Siempre he sentido una fascinación muy próxima a la atracción fatal por este lienzo que James Ensor pintó hacia 1897 y tituló, sin romperse el cráneo, La mort et les masques. Creo que como viñeta satírica contiene los ingredientes necesarios para perpetrar con gracia ese arte maldito que consiste en desnudar el mundo disfrazándolo; pero como espero la visita inminente del veterinario para mi vacuna periódica, debo concluir apresuradamente esta entrada y cerrar este anoréxico apartado crítico.
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Ningún comentario recibido con posterioridad al verano de 2019 recibirá respuesta. Hecha esta declaración de inadherencia, por muy dueño que me sienta de lo que callo dedico especial atención a los visitantes que no marchan al pie de la letra.