad y mínima responsabilidad.
40
La búsqueda de un sentido para asimilar el propio dolor seguirá siendo legítima mientras no exija de los demás el disparate de sufrir a expensas de su integridad personal. A rezago en las honduras, el «sentido de la vida» no es ni con mucho la última palabra de la conciencia, ni esta es palabra que pueda ser pronunciada sin forzar las apariencias hasta hacerlas segregar la red de una razón como alternativa desesperada frente al vértigo de caer bajo el impenetrable señorío de las condiciones reales. El sentido que uno puede descubrir en la particular e intransferible visión de su destino es tan solo un modo de contar la historia del ser, solo una faceta inextricable de la inmensidad, y sin restar un ápice al valor resiliente que tiene este recurso mental como estrategia defensiva, malavez contiene la parábola de su intención otra verdad que el embeleco de la tautología que parte de la necesidad de dotar de consuelo a la existencia para acabar reconociendo que ningún consuelo es equiparable al hallazgo de un sentido en la mera existencia de la necesidad.
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El infundado temor a lo desconocido aumenta el aún más infundado apego a lo existente.
42
«Los occidentales viven demasiado bien para comprender lo mal que viven», me susurró una pulga que saltando de cuerpo en cuerpo había arribado al mío desde el Magreb.
43
Comparadas con la embriaguez sexual, las intensidades obtenidas por otros medios resultan menudas provisiones de olvidanza y tóxicos entretenimientos pese a que las beatitudes de la lubricidad no están exentas de invocar por la tangente el mayor de los peligros: la multiplicación indeliberada de otros seres.
44
Habida cuenta de que vivir satisfecho es peor que no haber nacido, la lujuria solo es pecado en la función de cebo que la naturaleza exhibe ante el viviente para que perpetre la perpetuación que ha hecho del malhadado «creced y multiplicaos» el alfa y el omega de este cocedero de penalidades.
45
No solo ha de poner la razón medios cabales para satisfacer los placeres que mantienen el nivel de existencia por encima de su carácter mórbido, antes que nada ha de ordenar la viveza de las inclinaciones para impedirle a la inteligencia caer presa de sus presas. Si es cierto que la vida es más amable cuando cerebro y corazón no conforman dimensiones excluyentes sino complementarias, no lo es menos que la prudencia en el gobierno de los apetitos se aquilata con el dinamismo que le procuran pequeñas dosis de transgresión.
46
Pasarse de frenada tampoco es moderación; conviene a la templanza saber soltarse de cuando en cuando.
47
Desde el punto de vista de la atracción erótica, existen básicamente dos tipos de personas: las que se engañan a sí mismas y las fieles a Venus.
48
Lo interesante para alguien inmune a la propaganda puritana, que cunde por doquier disfrazada de corrección política, no es que haya más vida, vida a raudales, sino poder llevar una buena vida a falta de la buena nada que la precedió.
49
Nunca es pronto si el apresuramiento obstruye lo que el letargo instruye.
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Quien no escarmienta en desdicha ajena, de fuerza es que haga escarmiento en la suya.
51
¿Cuánto he de insistir en ello? ¿Una o dos mil veces más? Las opiniones no son dignas de respeto, lo son sin embargo quienes las expresan y para ello han de poder emitirlas en libertad, sin temor a represalias. Asumir como un axioma que toda opinión es por sí misma respetable no es hacerle un favor al libre uso de la inteligencia, sino dinamitarla en nombre de una opinión que confunde el miedo a la franqueza con un principio moral.
52
La sociedad moldeada por la ideología capitalista es ciclotímica, alterna fases maníacas y depresivas, pero allí donde los doctores revolucionarios han pretendido corregir su trastorno no han hecho más que agravarlo de la misma forma que empeoraría el estado de alguien tísico conminado a deslomarse en una mina de hulla.
53
La explosión ciberdemográfica, aun estando en vías de consumación, no puede evaluarse solo en función de las nociones tecnocientíficas de quienes la fomentan. Se trata de un acontecimiento que excede las proporciones conceptuales del cálculo matemático y de la predicción histórica para entrar de lleno en la realidad vestigial, pero harto elocuente, de las visiones apocalípticas. No habrá tumbas para tanto zombi.
54
¿Hay quien por simple extrapolación de años vividos no acierte a ser profeta de los lances de fortuna que han de ocurrirle a cualquier otro congénere solo por haber venido a ser?
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Hombras y mujeros del mañana, tened presente la delicadeza de Viktor Frankl, quien estando prisionero en Auschwitz se contuvo en el último instante de despertar de un sueño angustioso a otro recluso por haber llegado a la conclusión de que permanecer dentro de una pesadilla era preferible, en aquellas circunstancias, a despeñarse en la vigilia.
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