5.12.16

CINCUENTA BOCADOS MÁS

Eyvind Earle, Hidden Valley
Concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar, fortaleza para cambiar lo que soy capaz de cambiar y sabiduría para entender la diferencia.
Reinhold NIEBUHR
Plegaria de la serenidad

1

Si pude ser normal, no lo recuerdo; lo que difícilmente olvidaré es que la normalidad me ha perturbado desde que fui puesto en funcionamiento por un acto de lo más común.


Acaban teniendo dueño todos aquellos que no saben ignorar la coerción de sus propios deseos.

3

¡Cómo perdería el tiempo si dejara de dedicarlo a no hacer nada! 

4

A broma tómase uno de joven la misma dimensión temporal que lo abruma en tanto se va agotando. 

5

La presunción de inocencia para la natalidad es cualquier cosa menos un buen punto de partida para la concordia entre los nacidos.

6

Procuremos perfeccionar la moral, no abolirnos en ella ni abolirla en nosotros.

7

Aunque solo sea porque el mal es de una vulgaridad hiriente, debería uno distinguirse por la voluntad de ser bueno. 

8

La angustia del devenir humano ha de ser combatida con armas puras porque no hay angustia que pueda instalarse en el alma sin haberse intoxicado antes con algo impuro. 

9

Para ser excelsas, las buenas acciones han de ocultarse como pecados. 

10

El influjo lunar sigue actuando cuando la luz diurna opaca el astro que lo provoca. Así debe ser la inteligencia del sabio. 

11

A la sabiduría que no se siente trágica solo le queda el embozo del nombre para no saberse irrisoria. 

12

Puesto que en todos los climas éticos hace un tiempo pésimo, téngase a mano siempre un abrigo de impavidez.

13

Verdaderas riquezas son las que, lejos de agotarse, aumentan cuando son regaladas.

14

Quien aumenta su propia fama se venga de sí mismo creyendo vengarse de sus enemigos. 

15

Piensa como si fueras inmortal y actúa, en consecuencia, como si fueses a morir ya. 

16

Ningún hombre es pequeño cuando está solo ni grande cuando está en multitud.

17

Distinguir al necio del lúcido es el primer atisbo de inteligencia. Obrar sin semejanza con el primero, una señal de lucidez. Aceptar que la lucidez es tan voluble y perecedera como la necedad, casi puede llamarse sabiduría. «Y experiencia llamamos a descubrir que lucidez y necedad suelen ir con frecuencia y hasta con agrado de la mano».

18

Adquirir cultura única o principalmente como medio de engreírse es más propio de bárbaros, de libertos y de sujetos entroncados en linajes endogámicos que de espíritus dignos de ser cultivados. 

19

¿Duda metódica? Salvar al método de la mordedura de la duda es una canallada propia de intelectuales hipotecados, no de pensadores audaces. 

20

Sabe el filósofo por anticipado que no encontrará respuestas que satisfagan el disenso de sus interrogantes; sabe, antes de nada y después de todo, que su saber consiste en formular preguntas de manera que no caiga sobre ellas la losa de una conclusión.

21

Menospreciaba en público cada día un hombre prominente a otro de humilde oficio. Aguardó este la ocasión de confrontar jerarquías dirigiéndose a aquel cuando lo vio empavesado por los acólitos que solían lisonjearlo: «Mi trabajo es un defecto para ti, pero tú eres un defecto para la humanidad».

22

Descuidado habita en uno el valor de la felicidad cuando es feliz y añorado se aquilata contra uno cuando no lo es. 

23

Tan seguro del truismo que ahora lees debes estar de que la suerte sonriente también mostrará el diente.

24

Tanta soberbia hay en la renuncia a las ambiciones que solo por sarcasmo contra sí mismo puede el orgullo reconocerse superado por el orgullo de negarse. 

25

Cada invierno que pasa afloja una vuelta a la memoria y aprieta otra vuelta a la fatiga de seguir. 

26

Con la edad mi pensamiento se vuelve más flexible y mi corazón menos indulgente... ¿No sería lo contrario sino una mueca prolongada de la adolescencia?

27

Ingenuo a pesar de los pesares, quizá me consienta envejecer por averiguar si la vida, tras haber cruzado ciertos umbrales, empieza realmente a ser llevadera. 

28

Tan malo como estar enfermo es no poder estar a solas con la enfermedad. 

29

Morir es la razón última de la vida y perder la razón la primera razón de la existencia. 

30

Antes argumento que reglamento y mejor, sin condimento, la cruda percepción del momento. 

31

Ni edictos ni decretos, ni derechos ni deberes, son elementos necesarios para el espíritu que obra con justicia. 

32

Queremos burlarnos de la razón cuando la poseemos para poder burlarnos de nuestras burlas cuando la perdemos.

33

¿Qué científico se permite hoy entender su labor como una senda de iniciática desobediencia destinada a sacudir el sonambulismo de los pueblos, de ese vulgo que va donde lo lleva la usanza de una opinión, y a despertar la curiosidad entre las gentes por canales donde todo acatamiento de un poder transitorio conlleve traición al afán imperecedero de saber?

34

Los reinos invisibles del espíritu le han sido proporcionados al humano para poder visualizar en ellos su ruina como criatura y su grandeza como creador —su ruinosa grandeza, cabría decir.

35

Quien traza fronteras es el miedo, obstinado como está en crecer a costa de parcelar lo inaprensible.

36

La unión no hace la fuerza, sino la masa; la fortaleza solo se logra de la unión de uno consigo.

37

Poco importa lo que mucho importa si depende de que importe más su importe que lo incalculable de su importancia.

38

Las más valiosas experiencias solo terminan de adquirir entidad en la melancolía que sobrevive a su declive y las proclama suyas, justamente, porque las ha podido perder.

39

Las realidades que más empujan a la rebelión son aquellas que más emparentan al inconformista con su verdadera naturaleza.

40

También define a los dogmáticos el hecho de que resistan mejor el ataque furibundo de sus rivales que el desdén de los sabios.

41

No más que las causas victoriosas, a las que soy inmune, me convencen las causas perdidas: prefiero estar de parte de los perdedores sin causa.

42

«He orientado mi vida fuera del sentido que me ha prescrito. He invalidado mi futuro»: así pensaba de sí mismo el Cioran de los cuadernos póstumos y así es como he pensado yo desde mi negativa a recibir la primera comunión, cuando estrené con un inagotable sentimiento de agravio la obligación de fabricar una vida.

43

Cuanto más consciente se hace uno de los menores detalles de su ser, mayores motivos encuentra en sí mismo para desistir de una carne en la que nunca faltarán circunstancias para maldecir el error de haber nacido.

44

Tan fútil como perseguir una idea cuya expresión se nos escapa es darle al fin alcance con ayuda de la gramática. La competencia del estilo es embellecer el momento de la captura, proporcionarle su agógica, y si esta licencia creativa rige para las palabras, aún más para el encuentro fatal entre la conciencia y la existencia. 

45

Mejor que el terror que nos degrada es ceder a la impasibilidad donde el terror se degrada. 

46

La enormidad de los sacrificios humanos de la última centuria es apenas la llovizna que precede a la tormenta venidera de masacres cuyo espanto, antes que contradecir la condición de nuestra especie, ratificará en la historia que la depravación, con preferencia al aniquilamiento, constituye su más sibilino propósito, su egrégoro.

47

Si los totalitarismos fueron en el siglo XX respuestas simplistas a problemas sociales complejos que se vieron magnificados hasta tener desenlaces funestos, en el siglo XXI la santificación de la democracia, el culto a la celeridad y el denominador cibernético global se adoptan como remedios fáciles frente a una clase de retos que la jurisdicción creciente de los ovillos humanos solo puede complicar de una forma que malamente conseguimos imaginar.

48

Cuando está exento de participación en el patrimonio nacional de envidias, el español tiene su mayor achaque en la propensión a conducirse, por activa y por pasiva, por hipertrofia del espíritu territorial y por atrofia del territorio espiritual, como un arrogante gilipollas, lo cual no significa que deje de serlo cuando padece, aunque lo llame de otra manera, el patriótico vicio de envidiar al vecino. Ganivet: «Hay que arrojar aunque sea un millón de españoles a los lobos, si no queremos arrojarnos todos a los puercos».

49

Mi ceño fruncido es más fuerte que mi sonrisa descosida. Soy un enamorado de la Serpiente, de la bicha que a veces baja del Caduceo y enrosca la lujuria de su conocimiento a la Cruz. Tres símbolos en los que veo a la inteligencia erguirse a través de la densa vastedad de los sufrimientos que ha recorrido para adquirir la iluminación.

50

Despedir el año más ligero de existencia será siempre una razón de peso para brindar por el comienzo del siguiente.

2 comentarios:

  1. Apostilla (sin astilla) al 17: "Y experiencia llamamos a descubrir que lucidez y necedad suelen ir con frecuencia y hasta con agrado de la mano."

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    1. Agradezco el apéndice de tu esclarecida interacción porque, aun siendo obsequiada sin astilla, viene a dar la puntilla de colmo a un fragmento del que no me sentía tan convencido como ahora. Léase, pues, conjuntado con tus palabras y quede afirmada la doble faz de la experiencia, si no te desagrada, como un testimonio ejecutado a dos manos «vacías, irreales, llenas de ellas mismas», según tiene dicho un buen conocido nuestro.

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