8.9.06

GLOSARIO: SILVA DE VARIA DEFINICIÓN

Psicografiado en 1998, O Dios o me mato (dialéctica autógena) fue mi primer lienzo.

Vivo mas no sé por cuánto tiempo,
muerto no sé cuándo estaré,
viajo y no sé ni adónde voy
y es por eso que me asombro
por lo feliz que soy.
Martinus von BIBERACH
(Versión de Juan Montero)

EXORDIO

Cuando era niño, me gustaba ir al campo para levantar piedras y poner al descubierto los misteriosos bichos que allí mismo del día se escondían. Ahora, con menos pelo y más picardía, salgo al bosque de las ideas para voltear conceptos y sacar a la luz los motivos ocultos bajo el peso fósil de lo correcto, útil y razonable. En esencia, sigo manteniendo el excitante hábito de escudriñar que al desgaire de hallazgos y sorpresas elevó el nivel lúdico de mi infancia. Si de pequeño una instintiva fascinación por los animales me impelía a colocar cada pedrusco en su sitio tras haber examinado las discretas formas de vida que aprovechaban su panza como refugio, con mis pesquisas actuales no tengo ningún reparo en exponer la mugre concebida por la mente humana al deslumbramiento del entredicho, ni me corto de añadir al cosquilleo de la búsqueda y captura de valores el placer de una benigna inmisericordia.

Nada está a salvo porque nada me es ajeno por innombrables que sean los engendros sepultados bajo la cara fusca de las peñas. No extravíe los sentidos ni arrugue el hocico por el hedor ocasional desprendido durante las delicadas operaciones de acoso y derribo de significados. Juzgue, diviértase con o contra mí, acapare si prefiere la embestida absteniéndose de cranear, pero, créame, no pretendo sacarle punta a las cosas, antes al contrario: son ellas las que se han aficionado a mis servicios como portavoz descalabrado de su lado más punzante.

Ya que estoy en un preámbulo que puedo dirimir sin excusarme de haber segregado la perla de una presentación protocolaria, he de mencionar, por último, que la fuerza primordial de este glosario prolonga, entre otras socarronerías, el espíritu de curiosidad aguindillada que tan irreverente resulta a los engolosinados de normalidad cuando lo ven ludir el mundo en todos los recovecos y trastos adyacentes que la obviedad se resiste a desprecintar. Aunque como obra de consulta constructiva sea en diversos aspectos un baile a través de brumas, un latigazo contra el viento o una semilla impaciente en tierra estéril, para conocer sin falseamientos apresurados el alcance fulminante de mis definiciones sobran las palabras. Si quiere saber más, adelante, interrogue a las rocas. Sus voces inaudibles le harán enmudecer.





a. C. Transcripción errónea de a. K., abreviatura que significa «antes del Kamikaze».

ABATIMIENTO. Impotencia que sirve de barrera al torbellino de zafiedades que los humanos llevan metido en la médula.

ABECEDARIO. Gama de veintitantas notas con las que pueden parafrasearse infinidad de embustes, algunos de ellos indispensables para tañer realidades inefables.

ABERRACIÓN. Lo que todo hombre tiene que ser para los otros y, en el mejor de los casos, también para sí.

ABNEGACIÓN. Desalojo de la inclusa donde nace y se cría la divinidad.

ABORTO. El recurso más encomiable cuando otras medidas fallan para contrarrestar el crimen de crímenes.

ABRAZO. Sostén que acompaña al alma cuando siente amenazada su verticalidad.

ABSTINENCIA. Pasatiempo que el vicioso roe contra su temperamento.

ABULIA. Charco donde se ahogan los cansados de nadar.

ABURRIMIENTO. Envenenamiento progresivo mediante la lenta disolución del dolor en el tiempo.

ACADÉMICO. Encargado de administrar el saber sin saber engendrarlo.

ACANTILADO. Orografía de la duda que vacila entre admirar el abismo o lanzarse a sus fauces.

ACCIDENTE. Suceso eventual, no siempre involuntario, que cuando sobreviene como es debido alivia la presión demográfica.

ACEDÍA. Cuando Dios, o alguno de sus equivalentes, se sienta sobre uno y no hace día para nada.

ACELERACIÓN. En los desplazamientos históricos, sensación de velocidad producida por el estrechamiento del campo sensorial.

ACERVO. Broza y cascajo que las viejas generaciones legan a las nuevas como si fueran alhajas.

ACOMODADIZO. Sirviente férvido del no por desmentido a cada instante menos arraigado culto de los que, además de creer que el sufrimiento no es uno de los fenómenos inesquivables de la existencia, se rigen por la autohipnosis que supone ver el vaso medio lleno no solo cuando está vacío, sino incluso cuando está roto y ha de comulgarse con los cristales.

ACOMPADAÑO. Dolor causado por estar acompañado de quien no se quiere. Que nuestro idioma, al igual que otros, haya carecido de una palabra para concretarlo pone de manifiesto el intento de silenciar una realidad no por asidua menos antipática, la del apretado nudo de interrelaciones que nos sujeta a la sociedad.

ACOÑADOR. Capaz de imprimirle a las vaginas, por medio del cuño varonil, un valor de enardecimiento hasta entonces desconocido por sus receptoras.

ACREEDOR. Señor gracias al feudo de prestar lo que le sobra para obtener vasallaje de alguien que lo repudia tanto como lo necesita.

ACTIVIDAD. Táctica para matar la conciencia creyendo que se mata el tiempo.

ACTO. Testimonio factual de una imaginación deficitaria.

ACTUALIDAD. Metamorfosis de la obsolescencia, intriga de marasmos retocados en los que no pasa de estar atrapado quien, atento a lo que pasa, se pasa.

ACUIDAD. Alcanzar la intensidad máxima con los mínimos medios.

ACULTURACIÓN. Genocidio por inclusión. Cuando la destrucción física de un pueblo no es admisible, la asimilación o absorción cultural se presenta como el medio más efectivo de hacer desaparecer las cualidades que le son propias.

ADAPTACIÓN. Encajar el momento sin quedar encajado en él.

ADMIRACIÓN. Autorizar sin envidia la autoría de aquello que envidiamos.

ADOCTRINAR. Poda psíquica que incluye diferentes repertorios de ablación de la conducta para ajustarla al desvarío de un dogma.

ADOLESCENCIA. Edad en la que uno se percata de que nunca debiera haber sido pero actúa como si todo, en todo momento, se le debiera; o lo que es igual, edad de la vida que sólo las culturas decadentes se obstinan en alargar.

ADULTERAR. Tratar a un ser humano como si fuera lo que a menudo ha procurado ser: un ángel, un virus o una máquina.

ADULTESCENCIA. Pesantez de la experiencia que adjudica como hallazgos irrebatibles las virtudes de adolecerse tumbado y resta interés a las acciones que exigen estar erectos. El adultescente, por tanto, se sitúa con su actitud en las antípodas de la conducta hodierna típica, que opta por dar respuestas propias de adolescente a problemas longevos.

ADULTO. Niño armado con tantas capas externas como puede segregar antes de que la senectud comience a desprenderlas.

AFEITARSE. Aniñarse la tez ante el mundo civilizado por el servil temor a destapar el alma peluda de cavernícola.

AFERRAMIENTO. Pórtico de la pesadilla en la vida despierta.
 
AGENCIA DE INFORMACIÓN. Fábrica de montaje de irrealidades que funcionan como marcas viales para conducir a la audiencia por la línea narrativa que interesa a los arquitectos del sistema social.

AGITADOR. Persona que actúa como fermento en contacto con la gente dispuesta a hacer masa.

AGRESIVIDAD. Miedo en rebeldía contra la rebeldía del miedo.

AGUAFIESTAS. El amante de la verdad cuando sólo se quiere ilusión.

AGUDO. A salvo de ser un obtuso crónico.

AHORA. Alfa y omega del tiempo si se pisa sin prisa el espacio. 

ALARDEAR. Necesidad de inflarse delante de otros para persuadirse a sí mismo.

ALBA. Toque de alarma.

ALBEDRÍO. Reformatorio perpetuo de la libertad.

ALCOHOLÍMETRO. Instrumento de control de la pureza de sangre mediante el cual un agente de tráfico puede violar de forma aséptica a cualquier conductor so pretexto de prevenir accidentes.

ALDEA GLOBAL. Orbe cubierto de una escara de multitudes donde todos están a merced de la opinión de cualquiera y cualquiera a expensas de la mirada de todos.

ALEGRÍA. Revuelto afortunado de varias tristezas.

ALEJAMIENTO. Indisposición necesaria para liberarse de los demás.

ALERGIA. Reacción autoinmune que se toma la molestia de responder de forma individual en nombre de la existencia: «Tú tampoco tendrías que haber nacido».

ALFABETIZACIÓN. Entrenamiento básico dirigido al pueblo llano para que entienda los mensajes publicitarios.

ALFALIDAD. En el animal intoxicado por la manía de la voracidad social, ímpetu absorto no en ser mejor que sus contrincantes, sino en vetar que otros, aun siendo mejores, lo superen.

ALIENTO. Cepo de aire: el más duro de quebrar.

ALMA. Secreto de la materia que incorpora a las criaturas el rescoldo de las estrellas que una vez fuimos.

ALMADURA. Estupor cósmico que perdura acorralado en el centro del monstruo humano, ser en cuyo drama neurálgico altanería y desconsuelo se funden cada vez que las lágrimas arden.

ALMANAQUE. Registro sucesivo de los días que sería incomprensible si la ilusión fluente del devenir no imperase sobre la percepción simultánea de la creación.

ALQUIMIA. Hacer del dragón nuestro mejor ángel.

ALTA CULTURA. Alta costura del intelecto que, sin ella, se ve bajito. En común con la cultura popular tiene más de lo que nunca admitirán sus adeptos, porque al igual que en aquélla todo se mueve en ésta por algo de lo que hablar, y no es menos veloz en disolver su impronta frente al empuje de lo monstruoso cuando las estructuras sociales se derrumban.

ALTERCÉNTRICO. Doblegado por la opinión ajena.

ALTERNATIVO. Lo propio de aquéllos que buscan signos conspicuos de rebeldía como fórmula de distinción de la masa, a la que pretenden ocultar tan bien como a sí mismos el idilio que mantienen con el negocio dedicado a la oferta de una imagen transgresora.

ALTÓN. Fase de ascenso que suele preceder al bajón.

ALTRUISTA. Se dice de quien saca provecho de otro haciéndole creer que recibe un beneficio.

ALUCIGNOSIS. Sabiduría que no necesita demostrar que todo es irreal porque pone a disposición de la realidad los medios para que se confute a sí misma.

ALUCINACIÓN. Cariz desenvainado de lo real.

AMABILIDAD. Amnistía pasajera que se dispensa con el envoltorio de la ternura hasta haber conseguido mejor disposición para dominar.

AMANECER. Ascensor del día que arrebata sus pasajeros al sueño.

AMARGO. El sabor del saber.

AMASAMIERDAS. Abogado, también conocido como rascapleitos y estrujaleyes, una especie de prostituto del derecho a quien se alquila por sus dotes sofísticas para demostrar al magistrado que lo errado puede ser correcto y lo correcto, errado.

AMBICIÓN. El grano visto por el hormiguero, inicio de todo fracaso. No saciarse ni hallar descanso con menos que sentirse y ser sentido como alguien todopoderoso. La del genio, que no es ajeno a ella, consiste en quererse, más que lúcido, deslumbrante.

AMBIGÜEDAD. Cortejar el misterio sin penetrarlo.

AMÉN. El I like o aprobación sumisa de las culturas predigitales.

AMIGO. Invasor excepcional que nos enriquece no tanto por la confianza que nos consiente, frecuentemente insoportable, sino por aquélla con que nos incita a descubrirnos. Dicho en otros términos, es aquél con quien uno puede sentirse libre; libre, sobre todo, de darle una finalidad a la relación que forma con él.

AMIGOBIO. Degenerado que se apuntala en el valor de la amistad para pedirnos sistemáticamente algo a cambio de exonerarnos de prestarle dedicación absoluta.

AMISTAD. Comunión en la desigualdad, festejo en la paz y asilo en la guerra.

AMNESIA. No encontrarle un pasado al presente.

AMO. Adicto a los siervos.

AMOR. Saber degustar el sabor de otro que a menudo es confundido con la avidez de poseerlo.

AMOR AL PRÓJIMO. Estrategia que exhorta a lamer las llagas de otros para que ellos hagan lo propio con las nuestras. En resumen: una guarrería.

AMOR FATI. Versión adaptada a los tiempos modernos de la sumisión cristiana al ordenamiento divino.

AMOR FILIAL. Conjunto de atenciones orientadas no tanto en provecho del hijo como en aras de impedir que la conciencia haga aflorar en el progenitor la gravedad del mal causado al recién nacido al haberlo introducido (por capricho, por inercia genésica o por cualquier otra inmoralidad) en la existencia.

AMORISMO. Movimiento de ofuscados por la bioquímica que se propone ampliar la fábrica de desperfectos que es la humanidad acoplando lo que por naturaleza es inacoplable.

ANACRÓNICO. Individuo que cuenta con el fabuloso recurso de poder evocar la vida en otras épocas mientras sobrelleva la que le ha correspondido.
 
ANAFOTÓNICO. Déficit de luces propias por superávit de sombras dogmáticas.

ANALES. Inventario de la deportación histórica de nuestra especie cuya consulta basta para cerciorarse de que toda noción de progreso es nugatoria.

ANÁLISIS. Intervalo que separa la mente de las cosas, las cosas de la mente y la mente de la mente.

ANALMISTA. Militante de la erradicación del alma en orden a preservar algún artefacto epidémico, como el Estado o la especie.

ANARQUÍA. La parte hueca del rompecabezas sin la cual la movilidad de las piezas que lo componen no sería posible. Así como de una mente demasiado lógica es menos probable que mane un gran poema, en todo proyecto de orden debe existir la dosis apropiada de indefinición para evitar que se estanque.

ANARQUISTA. En primera instancia, es alguien que ha descubierto el enorme poder contenido en el individuo y, al igual que los físicos de la Era Nuclear con el átomo, sólo sabe detonarlo. Se muestra entonces como un puritano revoltoso que, si sube de tono el uso apócrifo del resentimiento, puede resultar útil para reforzar las defensas de sus oponentes. Con rasgos prominentes sobre los demás, se hace ostensible en él un ser vocacional hambriento de reemplazos para la fe perdida: ser que no se sostiene sin el amparo de una utopía y vocación que alimenta su talento para el martirio con esperanzas revolucionarias, de ahí que, en lugar de comportarse como un soberano de sí mismo, restrinja su sentido de la libertad a cierto moralismo de retórica partisana cuyas luchas, más que episodios de una gesta guerrera, suelen quedarse en el rezongo que siembra las plazas de artefactos panfletarios con los que alguna indefensa viejecita, —¡oh, peligro!— podría romperse la crisma al resbalar. No obstante, en tiempos menos automatizados, fueron numerosos los cofrades anarquistas que llegaron a practicar la propaganda sanguinaria conforme a lo que su ideal debe a la impotencia. En sus atentados no había espoletas, sino explosivas pataletas: eran la forma de suplicarle a los poderosos que los tomaran en serio. Bastó que el sistema les concediera el derecho a desorganizarse para ver sus furias contra la autoridad gastadas en criar lanas como mansos carneros, cuando no invertidas en arrancarse las barbas entre sí. Pensando ellos y en su hervidero de subdivisiones, Ernst Jünger opinaba que están destinados a ser «calefactores de prisiones, cuyo único factor común es que todos hacen su asado en su propio fuego, hasta ser devorados por sus llamas».

ANCIANO. Especie a mitad de camino entre el reino animal y el vegetal.

ANFIBOLOGÍA. Exponer los más controvertidos puntos de vista con las dobleces justas para que los interlocutores no sepan a ciencia cierta a qué atenerse y acaben, bajo su responsabilidad, decidiendo en qué clase de registro les resulta menos problemático aceptarlos. 

ANGUSTIA. Reacción alérgica a la vida desencadenada por una exposición prolongada a sus penurias.

ÁNIMA. Luminiscencia emitida por el sol central a través de las criaturas vivas.

ANIMALADA. Último afloramiento en el ser humano de cualidades que lo distinguen de un ente robótico.

ANIMALEJOS. Conjunto de seres, entre los cuales descuellan los humanos, que acceden a la existencia dejando a remota distancia el alma.

ANIMISMO. Creencia decidida a espiritualizar los objetos transformándolos en sujetos que suele ser tildada de primitiva, en el sentido de anticuada e infantiloide, por aquéllos que se dedican, como buenos progresistas, a hacer justo lo contrario.

ANODINATO. Versión masificada del anonimato.

ANOMALÍA. Anatomía de la realidad.

ANOMALISTA. Defensor de lo indefendible, como todos los que consideran correcto ser normales.

ANOMIA. Anemia de la autonomía.

ANORMAL. Hereje civil partidario de un teorema irreprochable: ¿quién quiere ser normal en un mundo tasado por idiotas?

ANOSOGNOSIA. Al contrario de lo que pueda parecer no se trata de ninguna enfermedad rara del pandero, sino del trastorno que consiste en no tener perfecta conciencia del mal notorio que se padece con la vida, pero déficit de conciencia en virtud del cual la euforia, la exultación, el júbilo y otros gozos del ánimo siguen siendo estados asequibles al ser dotado de sentimientos a pesar de haber sido expelido a la existencia.

ANSIA. Constante vital que en las sociedades humanas adquiere la forma de un apetito insaciable de poder al que responden, en última instancia, el resto de las motivaciones.

ANSIEDAD. Paredes que se estrechan.

ANTENCIÓN. Concentrar en un punto todas las antenas de la percepción.

ANTIGÜEDAD. Un grado de sabiduría cuando quien la tiene ha caído por experiencia del podio en que se creía.

ANTINATALISMO. Aquí el prefijo anti-, al funcionar de manera limitativa, puede inducir a confusión (como sucede, por ejemplo, con antitaurino) si no se desvela su buen sentido considerando que el antinatalista, antes que contrario a la vida, siente un respeto tan profundo por cada ser dotado de sensibilidad que, por coherencia, no es partidario de imponerle a nadie una carga que no ha pedido, máxime cuando no hay modo anticipado de saber la clase de vida que le espera a quien habría de soportarla.

ANTISISTEMA. «¡Quiero destruir todo aquello que no puedo comprar!».

ANTISOCIAL. Se aplica a quien actúa en consecuencia tras haber desenmascarado la cohesión de inmundicias que mantiene la sociedad.

ANTRO. Nombre que engloba la disparidad de recintos nocturnos dedicados al esparcimiento de la vanidad, zona franca donde se autoriza a los presentes el uso de algarabías y hacer publicidad engañosa de sí mismos bajo continua inspección ocular, actividades raramente soportables sin el caudaloso despacho de brebajes descerebrantes.

ANTROPÓFAGO. Humanista de buche y paladar que propone, al calor de los fogones y entre especiadas salsas, un modelo ecológicamente viable de lucha contra el hambre luchando contra el hombre.

AÑORANZA. Fe formulada a la retrospectiva, la única que puede tener quien carece de esperanzas, pero fe que se refuerza en el dolor innominado de no estar donde nunca se ha estado.

APARTAMENTE. Enclave anímico donde reina la ataraxia.

APATÍA. Necesidad ineluctable de olvidarse de uno mismo que despierta en los demás la incomodidad de tenernos presentes.

APÁTRIDA. Condición de quien ejerce el derecho nativo a la coherencia.

APORÍA. Desajuste producido entre la dilatación del conocimiento y la angostura del conocedor.

APOSTASÍA. Papel higiénico para limpiar la zurrapa de un credo tras su paso por el espíritu.

ÁRBOL. Explosión de inteligencia fotosintética.

ARCANO. As de quien juega a inventar y anular dioses.

ARISTÓCRATA. Aventajado que dispone de sitial hereditario para compensar defectos incorregibles, de blasón para ataviar vicios imposibles de ocultar y de diezmo con que subsanar atrofias de alcurnia. En síntesis: alguien que confunde por la jeta del linaje ser un hombre de provecho con ser un aprovechado.

ARMONÍA. Aspecto que cabe suponerle al universo fuera del tiempo.

ARREPENTIMIENTO. Satisfacción de la conciencia culpable mediante la aplicación de un dolor autoinfligido lo bastante fuerte para sofocar el sentimiento de deuda con el daño ocasionado. Muy del gusto del gazmoño, que se aflige por sistema como franqueo moral para reincidir, tiene su antagonista en la actitud pagana, para la cual los errores no deben servir de excusa, sino de escuela.

ARRIBOSTA. Un arribista de mierda.

ARROGANCIA. Convalecencia de la inferioridad.

ARRUGA. Vaguada del rostro donde los años fruncen el hastío.

ARTE. 1. Secuela del aburrimiento que se obtiene cuando el artista juega a enmascararse con los misterios de la ensoñación sin el trámite de quedarse dormido. 2. Cobjio del mito en tiempos groseros.

ARTISTA. 1. Quien puede constatar que lo decente es crear, no procrear. 2. Sospechoso de inutilidad vocacional cuyo éxito no depende de la importancia estética de su obra, sino de la facilidad comercial para perder la imaginación.

ASCENSO. 1. Verificación de que la sordidez medra a todas las alturas. 2. Dentro de una organización jerárquica, elevación hasta el nivel necesario donde la eficiencia se transforma en incompetencia. Dentro de la estructura social, escalera de subida que con cada peldaño engulle de quien la toma un bocado de su vida.

ASCETISMO. Apartado vicio de los que no se contentan con seguir las corrupciones mundanas.

ASERTIVIDAD. Sistema psicológico de dominación que, en lugar de emplear métodos coactivos, utiliza un poder seductor y ajustable para lograr que los individuos se esquilmen a sí mismos de una forma que los vuelva provechosamente inconscientes de su sometimiento, pues cuando el explotador es el explotado su rentabilidad es mayor y nadie aparece como culpable.

ASESINAR. Otorgar el beneficio de la muerte a quien sólo tenía la inseguridad de la vida. Tampoco anda desencaminado Norman O. Brown cuando enfila que «el asesinato es suicidio con mala puntería, destruir parte de uno mismo». No obstante, con las actuales maniobras de control social refrendadas por una tupida red criminológica, el asesinato como acto técnicamente limpio ha pasado a convertirse en un monopolio militar cuyas competencias, no obstante, siguen siendo vulneradas por algunos temerarios amantes de las bellas artes, cuyo modelo bien pueden tomar del exterminio que sirve de equilibrio a la naturaleza. A juicio de muchos, sobre todo de las víctimas y sus afines, la muerte impuesta a un congénere es punible por múltiples razones, si bien rara vez se considera entre ellas la incoherencia de quien comete este crimen en su modalidad más deleznable, delegando en otros la carga ejecutiva del procedimiento, porque más allá de la moral que pretexte en su defensa, el requisito mínimo que debería exigírsele a alguien decidido a arrancar una vida sin consentimiento del occiso es la integridad de actuar como juez, verdugo y limpiador.

ASISTENCIA SOCIAL. Ocuparse de sustraer de la mirada pública a quien se niega a cuidar de sí mismo según las reglas al uso.

ASOCIARSE. Aunar jaquecas para resolver problemas comunes y no tardar en coincidir que el mayor problema es haberse unido.

ASPIRINA. Pastilla del día después.

ASTROFÍSICA. La excusa científica perfecta para buscar impunemente la forma de Dios dentro de un sistema de postulados ateos.

ASTUCIA. Sutil victoria que el derrotado obtiene sobre el fuerte cuando puede tomar la palabra.

ATAÚD. Cubo de basura estacionario destinado a contener lejos del olfato los restos orgánicos de un desalmado.

ATENCIÓN. Puente interactivo entre sujeto y objeto.

ATEO. Alguien que por la puerilidad de creer que no cree incurre irreflexivamente en la destreza de ofrendar a Dios un asteísmo. La fe negativa del ateo le conmina a postular que la criatura es huérfana y el universo un automatismo exento de intervenciones externas; ha reemplazado las supercherías del dogma por los estrechos horizontes de la lógica y, como cualquier teísta, sabe en el fondo que su postura depende de una creencia imposible de demostrar.

ATLETA. Vicioso del deporte que no tiene tapujos a la hora de poner en práctica su adicción, de manera que suyo es el mérito indiscutible de haber superado la inhibición pública que padece el toxicómano convencional.

ATOLLADERO. Versión anímica de la crispación celular que reproduce el agobio de la molécula en vías de averiarse en la angustia de una reclusión donde la salida es inviable, las escapatorias conducen a sitios aún más adversos y cualquier intento de retroceso se precipita en el espanto. 

ÁTOMO. Polvo de ser en el huracán de la nada.

ATRAVERSAR. Ser traspasado en el alma por el dardo poético de un verso.

ATROCIDAD. Concreción carnal de una aberración abstracta, como el concepto, valga por caso, de proliferación hasta la náusea que va implícito en la fecundidad de la existencia.

AURORA. Repetición de la sentencia.

AUTOBIOGRAFÍA. Pedazo de universo contado a través de un carácter, que a su vez es el universo contante de un pedazo.

AUTOCÉNTRICO. El individuo alineado consigo más allá del egoísmo y más acá de la abnegación, entre la llama negra de la conciencia y la oscuridad encendida de la carne.

AUTOCOMPASIÓN. ¿Quién es tan fiero, tan indolente o tan afortunado que al contemplar su vida con objetividad no experimente alguna forma de piedad hacia sí mismo?

AUTOCONCIENCIA. Caja negra donde se graban las variaciones y variedades subjetivas del accidente de la existencia.

AUTOCONOCIMIENTO. Podríamos explicar que se trata de acaudillar una secta con los demonios que nos perturban una vez se ha comprendido que contra ellos no hay enmienda, salvo excederlos en fechorías, mas la afirmación obedecería a un esquema voluntarista que no compagina con aquello que estimamos ilustre. Todos tenemos en común que somos distintos, y el menos común de todos es quien comete la traición a la especie de investigarse a sí mismo tras haber asumido que el hombre es un microbio desconcertado por la inmensidad de los secretos que debe arrancarle a la existencia desde la mina que lleva en su interior.

AUTOCONTENCIÓN. Demora vigilante que uno mismo se impone entre el deseo y su realización, ya sea por abonar la cosecha de un placer incrementado, por concederle un espacio de reflexión a la prudencia o por la praxis en el desapego del acto.

AUTOCRACIA. Forma de opresión menos inaguantable que la democracia por ser más fácil atacar a un tirano de carne y hueso que pelear contra la tiranía anónima de la ley. No obstante lo dicho, es congruente preguntarse por qué los diccionarios registran autócrata en la acepción de jefe supremo de un Estado y no en la que le corresponde por etimología, dueño de sí mismo, como si únicamente los monarcas y emperadores tuvieran acceso al concepto de autodominio, cuando más bien son los más propensos a dar muestras de una voluntad sin suficiencia ni grandeza. Se hace necesario, por tanto, aproximar una definición menos imperativa del autócrata como individuo decidido a ejercer de maestro, aprendiz, médico, guerrero, sacerdote, juez y verdugo de sí mismo, no tanto en un sentido restrictivo cuanto en una apropiación centrípeta de su persona.

AUTOLETALIDAD. Promesa, custodiada por el amor propio, que garantiza una vida espiritualmente libre a quien no aspira a servir ni a procrear siervos, por dura que sea cumplirla cuando la tiranía de los hombres o de unas facultades mermadas, devenidas intolerables, obligan a ello.

AUTOMÁNTROPO. Hombre ultramecanizado del futuro o Exhomo sapiens.

AUTOMEDICACIÓN. Nueva herejía en el contexto de un orden que ha reemplazado el estamento clerical por el terapéutico, la vigilancia del alma por la del cuerpo, y donde, al término, la libertad del individuo para manejar drogas y tratar sus afecciones con ellas es perseguida como un acto delictivo o, cuando menos, sospechoso y reprobable socialmente al igual que el sacrilegio lo era antaño.

AUTOMÓVIL. Féretro rodante que emplea como combustible las prisas de su propietario.

AUTONOMÍA. Aptitud para descubrir lo que no se necesita y valentía para desprenderse de ello.

AUTOPOLLESIS. Suficiencia de un organismo masculino para generar en y por sí mismo alborozo en torno a su pene.

AUTORÍA. Ratificación de que cada pensamiento, como cada acto, se debe a tantos actos y pensamientos ajenos, que nadie puede decir que sean suyos.

AUTORIDAD. Poder vivo de la experiencia que se alquitara como influencia en contraposición al poder mortecino del control, que se enquista como mando.

AUTORREALIZACIÓN. Explotación ininterrumpida de sí mismo que busca optimizar las prestaciones personales de acuerdo con un modelo de prosperidad donde cada uno funciona como una sucursal del rendimiento global.

AUTOSUFICIENCIA. Embrión de autoexcelencia fecundado de autoexigencia.

AUTOTEÍSMO. Más allá de lo falsa o verdadera que pueda parecer en su concepto, se trata de una religión incomparablemente justa porque confiere al pobre diablo el don de sentir en sí mismo un vislumbre de divinidad, y al ser divino la posibilidad de reconocerse como un pobre diablo.

AVENTURERO. Explorador de los límites de la naturaleza humana.

AVERNÍCOLA. Galeote de un mundo a la deriva (que algunos, de manera eufemística, llaman Tierra en vez de Averno) donde el marchitamiento de la vida consciente va encadenado a un rosario irregular, pero seguro, de temores, incapacidades, enfermedades, carencias, injusticias, abulias, fatigas y tedios.

AYUDA. Conjuro de auxilio menos efectivo para obtener amparo que para convertir instantáneamente en culpables a quienes lo desoyen.

AYUDAS A LA MATERNIDAD. No solo maman los hijos...

AZAR. Destino resquebrajado por el instante.

BABELINA. Palabrería rica en pretensiones, mas no en contenido, como la retórica teológica y su digna sucesora, la cháchara psiquiátrica.

BAILATUMBAS. Regocijado por sobrevivir al etario que da un paso a la huesa.

BANCA. Industria pesada de la deuda en razón de la cual la vida humana es capturada dentro del simulacro de solvencia al que se supeditan en compacta habituación los ilusos y satisfechos de este mundo.

BANQUERO. Prestidigitador de capitales a quien las cuentas de uno menos uno siempre le suman tres.

BÁRATRO. Volver a ser tras haber rozado la posibilidad de no ser.

BARBAROFILIA. Capitulación ante sociedades extrañas que maquilla como amor a la singularidad ajena el odio a la propia identidad.

BARBIKENIZAR. Implantar el régimen muñequista en una comunidad para hacer más fotogénicos a sus integrantes mientras los destruyen.

BARRIO. Parque de humanos-bonsái cuyo contexto es el gigantismo de la proximidad.

BATIRRABERÍA. Masturbación masculina.

BAUTISMO. Circuncisión del alma que bendice la carestía moral de quien la recibe.

BEATO. Palmero de una deidad chunga.

BEBÉ. 1. Inmigrante de la nada. 2. Abreviatura de persona que proclama con todo lujo de muecas, torpezas e incontinencias la ineptitud esencial de la especie humana, lo que sería menos hiriente dentro de lo lastimoso si la larva ahorrase a los presentes la coacción de sus llantos y el hedor de sus secreciones. La mayoría de las madres están condicionadas por alteraciones neuroquímicas desencadenantes de un efecto protector hacia su prole, de lo contrario aborrecerían el contacto con estos amasijos de existencia tan frágiles y desproporcionados como proclives a rebozarse en el raudal de sus heces. 3. Primera edad del humano después del nacimiento que pocas madres, si pudieran, rehusarían convertir en estacionaria para seguir usando a sus hijos como muñecos.

BELDAD. Sublimidad que peregrina por los seres femeninos e impropiamente es confundida con quien la personifica.

BELLEZA. 1. Renacimiento del objeto en la disposición del sujeto a diluirse en él. El poder de la belleza subyuga no por la fuerza de la violencia ni por las sacudidas de la verdad, sino por su carácter de reserva visionaria, apodíctica, no mediada por otros efectores que aquéllos donde el caos de las apariencias se ordena con mejores acertijos. 2. Un defecto físico del que se puede sacar partido mejor que de ningún otro.

BENDICIÓN. Poder corregir con corazón los excesos del intelecto y reparar con inteligencia los defectos del corazón.

BENEFICENCIA. Activismo lacrimógeno que con untos de limosna y balsámicos donativos momifica a los afligidos en la adversidad en vez de hacerles el favor de dejarlos en paz.

BENEVOLENCIA. Galbana que se interpone entre uno mismo y la oportunidad de ensañarse con otros.

BENIGNO. Se corresponda o no con una superficie afable, lo es en sus profundidades quien da muestras de la docta ignorancia de no saber tomarse a pecho a sí mismo por adolecer, contra nadie, de cierta impotencia para vivir.

BEODO. Ahorcado que se bebió la soga.

BESTIA. La sombra destructiva que uno quisiera destetar con sólo detestarla.

BIBLIOTECA. 1. Sala pensada para favorecer la reunión entre vivos y finados. 2. Pasto de libros al que acuden los estudiosos y otros verbívoros a aplacar sus fames.

BIEN. Invento para distraer el mal.

BIENESTAR. Placidez sin aristas por el mero hecho de estar que sólo es accesible cuando se deja de ser.

BIG BANG. Eyaculación cosmogónica.

BLASFEMIA. Género coloquial de plegaria que toma el nombre de escrología tras haber pasado por el pulimento de la erudición clásica. Por tratarse de una forma desinhibida de orar, ante oídos blandos puede sonar a lo contrario, cuando en resumen quien la emplea tributa al mismo patrón y tiene por toda injuria el error, compartido con el beato, de conceder una importancia desmedida a fetiches que carecen de existencia fuera de quien los acata.

BLOG. Espacio virtual donde alguien que se cree ocurrente comparte sus inquietudes y pensamientos, por despreciables que sean, convencido de que no hacerlo supone un menoscabo para la humanidad.

BOBOCRACIA. Demostración empírica de que un bobo hace ciento, si no más. Habida cuenta de que el ímpetu reproductivo es competencia donde mandan los patanes e inconscientes (aquéllos que consideran inofensiva la procreación y hacen de ella su recreo), todos los filántropos pueden respirar tranquilos: la pervivencia de la especie humana está bien asegurada por la fuerza numérica de los idiotas. No ha de confundirse con la borboncracia, que solo se trata de un subgénero, aunque asaz ilustrativo de cuán lejos puede llegar un clan bobocrático.

BOHEMIO. Prócer de la picaresca que centra su falta de talento en pretender vivir como si lo tuviera.

BOMBA. Arma predilecta del que no sabe defenderse.

BONDAD. Gentileza del sentir que la maldad espolea para aprovecharse de sus obras.

BONDIDO. Bandido que actúa con patente de bondad, como, por ejemplo, lo es por oficio todo agente del clero.

BONITO. Magnetismo simbólico de todo lo que ha sido bendecido por mis gustos.

BOSQUE. Despensa agreste del espíritu.

BRUTALIDAD. Poder sin rodeos.

BUEN FARIO. Confabularse con la certeza de la muerte para hacer y deshacer con la vida la ventura de lo que se quiera.

BUEN GUSTO. Denota alianza con esta cualidad amena del carácter quien además de eludir el ornato hueco de concederle demasiada importancia a la vida, sabe usar la cultura para conferirle una fragancia exquisita a la corrupción que aqueja al más eximio en manos del tiempo.

BUENA MEMORIA. Baúl de los recuerdos al que se encomienda quien no confía en su inteligencia.

BUFÓN. Decidor de la verdad en el reino de los lisonjeros.

BURGUESÍA. Clase de mentalidad celosa de promover la liquidación de lo sublime por considerarlo como una desviación de lo que debe ser razonable, computable, negociable y reemplazable. Aquello que carece de utilidad para el burgués, todo lo que está cargado de misterio, se muestra incontrolable o no contribuye a sus ganancias, le parece indigno de existir, no cuenta.

BURKA. Traje de oscurantismo.

BURLA. 1. Forma jocosa de responder a la presunción y el adocenamiento circundantes. 2. Provocación que los severos merecen recibir con un hostigamiento proporcional a su seriedad. No obstante, si uno es persona de prestancia, nunca tomará la burla en serio por graciosa que imagine su ejecución; así, por ejemplo, sería de todo punto excesivo hacer acto de presencia en un congreso de ecologistas mullido entre las pieles de un oso panda y a lomos de un elefantito azotado con la musicalidad de una goma de butano.

BUROCRACIA. Especie de fósil viviente aclimatado a los despachos que subsiste entorpeciendo los asuntos privados en nombre de los trastornos públicos.

CABALLERO. Dicho de alguien, que maneja la espada como si la envainara.

CABEZA. Primer satélite del corazón.

CADALSO. Templo dedicado a las buenas costumbres.

CADENAS. Férreas ataduras que los brutos quieren poner al espíritu para que su brutalidad no las tenga.

CAGAR. Devolver con alivio al universo parte de su herencia.

CAÍDA. Unión completa de la torre con el rayo que la ilumina.

CALAVERA. Mariposa que saldrá de las orugas que somos.

CALLE. Lugar público donde la gente común cree hacer cosas extraordinarias.

CÁMARA. Punto de mira que el comunismo visual arraigado en nuestro planeta tecnológico dirige contra la individualidad, que ha pasado de ser un contenido vivo y relativamente protegido a un contenedor de información absolutamente explotable.

CAMINAR. Caída rítmicamente controlada.

CANDOR. Ser honrado y dar por hecho que también los demás lo son.

CANNABIS. ¿Droga de evasión? ¡Ya quisieran muchos de los que la denigran y no se atreven a catarla! Se trata, antes bien, de un dispositivo de intromisión cognitiva que carga su actividad en tornar explícito lo que resulta vulgarmente inaccesible, y dota de un poderoso medio para evanescer los compartimentos del comportamiento con las volutas donde arborece, fotograma a fotograma, el pensamiento.

CANON. Instrumento cultural de supervivencia que en los memos degenera en excrecencia mental.

CANSANCIO. Caducidad fisiológica de los actos.

CAOS. Desnudo integral de los fenómenos, lo que incluye todos los objetos de estudio que los cerebros habituados al embalsamamiento racionalista tratan de cubrir con apariencias de orden. Lo más sorprendente del caos es que, con independencia de cualquier criterio, funciona. Y si al menos funciona en el contexto del mundo aprehensible, queda ratificado el alcance incendiario de la ebriedad cósmica por la turbulencia de las formas, el perfecto derrumbe de una búsqueda de sentido y la eterna disolución de la experiencia.

CAPITALISMO. 1. Economía planificada por los más ricos para individualizar ganancias y colectivizar pérdidas. 2. Por extensión, cualquier conjura multinacional que permita al dinero cambiar velozmente de manos a condición de que no cambie de dueños. 3. Religión moderna de los esclavos ascendidos, que de lo contrario preferirían alguna forma de socialismo.

CARÁCTER. Parte fosilizada de cada uno que se resiste a la presencia insondable del genio pero muestra, no obstante, su valor cuando actúa de apoyo sólido frente al cerco de las presiones gregarias.

CARCA. Enrocado en la mentira conocida frente al acercamiento de la verdad.

CARCAJADA. Reconocimiento radical del encaje que forman las partes de un todo entre sí.

CARISMA. Don imanador que algunos caracteres tienen sobre otros para poder conducirlos sin necesidad de argumentar.

CARNAVAL. Evolución de la faz humana en el ácido del tiempo.

CARNICERÍA. Lugar de venta de zoofilias mal reprimidas.

CARROÑERO. El que alimenta su cuerpo con cuerpos a los que no es capaz de dar muerte, y, por extensión, todo el que mantiene su intelecto con ideas que no sabe rebatir.

CARTA MAGNA. Manual de decoración oficial de la cautividad real.

CASA. 1. Arquitectura de uno mismo. 2. Prenda imprescindible para ponerse al abrigo de los paisanos, que son los elementos más inclementes de soportar, y llenarla de objetos que pronto quedarán obsoletos, actividades que inicia normalmente quien la habita confiándose al poder bancario, cuya capacidad de expropiación ya quisieran para sí los comunistas, que a su lado parecen mangantes aficionados.

CASIDIÓS. Como para definir a Dios me faltan las mismas palabras que me sobran, podría casi retratarlo como el ser más solitario de una realidad de realidades que tiene un espejo en cada alma.

CASTIDAD. Deficiencia sexual pagada de sí misma.

CASTIGAR. Tratar de hacer bueno a alguien por malos medios, como quien pretende aclarar el agua sucia echándole tinta.

CASTRACIÓN. Complot contra la voluptuosidad, celado sobre todo por mahometanos y católicos, que emplea contra el prójimo la tortura de la reproducción como única finalidad de la cópula.

CATAFALCO. Mirador definitivo.

CATARSIS. Autolavado interior.

CATÓLICO. Adorador del sufrimiento (en concreto, del ajeno), de la pobreza (ejemplar, cuando no es la suya) y de la culpa (por el perdón de los pecados) tal como los vicarios de Cristo, accionistas de la fe, le dan a entender.

CAZALELOS. Profesional de la política.

CEGUERA. Creer ver algo donde no hay sino nada.

CELOS. Recocerse en la insuficiencia para aprobar las posibilidades del ser amado. Lo que el celoso desea con toda la fuerza de su inseguridad es la certeza de la infidelidad, pero es un deseo que no puede admitir ante su conciencia sin que se lo coma la rabia del culpable.

CÉLULA TERRORISTA. Familia numerosa.

CENIZA. Residuo que deja tras de sí la iluminación.

CENSO. Inventario de los bienes semovientes del Estado.

CENSURA. Reconocimiento de que la pluma es más poderosa que la espada.

CEREBRO. 1. Sintonizador craneal de campos cognitivos cuyo rendimiento disminuye con el grado de domesticación exigido a su titular. 2. Abacería de pesadillas entre las que muy de tarde en tarde se cuela alguna duermevela pacífica.

CEREMOMIA. Acto arreglado con boato para preservar el culto a un mártir moribundo en la mentalidad disecada de quienes le rinden obediencia y comunión.

CEREMONIA. Teatralización solemne de un acto cuya vulgaridad, sin esta sobreactuación, sería no solo evidente, sino probablemente irrisoria.

CERO. Cripta del infinito.

CHACHACHOCHO. Mujer adaptada a las atribuciones maritales.

CHISMORRERÍA. Síndrome caracterizado por la propensión irreprimible a darle rumia de rumor al morro. Su prevalencia es muy alta en los vecindarios populosos, las peluquerías de señora y el segmento de población raptada por una misma rutina de trabajo.

CHIVATO. Rapsoda de expedientes policiales.

CHUPISMO. Optimismo imprudente de quien ríndese a la vida en modo chupi, sin prever cuitas ni valerse compensando las barbaries que, por el contrario, recrudece en lugar de evitar, como se observa en la línea de conducta de esos padrotes y mamotas que, después de haber traído un hijo averiado al mundo, buscan su mayor contento en hacer otro tras otro, salgan como salgan.

CIANURO. Curalotodo.

CICATRIZ. Rastro que deja a su paso una verdad.

CIELO. Alegoría de la presunta reintegración en la nada.

CIENCIA. Disciplina de conocimiento que opta por la fe en la consistencia de los hechos para sistematizar la realidad aun cuando la realidad demuestra la inconsistencia de los hechos para llegar al conocimiento. Y así como no hay sueño sin ciencia también la ciencia es un sueño, el de ser más real que lo real, la rama que se quiere tronco del laberíntico árbol del saber. 

CIENTÍFICO. Sumo sacerdote de la ortodoxia literalista.

CIGARRILLO. Lumbre de boca que apaga los nervios.

CÍNICO. Realista contento de serlo.

CINISMO. Fanfarronería de quien predica que no cree en nada y practica la incontinencia de aprovecharse de todo.

CINISMO FILOSÓFICO. Encarar al mundo con su propio culo. Nada en común, por consiguiente, con el cinismo prosaico cuya práctica podría considerarse una procaz inversión, la que representa encular al mundo con su propia cara.

CÍRCULO. Figura demasiado potente, demasiado perfecta, para ser hermosa.

CÍRCULO VICIOSO. ¿Y cuál no lo es? Cuando concebí el ruedo de esta disertación pensé en el momento que la escribiría y mientras la escribo pienso en el momento que la concebí.

CIRUGÍA. Aunque en esta ciencia médica es notable el esfuerzo por saber recomponer el organismo, como labor anatómica sigue estando más próxima a la tortura, oficio especializado en descomponerlo.

CIUDAD. Esponja de muchedumbres donde pronto se descubre, apiñada en su grandeza artificial, que la naturalidad prevalece como rapiña, la estrechez de la convivencia tiene mucho de convalecencia mutua y el movimiento intramuros, perpetuado minuto a minuto, no es más que el ajetreo de un cementerio.

CIUDADANÍA. Personal de mantenimiento de la mentira social.

CIUDADANO. Persona que goza del hecho de ser anulada por derecho.

CIVILIZACIÓN. Más que una progresiva superación de la brutalidad, la civilización es el disfraz ensimismado de la barbarie.

CIVILIZADO. Se dice del pueblo que ha desarrollado las claves para multiplicar las oportunidades de echarse a perder.

CIVILIZAR. Inserir modos de vida y hábitos de pensamiento homogéneos en poblaciones que no los necesitan y tampoco los han pedido.

CLANDESTINIDAD. Hábitat del insumiso.

CLARIDAD DE IDEAS. Tener la frescura de expresarse con el egregio compromiso de ser traslúcido, aun habiendo riesgo para la propia seguridad y nombradía, frente a los poco lúcidos temores del auditorio.

CLARIVIDENCIA. Percepción articulada de la retícula conectiva de la realidad, donde todo respira con un mismo aliento, el producido por el aligamiento que toma la infinitud por alimento.

CLASE MEDIA. Estrato moral localizable en cualquier capa social que se define por la envidia a los que poseen más y el temor a los que tienen menos.

CLÁSICO. El autor que desde el estudio de su tiempo se vuelve consustancial a todas las épocas.

CLASISTA. Lo son por igual el que necesita sentirse superior tomando por inferiores a quienes ocupan otra posición social, como el carente de estimación propia que acepta el rango falseado de creerse inferior a los que se sienten superiores sin calidad para serlo.

CLEMENCIA. Segunda oportunidad concedida a cambio de complicidad.

CLEROSIS. Cuadro patológico que presentan los países donde el clero ha disparado su influencia cultural y su intrusismo en las instituciones oficiales por encima de los valores aceptables para el buen funcionamiento de la sociedad. En los casos que revisten gravedad, además de absorber cuantiosos recursos económicos de los organismos públicos, la clase sacerdotal deposita capas y capas de inamovibles detritos religiosos en las conciencias de los ciudadanos desde muy temprana edad, cuando aún carecen de herramientas cognitivas con que paliar tan invasiva forma de intoxicación.

CLÍMAX. Vacuilepsia, posesión del vacío mientras se es poseído por él.

COBARDÍA. Perrera del conato de preservación.

CODICIOSO. Se dice del autófago despiadado que cuanto más crece su apetito de comerse el mundo más se devora por dentro.

COHERENCIA. Sentido lógico de las acciones que el maestro, como el cacique, excusa el privilegio de desdeñar y que el discípulo, como el súbdito, está obligado a desarrollar.

COINCIDENCIA. Guiño del cosmos.

COLABORAR. Preparar el terreno para un asalto.

COLEGIO ELECTORAL. Lugar donde los apoderados de la libertad encomiendan a los ciudadanos hacer caja.

COLONIZAR. Introducir los patrones de una cultura extraña hasta por el colon.

COMARCIAL. Relativo a cualquier invento empleado por el estamento militar antes de ser derivado a la explotación mercantil. Entre las aplicaciones marciales de la técnica y las comerciales tan solo media una diferencia de ámbito, no de propósito, porque el objetivo que las mueve es el mismo: dominar con mayor eficiencia todos los campos rentabilizables de la realidad, personas incluidas.

COMEDIA. Lectura desinteresada de la tragedia.

COMERCIO. Forma de engranar diferencias que apuesta por la negociación donde otros se enzarzan en la imposición.

COMODIDAD. Modo más seguro de entronizar la parálisis mental.

COMPAÑERO. Puesto que un compania, de com- y panis, es quien tiene a goce compartir el pan con nosotros (que puede ser también el pan metafórico de su saber o el consolador ofrecimiento de su cuerpo desnudo), que se llamen compañeros entre sí los que coinciden sólo en una rutina de fatigas o en el membrete de filiación a una madrastra ideológica, representa una degradación de su sentido.

COMPAÑÍA. Paraje concurrido al que se acude para volver con más amor a la soledad.

COMPASIÓN. Venganza contra la alegría que irradia el desamparado en forma de pena para morder a traición y contagiar sus cuitas a los demás.

COMPENETRACIÓN. Coincidencia del uno con el otro desde la interioridad religada del reconocimiento, no desde el proyecto comunitario que conmina al abandono de uno abandonándose y a la expulsión del otro.

COMPETITIVIDAD. Coto de caza empresarial donde se contiende por el trofeo de no ser despojo.

CÓMPLICE. Aquél a quien transigimos convergencias de intimidad a cambio de saberlo secuaz de nuestros defectos o desmesuras, y preferible en último término a nuestro lado que como enemigo.

COMPOSTURA. Lo que teme perder quien acumula impostura.

COMPRENDER. Alcanzar el raso de un estado mental en que ya no es necesario negar lo que es ni afirmar lo que no es.

COMPUNCIÓN. Inquina del amargado que en vez de procurarse alivios quiere hacer partícipes a los demás de los sufrimientos que padece.

COMUNICACIÓN. Embrollo intextricable de suposiciones mutuas que crecen errándose entre sí.

COMUNICÓMANO. Rumiante social que en la Era Digital sirve de pasto a los negocios del comadreo global.

COMUNIDAD. Telón de fondo pintado con el pincel del propio engreimiento y la paleta de miedos, ambiciones y estupideces humanas.

COMUNIFORMISTA. En un contexto marcado por el crepúsculo de las cosmovisiones y el apogeo del desposeimiento de sí a cargo de exigencias, interacciones y procesos cada vez más numerosos, veloces y asfixiantes, con este nombre se alude al individuo que hace del sentimiento de pertenencia comunitaria la referencia para estar en el mundo con un grado de conformidad superior a la certeza, áspera y solitaria, de ser un desgraciado para ese mismo mundo.

CONCEPTO. Jirón de alma zurcido con el pensamiento.

CONCIENCIA. 1. Una lente de aumento que empieza como termina, en el lamento. 2. Naturaleza enfrentada a sí misma a través de la herida por donde el alma se desangra en el tiempo. 3. La atalaya perversa desde la cual el damnificado por la existencia se convierte, a la vez, en su propio espectador.

CONCIENCIA DE CLASE. Una clase de definición que no agota y nada aporta a la conciencia con clase.

CONCIENCIA SOCIAL. Puesto que la dimensión empática de la conciencia va implícita en ella en tanto que desdoblamiento de la personalidad que lo anima a uno a verse como otro y a ver al otro como uno, cuando se le añade la coletilla social se pretende hacer pasar por un conocimiento reflexivo la ingenua creencia de que los problemas humanos pueden solventarse solidariamente para esquivar la conmoción de que sólo serán dirimidos con la aniquilación de la especie.

CONCLUSIÓN. Fruto que sólo madura cuando uno se cansa de pensar.

CONCORDIA. Calma pródiga que se respira donde nadie quiere adueñarse de nadie.

CONDICIÓN. Aquello de lo que puede uno congratularse o lamentarse, mas nunca, de ningún modo, escaparse.

CONDOLENCIA. Aflicción que el buen sentido debería trasladar a los causantes de haber inoculado otro nacimiento en la maléfica parentela que formamos los humanos.

CONDÓN. Mortaja del gusto que pone yelmo al deseo por no correrse del susto.

CONECTIVISMO. Colectivismo de la conectividad.

CONFESIÓN. Pesarse el corazón.

CONFORMISMO. Arrancarse las alas para entrar en el panal.

CONFUNDIR. Astucia del incapaz de persuadir.

CONGOJA. Esencia de tremendina.

CONGRUENCIA. Intransigencia concéntrica propia de aquél que está en contra de todo porque comprende que nada hay que merezca ser conservado, empezando por él mismo.

CONMOVEDOR. Aquello que confiere forma de sentido a las intuiciones que uno tenía en bruto.

CONNIVENCIA. Licencia que obtiene el manso a satisfacción de su adiestrador.

CONOCIDO. Término que referido a personas hace alusión a alguien de quien sólo se sabe lo que puede prestar.

CONOCIMIENTO. Árbol de preguntas imposibles y respuestas provisionales a la existencia. Lejos de las supersticiones humanistas que sostienen lo contrario, ampliar el conocimiento significa que nuestra especie dispone de mayor campo para desarrollar sus mitos, no que sea capaz de superar su irracionalidad esencial o de salvarse de su desamparo ontológico.

CONSCIENCIA. 1. Principio activo de la ética. 2. Ciencia del sí mismo, del ir consigo hasta la muerte, donde aún perdura la S que dejó en la conciencia el beso de la serpiente. 

CONSENSO. Ceremonia donde se instituye que lo mejor para todos es que uno piense por ellos.

CONSERJE. Microfauna imprescindible que abunda en los lugares prescindibles y cumple con idéntica soltura las tareas más antitéticas, desde proteger el territorio de su asiento con el celo de un león a ocuparse de sus obligaciones con la diligencia de un geranio.

CONSERVADOR. Que prefiere ceñirse a algo que no funciona antes que arriesgarse a cambiar.

CONSOLACIÓN. Sentir el encanto de las ruinas tras la ruina de los encantos y el concierto de las desilusiones tras los bullicios del entusiasmo.

CONSUMIDOR. A diferencia de la res que recibe pasivamente la marca de la ganadería, el humano en calidad de producto consumible toma el sufijo -dor, que señala el agente, porque paga voluntariamente a cambio del herrado de una identidad que lo distinga de otros, según su poder adquisitivo, mientras pace en sociedad.

CONTEMPLATIVO. Quien remonta el cauce de la actividad vital desde el estrecho dechado de las apariencias hasta los dominios desahogados del espíritu.

CONTENCIÓN. Sentido de la mesura sin el cual los humanos pueden seguir haciendo lo que mejor han hecho siempre, destrozarse a la recíproca.

CONTESTATARIO. Porfiado en armarse de respuestas a las que no se molesta en someter al examen de preguntas sinceras.

CONTINENCIA. Preparación para gustar de una voluptuosidad tanto más fuerte cuanto mejor contenida.

CONTINUISMO. Vanagloria de vida que inhabilita la concepción de un mundo sin humanos.

CONTRA NATURA. Creencia extravagante, defendida generalmente por aquéllos que reciben su autoridad moral de hipotéticos aliados sobrenaturales, según la cual hay actos que atentan contra la naturaleza, una idea que no deja de ser tan postiza como un chip, un microscopio o una píldora anticonceptiva, que son frutos de la técnica gestados dentro de las posibilidades del ordenamiento natural, sin cuya intervención nada puede inventarse ni modificarse, y que como cualquier otro artificio (desde nuestra dimensión lingüística a las instituciones políticas), vienen a ramificar las posibilidades de la materia viva. Cuestión aparte suscita el estudio de lo recomendables o vituperables que puedan llegar a ser las creaciones humanas, pero en ningún caso lo decisivo será la naturalidad o artificiosidad del logro alcanzado, sino el interés que tenga para sus destinatarios (con la venia del azar).

CONTRADICCIÓN. Hiato entre valor defendido y la valía demostrada.

CONTRADICCIÓN DE TÉRMINOS. Llamar «dar a luz» al acto de traer otra vida al macelo.

CONTRAESPERANZA. Convicción, acaso la única laudable, según la cual el devenir empujará siempre a peor a la especie humana, lo que facilita a quien la sigue abandonar el mundo sin el menor indicio de envidia por el futuro de los que vendrán.

CONTRATO. Lazada de naturaleza superior a la extorsión pero carente de la alteza de la alianza.

CONTRATO SOCIAL. Sofisma político que pretende legitimar el mangoneo relegando la apertura de un acuerdo individual entre gobernantes y gobernados, de donde resulta que todo uso de derecho en su nombre no sea, de hecho, sino un abuso de poder. A tenor del vínculo de tributo y obediencia que todos los cercados por un Estado deben acatar sin haber negociado jamás sus condiciones, lo apropiado sería denominarlo «contrato sucial».

CONTROL DEMOGRÁFICO. Un bien menor si se tiene en cuenta que lo encomiable sería el exterminio.

CONTROL SOCIAL. Pasión trasroscada por intervenir en todo.

CONTROLITARIO. Otro palabrujo —palabra de brujo, embrujo de palabra— que no conviene despistar para referirse, de forma genérica, a los sistemas que estando insatisfechos con esquilmar la autonomía individual se dedican a sofocarla desde el control totalitario de los actos y actitudes, algo impracticable sin la disolución previa de la dignidad de todos aquéllos que, por alguna pasión de más o alguna razón de menos, lo respaldan.

CONVICCIÓN. Idea que no necesita ser contrastada con los hechos para comprometer el alma de quien la profesa (la propia necesidad de validar de forma empírica una teoría es una convicción, porque siempre se puede encontrar otro acontecimiento que la desmienta). Si bien uno puede sentirse intelectual e incluso éticamente apadrinado por el saber adquirido, la diferencia respecto a este estriba en que la convicción se adhiere a la naturaleza personal como la relación tenebrosa y visceral que se da entre padres e hijos.

CONVITE. Reunión social que tiene como finalidad sobrentendida alternar en un mismo recinto la bambolla de los presentes y el maltrato figurado contra los ausentes.

CONVIVENCIA. Disimulo recíproco del anhelo por aquello que nadie, ni uno cuando se arma de paz consigo mismo, puede dar o tomar de otro.

CÓNYUGE. Con-yugado, alguien con quien se comparte el peso uncido del día a día.

COÑEZA. Lo que a falta de belleza necesita una mujer para abrirse paso entre varones.

COÑO. 1. Poderoso amarre para el incauto que lo llena de simiente y fondo de ideas elementales para el que sabe llenarlo de luz. 2. Décimo orificio corporal, inexistente en el varón, donde la hermandad venérea tiene el santuario de la dicha que mantiene abierto al coloquio de los cuerpos. 3. Guarida, gimnasio y polvorín para los falos, lenguas y dedos que acuden a cubicarse de goce.

COÑOCIDA. Puerto donde amarra el coñonauta en confianza.

COÑOCIMIENTO. Puesto que saber apacentado es saber acrecentado, ha de agradecerse cada gruta de acceso al conocimiento carnal donde pueda uno ser consolado del conocimiento descarnado. 

COÑOMANCIA. Aptitud para anticipar los acontecimientos que le conciernen a una mujer leyendo las líneas y anfractuosidades de su vulva. En ausencia de esta sutilísima habilidad, el hombre está más próximo a cometer errores de bulto en el trato con el otro sexo, como casarse.

CÓPULA. 1. Proceso de inmersión en un organismo ajeno con el expreso deseo de encontrar la gema que anida en las profundidades del propio ser. 2. Un follarse al amor que nos hace amar el follar.

CORAJE.  Saber, por principio, mantenerse unido a sí mismo hasta el fin.

CORAZÓN. Redoma que el humano lleva en el pecho como recipiente primigenio de los sentimientos.

CORBATA. Metonimia de solemnidad que por necesidades cívicas del guión se lleva enroscada al cuello como un dogal.

CORDIALIDAD. La distancia más corta entre desconocidos.

CORNUDO. Aureola de astado fulgor que emite quien sabiéndose engañado por el gobierno persevera en complacerlo.

CORPORATIVISMO. Dictadura del propietariado.

CORRECCIÓN. Acatar las obsesiones y resabios de una tribu como si fueran epifanías so pena de quedar maldito, excomulgado vitando.

CORRIDA (TAURINA). Congregación de mamíferos en torno al suplicio de otros mamíferos dentro de un recinto específico donde, como en cualquier otro espectáculo de alegría mortífera, los miembros del público pueden sentirse parte activa de la nequicia de un planeta brutal con la certeza de que también para ellos cualquier segundo podría ser el último, razón por la cual el ruedo, dividido en tendidos, semeja no ya la rueda del reloj con sus horas, sino la rueda de la fortuna en la suerte cerrada del toro y del humano, animales ambos para los que gira fatalmente la faena de la vida en busca de su estocada final. Más grande que el rito escenificado en la plaza es el sufrimiento escanciado allí a borbotones; y más grande que este sufrimiento es que ninguno de los allí presentes sobrevivirá al índice de contrariedades que marque su destino.

CORRUPCIÓN. Ganas de estropear algo valioso que siempre encuentra tanta ayuda como desea.

CORTE DE MANGAS. Asana de saludo al sol naciente cuando cada despertar introduce otra vuelta de tuerca a los quebrantos causados por la realidad.

CORTESÍA. Afabilidad con que se evita ocasionar asperezas a otros para dejar claro que no deben jorobar con las suyas.

COSA. Rosa del pensamiento y fosa del verbo.

COSMOAGONÍA. El aullido tragicósmico de la materia, pavorosa verdad que palpita en el origen de toda explicación sobre la evolución del universo.

COSMOGONÍA. O sobre la eterna interinidad del Creador, confundido para siempre en la estela universal de sus obras con una cosmorrea o divina evacuación de sí.

COSMOVEDOR. Suceso cuya acometida contra la estructura de la realidad conmueve al universo en sus fechuras de manera semejante al provocado por la autólisis del Precursor. Distíngase el término de cosmoveedor, que es el nombre que podría recibir el demiurgo de algunas religiones durante su desempeño como juez y espía omnisciente.

COSTRA. Burlador callejero, más latoso que una postilla, que entre chuchos, flautas y otros trastos llamativos reúne talante para pedir lo que no se atreve a tomar y talento para tomar lo que no se atreve a pedir.

COSTUMBRE. Bitácora espectral que confunde la orientación segura con el efecto de irse a pique en un estereotipo.

CREACIÓN. El mayor acto abominable, puesto que contiene en germen todos los demás con sus daños y perjuicios. Le sigue en gravedad ontológica la procreación, que le añade crecimiento y perseverancia.

CREATIVIDAD. Nacimiento de la tragedia que no compensa, pero ennoblece la tragedia del nacimiento.

CRECER. Poder constatar en uno que ya no es uno el que era, ni entonces era el que fue, después de tener que ser el que nunca debió ser.

CRECIMIENTO. Canon para los mutilados que han vendido el alma a los señores del mundo a cambio de relumbrón y calderilla.

CRÉDULO. Miembro de alguna de las dos sectas principales en que se divide la militancia en la fe ciega: la de quienes solo creen lo que ven, y la de aquéllos que ven solo lo que creen.

CREENCIA. 1. Colchón mental para dormir la mona de actuar sin pensar y acomodarse a la vulgaridad de cometer actos impropios. 2. Cualquier postulado que abogue por el predominio de la estrechez sobre la amplitud, alabe las bondades de una perspectiva integrista frente al estudio integrador y reduzca el conocimiento de una biblioteca a la lectura de un solo volumen.

CREPUSCULAR. Relativo al modo en que los pueblos, al igual que los individuos, contemplan su propia historia cuando disponen de sobrada trayectoria para determinar cuán ventajoso es extinguirse y cuán superfluo proliferar.

CRIMEN. Resultado de poner en obra las fantasías que todo individuo ha frecuentado pero es de mal tono confesar.

CRIPTONAUTA. Drogota en mutis, aunque no necesariamente en soledad y no siempre para cambiar su presencia por una dosis de ausencia.

CRISTIANISMO. Colectivismo moral de los que siguen la doctrina de Cristo, el Mesías que les enseñó con su ejemplo la bondad de torturarse por amor al mal, «pasión de aquel Verbo humanado y muerto de amor», en palabras de Miguel de Molinos.

CRUCIFIJO. Homenaje a la tortura, con taxidermia de Cristo incluida, que recuerda a los pobres de espíritu que Dios murió una vez por el hombre abstracto para exigir que los hombres concretos mueran constantemente por Él. Y aunque en el icono del Crucificado pueda verse un autorretrato del ser humano que conoce los métodos de Dios pero nada sabe de sus motivaciones, a las que intenta en vano aproximarse con la fe desde la certeza que hace de cada uno hijo de un mismo descendimiento, no por ello, cuando sus dimensiones lo hacen manejable, deja de ser un objeto de gran valor terapéutico que sirve tanto de consolador con tope a las feligresas como de suplemento genital a los parroquianos infradotados. En definitiva, una maravilla portátil cuyo éxito se explica gracias a la versatilidad para reconfortar en cuerpo y alma, pues su diseño polivalente lo hace apto para excitar la imaginación simbólica, entrenar debilidades espirituales y suplir carencias carnales.

CRUELDAD. Como ausencia de reparos para abusar de otros, supone un baluarte de los imperativos biológicos frente a las objeciones de la conciencia.

CRUZ. Soporte ortopédico para los invertebrados que se arrastran a los pies del Redentor.

CUADRUPEDIA. Ponerse a cuatro sostenes sobre rótulas y manos en una posición que sería de justicia renombrar como «postura del indulto», sustituyendo así a la «del perrito», toda vez que al adoptarla muchas anatomías, de ningún otro modo deleitables, se salvan dando juego a la lujuria.

CUARTO DE ASEO. Confesionario del cuerpo que recibe la sinceridad de la tez libre de afeites, reúne las deposiciones generadas por la conquista rutinaria del pan, facilita un entorno apto para el acicalado personal y ofrece un área reservada donde ocultarse de intromisiones ajenas.

CUERPO. Escondrijo del esqueleto, sarcófago natural e intransferible saco de dolores que se halla en relación de inmediatez con el espíritu.

CUIDADO. Transfusión de poder.

CULPA. Conciencia viciada por lo incorregible que trata de cubrir la sombra del pasado con otra mayor a fin de que desaparezcan sus contornos.

CULPURA. Nicho cultural que idealiza a sus víctimas a medida que las produce.

CULTIVO. Campo de reconquista interior que uno toma por labranza a diferencia del estado bruto que nos es común por defecto.

CULTO. Aplícase a quien goza no de las obras que representan la cima del saber, sino de la cúspide de presunción donde lo lleva su bagaje.

CULTURA. Si para el etólogo es un injerto de conocimientos a través del aprendizaje social que dota al espécimen del utillaje necesario para componer el mundo, para la sociedad es el modo no biológico de reproducción del perímetro mental que define a los seres contenidos en ella.

CUMPLEAÑOS. Aniversario de la natividad de alguien al que otros deben felicitar en atención a la suerte de haber sido servido como tarta viviente a la glotonería del tiempo. Y si nunca faltará quien se ofenda por la omisión del oportuno agasajo con el preceptivo tirón de orejas, es innegable hallar acibarada la costumbre de conmemorar el natalicio con obsequios cuando la vida es cualquier cosa menos un regalo.

CUNNILINGUS. Comunión íntima con la Sagrada Forma que, muy al contrario que en la Eucaristía cristiana donde sólo fulge su omisión, estimula la inteligencia sensual de los practicantes. Recibe, por tanto, el nombre de cunnilingüista el experto en articular la viveza mística del lenguaje vulvar.

CURIOSIDAD. 1. Interés por descubrir algo más retorcido que uno mismo. 2. Mentora universal que se activa a despecho de lo habitual.

DAIMÓN. Entidad ambigua que parece mediar entre el reino sobrenatural y el terrenal para mayor visión o confusión del ser humano según baile la suerte. Según las culturas tradicionales familiarizadas con estas entidades, los daimones necesitan alimentarse del vigor humano y nosotros buscamos en ellos el conocimiento de otras realidades.

DATOS. Petróleo del siglo XXI.

DEBATE. Cabezas rebotando en ideas que chocan entre sí.

DEBER. Necesidad de un haber que acogota frente a quien lo puede facilitar; necesidad que a fuer de indecorosa deviene estéticamente imperdonable cuando vence al menester de edificarse a sí mismo en las etapas ascendentes para poder derribarse como es debido en las descendentes.
 
DÉBIL. Con todo mérito se aplica al intelecto que no puede liberarse de una creencia aun cuando sabe que es falsa.

DECADENCIA. Chochez que se alcanza por el mal gusto de imitarse ufanamente a sí mismo en los peores momentos, como en el caso de los dirigentes políticos durante una campaña electoral.

DECAIMIENTO. Cojera interior que anticipa aquello mismo que la corrige para siempre.

DECENCIA. Compostura y aliño de quien puede morir en cualquier instante sin sentirse avergonzado por lo que deja.

DECEPCIÓN. Salario mínimo de fatuidad proporcional al entusiasmo del esfuerzo.

DECISIÓN. El azar que tomamos por voluntad.

DECREPITUD. Cuando el cuerpo delata al cobarde que lo ocupa.

DECRETO. Voz del que, siendo inválido para persuadir, debe resignarse a ser obedecido.

DEFERENCIA. Esmero en vedarse a uno mismo conductas y actitudes que se toleran a los demás.

DEFINIR. Dar fin a las ideas para que fijen la naturaleza de algo, una actividad que como seres terminales, determinados a llevar una vida que acabará interrumpida entre añicos, se nos da bastante mejor que afinar el sentido del concepto.

DEGENERACIÓN. Fervor unitario por lo igual o en extremo semejante.

DEGRADACIÓN. Lo que con toda probabilidad ocurrirá si uno se deja obrar con apasionamiento.

DÉJÀ VU. Conciencia pasmosa de estar atrapado en el eterno retorno como un testigo de alerta, lo que a fin de cuentas podría ser verosímil: si los organismos tienen fallos de replicación celular, ¿por qué no habría de tenerlos el ser cósmico que conecta todos los cuerpos habidos y por haber?

DELACIÓN. Deber de ciudadanía.

DELICADEZA. Rara exquisitez en estos tundidos tiempos que procura conservar en el trato el equilibrio entre atención exterior y divergencia íntima.

DELIRIO. La mente centrifugada por un desenfreno.

DELITO. Con víctimas o sin ellas, subproducto de la ley reutilizable como necesidad de servidumbre a lo innecesario.

DEMAGOGIA. Genoma de la democracia.

DEMOCRACIA. 1. Credo que reconoce a los ciudadanos mayores de edad el derecho a la minoría mental para cargar con los problemas que sus líderes no tienen capacidad ni voluntad de resolver. 2. Dictadura rotativa. Por más que sus favorecidos la presenten como un sistema opuesto a la tiranía, los comicios le brindan su mejor corolario, ya que en virtud del sufragio la mayoría demuestra voluntariamente su adhesión al poder. 3. Temor inconfesable de los demócratas.

DEMÓCRATA. Devoto de votos.

DEMONSTRUACIÓN. Certeza que por pura aberración se demuestra a sí misma.

DEPORTE. 1. Militarización de la memez bajo entrenamiento mediático para que a nadie se le ocurra sacar fuera de juego la belicosidad contenida. Dicho de otro modo, un arma de distracción popular cuya eficacia está no tanto en el uso político de una u otra actividad competitiva, como en ser una escuela permanente de seguidores desde la cual la sociedad es organizada en equipos dentro de un único partido, el de los conformes. 2. Imitada como actividad depurativa por los sedentarios con complejo de culpa, industria que comprende un extenso abanico de suplicios en los cuales el masoquista puede profesionalizarse con respetabilidad, publicitarse sin anatema y competir contra otros sufridores por los honores del campeón. 3. Moderna panacea para toda suerte de males en boga, desde el tedio a la obesidad, que sin escatimar lesiones, deformidades anatómicas y trastornos metabólicos pone a multitudes de infelices en competición contra sí mismos, so capa de intentar vencer una marca o ganar un trofeo, para devenir consumados artífices de apurar el número de latidos que cada corazón tiene asignados por naturaleza.

DEPRAVACIÓN. Efecto de la naturaleza en estado de represión sólo superado en nocividad por las consecuencias del estado de buena esperanza. Vivir reprimido es lo peor después de haber nacido.

DEPRESIÓN. La más humana reacción a la sobrehumana empresa de ser humano.

DERECHO. Continuación de la ley de la selva por medios demagógicos que promueven, en caso necesario, la caridad de algunas concesiones cívicas para dulcificar la injusticia reinante.

DERECHO A LA VIDA. Traje dominguero que los procreadores usan para dar una apariencia respetable a los actos de fertilidad que siembran dolor, pesar y decrepitud por doquier.

DERECHOS HUMANOS. Apostolado de desechos jurídicos que reivindica al humano universal para que toda divergencia individual parezca una amenaza y cualquier oposición un cisma excomulgado de la historia.

DERROCAMIENTO. Las diminutos abaten al gigante y lo despedazan.

DERROTISTA. Enemigo incondicional de todos los frentes, pues de él no puede lograrse la adhesión típica del partidista ni la solidez que toda acción sostenida requiere para ser considerada digna de humano respeto.

DESALIENTO. Percepción de la fatiga cósmica desde la trinchera de hartazgo donde a sus penas se abandona quien da por vencida su implicación en la guerra de los aconteceres.

DESALMADO. Empieza a serlo quien aspira a funcionar en el placer y en el dolor, en el esfuerzo y en el descanso, en la pasión y en la razón, como una máquina.

DESAPEGO. Síntoma inequívoco de estar perdiendo la insensibilidad que toda actuación exige.

DESAPRENSIÓN. Complacencia en la falta de equidad.

DESASIMIENTO. Filosofía del desprendimiento en virtud del cual se hace patente que la más indómita actitud coincide con la más laxa, ya que no es necesario sublevarse para vivir sin doblegarse.

DESASOSIEGO. Quizá el último síntoma de salud sufrido por la sensibilidad que aún se resiste a ser subyugada.

DESASTRE. Lo carente de la benéfica guía de un astro, como parece sucederle al ser humano en el orbe al que ha sido arrojado, con una mano delante y otra detrás, por más que con el rodar de los siglos haya logrado cierta opulencia que antepone a su origen estrellado como una credencial del ascenso al estrellato de las especies.

DESATAR. Única forma convincente de amarrar.

DESAZÓN. Desprovisto de ocupaciones que distraigan la ocasión de volverse hacia sí mismo, estado básico del ánimo, evidente incluso para la mente infantil («¡me aburro!»), contra el cual, como buenos colaboradores del sufrimiento, conspiran los optimistas restringiendo artificialmente el contenido de la conciencia.

DESCENDENCIA. Cadenas de carne futura cuyos eslabones generacionales heredan del miedo ancestral a los muertos la vigencia del culto sumiso a los neonatos. ¿Que tener hijos es lo que siempre han hecho los incursos en la vida? No constituye un argumento a su favor, pues un error continuado en el tiempo, aun cuando acabe siendo aceptado por la mayoría de sus afectados, no deja por ello de ser menos erróneo, como tampoco una falacia, por más veces repetida, se volverá más benigna.

DESCHICHA. Desdicha procedente del vacío causado por la contemplación de todos los cuerpos hermosos con los que uno no podrá ayuntarse. 

DESCONTENTO. Un lujo que ningún desalmado puede consentirse.

DESCUBRIMIENTO. Placer de expandirse más allá de las medidas convencionales que compensa todas las fatigas, angustias y peligros que conlleva poner la curiosidad en movimiento.

DESDÉN. Colisión entre seriedad y serenidad.

DESENGAÑO. Resta o diferencia que resulta de sustraer del mundo el velo de la inocencia.

DESENVOLTURA. Entrega y posesión imbricadas en el donaire del acto.

DESEO. Desasosiego por lo que no se tiene que sólo se detiene cuando actualiza el desasosiego que lo sostiene.

DESFACHATEZ. Ser demasiado consciente de lo que se hace cuando uno hace lo que ni de forma inconsciente se debe hacer, como procrear.

DESHUMANIZADO. Que ha perdido el respeto por sus semejantes al creer realizable la bestialidad de amar a todos como a sí mismo.

DESIERTO. 1. Vocación de pulcritud. 2. El sitio perfecto para predicar.

DESLIGIÓN. Estremecimiento del espíritu que afecta a los individuos más raros y distinguidos, en los que arranca un sedicioso despertar de la curiosidad que rompe las ligaduras que lo ataban a las inclinaciones comunitarias y le impedían configurarse a sí mismo. Así, puede afirmarse que todo el que nace por segunda vez se convierte, con no pocas soledades y peligros, en un ser tan desligioso como se lo permita su desvinculación del ciclo vital.

DESMITIFICAR. Desentrañar el negocio de las religiones en un mercado de crédulos y el sectarismo de los negocios en la captación y desfalco de clientelas serviles.

DESMORALIZACIÓN. Torniquete que las instituciones sociales hacen a la vida interior que tiende a desbordarse fuera de ellas.

DESNUDEZ. Aproximación al núcleo de la verdad.

DESOBEDIENCIA. Náusea que sigue a una orden mal dada cuando es bien entendida.

DESOBRADOR. El de ánimo desgajado desde el radical conocimiento con que se aleja del engaño y comprende que todo compromiso con el error, empezando por la tarea reproductiva, es obra de sobra.

DESODORANTE. Aplicador tópico de fragancias adoptadas como un ingrediente básico de normalización sensorial por parte de una sociedad enemistada con sus olores corporales.

DESPERDICIO. Lo que sucede mientras se aguarda que algo mejor suceda.

DESPIERTO. Que vela el sueño de estar en el mundo.

DESPOJO. Lo que de uno hace la vida.

DÉSPOTA. Homúnculo segregado por las masas vesánicas para apadrinar la impotencia de los espíritus en la hecatombe.

DESPRECIO. Sentimiento de desdén que debería provocarnos todo lo que pretende someternos a una concepción de nosotros mismos que no sea desdeñable.

DESTINO. Evangelio de los desesperados que, insatisfechos con el portento de no creer en nada, han desarrollado la santidad sacrílega del hastío hasta el desgarro clarividente de aceptarlo todo. Sólo por fatalidad proyectan relevancia cósmica los actos más insignificantes y sólo porque parecen inevitables pueden tolerarse las desgracias más abominables.

DESTRUCCIÓN. Todo aquello que el humano, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, queriéndolo o sin querer, hace con su vida.

DESVALIMIENTO. Distrofia anímica resultante de haberse habituado a la asistencia facilitada por otros, cuya provisión es tenida por el hombre común como un bienestar vital, mas triste bienestar si sopesamos, con Jünger, que «la situación de animal doméstico arrastra consigo la situación de animal de matadero».

DEUDALISMO O RÉGIMEN DEUDAL. Sistema de dominación basado en conseguir que la gente sienta necesidad de endeudarse por los supuestos beneficios de una economía especulativa y desestime afrontar con solvencia crítica la ruina segura de dar crédito a una riqueza inexistente.

DEUDOR. Antes que execrarlo por tener cuentas pendientes, sería justo valorar su mérito por dar ocasión al acreedor de probar su liberalidad.

DEVENIR. Precipicio del fin.

DEVOLUCIÓN. Rechazo discontinuista que la conciencia siente ante las maquinaciones de la evolución.

DEVOTO. La persona que cree de verdad en una creencia, por falsa que sea esta, y traza de esa manera un contraste con el fariseo que adora falsamente un ideario aunque lo sepa cierto.

DÍA. Interrupción de la noche.

DIABLO. Lado nigérrimo de la deidad, albacea de la humana desventura y patrono la legión inframundana de funcionarios penitenciarios encargados de hacer cumplir la justicia divina.

DIARIO. Notas a pie de página en la edición crítica de uno mismo.

DICCIONARIO. Herramienta de apariencia didáctica que sirve para amoldar el léxico a la definición que toma por verdad la más sobada mentira. Este glosario pretende, en parte, restituir la interpretación irreverente de esa misma verdad hasta que su autor vuelva estar en el desafuero de desmentirla.

DICTADURA. Feria de atrocidades donde la vanidad del macaco al mando exprime arrumacos incestuosos entre poder e impunidad.

DIFICULTAD. Salero de la acción.

DIGNIDAD. Capacidad de recuperar el rango de la posición erguida no en virtud de lo humano en general, que marcha patas arriba en lo particular, sino del propio valor para devolver la carga que no le corresponde soportar.

DIGNIDAD HUMANA. Don prefabricado para cubrir de valor al nadie.

DILEMA. Ocasión de ser firme.

DILUVIO UNIVERSAL. Micción demiúrgica sobre una cagada previa del mismo autor.

DINERO. Dios fungible a quien todo el mundo ruega bendiciones aun sabiendo que en su reino devaluado admite sólo a unos pocos.

DINERO NEGRO. Nombre difamatorio que Hacienda impone a la presa que escapa de la argucia fiscal de gravarla tantas veces como intercambios recorra.

DIOSES. Exteriorización positiva de las perplejidades, carencias y miedos humanos.

DIOSURA. Travesura de infinitas apariencias a la que cada ser incorpora la danza de sus diabluras.

DISCIPLINA. Pólder ganado al caos.

DISCUTIR. Deleite de la lucha cuerpo a cuerpo desde el acuerdo tácito de hacer todo lo posible por derramar neuronas antes que sangre.

DISENTIR. Ruptura intelectual que uno debería iniciar por amor a la verdad cuando se descubre rodeado de personas que se creen cargadas de razón porque piensan igual.

DISIDENCIA. Recurso hecho a la medida de quienes no tienen medida a fin de que constaten las asombrosas medidas de su exclusión.

DISIDENCIA CONTROLADA. Cualquier aparente divorcio del sistema social que no incluya entre sus prioridades la renuncia irrenunciable a la reproducción que lo soporta.

DISOLUTO. Miscible, sin cuidado ni mesura, en otras babas.

DISPARAR. En algunas regiones del mundo, el método más usado para aprender contar.

DISPARATE. Estado en que se desvive el que gasta su tiempo intentando ganar tiempo, como si lo importante fuese durar antes que la intensidad de la experiencia, hacer una cantidad ilimitada de cosas significara más que la calidad de su contenido, y lo mejor del vivir consistiera en acumular momentos en detrimento de recorrerlos en profundidad.

DIVINIDAD. Comodín universal que interviene cuando flaquea el conocimiento. Dado que no es hacedero averiguar si el hombre es una metástasis de los dioses o los dioses una metástasis del hombre, lo máximo que puede aventurarse es el quiasmo producido entre un universo escurridizo para la mente y una mente que no se detiene ante el universo que la esquiva.

DIVORCIO. Disolución del matrimonio que exime a los cónyuges del castigo, bien merecido, de tener que convivir hasta la muerte por la idiotez de haberse casado.

DOCENCIA. Actividades desempeñadas para volver menos listos a los listos con la intención de que los tontos pasen por ser menos tontos.

DOGMATISMO. Entumecimiento de las opiniones que bloquea el libre curso del pensamiento y puede ser causante de trombosis intelectual. Entre los más proclives a padecer afecciones dogmáticas, son muy sonados por la violencia de su absolutismo los que no se soportan a sí mismos sin creencias fijas y extienden esta limitación en forma de agresividad contra todos los que poseen valores distintos. Por chapucera o criminal que sea su fe, por tosca o insuficiente que se revele su voluntad bipolar de dividir las almas en fieles e impías, no tener fe ni voluntad de implantarla es para ellos vivir en la desesperación de un mundo que no pueden aceptar en la incomprensible variedad de sus realidades.

DOLOR. Ración que a cada uno toca del alarido general de las criaturas.

DOMESTICACIÓN. Crianza orientada a la transformación del pensamiento en algo más útil para el orden establecido que una inteligencia desarrollada en libertad.

DOMINACIÓN. Acción que tiene por efectivo defecto aumentar las posibilidades de alguien agarrotando las alternativas de otros.
 
DOPAJE. Asistencia técnica.

DORMIR. Necesidad diaria de borrarse el cansancio pegajoso de la realidad.

DOS. Peor que uno.

DROGAS. Llaves de las puertas que abren los otros mundos de este mundo. De igual forma que una necesidad fisiológica como el hambre puede ser elevada a la más alta gastronomía cuando la buena disposición del investigador y la calidad de los productos a su alcance se unen a la libertad para experimentar, el impulso innato de modificar periódicamente la percepción es susceptible de cultivarse como una ciencia primorosa. Y si no dan valimiento al cuerpo, del que además exigen un peaje, las drogas proporcionan con su función instigadora de estados alternos de conciencia vario y nutrido alimento para el espíritu, que sin una provisión de prodigios tóxicos malamente toleraría la insania de vivir confinado en la ilusión prosaica y tantas veces hostil de la realidad. Ebriorexias aparte, drogarse es en puridad un arte que precisa la sobriedad del carácter y propicia la auscultación que nunca hará quien tema descubrir lo que lleva dentro.

DUDA. Sonajero desmitificador para mayores de pensamiento. Mientras todo sea dudable todo es virtualmente bello, pero cuando al fin se quiere dudar de la duda, no hay ya duda que valga: todo es impecablemente perverso y lo que antes era fuerza, ahora calvario.

DUDISTA. Nudista gnoseológico.

DUDOSO. Deseoso de dar con la convicción adecuada para traicionar a sus escrúpulos.

EBRIEDAD. Elasticidad de los barrotes que cierran en la realidad.

ECOLOGISTA. Entre las alimañas cuya extinción supondría un alivio para su propia especie, he aquí un candidato de primera por ostentar el mérito de haber insuflado nuevos activismos a la estrechez mental con la cruzada por la conservación del ecosistema, que desde luego no es un basurero donde arrojar las caducidades y otros residuos del exceso, pero tampoco el escenario idílico y pasivo que sus apologetas contemplan. Siempre según el dogma de que la naturaleza necesita ser defendida del humano (como si este juguete abandonado en el zoológico planetario fuera un ente ajeno o superior a ella), el trasfondo que anima el compromiso de sus portavoces con la causa medioambiental es el manejo de un martillo de herejes adaptado a la retórica del fin de los tiempos.

ECONOMISMO. Hambre de más hambre.

ECONOSUYA. Rama latrocida de una supuesta ciencia económica que después de haber perdido la función instrumental en beneficio de la observancia de un modelo rebasado por la complejidad del mundo, ha reemplazado su utilidad predictiva y el servicio a la comunidad por el dogma de que las condiciones reales de vida deben ajustarse a unas recetas de orden que enfeudan la riqueza mediante componendas cada vez más gravosas para las poblaciones que han de acatarlas. Si tal como ha hecho constar la física cuántica la subjetividad del observador determina el comportamiento de lo observado, la econosuya sería la doctrina catastrófica que arruina cuanto observa, un agujero negro financiero que tiende a absorberlo todo en la dimensión irreal de una deuda voraz de la que nada vuelve a salir.

EDUCAR. Proporcionar los estímulos necesarios para transformar la admiración en envidia, la comprensión en soberbia, la disciplina en ira y la liberalidad en codicia.

EDUTENIMIENTO. Proyecto presuntamente educativo de «aprender jugando», lo que no es distinto de conseguir que en los centros escolares ni se aprenda ni se juegue de veras, pero sí que se atienda el objetivo de manufacturar ciudadanos dependientes de un entorno productivo de entretenimientos.

EFICIENTE. Se dice de la persona que, antes que individualmente, debe funcionar como un recurso socialmente adaptable, temporalmente sumiso, espiritualmente inerte, políticamente inofensivo, fácilmente explotable por los tratantes de ganado humano y perfectamente asertivo frente a los rigores de la estabulación económica.

EGO. Apéndice invisible relleno de amor propio que encallece al sujeto en la salud y en la enfermedad si algo más siniestro no lo remedia. Equivale en lenguaje coloquial al yo, sin que la familiaridad del trato lo haga más soportable.

EGOCENTRISMO. Denominación peyorativa que recibe la sagacidad para poner al descubierto las intenciones ajenas y obrar en consecuencia.

EGOÍSMO. Partido afectivo del miedo a uno mismo que simula amor propio para subsistir y acaparar.

EGOÍSTMO. Franja estrecha y alargada de la personalidad que une el imaginario continente interior con el enajenado continente exterior.

ELECCIONES. Anfiteatro ideológico que algunas tiranías escogen para completar el programa de distracciones periódicas destinadas al pueblo.

ELEGANCIA. Dar compostura a la caducidad según armonías incorruptibles.

ELEGIR. Suprimir todos los caminos excepto uno.

ELEMENTO QUÍMICO. Cada una de las letras empleadas en el alfabeto de la materia.

ÉLITE. La selecta minoría no está en el pináculo del poder político, ni atesora prestigios mediáticos, ni tiene cartera en la crema de la intelectualidad; muy al contrario, suele habitar en los márgenes de la realidad consensuada, incluso en los residuos donde se ocultan potencialidades inauditas.

ELLOÍSTA. Titiritero del egoísta.

EMBARAZO. Reacción inflamatoria a la picadura de un hombre.

EMBAUCADOR. Quien a diferencia del mentiroso, que disfruta engañando, engaña para disfrutar.

EMBELESO. Suspensión de la gula del pensamiento en contigüidad con lo incognoscible.

EMBRIAGUEZ. Noble arte de fortalecer la estabilidad mental con el acceso a una galería de espejos donde el qué y el quién alcanzan niveles superiores de reconocimiento, bien porque enriquece a los leales a sí mismos con vistas inéditas y estados más sustantivos, bien porque a los reprimidos y represores los desdobla desvelando lo que son.

EMBRIÓN. Tumor, generalmente maligno, causado por un acto de irresponsabilidad.

EMBUDO SENSORIAL. Efecto rutinario del apego al yo que se agudiza con las restricciones de la domesticación cultural.

EMPATÍA. Facultad que uno tiene de sentir con el entendimiento que nada errado le es ajeno.

EMPRESAURIO. Dentro del orden que comprende a los reptiles económicos, se dice del anacronismo que mantiene su pujanza no por su habilidad y denuedo para los negocios, sino por estar adscrito a la congregación de los carentes de miramientos.

EN LÍNEA. Configurado según la tecnolatría de dar piel por pantalla.

ENAJENACIÓN. Ser interpelado por un espectáculo que nadie más percibe ni comprende.

ENAMORAMIENTO. Adicción a otro ser, generalmente de la misma especie, motivada por cierta clase de canibalismo psíquico que puede seguir su proceso devorador hasta producir arcadas de odio. Tan obcecado como aterrador en la persecución de sus fantasías, el enamorado, que algunos creen condicionado por no sé qué mariposas estomagantes, se siente capaz de emprender la mayor de las violencias sobre sí mismo para ajustar la esquiva realidad al despotismo de sus deseos.

ENAMORIRSE. Amorío que desnace a quien lo alumbra.

ENCANTO. Cutícula de la belleza.

ENCICLOPEDIA. Obra de consulta general que contiene la información estricta y necesaria para ridiculizar la incultura de los demás.

ENCONTRARSE. Descubrirse a solas con la eternidad.

ENEMIGO. Alguien que nos conoce demasiado bien para querernos y a quien, con toda justicia, podemos decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.

ENERGÍA. El todo queriendo pasar por todo.

ENERGÚMENO. Persona poseída por un furor en las formas que se encrespa a medida que le faltan argumentos contundentes donde asirse.

ENFERMEDAD. 1. Cupo de fastidios y fallos orgánicos que, al ser males intrínsecos de la vida, la salud debe reembolsar a cambio del tiempo transcurrido sin padecerlos. Sólo la nada no puede enfermar, por eso todo cuanto es tiene una deuda con la enfermedad. 2. Sublevación separatista de un órgano o parte de éste contra el orden establecido por los intereses del organismo y a favor de la falazmente lucrativa industria médica, sector que debe una buena parte de su éxito a la invención de dolencias y otra nada desdeñable al entorpecimiento de remedios que alivian sin estipendio, atajan trastornos cuando lo más rentable es volverlos crónicos o, simplemente, escapan a su control.

ENFERMEDAD MENTAL. Categoría metafórica que en concepto es al orden terapéutico lo que herejía a ortodoxia y se emplea para clasificar a los sujetos sin cabida en las medidas mentales adecuadas a la media.

ENFERMO. El que ha perdido la firmeza (infirmus), a menudo por causa de quienes deberían sanarlo.

ENGAÑAR. Privilegio de los dioses que parodiamos con diversos niveles de eficacia tanto quienes somos conscientes de que el mundo, más que tierra de oportunidades, es un nido de víboras donde la simulación y la suspicacia son cruciales moverse en él, como aquéllos que por rechazar involucrarse en los juegos de poder desde una aparente eminencia moral demuestran su embaucadora predisposición para manipular indirectamente a los demás.

ENGENDRAR. El perjuicio más viejo del mundo y la primera evidencia de que quien procrea hace daño de vida y de por vida sintiéndose excusado por el prejuicio de que se tienen hijos por el bien de los hijos, no por el gusto o la negligencia de ser padres.

ENIGMA. Aquello que se encubre mientras se descubre.

ENSOÑACIÓN. Micorriza que conecta a través del imaginario las raíces de la personalidad.

ENTEÍSMO. Experiencia de ser recorrido en sí mismo de nada a dios y de dios a nada.

ENTEREZA. Integridad frente al reconocimiento de la propia fragilidad.

ENTRETENIMIENTO. Cacería organizada contra el potencial de la interioridad por un mundo que ha perdido el sentido lúdico del tiempo al empeñarlo en juegos productivos.

ENVEJECER. Impuesto que se paga al tiempo por el privilegio de no ser joven.

ENVEJECIMIENTO DE LA POBLACIÓN. Signo de que un pueblo empieza a serenarse de las tropelías de la procreación.

ENVIDIA. 1. Incapacidad para la admiración que se vive como congoja por el bien ajeno y pone su esfuerzo en impedir que sea gozado. Tiende a combinarse con la obtención de alivio a partir del daño causado a otros y el hecho de ser uno de los sentimientos con más adeptos proporciona, asimismo, una razón de importancia para ruborizarse por haber creído al prójimo bondadoso por naturaleza. 2. Catalizador emocional que lidera los episodios revolucionarios hasta que su fuerza se subsume en el miedo y la codicia que consolidan el orden social.

ENVIDIABLE. Aquello que parece bueno a los que no son buenos.

ENVILECIMIENTO. Resultado de arrellanarse en la privación de enemigos irreemplazables para acerar el ingenio y lustrar el coraje.

EQUIDAD. Justicia en el reparto de favores que obedece bien a la remuneración futura que abona la generosidad presente, bien al temor al resentimiento de los perjudicados.

EQUILIBRIO. Cohabitación armoniosa entre los buenos y malos momentos que a veces se logra merced a una ciencia interior del contrapunto que ordena, frente al abigarramiento de los instantes, las notas de la experiencia en una pieza concertante.

ERECCIÓN. Transgresión de la ley de la gravedad que se castiga con la flacidez.

EREMITA. El que le ha tomado gusto a la santidad de expulsar de su vida a los intrusos en vista de la inconveniencia de eliminarlos.

ERGONOMÍA. Adaptar la dura realidad del objeto a la pura idoneidad del sujeto. Una manera lírica de evocar la filosofía involucrada es el rabo de un pajillero, talla viva que crece amoldándose a los ímpetus, contornos y querencias de la mano que acostumbra a dirigirlo.

EROTISMO. Dilatar el espíritu allí donde otros solo enredan el cuerpo; estimular el mágico temblor de lo intangible a través del recorrido por los límites sensibles.

ERRÓNEO. Todo lo que pretende o pasa por ser único, absoluto y verdadero.

ESCÁNDALO. Morder donde todos lamen y lamer donde todos muerden.

ESCARNIO. La vida como un trayecto en declive desde el cigoto hasta la senilidad cuando lo aceptable sería transcurrir en sentido opuesto y lo deseable, más que acabar a tiempo, no dar comienzo jamás.

ESCÉPTICO. Conocedor consecuente de los extremos.

ESCLAVO. Sujeto enclavado bajo las suelas del amo, que puede pisotearlo impunemente y, a imitación de Dios con la arcilla humana, dejar sus restos tirados en cualquier sitio.

ESCOLÁSTICA. Vino filosófico aguado y echado a perder con cristianismo.

ESCOÑIDRAR. Escudriñar, averiguar docta y cuidadosamente el misterio que las mujeres guardan entre las ingles.

ESCRIBIR. Poner las palabras a ligar entre sí para dar consuelo de lengua a la irritación de una idea que retumba en la sesera pidiendo forma. Si la forma otorgada es poderosa, quedan las palabras fertilizadas con nociones y conmociones que brotarán después en el lector.

ESCRITOR. Alcahuete verbal obstinado en lograr que las palabras y los pensamientos copulen gustosamente entre sí. No obstante, la escritura moviliza una incursión contra el mundo sin la cual el autor no podría purgarse del veneno que acumula durante la existencia, y mientras el hombre de acción se expresa a través de su voluntad y no necesita plagiarse a sí mismo porque su reconciliación con la vida tiene lugar en los hechos, el hombre de letras necesita amotinar su ingenio verbal para redimirse ante su conciencia narrativa.

ESCRIVIVIR. Eviscerar el vivir para contarlo y revivirlo en palabras por descontado (el escriviviente, si calla, puede que reviente).

ESCUELA. Establecimiento dedicado a la corrupción de menores donde se alecciona a los niños cómo deben ser de mayores.

ESCUPIR. Forma arrogante de llorar.
 
ESENCIA. Centro invisible que contiene todas las formas posibles.

ESFUERZO. Si por vil escombro de fatigas lo aguanta quien de sus obras se vale, por obra capital lo festeja quien no vale ni para andamio.

ESMERO. Ocuparse de lo que uno tiene ante sí como si fuese la primera vez que repara en ello y la última ocasión de despedirlo.

ESOTÉRICO. Principio universal conforme al cual una cosa se oculta de la otra para bien de ambas. Tal vez por ello toda forma de vida en común acepta ser explicada como una irrupción mutua desde la cual los implicados deciden conocerse a costa de fastidiarse.

ESPACIO. La caverna sucesiva de aquello para lo que nunca habrá tiempo.

ESPANTO. Nuestra primera cultura, hecha de consternación, ante el ultraje cometido contra otro ser y, con mayor razón, el factor de iniciación en el conocimiento radical de sí mismo.

ESPAÑOL. Hijo pródigo de Caín. En homenaje a este linaje, a algunos españoles les ha sido asignada la necesidad de demostrar a sangre y fuego que Dios está de su parte frente a aquellos que, quizá más francos pero no menos orgullosos, embisten desde su entrada en el ruedo ibérico contra la sola idea de que pueda existir una deidad empeñada en ponerse de parte de sus adversarios.

ESPECIALIZACIÓN. Analfabetismo de los expertos en el aislamiento del saber en un solo campo.

ESPECIE. Incógnita viva de la ecuación natural.

ESPECTADOR. El montador final de la película existencial.

ESPEJO. 1. Medio burdo de multiplicar las cosas agobiando el espacio. 2. Ver al doble que nos mira.

ESPERA. 1. Dilación que se extiende, a ratos distraída, entre el nacimiento y el fallecimiento. 2. Adobo del hallazgo.

ESPERANZA. El futuro saqueando el presente y dejando en su lugar la moneda falsa que cargan a manos llenas los faltos de confianza en la verdad.

ESPERMA. Toxina cuando no se vierte y abominación cuando germina.

ESPÍRITU. 1. Según el grado de desvelo, entresueño de la materia o la más enrevesada excrecencia de la carne. 2. Aquello que uno hace consigo a partir del alma pero sin el alma.

ESPIRITUALIDAD. Síntesis de inteligencia, sensibilidad y eones de experiencia inconcebible tanto desde la ideología materialista como desde la frigidez teológica.

ESPLÍN. Nostalgia de la pureza que se agudiza en los modernos pasajeros de la historia como tedio producido por una vida mecánica o artificiosa en demasía. Debe ser diferenciado de la «nostalgia del barro», que más bien es un pretexto para ejercitar impunemente el mentecato interior, a no ser que se sienta en el lodo, aparte de la materia prima de nuestra desdichada especie, la reminiscencia de una realidad plena en la sencillez de sus riquezas que acaso exista sólo en el vergel de un recuerdo imaginario, carente de traslación fáctica. Morriña de pureza o purísima saudade podría ser la evocada en este mismo instante al verme pescar ostras en una esplendente cala del Egeo, milenios antes del dios clavado en dos tarugos, mientras contemplo a un corro de ninfas aireando sus encantos en la orilla a la espera de juntar sus fluidos con los míos bajo la bendición de la esterilidad.

ESPOSO. Animal de compañía para la consorte, quien si lo tiene debidamente amaestrado logrará de él grandes sacrificios, además de contener la fogosidad de sus instintos dentro de los límites comprendidos entre la satisfacción por disponer de ropa planchada y la recompensa de alguna caricia ocasional.

ESPOSA. Trasto viejo para el marido escarmentado y juguete nuevo para el amante experimentado.

ESPUTA. Mujer diosa, por lo añosa, que no tiene apuro en exhibir envasada en los aparejos de una doncella la morcilla reventona de su exterioridad, fusión irregular de esputo y de fulana, como si el tremolar del sebo rancio fuera apetecible turgencia.

ESQUELA. Tarjeta de visita para el más allá.

ESQUIROL. Hormiga partidaria de quien la pisa.

ESTADIO. Lugar de culto para los incultos que festejan, en hedor y estruendo de multitudes, la disolución al por mayor de sus personas en la superficialidad programada de un evento deportivo que puede ser visto, justamente, como la antítesis de un bosque consagrado o de una biblioteca, sedes propicias para el viaje iniciático y de la profundidad visionaria.

ESTADÍSTICA. Sortilegio por simbiosis entre cálculo y engaño.

ESTADO. Rey de la jungla social —«el más frío de todos los monstruos fríos», según Nietzsche— que no sólo reclama para sus fauces el primer bocado, sino que además decide cómo debe repartirse el resto. La forma y el alcance de su soberanía pueden variar según las ideas y técnicas de cada época, pero entre sus constantes más definitorias podría mencionarse su tendencia a intervenir en todos los asuntos humanos hasta convertirse en un coágulo político que, además de obstruir al individuo a medida que crece, sólo puede mantener su crecimiento succionando más y más recursos de su territorio de dominio. Murray Rothbard tampoco se anda con rodeos al describirlo: «El Estado proporciona un canal legal, ordenado y sistemático para la depredación de la propiedad privada; convierte en cierta, segura y relativamente “pacífica” la forma de vida de la casta parasitaria en una sociedad. Dado que la producción siempre debe preceder a la depredación, el libre mercado es anterior al Estado. El Estado nunca ha sido creado por un «contrato social»; siempre ha nacido en virtud de la conquista y la explotación».

ESTADO DE EXCEPCIÓN. Gobernar sin anestesia por decreto charcuteril según rezan a balazos las razones quirúrgicas del que manda.

ESTADO DEL BIENESTAR. 1. Estado que no admite más estados que los propicios al bienestar del Estado. 2. Paraguas social lleno de goteras.

ESTERILIZACIÓN. Invitación a retractarse que deberían recibir quienes todavía opinan que procrear es una actividad necesaria.

ESTIGMA. Ser pudiendo no haber sido.

ESTILO. 1. Lo que más mendigan las ideas después de crédulos. 2. Utensilio similar a un punzón usado indistintamente por los antiguos para escribir en tablas enceradas y reventar globos oculares (como hizo el emperador Adriano, irritado con uno de sus esclavos). Existe, así, una seria dificultad para discernir si la acepción actual referida a la peculiaridad de un artista se vincula a la primera función del estilo o a la segunda.

ESTIMA. Aplauso y buen recibimiento que se le brinda a quien todo da y nada pide; tanto más si sufre de iniquidad sin agitar protesta alguna, se deja engañar por no fastidiar y reembolsa humildemente con la otra mejilla los golpes que no ha provocado.

ESTOICO. Impasible en medio del caos, seguro de sí mismo incluso frente a la catástrofe y disciplinado según el mandato de su conciencia cuando a la orden del día está seguir la más sinuosa volubilidad.

ESTORBO. Lo que llegan a ser los demás cuando uno se encuentra a gusto consigo.

ESTRANIO. Elemento químico del que se componen los valientes.

ESTRELLAS. Luces que pasan.

ESTREÑIDO. Paseante de zurullos que, vaya donde vaya, lleva la mente trabada en la sentina de su ser, una restricción que lo hace difícilmente confiable para cualquier actividad donde el mal humor no tenga cabida.

ESTRÉPITO. La molesta redundancia de hablar por hablar, hacer y hacer, vivir por vivir.

ESTRÉS. Mal de postergar la perentoria necesidad de dedicarse a uno mismo por atender la llamada de ocupaciones externas.

ESTROPICIO. Estado en el que acaban todos los intentos de mejora.

ESTUDIOS SUPERIORES. Acopio de saberes formales impartidos en el cortijo académico donde se confeccionan los doctorados que visten de categoría al don nadie.

ESTUPIDEZ. Maestría pastosa en el venerado oficio de ahorrar neuronas.

ESVÁSTICA. Intento de cuadrar el círculo.

ETERNIDAD. Acceso a la simultaneidad de todo el tiempo enlaza por medio de una ordenación sucesiva. Como experiencia atemporal de la totalidad hay quien la reserva a la mente de Dios mientras otros, muy demócratas, la creen asequible con la muerte.

ÉTICA. Estética de la conducta individual donde se muestra la delicadeza del inteligente y la dureza del necio.

EUFORIA. Dado que ser feliz no hace feliz y la supresión del dolor tampoco, habrá que interpretar el estado ameno así nombrado como la satisfacción pasajera de alguna veleidad.

EUNUCO. Humano cuyo más vivo deseo es castrar al individuo libre, dueño de sí, con el que no puede rivalizar. Aunque se trata de un deseo muy extendido en todo tiempo y lugar, quizá nunca fue exhibido antes con la procacidad que lo profesan nuestros coetáneos.

EUROPA. Cadáver pomposo disputado por los arribistas criados en el regusto de sus pringues y los carroñeros que llegan atraídos por la pestilencia.

EUTANASIA. Además de sus pesares insoslayables, la vida está obligada a cargarse de abyección cuando es prolongada de forma contraria a la voluntad de quien preferiría morir.

EVANGELIO. Isquemia del pensamiento.

EVIDENCIA. Prueba para dudar con razón de lo que pasa por tal.

EVOCACIÓN. Alígero poder de los adentros donde el tiempo ni lastra, ni manda.

EXCESO. Atajo que seduce gracias al afán de recortar el radio de un defecto y donde el diámetro de la decadencia es mayor.

EXCUSA. Mentira del que conoce su falta pero la esmalta.

EXIGENTE. Se dice de quien toma un máximo como un mínimo.

EXILIO. Nacionalidad de quien ni a padres ni a hijos se debe.

EXISTENCIA. 1. Tumor de la nada. 2. Pellizco temporal de la totalidad. 3. Fuente inagotable de argumentos para erradicarse.

ÉXITO. 1. Lo primero en caer cuando se introduce una modificación en el sistema que lo ha hecho factible. 2. Forma socialmente alabada de echarse a perder.

EXPERIENCIA. 1. Confirmación elemental del desgaste de la vida que se adquiere con el uso reiterado del desencanto. 2. Experimento del experimento, conversación que la existencia establece consigo misma.

EXPERIENCIA PROFESIONAL. Contradicción de términos, porque sólo el ocio concede experiencia a quien se consiente el duro oficio de vivir.

EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA. 1. Agresión al paisanaje con más paisanaje. 2. Expansión biológica de los especímenes «más aptos» para acelerar el colapso de su propia ralea.

ÉXTASIS. Muerte y resurrección a la escala del yo.

EXTEMPORANEIDAD. Engañar el momento presente con el siguiente.

EXTINCIÓN VOLUNTARIA. Toda vez que procrear es el origen de nuestros males, magna obra de la estirpe humana sería su incruenta y voluntaria extinción por cese de la actividad reproductora que, durante milenios, ha practicado con indigna desmesura.

EXTORSIÓN. Emplear el crimen que se puede cometer como coartada para no cometerlo.

EXTRANJERO. 1. No es cardinal la calaña de forastero; el parentesco tampoco exime: con ser indigente basta. 2. Todo aquél que no comparte las mentiras cardinales de una comunidad, por nobles que ésta las crea. 3. Con mayúscula inicial, el Extranjero, señala ese vasto e inhóspito territorio que se extiende más allá de la propia piel.

EXTRATERRESTRES. Seres de procedencia desconocida que avalan cada día la superioridad de su intelecto al desdeñar comunicarse con la especie humana.

EXTREMA UNCIÓN. La clerigalla se apunta el tanto de otra vida.

EXTREMOS. Orillas del centro.

EYACULACIÓN. Autógrafo de clímax.

EYACULADOR PRECOZ. Sexualmente idealista.

FACHA. Híbrido entre payaso y marrano que se dopa con delirios de mandril en compensación por su impotencia para pensar más allá del volumen de sus bíceps.

FALICIDAD. Alivio expansivo de las tensiones anímicas por efecto de la unión afortunada de un miembro viril con su alojamiento complementario.

FALO. 1. Metafísica con mango. 2. Ese anfibio travieso y no menos veleidoso en busca de hogar.

FALÓSOFO. Hombre que desde el presupuesto de que nadie sabe tanto que no le reste mucho más por saber, antes que intitularse filósofo prefiere birlarle algunas filis a la vida haciendo uso de la ganzúa que la naturaleza le ha puesto entre las piernas.

FALSIFICAR. Imitar un objeto de acreditado prestigio, por ejemplo un billete de curso legal, para atribuirse las funciones de su valor simbólico, lo que deja a dicho objeto con la evidencia de su valor efectivo por único sostén: poco más que nada.

FAMILIA. Laboratorio social que los padres toman en régimen de franquicia dispuestos a fabricar hijos, con quienes compartirán vicios hasta que estos adquieran la inercia necesaria para fundar su propia familia.

FAMILIA NUMEROSA. Dos, y en casos extremos, uno con todos sus otros.

FAMOSO. Prisionero de la mirada ajena en la autopsia anticipada de la notoriedad.

FANATISMO. Confusión entre literariedad y literalidad que da sustento a los pobres de espíritu.

FANGO. Nombre de pila de la madre primordial.

FANTASEAR. Equilibrar con recursos imaginarios las tensiones que sin ellos entrarían en acción.

FANTASÍA. Vacuna contra la realidad.

FANTASMA. Huella imperecedera del actor caduco.

FARISEO. Cínico consigo y falso con los demás.

FARMAFIA. La enfermedad como cartel, el cuerpo como cobaya y la salud como obstáculo a eliminar.

FARSANTE. El que quiere hacer creer que siente lo que no siente o quiere hacer sentir que cree lo que no cree.

FATALIDAD. Forma cumplida e insuperable de conocimiento que nos arranca de la eternidad para embutirnos en la tragedia.

FATIGA. Descubrir que la propia existencia no puede llevarse puesta sino como un traje raído y arrugado cuyo peso lo asemeja a una escafandra de plomo.

FAVOR. Relación idílica que se crea cuando Uno pide a Otro un servicio con la furtiva aspiración de no tener que devolverlo, y que Otro presta a Uno con el íntimo deseo de cobrarlo incrementado.

FE. Alegato grandilocuente de la inteligencia fracasada por el éxito de la complejidad que la supera.

FEALDAD. Repulsión abstracta motivada por todo lo concreto que guarda demasiada similitud con aquello que subyace en uno mismo.

FECUNDACIÓN. 1. Ludopatía genética. 2. En los seres con acceso a medios contraceptivos eficientes, resultado moralmente inadmisible de la unión de un gameto masculino al femenino.

FEHÚCHA. Fe que no llega a ser lo bastante atractiva y seductora para conquistar fieles que la tengan por alcancía.

FELACIÓN. La fe resucitada por la estimulación oral de la patena viril.

FELICIDAD. 1. Placebo que uno mismo toma por realidad cuando sufre un trastorno generalizado de los procesos cognitivos. 2. La plenitud imposible cuyo anhelo asegura que uno sienta de peor manera lo posible.

FEO. A mí me lo han llamado algunas veces, pero es que soy un guapo experto en disimularlo cuando me codeo con astrosos, belitres y canallas.

FERTILIDAD. Apodo familiar de la maldición que nos activa como productores de existencia.

FESTIVIDAD. En sentido profano, ocasión señalada de hacer alegremente el gilipollas en connivencia con los demás. En sentido religioso, ocasión señalada de hacer tristemente el gilipollas en honor de algún dios o santo patrón.

FETAL. Nombre iniciático de lo fatal.

FETICHISTA. Aquél que por el anhelo de sus objetos acaba siendo objeto de sus anhelos.

FIASCO. Ilusión hecha realidad.

FICCIÓN. Potestad para poner un simulacro de orden dentro del calabozo íntimo mientras se espera, fustigado por el remolino del mundo, el golpe de gracia que convierta el estado de confusión premortuoria en un signo acabado de certeza.

FIDELIDAD. Entendida con magnificencia, no consiste en decir la verdad, porque uno puede estar equivocado aun sin saberlo o encontrar más armonioso el silencio; tampoco en plegarse frente a deberes que no se haya impuesto a sí mismo, sino, por encima de otras consideraciones, en darse de una pieza en cuanto uno emprende.

FIESTA. Constitución social, nacida y regulada por la espontaneidad, cuyo éxito quieren imitar todas las constituciones políticas.

FIESTA NACIONAL. El reino es el ruedo, el monarca el diestro y el pueblo, vitoreado como soberano, el toro.

FILANTROPÍA. Romance con el género humano que lubrica un amor desmedido a los negocios.

FILOSOFÍA. Forma elegante de designar al compendio elaborado de la ignorancia humana.

FILÓSOFO. Individuo que estando insatisfecho con lo que sabe se ha vuelto indiferente a lo que tiene.

FIN DE SEMANA. Punto de fuga entre tramos de días que se despilfarran rehenes de demasiadas certidumbres y agonizan en sus vanas obligaciones.

FINÁNTROPO. Individuo que detiene en sí la rueda de las generaciones mediante la sabia renuncia a reproducirse.

FIRMAMENTO. Pizarra de inescrutable inmensidad en la que el cosmos deletrea con fuego el abecedario de la estampida original. En otras palabras, red del alumbrado infernal.

FISCO. Sistema organizado de extorsión que so pretexto de contribuir a una utilidad pública es empleado por el Estado con el fin de arrancar impuestos a la población.

FLAQUEZA. Proteger a los más débiles cuando lo más responsable sería protegerse de ellos.

FLOREO. Guarnición de la vacuidad.

FLUIR. El misterio de ser uno con el cauce sin uncirse a la corriente.

FLUJO VAGINAL. La tinta más fidedigna para caligrafiar con la lengua piropos que la voz no sabe o no se atreve a pronunciar.

FOLLARIENTO. Avariento de sexo.

FORMA. Músculo de la idea.

FORMACIÓN. Conjunto de aptitudes necesarias para filtrar y ordenar mínimamente la ineludible masa de información que el entorno humano vierte sobre uno aun antes de ser insumido en el mundo, desde el mismo malaventurado instante en que la madre comienza a runrunearle bobadas al feto que su vientre cocina.

FÓRMULA MAGISTRAL. Crear el problema, magnificarlo y vender la solución.

FORNICAR. Resurrección del espíritu en la carne conjuntada, conexionada por empujoncitos epifánicos que se vengan de la precariedad del cuerpo con el remedo, quizá insuperable, de la plenitud negada a seres de nuestro pelaje.

FORNICARIO. Cipoteador o coñeadora que merodea a placer los encantos de la concupiscencia allí donde estos consienten.

FRACASADOR. Que impide que nadie lo frustre; o según otras devanaderas, que cifra la razón de su triunfo en sabotearse a la primera oportunidad.

FRACASO. 1. Unidad de medida de la existencia. 2. Apoteosis negra que salva de la subyugante aspiración al éxito.

FRANQUEZA. Aceptar el propio ridículo como lección.

FRAUDE. Sinónimo de fiscalidad.

FRENTE. Escudo facial de la experiencia.

FRIVOLIDAD. Inconsecuencia propia de quien se siente tan enamorado de la vida que estaría dispuesto a volver a nacer tras dar el último aliento.

FRUGAL. Aplicado a personas, difícil de vencer por la fuerza de la necesidad.

FRUSTRACIÓN. Gangrena anímica que se extiende a la umbría de los sueños y crece con el patrimonio inalienable de las renuncias personales. Huelga decir que todo acto deseado sin continuidad práctica no es sacrificado impunemente, sino que se realiza por otros medios al transformarse en munición contra uno mismo.

FRUTO PROHIBIDO. El hijo, aunque ni la maquinaria natural ni la irresponsabilidad personal que la fomenta entienden de vetos morales.

FUEGO. Retrato acelerado de la vida.

FUNCIONARIADO. Casta oficial encargada de defender la honorabilidad de las administraciones públicas desde el compromiso de conservar a toda costa su pereza.

FÚTBOL. No hablaré de este tosco procedimiento para muñir multitudes porque, gane quien gane, pierde la inteligencia (ocurre lo mismo con los partidos políticos) y, dígase lo que se diga, los abducidos por el movimiento del balón no admiten más argumento que el juego de su equipo.

FUTURO. 1. Lo más importante para quien carece de pasado y una prosecución del desastre para quien conoce las aptitudes de sus predecesores. 2. Barranco por el que se desciende en picado empujado por el tiempo. Si se acepta la visión cronológica lineal (que más bien es requisito de invidencia), el futuro es el periodo ubicado delante del presente, de lo que resulta que en verdad es pasado, pues a la vista está que en la historia sólo se avanza de culo.

GALARDÓN. Reconocimiento público de una labor que se sirve de la autoría del premiado para acrecentar la autoridad de quien otorga el premio.

GALAXIA. Tiovivo de constelaciones donde impenetrables ecuaciones de materia y energía pueden perpetrar, contra todo pronóstico, un theatrum anatomicum cuya perduración es confiada al delirio programado de los genes.

GANAR. Obtener un logro que rara vez cuesta menos de lo que vale.

GÁRGOLA. Animal quimérico —como pueda serlo un espíritu maltrecho hasta la enajenación de creerse bien nacido— que en su custodia de la matriz de los templos contempla a los mortales con un rictus donde el poder de la noche susurra su concentración sobre el campo minado de las aspiraciones mundanas.

GASTROMANÍA. Invención de la divinidad de la panza que distrae a bocados de pitanza la indigestión del alma por hastío.

GATILLAZO. Pérdida de la credulidad sexual que la escena erótica requiere para involucrar al amante en ella.

GAY. Alegre, que rebosa jovialidad... mayormente por el recto.

GENEALOGÍA. Aplicada al conocimiento, perspectiva coordinada de los hechos que autentifica que las realidades no se suceden por acumulación, sino por defunción.

GENEALOGÍA DE LA MORAL. Una mujer famélica practicando el anudamiento sexual nueve meses antes de amamantar con sus senos arrugados a un bebé que intenta en vano apurar fuerzas para llorar.

GENERALIZACIÓN. Balbuceo del conocimiento ante el tribunal de los truismos.

GENEROSIDAD. Sincronía entre la satisfacción propia y la gratificación ajena.

GENIO. Excelencia que consiste en transmutar las discordancias del medio en armonía. También suele bendecirse con este nombre a quien es alabado menos por la esplendidez de sus ideas que por la idea de su esplendidez.

GENITALES. En los humanos, armas de reproducción masiva que la naturaleza activa irresponsablemente en la pubertad y ponen a juicio de cualquiera la posibilidad de generar nuevos problemas sin haber resuelto los existentes.

GENOCIDIO. Saneamiento incontestable de litigios colectivos.

GENUFLEXIÓN. Postura favorita de los ebrios de divinidad.

GENUINO. Que nace en uno de un lecho más profundo que uno mismo, a quien desde esas honduras se divisa como la bóveda vitalicia de un caparazón.

GERIÁTRICO. Antesala del infierno donde la vida comparece ante una falta de valor extrema y donde el personal hace todo lo posible para que la agonía de los inquilinos sobreviva hasta el vejamen de defecarse a sí misma.

GILIPOLLAS. Retrasado mental socialmente integrado que, entre otras escaramuzas que él supone heroicidades, destaca por su afición a perseguir el éxito amparado en la presunción de creerse adorable. Es difícil averiguar si el gilipollas nace o se hace; si es así por haberse identificado con la próspera banalidad del mundo o si el mundo prospera a pesar de su necedad, pero es un hecho que el gilipollas es autoinmune y muere sin enterarse de que sólo ha hecho el gilipollas.

GOCE. Momento en que la carne se libera de las servidumbres del cuerpo.

GOZO. Irisación huidiza de la euforia que precede al tono deslucido y machacón de la tristeza.

GRACIA. Engalanado siempre por la virtud dichosa de sí misma, diríase resplandor divino en la criatura.

GRADUACIÓN. Rito de paso académico en el que los chavales festejan haber obtenido un título crucial en su carrera hacia la esclavitud perfecta.

GRANDEZA. Desembarazo, ignorado por la especie humana, para escoger la autoextinción.

GRANJA. Finca dedicada al crimen organizado.

GRATITUD. Cuota de alabanza de quien necesita estar suscrito a favores ajenos.

GREGARISMO. Hallar la autocomplacencia en la estolidez de pensar como los coetáneos.

GRIETA. Fisura de azar en el granito edificado de la determinación.

GRIS. El sedimento mental más extendido entre la población y menos reclamado a título individual.

GROSERÍA. No distinguir nada. El grosero piensa y obra burdamente, como el fulano que no separa la sexualidad de la función reproductiva o el mengano cerrado a percibir el mismo razonamiento inope en culpar a las drogas de los excesos en su consumo que en aspirar a prohibir el mar por los bañistas que se ahogan. 

GUARRA. Sobrenombre que merece la guerrería cuando comparece sin reglas de honor y fuerza con los medios más sucios a padecer situaciones por las que nadie debería pasar. No se hable, pues, de guerras lícitas, sino de guarrerías victoriosas.

GUERRA. 1. La más fea herida de la condición humana que las sucesivas generaciones, incapaces de suturarla, han aprendido a convertir en una lucrativa pústula de negocios. 2. Chance donde el ser humano se pone a prueba frente a lo detestable que hay en él y donde el detestable se pone en juego dando la espalda a un valor que no puede probar. La guerra, que puede ser también un intento de hacer que una comunidad gane a expensas de otras la confianza que perdió en sí misma, además de un floreciente negocio manejado por personajes poco aptos para tener autoridad en el combate, está en el origen de todo lo que la humanidad ha logrado elevar sobre la amnesia del devenir, es el motor de combustión interna que propulsa a un sistema social sobre los otros, luego ella vuelve explícito uno de los signos pavorosos del poder de la civilización, un poder cuyo precio no se mide sólo por las potencias que es capaz de concitar bajo su égida para la proyección de obras magníficas, sino sobre todo por el coste de lo que es capaz de destruir sin destruirse.

GUILLOTINA. Nombre que recibe la embajada del corte cuando ejecuta la racionalizadora misión de rapar gobiernos infestados de parásitos.

HÁBITO. Colector de la conducta que armoniza o desbarata la energía que fluye por él. Otro modo de explicarlo es que sin hábito el mundo viviente, que no ha sido creado de forma definitiva sino que surge a cada momento de sí mismo, no podría renovarse. Tampoco el individuo sería quien es en la sucesión de espejismos que toma por existencia si no recurriera, pocas veces para bien, a la ingeniería epigenética de los hábitos.

HACER. Cuesta abajo en la pendiente de la voluntad; la cuesta arriba es el querer.

HAMBRE. Amoladora de carnívoros que, a dieta intensiva de aire y sazonando penas con saña, cuece en su placenta servilismos a los que en vano sacarán punta los nervios.

HARÉN. Comunidad sensorial en la que toda persona deseable debería participar antes de ajarse.

HECHOS. Terreno de juego donde el espíritu se ilustra a sí mismo con ejemplos tomados de la experiencia y bien pronto ha de optar entre fracasar aliándose al cuidado de sus propias artes o abrazar la ineptitud de creer que vencer es prioritario sin haber entendido que la pérdida, en último grado, es la suerte de todas las suertes, pues cualquier aventura tiene por cierto el destino de malograrse, y no hay vida exenta de irse al garete después de haber zarpado desde el zarpazo nefasto que supone el nacimiento.

HEDORISTA. Quien haciendo de tripas diversión obtiene placeres inmediatos de la flatulencia.

HEMBRIEDAD. Ajumarse de lujuria con los encantos de una mujer.

HERESIARCA. Polinizador imprevisto de la historia.

HERIDA. Puerto para amarrar el dolor.

HERMANO. Correligionario de percances, tribulaciones y desengaños.

HERMENÉUTICA. Descodificación de las fabulaciones que se tienen por conocimiento.

HEROÍSMO. Cualquier victoria individual sobre el instinto de conservación y, por extensión, sobre el tótem cultural que sus prosélitos llaman «instinto de reproducción» con una pomposidad proporcional a su falsario interés, pues se trata de un artefacto extraño al instinto sexual y desconocido por el deseo, contra el cual se halla implantado por las conveniencias sociales a despecho de la trabazón erótica de la experiencia. Los hijos, amén de la multiplicación que produce la insuficiencia de juicio, jamás proceden del instinto, y como nadie con una perspectiva bien formada sobre la gravedad de la existencia la celebraría procurándole más víctimas, procrear solo es lícito para los desconsiderados que afirman su voluntad cometiendo esa crueldad innecesaria.

HETEROSEXUALIDAD. Otro mito de pureza, relacionado en este caso con la orientación erótica hacia el sexo contrario y rotundamente desmentido en cada acto onanista.

HIGIENE. Complemento de la limpieza del alma que vigila el buen estado del cuerpo de cara a su sacrificio como producto de consumo. Entre los numerosos preceptos profilácticos, se considera crucial eludir el contacto físico con otras carnes, y desde aquí recomendamos que se preserven especialmente las más tiernas de las solapadas tras la roña de una sotana.

HIJOPUTEZ. Estrategia adaptativa, transmisible de padres a hijos, que se basa en la habilidad de pasar por encima de los demás. Si bien como forma de obtener el mayor aprovechamiento del medio sin reparar en la decencia de los medios no exige necesariamente un alto nivel de inconsciencia, sus exponentes suelen tener un «metabolismo psicobasal» inferior al existente entre personas empáticas, que podría definirse como la tasa mínima de energía mental para mantenerse consciente del fluido que media entre la sensibilidad de uno y la de otros.

HIJOS. 1. Huevos estrellados. 2. Atentados en serie con armamento biológico que los padres cometen contra sus propios vástagos (a los que imponen un descenso a la existencia) y, de remate, contra los cautivos que deseamos una estancia menos gravosa en el penal terrestre. 3. Cada uno de los advenimientos que vulneran el principio ético de acuerdo con el cual la persona ha de ser considerada como un fin en sí misma, nunca solo como un medio, y por tanto un sabotaje contra el proyecto más coherente que nuestra especie podría saludar si fuera en verdad inteligente, a saber: que lo humano es un experimento fallido, digno de ser interrumpido.

HIMNO NACIONAL. Ladrido que entonan los más perrunos ocupantes de una finca con bandera.

HIPOCRESÍA. Provecho que se obtiene simulando principios opuestos a los que se siguen en privado. Las virtudes cívicas son inconcebibles sin ella, principalmente porque su desempeño suaviza el trato entre desconocidos y disminuye las sobrecargas de sinceridad entre conocidos.

HISTERIA. Menstruación cuajada en los nervios.

HISTORIA. 1. Autobiografía del tiempo. 2. Para la humanidad, procrastinación del acabose que brinda ideas a un cuento milenario escrito con menudillos en las hoyancas del olvido a las que acude la fauna cadavérica de los cronistas en busca de teorías para explicar lo inexplicable.

HISTORIADOR. Encargado de sintonizar los hechos pasados con las ficciones presentes.

HISTORIETA. Ingrediente de origen fáctico, imaginario u onírico que compone el menú básico del cerebro.

HOMBRA. En el hombre es título de afeminado, y en la hembra, de virago.

HONESTIDAD. Facultad para abusar de alguien sin que lo note.

HONRADEZ. Fidelidad de la palabra al pensamiento y del pensamiento al ser que da la palabra.

HORO. Fraccionamiento fraudulento del tiempo —«el tiempo es oro», oro de horror— que se produce en el cómputo de los relojes, como siempre que el avance es confundido con afirmar el movimiento sobre los medios.

HORROR. 1. Humor del que se vale la historia para reírse del error humano. 2. Realidad que permanece en pie cuando caen las ilusiones que los vivos consideran verdaderas.

HOSPITAL. Chatarrería de la carne donde la sociedad se muestra tal cual es, como un desguace de personas rotas.

HOSPITALIDAD. Adelantar en confianza al foráneo para desarmarlo.

HOYO. Contracción en una angustia de ser «hoy yo».

HUESO. Raspa que los vertebrados llevan clavada a la existencia.

HUEVOS. En los primates superiores, aparato fonador masculino cuyo funcionamiento tiende a ensordecer al cognitivo, salvo en el sentido bíblico.

HUIDA. Telaraña donde viene envuelto el encuentro fatal.

HUMANIDAD. Piara de náufragos.

HUMANISMO. Eximir al hombre genérico de sus taras indelebles atribuyéndole cualidades que son competencia específica del individuo.

HUMANITARIO. Palabra muda, o de significado más espiritoso que espiritual, relamida con un babeo proporcional a las vejaciones que conlleva su transcripción a los hechos.

HUMANO. Criatura a medio hacer entre el mono deificado y la divinidad monificada que se aventura a explicarlo todo porque nada la explica, tiende a propagarse sin control en los medios más insólitos y lucha con terquedad por cualquier estupidez que lo distraiga de la errata que significa su existencia. Conclusión: el invento más peligroso del ser humano no es otro que el ser humano.

HUMILDAD. Si obligado es reconocer, como alguien dejó impreso, que «la modestia es la virtud de los que no tienen otra», de la humildad podría decirse que es la soberbia de quienes aspiran a obtener los halagos de la modestia.

HUMILLACIÓN. Fuente de fruición para quienes esperan del ser humano el cumplimiento de los más altos fines.

HUMORADA. Morada de humo donde uno puede reírse hasta de sus cenizas.

HURTO. Ejercicio de admiración hacia lo sisado con el valor añadido del riesgo que el respeto a la ley soslaya.

IATROGENIA. «Son más los mandados que los llamados».

ICOÑO. Representación suprema de la follabilidad que a toda mujer honesta consigo misma le gustaría encarnar.

IDEAL. Encubrimiento, bien sabes de qué corambres...

IDEALISMO. Actitud del que busca adaptar la realidad a sus sueños, el mejor abono para la pesadilla.

IDEAS. Salvoconducto interior que no siempre satisface la misión de llevar a su poseedor hasta el vomitorio de las creencias; a veces, lo hace errar hasta encontrar el pensamiento.

IDENTIDAD. Centro de gravedad formado por los afectos e intereses individuales, lo que vuelve tan predecible el comportamiento del sujeto como el de un cuerpo arrojado al aire.

IDEOLOGÍA. Lo contrario de tener ideas propias. Las ideas, que nacen con la espontaneidad de ser efímeras e invertebradas, se anquilosan como piedras en los muros de una ideología cuando se les confiere la rigidez y duración que, por naturaleza, no tienen.

IDIOTA. Víctima de su propaganda.

IDOLATRÍA. Temblar ante la sola idea de los dioses, como en presencia de un tirano veleidoso, por haberse formado de ellos una imagen depravada, indigna de ser frecuentada por un espíritu libre e incluso impropia de representar a un ser verdaderamente sobrehumano. Si es cierto que cada uno tiende a comportarse con las figuraciones divinas de acuerdo con su propio carácter, sólo un esclavo temeroso de sus fantasías puede llegar a proclamarse siervo de un dios; sólo a él, con toda razón, se le debe considerar idólatra.

ÍDOLO. Icono que disfraza de necesidad el sufrimiento y de grandeza la farsa.

IGLESIA CATÓDICA. Séquito, distribuido en canales, de los empotrados en las emisiones televisivas.

IGLESIA CATÓLICA. Primera multinacional milenaria. Organizada alrededor de un concepto colonizador, el amor al prójimo, que arranca como un motor vengativo con el suicidio a lo divino de un poseso a quien llaman Salvador por su omnímodo deseo de castigar y de ser castigado, esta agencia de camanduleros, peritos en predicar lo pobreza y practicar el parasitismo, ha logrado dar rienda suelta durante siglos a la aniquilación del contrario, al gusto por imponer ideas degradantes y a la voluntad monolítica de montar un emporio sobre las conciencias: méritos sobrados en su haber para provocar contra su mando la ira de los justos por toda la eternidad.

IGNAVIA. Resaca de lo no vivido, del por hacer.

IGUALDAD. 1. Mercadillo de gangas institucionales donde a cambio de abolir la esclavitud de unos pocos se puede implantar la sumisión de todos. 2. Jurídicamente, el común rasero ante la ley responde al hecho, inquietante para el poderoso, de que cualquier individuo puede matar a otro.

IGUALDAD DE CONTRARIEDADES. Similitud no por petición de principio, sino por falta de propósito, a tenor de la cual el vínculo menos lesivo de afinidad se da entre quienes comparten la misma impedimenta de desengaños, no entre quienes exacerban el fratricidio universal cuando pretenden convertirnos a todos en hermanos de ilusión.

IGUALDAD DE OPORTUNIDADES. Moción de reinicio de la competición social que tiene a su favor la revancha de los rezagados y el apuro de los entrados en retroceso que consideran perdida la partida.

ILUMINACIÓN. Llamarada del ser que se descubre atravesado por la ignición original.

ILUSIÓN. Simulacro de verdad que nos anuda a lo impensable para hacernos creíble el vivir.

ILUSIONISMO. Arte, que hemos de suponer natural a la espera de mejores impugnaciones, para producir realidades que contradicen los sentimientos más elevados.

IMAGINACCIÓN. Hacer de mente lo que de acto sería demente.

IMAGINACIÓN. Viaje de la creación a través de la criatura.

IMAGINARIO. Único lugar habitable del ser.

IMBECILIDAD. Condición serial del humano que se activa en compañía de sus similares a la par que incrementa la conformidad con ellos.

IMITACIÓN. Habilitación básica para ser persona, aunque no necesariamente para ser una persona digna.

IMPARCIALIDAD. Conciencia juiciosa de la propia parcialidad.

IMPÍRITU. Recurso más abundante en las sociedades civilizadas y necesario paso para el progreso de estas hacia la colonia procariota universal donde antes hubo espíritu.

IMPOSIBLE. Apelativo recóndito de lo existente.

IMPÚDICO. Más que calificar a quien se ama a sí mismo hasta la desvergüenza, define a quien desprecia de los otros hasta la mirada.

IMPUNIDAD. Maldad en mayoría.

INADHERENCIA. Tierra nutricia de rango espiritual propia de quien no por temor al compromiso, sino por amor al arraigo en una naturaleza superior a la ordinaria, no es amoldable a ninguna escuela, tradición, partido, secta, subcultura o movimiento.

INADMISIBLE. Que los brutos y otros tipejos de parvo mundo se impongan biológica, militar y políticamente a los espíritus de más rica y mejor calibrada extensión.

INCENTIVAR. Tratar de sembrar un campo sobre el que llueve sal de continuo.

INCESTO. Candado cultural de bloqueo sexual que impide al progenitor consumar lo que está pensando.

INCONFORMISTA. Quien celoso está de ser como no son los demás y, en consecuencia, no es quien es con independencia de lo que piensen otros, sino siempre en función de la opinión ajena, de cuya inversión de usos y costumbres depende para reconocerse. Incapaz de ser genuino, busca el inconformista en su defecto ser notable dando la nota.

INDECENCIA. Aferrarse a la vida a cualquier precio.

INDECOROSO. Todo cuanto hace la legislación para estar presente donde más ayudaría estando ausente.

INDÍGENA. El primer intruso en su tierra.

INDIVIDUALISMO. Lente del propio aumento que, en ausencia de mayores perspectivas, desenfoca, mas lente legítima en todo caso pues intenta corregir las prácticas domesticadoras que, desde el Neolítico, con el inicio de la agricultura, han incrementado progresivamente el poder de la civilización en detrimento del mundo interior, un proceso que ha restado integridad, dimensiones y facultades al individuo en privilegio del sistema social. Ha de distinguirse siempre del egoísmo, que es la generalización hasta el absurdo que las mentes reducidas y reductoras hacen de su apego a la loriga del yo.

INDIVIDUO. Títere biológico que se cree pionero de la construcción de sí mismo sobre el terreno inestable de la propia aversión. Con todo, no sería justo omitir que este títere es a nivel ontológico lo que el átomo a la física: un poder inconmensurable encerrado en sí mismo.

INDÓMITO. Difícil de llevar al llano.

INDULTO. Opulencia del verdugo.

INDUSTRIA. Agresión disfrazada de maquinaria de producción.

INFANCIA. 1. Estado de inmadurez que los padres tienden a dilatar espuriamente en sus hijos por motivos no siempre tan frívolos como la repulsa de aceptar su independencia, cual es el de saberse responsables directos de una descendencia fallida. 2. Edad de la vida en que las ideas, máxime si son cruentas, son más fuertes que la realidad.

INFANTICIDIO. De sabios es tener dilucidado que vale más un mal aborto que un buen hijo; otros, menos sabios, llegan con todo a ser conscientes de los peligros de la multiplicación de una estirpe malhadada y en sus salmos cantan sin titubeos: «¡Ciudad de Babilonia, la devastadora, feliz el que te devuelva el mal que nos hiciste! ¡Feliz el que tome a tus hijos y los estrelle contra las rocas!». ¿Acaso es necesaria tamaña sevicia cuando hubiera bastado ilustrar sobre la imprudencia de venir a la vida? Así debe parecerlo a la fauna pronatalista, cuyos voceros han puesto desde tiempos bíblicos el grito en el cielo contra la interrupción voluntaria de la gestación mientras ignoran el menor escrúpulo en la matanza de los hijos de sus adversarios, a quienes quizá hubieran provocado más daño dejándolos vivir, algo que desde posiciones optimistas siempre cuesta entender.

INFIERNO. Lugar construido para hacinar sufrimientos donde las propias miserias se mezclan con las ajenas en un torbellino incombustible. Así planteado, la única diferencia con nuestro mundo radica en que esta gayola de castigos implica, también, la existencia de un antagonismo paradisíaco que aquí, en nuestra realidad, se ha visto restringido a un señuelo de ensueños.

INFINITO. Una mota inabarcable.

INFLACIÓN. Subida del nivel de precios que abarata la venta de personas.

INFLUENCIA. Preeminencia que subyuga sin coacciones, conduce sin ferocidad y contra la cual es concebible que uno se soliviante, si no por orgullosa resistencia para admitirla, por testaruda mentecatez para superarla.

INFORMAR. Función reservada a un reducido grupo que acapara una cantidad máxima de datos con el fin de conducir a un gran número de personas mediante una cantidad mínima de razones.

INFULOSO. Aquél que mira como subhumanos a quienes no comparten sus planteamientos rectores, en particular su idea de ser más listo que los demás.

INGENESIA. Infecundidad deliberada que se postula como liberación del automatismo procreador, blande la conciencia individual frente a la inconsciencia colectiva, pone en guardia la razón sensible contra los ensalmos de la insensibilidad racionalizadora y opone la fuerza de la contención biológica al agravamiento de los males existentes. En contraste con los empecinados en prolongar el termitero humano, sujetos a quienes importa poco que el acontecimiento de la reproducción vaya ligado a tantos y tan injustificables sufrimientos, enfermedades, demencias y sumisiones, lo que plantea quien rehúsa firmar su pacto de sangre con la especie es que nunca debe escatimarse la renuncia a la crueldad de imponer el nacimiento a otros seres. Por tanto, la ingenesia no propone destruir sino dar por acabada la humanidad, dejar voluntariamente de impulsarla hacia la esclavitud renovada de la existencia, enseñarle a no temer plantarse en la libertad frente a los mecanismos atávicos defendidos por los irresponsables que desean inundar la sociedad con hijos hasta ahogarla en el peor escenario concebible.

INGRATITUD. Desdeñar el ofrecimiento de los frutos presentes por la promesa de los venideros.

INGRAVIDEZ. Sensación de ligereza que el cuerpo experimenta en contacto con la libertad espiritual.

INHUMANO. Lo inhumado en el humano.

INHUMAR. Sembrar el hueso que sostuvo el fruto de la carne con la esperanza de que el alma florezca en jardines de mejor vida.

INICIACIÓN. Travesía por el conocimiento ampliado del mundo que debe pulverizar el ego para dar paso a una segunda eclosión de sí mismo que no es natural ni cultural, sino superior a ambas.

INMADUREZ. Aferrarse a bienes transitorios cuando la enfermedad, el deterioro y la muerte  sobrevuelan cerca de nuestras cabezas.

INMIGRANTE. Quien elige la muerte foránea en lugar de la autóctona.

INMORALIDAD. Salto de la moralidad privada a la genérica.

INMUNIDAD PARLAMENTARIA. Cortafuegos jurídico que protege al político de los reveses que ocasionen sus decisiones.

INOCENCIA. 1. Estado de obnubilación opuesto a la clarividencia e imprescindible tanto para emprender cualquier proyecto como para persistir en lo que se ha llegado a ser. 2. Simpleza con la que de forma nada inocente los adultos revisten la mente infantil.

INQUIETUD. El hormiguero bajo la piel.

INSENSANTO. Bueno por inconsciente y malo por la misma razón.

INSOBORNABLE. La honestidad del que sabe, tan cierto como su viaje a ninguna parte, que será represaliado gane quien gane la guerra.

INSOLENCIA. Atrevimiento de quien harto de no haber dicho lo que muchos quieren oír, dice al fin lo que nadie quiere escuchar.

INSPIRACIÓN. Creadora de creadores.

INSTANTE. Enterrador del momento anterior y difunto del siguiente, del cual también es partero.

INSTINTOS. Ideología de la carne y carne para las ideologías.

INSTRUCCIÓN. Abono compuesto por las usanzas y valores requeridos para cultivar una vida rica, algo que casi todos los pueblos han sustituido por estercoleros de mediocridad donde hozar sin mayores exigencias.

INTEGRIDAD. No trocar un bien cuyo valor espiritual es incalculable por otro que sólo reporta vítores o dinero.

INTEGRISMO. Pose altisonante y pendenciera donde hallan refugio quienes militan en el terror a ser cuestionados.

INTELECTUAL. El mayor nivel al que puede llegar un necio en su periplo por parecer inteligente.

INTELIGENCIA. 1. Endoscopio de la realidad. 2. Aptitud para entresacar semejanzas de la diferencia y diferencias de la semejanza que hace fácil lo difícil en un principio y, a la postre, vuelve imposible lo más fácil. 3. Cualidad que la naturaleza se ahorra desarrollar en cuanto existe y que la conciencia existente, por tanto, buscará estúpidamente en sí misma.

INTELIGENCIA COLECTIVA. Oxímoron que confiere un nombre altivo a la involución que significa ir de la producción superflua de cosas personalizables a la reproducción excremental de personas cosificables.

INTELIGENCIA EMOCIONAL. Solvencia para dejar de llorar por necesidad y empezar a hacerlo por gusto.

INTEMPESTIVO. Inexpugnable por la actualidad.

INTENCIÓN. Elemento decorativo que suele añadirse a los actos para influir en su juicio.

INTERESANTE. Digno de ser tomado por las buenas o, en su defecto, sometido a una atenta y minuciosa ironía.

INTERNET. Bajo el filón enciclopédico abierto a la consulta y la inmediatez en el intercambio virtual de experiencias y servicios que componen su zona emergida, consiste en un cultivo global de información a la que se deja crecer con objeto de facilitar el escaneo pormenorizado de los usuarios, quienes quiéranlo o no dan cuenta y razón de sí mismos clic a clic.

INTIMIDAD. Relicario individual.

INTRAVIARSE. Perderse en uno mismo al paso que se recorre la construcción imaginaria de la realidad.

INTRUSO. Ejemplo de la propiedad conmutativa que tienen los unos contra los otros y los otros contra los unos.

INTUICIÓN. Acceder al interior de las cosas en lugar de merodear alrededor de ellas.

INVERECUNDIA. Falta de pudicia que caracteriza al que tiene rostro de más para exponerse a la luz de la conciencia sin alzar los párpados. Para formarse una idea, valga ilustrarla con la mala sombra de todos los que procrean a sabiendas de los males crecientes que hasta el mejor vivir comporta.

INVERTIR. En el argot de los economistas, adueñarse de lo ajeno.

INVISIBILIDAD. Divino refugio.

IRONÍA. 1. Detergente de las entendederas. 2. Constatación victoriosa de que la risa frente al espanto es un acto superior al ordinario espanto frente a la risa.

IRREALIDAD. El sentido que más ayuda a entender lo real.

IRREMEDIABLE. Último remanente metafísico para afrontar el pánico suscitado por la disolución con el convencimiento de que la catástrofe obedece a un imperiosa necesidad histórica.

ISOPLURIDAD. El imperio de la homogeneidad civil camuflado de diversidad cultural.

JARANOSIS. Embotamiento físico y mental ocasionado por los excesos de una diversión desmandada. No sería por completo inexacto incluir en el cuadro de síntomas el embarazo cuando es producto del jolgorio insensato de los sexos.

JAZZ. Invención musical del padre Soler asaz prolífica en epígonos… dos centurias después.

JETAFOBIA. Aversión a la omnipresencia de la faz humana que explica la predilección de la noche al día y de la soledad sin público a los espejos del gentío, es decir, una de las señales palmarias que manifiestan un principio de buen gusto.

JUBILACIÓN. Licencia comercial para morir por improductivo.

JUEGO. Relación con el mundo donde es posible crear un paradero surtido de alegrías sin temor al olvido del yo.

JUEZ. Mortal con aires de diosecillo que, tras haber sido amamantado en los cultos mistéricos del derecho romano, pastorea entuertos ajenos a los que aplica el remiendo antojadizo de su prescindible arbitrio en flagrante complicidad con la ley.

JURISPRUDENCIA. Doctrina de la pluralidad de intereses que, tomados en conjunto, demuestran la concordancia entre el deber de unos y el derecho de otros, lo cual solamente puede significar que desde que el mundo es mundo está sentenciado que aquello que a unos se da, a otros se ha de quitar.

JUSTICIA. Evidencia de que la vida no es justa ni se ajusta a otro dictamen que el de inventar culpables sin crimen y vengar crímenes sin víctima.

JUSTICIA SOCIAL. Cuando el robo no es perpetrado por un individuo contra la comunidad, sino por una comunidad contra el individuo.

JUVENTUD. Estado de enajenación transitoria que desean a perpetuidad todos los gerentes de fervores.

LABERINTO. Cartografía de la conciencia.

LABILIDARIADO. Masa de nuevos parias surgida de la degradación de los ciudadanos que sobreviven atrapados entre el achatamiento de alternar el paro con la genuflexión laboral, bajo la sombra cercana de la mendicidad, después de haber sido reducidos a contribuyentes, criadores de vasallos y prosumidores.

LABIOS. Aeródromo de besos.

LABRIEGO. Inepto para la vida cívica, casi tanto como el urbanita lo es para soportarse a sí mismo sin el abrigo de artificios de la metrópoli.

LADRÓN. Negociante de carrera truncada que no puede lucir en su currículum la cifra necesaria para entrar en la órbita de los financieros. Sancionado por la tradición, el uso más extendido remite a los excedentes sociales de mano de obra a quienes no se tolera la insurrección contra la propiedad que no tienen y el trabajo forzado por el que tienen que pelear aunque no quieran.

LATRICENTRISMO. Centralización del sentido de la realidad en un cuerpo de latrías que excluye cualquier otra concepción del universo hasta el punto de legitimar la guerra contra los discrepantes.

LEALTAD. Nodo natural donde libertad y acatamiento se ensamblan de manera ideal.

LECHO DE MUERTE. El único lugar donde uno está seguro.

LECTOR. Alguien con razones que el escritor no entiende.

LEER. Recolectar de cabeza lo sembrado por otros de palabra. Como quien no desdeña cultivarse acude con naturalidad a los libros, sin duda no es accesorio que negligente provenga de nec legens, el que no tiene por costumbre leer.

LEGALIDAD. Ordenamiento jurídico que facilita a los gobiernos las reglas para poder declarar delictivo todo aquello que no pueden controlar y atizar desórdenes más lucrativos que los provocados por la realidad social en sí misma.

LEGALIZAR. Poner bajo el desbarajuste de la ley lo que hasta ese momento funcionaba por sí mismo.

LENGUA. 1. Guerra civil de significados que acarrea la destrucción masiva de lo que se quiere decir mientras auspicia la construcción sin táctica de lo que no se quiere nombrar. 2. Colección de pertrechos demasiado rústicos para plasmar intuiciones sofisticadas y demasiado sofisticados para cubrir las necesidades de una mentalidad rústica.

LETRARCA. Agraciado con el poder de la palabra que obra como ministro de verdades soberanas.

LEVANTAMIENTO. Conciencia alzada contra la injusticia que pretende aplanarla.

LEVITAR. Elevar la percepción por encima de las realidades humanas mas no tan alto que se llegue a provocar la envidia de los dioses.

LÉXICO. Primera enciclopedia de la humanidad.

LEY. Trampa axiomática urdida por el poder con el propósito de prolongar su ventaja en el juego de las relaciones humanas.

LEYENDA. Realidad de lo imposible.
 
LIBERACIÓN. Estrella polar del alma que permanece oculta hasta que llega su noche oscura.

LIBERALIDAD. Flexibilidad para dar sin pedir y para aceptar sin rencor una negativa.

LIBERALIZAR. Salvar la economía del control de los perros para ponerla a recaudo de las hienas.

LIBERTAD. 1. Don de sí que encoge con el mismo grado y rapidez que es aclamado. 2. Estado de descanso que acaece cuando se asume que no es posible actuar libremente.

«LIBERTAD, IGUALDAD, FRATERNIDAD». De manera respectiva, divisor, cociente y resto de la sociedad humana entendida como un dividendo.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN. Invitación a opinar que los gobiernos hacen a los ciudadanos a fin de poder utilizar en su contra todo cuanto manifiesten.

LIBERTAD DE MERCADO. Epíteto que inviste de honorabilidad a la violencia económica.

LIBERTAD INDIVIDUAL. Premio de consolación donde no hay poder para dominar a otros.

LIBERTINAJE. Panorama repleto de naturalezas muertas por donde se mueve quien desea agotarse en los excesos antes que asumir los defectos de la ordinaria irrealidad.

LIBIDO. Nombre que en el ámbito de la psicología recibe una de las potencias a las que el ser humano debe lo que es: la follamina, un producto interior de la fermentación del deseo sexual que suscita una sacudida acuciante de la naturaleza en dirección a otros cuerpos en los que pueda descargarse, lo que unido al descontrol de quien la experimenta brinda un detonante más a la conspiración reproductiva.

LIBRO. Cada una de las cuadernas empleadas en la construcción de embarcaciones aptas para navegar por el vasto piélago de la incultura.

LÍDER. El que asume la responsabilidad de indicar a otros la ruta más directa hacia el matadero.

LINAJE. Narcisismo genético de quien sigue con su estirpe el patrimonio que nadie extirpe.

LITERADURA. Escribir con escalpelo lo pensado a cráneo abierto.

LITERALIDAD. Versión más inmediata de un fenómeno que los cortos de visión toman por única e indiscutible certeza.

LITERATURA. 1. Dimensión adicional de la historia a la que va a parar, en definitiva, la historia misma y sin la cual el cuento de la vida carecería de argumento. 2. Segunda realidad virtual en importancia después del sueño, que sería la primera construcción imaginaria si desplazásemos la realidad de la vigilia hacia el espectro incontrovertible de lo literal, lo que no dejaría de ser un acto fantasioso.

LLANTO. Testimonio fluente de duelo que busca un alivio en la evaporación.

LLUVIA. Retorno luctuoso de las fuentes que quisieron escapar del abrazo terrenal.

LOCO. Condenado a la insensatez por la osadía de atestiguar el nacimiento subterráneo de la razón en el continente irracional de la cordura.

LOCURA. Querer apartarse de la enajenación sin la cual todo está de más.

LÓGICA. Lo que queda del pensamiento mitológico cuando se le amputa el logos y se omite contar lo que se ha hecho con el mito.

LOGORREA. Esa música siniestra que pretende ser amable.

LUCIDEZ. La mirada que se sabe inmutable frente a las conveniencias.

LUJO. Disfrutar de una atención que no roba, instruye.

LUJURIA. Cuando la libido le pone rostro a su vacío.

LUMBRERA. En la espeleología del tormento que la vida es, luz de la conciencia que indica, al contrario que en el parto, que uno ha de sacarse a sí mismo con los pies por delante.

LUNES. En un calendario clasificado por incidencias farmacológicas, día de los eméticos.

LUZ. Claridad que hace visible que una oscuridad mayor gobierna cuanto es posible.

MACABRO. Acercamiento grotesco a la tragedia que es al espanto lo que la chanza al llanto.

MADRE. Mujer violada desde dentro por su hijo, fruto a su vez de la arbitrariedad extrema que entraña la imposición de vivir.

MADRE TIERRA. Advocación muy mentada entre quienes hacen de la vida su beatería y pretenden sacralizar el accidente que originó una biosfera donde la humanidad, junto con otras especies sintientes, no deja de ser juez y parte natural del excidio.

MÁDRELMAN. Hombre de barriga tan prominente o más que la de una embarazada de trillizos en el octavo mes de gestación.

MADRIGUERO. Dicho de una persona, leal a una vida orientada hacia las dimensiones privadas que la sociedad amenaza con reducir a campos de ruinas en los que celebrar el triunfo de la colmena sobre cualquier particularidad.

MADRITIS. Síndrome de enajenación uterina que nubla el juicio de las afectadas hasta el extremo de hacerles creer que el embarazo es un derecho antes que un estado lamentable, y que una vida sin hijos no solo está menoscabada en sus fundamentos, sino que incluso carece de valor.

MADRUGAR. Coito interrumpido con el inconsciente.

MADUREZ. Grado de experiencia necesaria para pasar del borreguismo juvenil a una juiciosa falta de seso.

MAESTRÍA. Ignoro en qué consiste, pero conozco a la perfección una de sus premisas: aceptar que nuestras obras siempre pueden hacerse mejor y que a veces lo mejor es no haberlas hecho.

MAESTRO. Regularmente se denomina así al instructor de esclavos entrenado para inculcar una idea del mundo que favorezca la repetición de cualquier hábito sin tener idea del mundo. Por consiguiente, no es necesariamente un buen maestro el que enseña cosas; lo es el que sabe transmitir el gusto de aprender de uno mismo en todo y de todo en uno mismo.

MAGIA. Sintonía de la intriga que mantiene el despertar.

MAJESTAD. Aplomo visible de quien actúa sin necesidad de proclamarse vencedor, pues lo es de sus pasiones, y sin dolerse de que otros lo vean como perdedor, pues nada que pueda perder lo ata.

MAL. Impulso de proliferación.

MAL DE OJO. Reducción del sujeto a objeto de un objetivo en la toma de posesión que las cámaras y otros órganos artificiales hacen de las singularidades como un recurso más incorporado a la colonización técnica de la existencia.

MAL FARIO. Saquear la vida de todo sentido por no poner en duda el sinsentido de poner en deuda toda la vida como una prueba cuya validez queda aplazada hasta la muerte.

MALAVILLA. Ciudad que presume de los encantos que no tiene para compensar los defectos que le sobran, como la localidad donde nací, una auténtica malavilla.

MALA MEMORIA. La excusa más socorrida para desviar los reproches destinados a la inteligencia.

MALEDICENCIA. Manchar el buen nombre de otros para que la suciedad de quien así procede pase desapercibida, o parezca insignificante por comparación. Y aunque sea insólito en la edad provecta encontrar a alguien que no haya incurrido en este hábito, lo normal es que el maledicente muera de su propio veneno antes de llegar a viejo.

MALESTAR. Latifundista de todas esas carnes habitadas que el tiempo hace correr sobre la palestra del escarnio en dirección al padecimiento.

MALEVOLENCIA. Hábito de querer lo propio a condición de malquerer lo ajeno, es decir, el sinónimo más preciso de la españolidad.

MALICIA. Oficio de la milicia y gusto de la soldadesca remunerada para hacer daño al enemigo sin detenerse ante los civiles ni perdonar a los indefensos.

MALIGNIDAD. Condición de la persona que no sabe cargar consigo sin cargar contra sí a cada momento.

MALVERSAR. Hacer que parezca una necesidad pública lo que sólo es usurpación; aunque labor, después de todo, sin la cual tres cuartas partes de las actividades políticas perderían su razón de ser.

MAMADA. Demostración empírica de que un varón puede también dar de mamar.

MAMIMÉTICA. Madre por emulación, para no ser menos sonlocada que sus precedentes en el despeño reproductivo.

MANDO. Licencia para obtener adhesiones con el honrado argumento del chantaje y el cariñoso halago de la represalia.

MANÍA. Pensar de forma reiterada en aquello que no se quiere pensar por efecto de vivir haciendo lo que no se quiere hacer.

MANO INVISIBLE. Misterio económico revelado por el puñetazo invivible de la banca cada vez que se propone demostrar la capacidad autorreguladora de los mercados.

MANOS. Partes del cuerpo humano unidas a las muñecas y provistas de dedos hábiles que, con el debido adiestramiento, sirven para aplaudir al poderoso, ocuparse de los trajines más sucios y hacer millonarios a otros que suelen usarlas poco.

MANSO. Acomodado a la mano del amo.

MAÑANA. Después del hoy, todo recto; más o menos donde nunca.

MARCAÍSMO. Adhesión servil del consumidor a la imagen de una marca en su anhelo de tener una identidad diferenciada que disimule su insignificancia como insumo laboral y figurante social.

MARCHITEZ. El tiempo todo lo derrite.

MARGINANIA. Sociedad arquetípica sin territorio físico ni reconocimiento legal, verdadera marginalia respecto a la narración colectiva oficial, a la que pertenecen por condición espiritual los solitarios, retraídos, divergentes y contemplativos que a lo largo de los siglos han rehusado adherirse a los propósitos cárnicos de la colmena humana. Tiene por único pero indisputable patrimonio las creaciones artísticas y obras de pensamiento que no se someten los estereotipos de la especie, el primero de los cuales asume como un mandato introducir más sangre en la procesión de marionetas que forman sus linajes.

MARIPOSEAR. Prerrogativa de algunos seres delicados y envidia secreta de los rudos que no podemos permitirnos vivir revoloteando de una a otra fragancia.

MÁRTIR. Quien hallándose enfrentado al invencible poder de la realidad, en lugar de la lucidez que depara marginación moral por alzarse como un faro contemplativo sobre sus semejantes, elige el sacrificio instigador de emociones retribuidas como hazañas por la estima los fatuos.

MARXISMO. Todo por el pueblo pero contra el pueblo.

MÁS ALLÁ. Menos acá.

MASA. Categoría tomada en préstamo de la física para realzar lo aglomerable que fomentan en el ser humano la propaganda y el miedo contra la singularidad, de la que en el hombre amasado no se hallará una soberana partícula.

MASACRE. Devenir destructivo en el que acaba dirimido el funcionamiento, corrompido en sus cimientos, de las sociedades humanas.

MASAJE. Operación de esculpir a mano el cuerpo tallado por el tiempo.

MASOQUISTA. Quien tiende a seguir buscando una razón para amar la existencia cada vez que un golpe pone en entredicho su necesidad y su sentido.

MASTURBARSE. Buscar un solitario consuelo para el deseo carnal como el pájaro enjaulado brinca queriendo volar.

MATEMÁTICA. Filología de los objetos puros predicados desde la proposición, adulterada de realidad, del sujeto.

MATERIA. Yugo al que están uncidos los seres en el penal de la existencia.

MATERIA GRIS. Faceruelo donde la muerte halla diván y se pone a elucubrar.

MATERIA OSCURA. Sombra cósmica que la inflación racionalista de la mente humana proyecta en las regiones ignotas por haber reprimido durante demasiado tiempo su capacidad creativa de concebir el universo.

MATERNIDAD. Lo que ocurre cuando se deja actuar a la ciega naturaleza tras haber disparado una ráfaga de semen en el útero de una descerebrada que se cree dotada para la crianza cuando ni amago tuvo de sensibilidad para considerar si el mundo ya era demasiado estrecho sin sus engendros. Por contra, cuando las mujeres piensan por sí mismas se revelan y rebelan partidarias de la huelga uterina contra los reiterados sistemas de organizar la sociedad que han basado su perdurabilidad en el sometimiento de las hembras a la tarea reproductora por encima de su individualidad, que en la mayor parte de esos sistemas ni moral ni jurídicamente es reconocida, o lo es poco más que a título nominal, decorativo.

MATRIMONIO. Emparejamiento homologado por contrato que honra la unión en siamesa convivencia de los consortes, quienes desarrollan en su tal para cual un retablo de crudezas domésticas que más valdría llamar matridemonio no sólo porque según la inercia de lo suscrito el marido y la mujer se amolden a sacrificar lo mejor de sí mismos a lo peor del otro, sino porque como institución ha servido como ninguna otra al pecado original de engendrar vida doliente. Y es que cuando los casados deciden convertirse en criadores de futuros derrotados tienden a obcecarse con el sentimiento de que sus hijos son un regalo para el mundo sin preguntarse qué clase de regalo es el mundo para sus hijos. En nuestra lengua, sagaz en este extremo, se habla de contraer matrimonio, y no en falso, porque los aquejados por esta forma de incrustación recíproca se deforman como fantoches entre los nudos de los lazos conyugales.

MAYA. Malla —imposible obviar la paronomasia— con la que somos izados a la existencia desde las profundidades de la nada.

MAYORÍA. Franja de población compuesta por aquéllos que mueven el mundo; las minorías, sencillamente, lo cambian.

MAYORÍA ABSOLUTA. Hinchazón totalitaria de la estulticia.

MECAGOENDIOS. Estribillo a gritos de carácter liberador que sirve de ornamento a las faenas torcidas del obrero. Bajo el sentido literal de la expresión, queda no obstante insinuado un penetrante análisis que señala en el fallo cotidiano algo así como un eco de los errores universales cometidos por el Creador, sin menoscabo de que vaya por delante la inferencia de un metabolismo sacramental que vincula el acto de evacuar a Dios a la ingesta mística de su poder (la preposición en indicaría asimilación previa). Dándole otro giro a esta suerte de saloma, el vituperio podría ganar precisión biológica: «¡Me cago en el ácido desoxirribonucleico!», pero cuánta mayor hondura no habría en la adopción de la fórmula que decanta el horizonte de aseidad hacia el que todo cuanto existe es atraído: «¡Me caigo en Dios!».

MECENAS. Promotor de sí mismo por talento ajeno.

MEDICINA. Ciencia especializada en transmutar la enfermedad en una crónica fuente de ingresos que, a veces, comete la equivocación de curar. Conviene asumir, antes de que la injerencia facultativa sea irreparable, que no hay mejor galeno que mantener un régimen de vida adecuado hasta que la muerte, sanadora definitiva, disuelva las dolencias que vivir comporta. No obstante, si se ha de recurrir a expertos en el arte de restaurar la salud, el criterio de Razes, médico y filósofo medieval, no ha perdido ni un átomo de vigencia: «Cuando sea la enfermedad más fuerte que el vigor del enfermo, no le ayudará el médico en absoluto, y cuando sea mayor el vigor del enfermo que el de la enfermedad, no será necesario el médico para nada, y cuando estén equilibrados, entonces se necesitará al médico, que apoyará el vigor y le ayudará frente a la enfermedad». A los avances médicos también se les pueden achacar una parte de culpa en los desastres de la superpoblación por haber asegurado, de entrada, la vida de muchos fetos contrahechos y, para más inri, por haber prolongado indiscriminadamente la duración efectiva de la edad fértil.

MEDIO AMBIENTE. Puesto que cada animal inventa su propio mundo, para el humano que hace pasto de penurias, dolencias y rivalidades sin fin, su ambiente específico es el miedo.

MEDIOCRE. Inepto para ser la oveja negra.

MEDITACIÓN. Repliegue umbilical en la otredad.

MELANCOLÍA. Dulzura de amargarse con todo porque todo evoca la añoranza de no haber nacido.

MEMORABLE. Digno de troquelar la memoria colectiva, aun si para ello deben ser olvidados los testigos renuentes a considerar reseñables a quienes se las dan de protagonistas de la historia.

MEMORIA. 1. Vertedero donde se mezclan el residuo de las vivencias con el polvo de los sueños antes de ser materia para el olvido. 2. Desobediencia particular al destino porque la realidad es compuesta en sus fueros no según ocurrió, sino según el arte que pone de su parte.

MENDIGO. Mondador de lástimas.

MENTE. Esfínter que regula el flujo de contenidos que media entre los anillos interiores del ser y las extensiones que lo circuyen.

MENTIRA. 1. Incursión en lo imaginario que acomete quien se cansa de reptar por las lindes de la verdad. 2. Verdad de verdades que nos engaña para hacernos creíble el vivir.

MERCADO LIBRE. Trucaje económico —no confundir con el comercio hecho por individuos soberanos— que facilita a los poderosos el duro trabajo de ser más ricos a la vez que multiplica en los subordinados las oportunidades de ser más miserables, algo que se logra en parte gracias a un marco legal ideado para que los contratos leoninos se eleven a la categoría de intercambios espontáneos, la fiereza mutua se promocione como saludable competencia y los amasadores de capital asciendan sobre un orden jerárquico de estafas que tiene en sus pilares al contribuyente, quien terminará pagando las sustracciones de los anteriores.

MERCADOTECNIA. Teología para ogros que ambicionan poderes diabólicos.

MERDOSO. Aquél que mancha con las sus heces de su conducta a quienes no festejan la propagación de sus vicios. Por deméritos propios, dentro de esta categoría de inmoralidad son más que remarcables los defensores a ultranza del natalismo.

MESTIZAJE. Disolver diferencias para llegar antes a la más dúctil uniformidad.

META. Otro paso decisivo hacia la tumba.

METÁFORA. Algoritmo de la imaginación.

METICULOSO. Gustoso de meterse en apreturas.

MÉTODO CIENTÍFICO. Ordalía de los tiempos modernos en cuyas ínfulas de legalidad fenomenológica confunden sus practicantes el conocimiento con la domesticación de la nesciencia y, mal que les pese, llegan a revitalizar el totemismo al situar el precepto de reproducibilidad como interlocutor universal donde antes se hallaba la Providencia.

MEZQUINDAD. Adoración de la cantidad.

MIEDO. Pasión que pone cuesta arriba el despeñarse por la vida y cuyos males, para el pretendiente de la felicidad, deben de ser menos desoladores que el aburrimiento a juzgar por su éxito sobre su antónimo vital, la libertad. Al miedo conviene no hacerle caso, porque se crece, y tampoco darle la espalda a la primera, porque es vil y atacará cuando la guardia esté baja; al miedo hay que calibrarlo en oblicuo y de través, despellejarlo de cabo a rabo despacio y zampárselo a conciencia.

MIEDO A UNO MISMO. Descubrimiento claustrofóbico que padece cualquier individuo sobre el menesteroso dominio de sus impulsos homicidas. Una vez superada la fase inicial de sorpresa elusiva y moralización febril, lo natural es sentir que sólo alguien sin escrúpulos puede estar libre de experimentarlo.

MIEDO AMBIENTE. Nivel de desvalimiento que la población expuesta a la agresión sistematizada en forma de Estado aprende a legitimar, con toda su carga coactiva y confiscatoria, por encima incluso de la propiedad de sí y de sus obras que a cada individuo le corresponde por naturaleza.

MIERDA. Alfarería típica que toda bestia modela en el taller de sus tripas y en los humanos prosigue allende el retrete como una lección magistral de ontología.

MIGRACIÓN. Trashumancia de peones hacia zonas donde hay demanda de animales de carga de bajo coste.

MILAGRO. Mantener la guía de la propia valía cuando uno está rodeado de gente infrahumana.

MINUTO. Tiempo que tarda el corazón en bombear el volumen de sangre de un cuerpo humano en reposo, o, para ser exactos, una bendición para la vida que ni uno solo de los veinticinco billones de glóbulos rojos de un cuerpo humano se pare a pensar que toda su misión consiste en dar vueltas dentro de un mismo circuito hasta que una fuerza mayor o una disfunción extrema los detiene.

MIRADA. Firma que ponemos por duplicado en el rostro del mundo con el mundo que asoma en nuestro rostro.

MIRAMIENTO. Ropa interior de la conciencia cuando se mantiene a salvo de las polillas del miedo y del deseo, cuya labor de zapa puede agujerearla y dejar al descubierto una actitud, radicalmente distinta, que parece avisar: «Mira, miento».

MISA. Sustitutivo del teatro clásico que tiene por estrella principal del reparto a un animador de milagreros. Justo es decir en descargo del protagonista que si no estuviera bien clavado al drama, huiría del altar donde se oficia harto de seguir siendo el subalterno de un cártel que concluye su pavoneo con la distribución de hostias desnaturalizadas de divinidad.

MISANTROPITIS. Respuesta inmunitaria que al menor contacto con la sociedad desencadena múltiples reacciones de intolerancia psíquica a la cretinez humana.

MISERABLE. Mamífero que se agarra a la vida equivocándola con un fin supremo por temor a concederse la generosidad de tomársela como un experimento en un viaje que, a lo mejor, carece de retorno.

MISERO. El mísero después de recibir la hostia consagrada.

MISOLOGÍA. Fusión entre ignorancia y militancia que ocupa la mente de quienes no conciben otra ley de vida que la repetición de actos funestos.

MISTERIO. Campo de la realidad que existe como si no existiera. No debe confundirse con la creencia, que es deudora de aquello que no existe como si existiera.

MÍSTICA. Acoplamiento de mente y materia que supera la cesura ordinaria entre sujeto y objeto, realidad y sueño, invención y naturaleza, y a cuyas exaltaciones el místico acude para descubrirse como creador y destructor de dioses.

MITO. 1. Genotipo intemporal del alma viva del mundo que fluye tramada en la realidad histórica. 2. Desde una perspectiva con gazgaz, retruécano del timo.

MITOGENIA. Creación humana de sentido a partir de la ausencia de sentido o de la reducción a ripios de un sentido precedente, a veces con manifiesto propósito doctrinal y otras mediante invenciones de verdades no siempre desesperadas o paródicas en el tratamiento de la tragedia original.

MODA. Atletismo del envanecimiento.

MODELO DE VIDA. Pautas de comportamiento que no mejoran a nadie, pero refuerzan la flojera de quienes no se atreven a vivir sin modelos.

MODERACIÓN. Radicalidad bien asumida.

MODERNIDAD. Allanamiento de la cultura que introduce en ella la propaganda de nuevos dogmas que se combinan con los viejos esquemas opresores, lo que ha dado origen a una fase histórica en la que el atractivo de demoler lo valioso prevalece sobre el esmero de construirlo.

MODESTIA. Aminorar los méritos propios para ser retribuido con los laureles de un plus moral.

MOLESTIA. Entender el mundo más de lo debido.

MOLICIE. Dejadez de sí mismo equidistante entre las ganas de acabar el día y la desgana de comenzarlo.

MOMENTO. Puerta batiente donde se juntan la acción de las causas que salen con la acción de los fines que entran.

MOMENTO DE CLARIDAD. Certeza de que mañana se dejarán de comprender las cosas que hoy son comprensibles, aunque no tanto como ayer.

MONARCA. Sujeto a la cabeza de un reino que concentra en su persona, entre otras taras hereditarias, una clase de impunidad tan temible que sus rehenes no llegan a percatarse del muy real sarcasmo que supone llamarlo Su Majestad.

MONASTERIO. Club de solteros dedicados a canonizar sus corrupciones.

MONÍA. La muy humana manía de hacer el mono cuando toca hacerse sabio.

MONJA. Buscona de Dios y, por extensión, de los rufianes que tienen su jurisdicción en las diócesis terrestres.

MONSTRUOSIDAD. Agravio cometido por los padres cuando deciden tener hijos y por los hijos cuando imitan la funesta decisión de sus padres a sabiendas de que por buena que devenga una existencia, mejor es no haber sido.

MORAL. Parte de la cosmética dedicada a convertir las insuficiencias personales en normas colectivas cuyo seguimiento evita al individuo la responsabilidad de deliberar por sí mismo.

MORAL NATURAL. Desde un punto de vista dolorosamente humano, la naturaleza, sólo por habernos creado y exterminarnos después, actúa de una forma inaceptable, luego toda moral que tenga por base el funcionamiento natural pondrá en su tabernáculo el homicidio con tortura de vida previa.

MORALIDAD. Crédito interior para habitar en uno mismo sin hipotecarse.

MORBO. Exaltación del deseo ante expectativas malsanas que no revelan el acervo salvaje de lo humano, sino la indecencia reprimida de la domesticidad.

MORIR. Pensando desde la ingenuidad que no parece ser norma de naturaleza, cruzar el umbral que se extiende desde el solecismo químico de la vida hasta la gramática prístina de la materia, es decir, retornar a la inexistencia la resección que le supone el nacimiento de cada ser.

MORIRSE. 1. Sueño del no ser desde el ser que sólo es sueño del sueño que creemos ser. 2. Acto fusible de evacuación de sí que redondea la contabilidad general de los seres.

MORRIÑA. Dolor provocado por la remembranza de tiempos pretéritos.

MOTIVACIÓN. Embrujo que ayuda a tirar de sí desde un resultado hipotético.

MOVILIZACIÓN. Ejercicio de locura colectiva durante el cual, con independencia de las causas que se aduzcan, los sentimientos se contagian y la horda toma el protagonismo sobre la conciencia individual.

MOVIMIENTO. Empuje que se imprime a los hechos para circunscribirlos a una opinión, a las opiniones para que actúen como pegamento en la fijación de los individuos a una colectividad, y a la colectividad para que avance en un sentido donde se rechazan como inútiles, cuando no como peligrosas, las actitudes que se desvían, se detienen o se muestran refractarias a seguir el ritmo.

MUERTE. 1. Ocasión única de demostrar lo que se vale. 2. La que acierta sin ser cierta y cierta es mientras no acierta. 3. Contracción total de la vida, y quizá un retorno a la simiente, donde el renuente novela infiernos y beatitudes el que acepta. 4. Para muchos, desvanecimiento definitivo de la conciencia, una absolución sin retorno que también, mucho me temo, se trasluce cuestión de fe. 5. Madre del tiempo y nodriza del misterio. 6. En teología, pasar por caja.

MUERTE DE DIOS. Puesta a punto de la omnipotencia.

MUERTO. 1. Digno de enhorabuena en tanto que liberto que ha dejado atrás el ergástulo donde residió. 2. Iniciado en una clase de misterios que los vivos apenas pueden imaginar.

MUJER. Sexo femenino del Homo sapiens y el más nocivo a causa de sus aptitudes incubadoras, con las cuales sortea las peripecias evolutivas por obra, más que por gracia, de la imbecilidad del género masculino, su adlátere fecundador en la inconsciente tarea de llenar el mundo de seres que no han pedido venir. Entre sus múltiples y a menudo paradójicas cualidades cabe destacar el ser donadora de paz en una vida beligerante y promotora de guerra en una vida pacífica. Esto sucede en buena medida porque los varones veneran la fuerza en todas sus formas, también como fuerza de conocimiento, mientras que las hembras se postran ante cualquier cosa que las haga sentir menos huecas.

MUJEREAR. Desembragar el alma en los ojales femeninos que la encauzan.

MUJERO. Presunto varón que no toma una providencia sin ser atusado por el mandato de una mujer.

MULTIMEDIACIÓN. Miniaturización cognitiva, inductora de comportamientos ultralimitados y de inoperantes desenfrenos, que absorbe a través de múltiples niveles sensoriales al usuario las tecnologías de información, entretenimiento y comunicación.

MULTÍPARA. Mujer que se aprovecha de un contexto cultural donde la fertilidad es socialmente bienvenida para dar vagina suelta a su faceta de asesina en serie.

MUNDO. Tribuna básica de sucesos que no admite devolución, progresa contra la evolución de las conciencias que la cuestionan y tiene en la revolución un almacén de recambios, más de lo mismo.

MURIENDA. Merienda de la tierra.

MUSAS. Voces procedentes de la faz oculta de la realidad que inspiran al espíritu en los momentos próximos a la brecha abierta a lo largo del eje del mundo.

MUSEO. Frigorífico del arte, cuando no depósito funerario de las musas, donde las obras dotadas de esplendor desfallecen como aves enjauladas y las que carecen de él son mostradas con una pompa que intensifica la ramplonería que pretende camuflar.

MÚSICA. Exorcismo del alma por los tímpanos y acompañamiento que falta siempre en todo lo que ha sido destinado a ser contemplado por la mente que se siente percutida por el espectáculo del mundo.

MUTANTE. Lo que somos todos aquéllos llegados sin ton ni son al tuntún de la pasión.

NACIMIENTO. 1. Acto de suprema deslealtad con el no ser. 2. Crear un problema donde no lo había permitiendo que el fracaso se estrelle con vida donde su posibilidad planeaba en la inexistencia.

NACIOGÜENZA. Vergüenza del propio país que puede llegar al sonrojante sentimiento de agravio por tener que servir a lo peor que ha dado el suelo patrio.

NACIÓN. Pueblo rendido al poder del Estado.

NACIONALISMO. Endogamia mental practicada dentro de un redil geográfico donde la carencia de exclusividad se suple con el gozo lerdo de ser excluyente. Nadie ama a su patria porque sea grande, sino porque agranda el tamaño de su ambición. Ningún territorio tiene derechos, salvo que así se entiendan los que pierden en su nombre quienes lo habitan.

NACIONANISMO. Cuando los gánsteres de una comarca y sus voceros masturban al pueblo ignaro con la fantasía de llegar a ser un país soberano.

NADA. Lo más grande que tiene el alma.

NADIEGO. Natural de la nada, hiperónimo y gentilicio desembromado de todo ser moridero.

NADITUD. Hacerse compañía con la nada del universo todo, la rúbrica ignota que a unos basta llamar divinidad por atajar complejidades con complicidades como a otros sonríe por amor de vacuidad: a menos no se presta tan beatífico armisticio con la materia.

NANZI. Totalitario biempensante, fanático de lo políticamente correcto, almizclero del avasallamiento.

NARCISISMO. Delirio de seducción autorreferencial, yoyó fantasmático del por y para nadie más que yo.

NARCOTRAFICANTE. Cerrajero de guardia.

NATALIDAD. Loada como incentivo no menos que prescrita por las industrias y creencias que tienen necesidad de marionetas humanas, lleva la cuenta de esa plaga eludible que manufactura descendientes con objeto de prorrogar la calamidad de la especie. Es, por tanto, un indicador directamente proporcional a la inconsciencia de la población.

NATURALEZA. Zancadilla primordial de la que surgen todos los tropiezos vivientes. Según la explican los doctos, es el escenario donde el caos organiza la materia de las estrellas muertas en ecosistemas de formas vivas que evolucionan hasta generar modelos complejos de los que surge espontáneamente la inteligencia cuando el enfriamiento energético confiere estabilidad a las relaciones existentes entre la información abstracta y los procesos orgánicos concretos, pero basta observar la tendencia de los hechos naturales a torcerse en cualquier nivel de realidad para comprobar el despliegue de su sinfonía delirante, un artificio no exento de atrocidades en el que algunos, sin duda estridentes en sus planteamientos, creen ver algo distinto de lo que somos y susceptible de ser amenazado por cómo actuamos. Sin embargo, ¿acaso es menos natural la mano humana que levanta metrópolis infernales sobre el paisaje de un bosque irrepetible que el plácido canto de los grillos en las noches de estío o el glaciar impertérrito que atesora aguas milenarias? Puesto que provenimos de los azares impremeditados de un incesante tanteo cósmico, entre unos y otros fenómenos, por opuestos que nos parezcan a título subjetivo, media una continuidad que ilustra la eterna indiferencia en que transcurren los humanos, sus creaciones y el resto de los seres que componen el organismo universal. Que la especie humana, sujeta como todo lo demás a una serie de circunstancias en fatídica combinación, destruya fácilmente otras especies que no sabe recrear está tan acorde con el orden natural, que es invulnerable por definición, como que éste barra de golpe las colosales obras realizadas por el simio parlante. La inteligencia, cuando se da, no tratará de imitar la naturaleza ni aspirará en vano a superarla, pues se halla contenida en ella; procurará, si cabe, adaptarse como mejor pueda a lo habido y, cuando sea francamente lúcida, dejará de colaborar con los ciegos mecanismos que rigen la conjunción de cuanto acaece. Opinar que de la naturaleza debemos extraer consecuencias morales —«la naturaleza es sabia», salmodian a coro los ecólatras— no es alcanzar una mayor comprensión de lo que aquí se aborda, sino el relevo ideológico de una divinidad a la que, se supone, hemos de venerar con el mismo espíritu mezquino que las religiones monoteístas exigían a sus fieles. Advertida esta deformación del concepto, tampoco es justificable entregarse a la banalización instrumental de los recursos naturales. Así como sobran razones de interés personal para no infligir al entorno daños que puedan volverse contra uno, dificultar la desaparición de algunos de sus enclaves significa rescatar (provisionalmente, es cierto) obras de arte anónimas para solaz y engrandecimiento de nuestra experiencia: todo un exótico acto de piedad si consideramos que, ni buena ni mala, como la naturaleza no guarda ningún deber hacia nosotros, lo más natural del mundo para nosotros es no tenerlos hacia ella. La única prerrogativa del humano en este rincón del cosmos está en abstenerse de proyectar el espejismo de sus ideas como un paradigma de ordenamiento universal, algo tan necio, y por desgracia tan común, como dejar de cuestionar las jerarquías culturales establecidas por sus antepasados.

NATURALEZA HUMANA. Todo aquello que el ser humano, por más que cambie de indumentaria histórica, no puede dejar de reconocer como un factor atávico que agota las esperanzas que se dan a sí mismos los hijos de los primeros desahuciados y les recuerda su condición desvalida, propia de vagabundos sin otro subterfugio que el histrionismo existencial.

NECEDAD. La mayor parte del contenido alrededor del cual se arremolina la cultura actual.

NECESIDAD. Atadura de realidad tanto más apretada cuanto mayor sea la necedad.

NECESIDAD HISTÓRICA. Título honorífico de la necedad histriónica de aquéllos que se someten dócilmente al holocausto de la continuación.

NEGACIÓN. Fiesta del desencajado.

NEGOCIACIÓN. Violencia domeñada por la oratoria.

NEGRÓN. Peor que marrón, deterioro equiparable al habido entre tener demasiados enemigos y no tener sino enemigos.

NEMÓNTICO. Relativo a la entidad paradójica del ser que tiene la inexistencia alojada, como vestigio y como augurio, en los rigores de un cuerpo colocado en la pira de la vida.

NEOLIBERAL. Partidario de ser propietario de lo suyo y de lo ajeno.

NETWORK. Achacoso no tanto en sus funciones disciplinarias como en sus capacidades de control, el Estado totalitario que culminó a mediados del siglo XX como el último asalto de un modelo de sociedad rígida y estanca ha sido suplantado en los albores del XXI por el dinamismo de estilo blando y difusión reticular de la Nueva Empresa Total, que es el tipo de organización llamada a instalarse en todos los ámbitos de acción hasta lograr un mundo transparente e igual a sí mismo en cualquier punto.

NEURÓTICO. Ingobernable para sí mismo.

NEUTRALIDAD. Ideología de los finados.

NEVERA. Fosa común de los alimentos de la que existe una versión particular en cada casa.

NIHILAR. Negarse a hilar acto con acto.

NIHILISTA. Alguien que después de echar por tierra la pertinacia de quienes corren en pos de un ideal que los haga sentir menos nimios en la vastedad del páramo humano —demolición que merece un justo elogio—, se convierte en la contrafigura del fanático que todo lo vive como un mal por haberse quedado sin nada que adorar.
 
NIÑADULTO. Adulto puerilizado para mayor eficiencia cívica.

NIÑO. 1. Enfermedad de transmisión sexual culminada. 2. Cada uno de los ladrillos utilizados en la arquitectura social. Sin ellos, obras de ingeniería alucinatoria como el cristianismo caerían aplastadas bajo el peso de su propia incredulidad.

NIRVANA. Escapar de todos los mundos que con el mundo son, una meta que ni siquiera es segura para quienes creen, a venda prieta, que la muerte es el fin.

NO. Lo que el  omite confesar.

NOBLEZA. No negar la gravosa, extenuante materia que nos constituye, sino jugar con ella sin esperar resultados que la rediman ni consumar actos que la prolonguen.

NOCHE. Yacimiento de despertares.

NOCHEFÍLICO. Dicho de cualquier bestezuela civil contenta de ponerse cuadrúpeda cuando el día la confunde.

NOLUNTAD. Poder de no querer querer. Si bien la acuñación del vocablo se atribuye a Schopenhauer que Unamuno divulgó después al analizar los defectos hispánicos y Goncharov en su Oblómov desarrolló literariamente, la radicalización de su sentido se dilucida en los convocados por la desilusión para el sacro designio de no hacer.

NÓMADA. Forzado a errar.

NORMA. Límites dentro de los cuales tiende a volverse concluyente lo ordinario e inoperante lo extraordinario. Por concepto, las normas se plantean como una medida reguladora destinada a minimizar los perjuicios y conflictos derivados de la interacción social; a cambio de pequeñas cesiones individuales, procuran garantizar un nivel aceptable de beneficios generales. El problema radica en que con demasiada facilidad sirven para lo contrario porque establecen como prioritaria la gestión moral de unos a costa de grandes privaciones y coacciones para otros. Allí donde la norma es a todas luces injusta para favorecer una idea de orden basada en las ventajas de la contención frente a la crecida de los más brutos, es loable que por respeto a sí mismo y al verdadero espíritu normativo el individuo disienta.

NORMALIDAD. Régimen de ilusiones aprobado por el uso de reprobar otras visiones.

NORMATIVISMO. Seriedad formal con que se pretende dar un baño de rigor y prestigio a la serialidad sustancial de quienes se ciñen a las normas prescritas por temor a obrar con libertad.

NORTE. Sentido neto que uno pierde a cambio de ganar control sobre las apariencias.

NOSTALGIA. Afecto sigiloso que regurgita en una atmósfera de sabor onírico el fiambre de lo vivido.

NOTABLE. No lo es quien cree tener inferiores ni quien pertenece a sus superiores, sino quien llega a ser quien es con independencia de los inferiores y superiores que pueda tener.

NOTICIA. Patente de corso para capturar el botín de los hechos sin necesidad de atenerse a ellos. En su dimensión social, constituye un comando básico del lenguaje de programación masiva.

NOVEDAD. Así en las cosas como en los seres, vehículo de la nocividad.

NOVICIO. Instruido en una disciplina que carece aún de la experiencia para hacer suyos los vicios que profesarla comporta.

NOVIO. Candidato a funcionario del amor.

NUBE. Hogar del visionario.

NUEVA ERA. Basura reciclada de la era anterior.

NUEVO. Elemento llamado a engrosar lo vetusto.

NUEVO RICO. El que se ha encaramado al estrado situado en el lado convexo de un sistema de falsificaciones económicas que crecen, principalmente, con los nuevos pobres amontonados en el lado cóncavo y descolorido, en su reverso.

OBEDIENCIA. Audiencia hecha a la voz interior (obedecer, oboediere, deriva de audire, oír) que los marimandones tergiversan como una sumisión forzosa a su palabra. Como casi toda elusión de responsabilidad la obediencia resulta cómoda, pero a cambio de desperdiciar el vigor de la vida siguiendo a un engreído.

OBESIDAD. El cuerpo humano convertido en almacén de excedentes alimentarios hasta que su ciclo de longevidad mercantil prosiga en el gimnasio, la consulta del nutricionista o la clínica donde será sometido a una liposucción.

ÓBITO. Topetazo con la muerte que transfiere un éxtasis de contenido al mar de identidades perdidas.

OBJETIVIDAD. Subjetividad supeditada a un veredicto ajeno.

OBRA DE ARTE. Objeto con pretexto de acontecimiento maravilloso que sirve para contemplar, sin el peso de los objetos ni de los acontecimientos, las maravillosas mutaciones de perspectiva que pueden hacerse con los pretextos.

OBSCENIDAD. Complacencia en el horror de ser conforme a lo que la opinión imperante exige.
 
OBSERVADOR. Unificador de campos de experiencia.

OBSOLESCENCIA. Condición de invalidez absoluta que a los seres y las cosas, al margen de su desgaste natural, les impone el ritmo de la mayor rentabilidad.

OBSTINACIÓN. Vislumbrar un solo camino donde ciento se abren.

OCIO. Oficio de quien se ha liberado de la indignidad del trabajo.

OCIOSO. En una sociedad cuyas clases se someten con el mismo orgullo servil a los apremios de la laboriosidad (es decir, en todas las naciones que son tomadas como referencias de desarrollo y modernidad), quien manifieste desdén por el trabajo o exalte abiertamente la ociosidad como mérito y condición imprescindible de una vida digna, se arriesga a ser considerado poco menos que un enemigo público y un ejemplo execrable en cualquier caso. El ocioso, en tales contextos, es aquél a quien sus coetáneos querrían ver occiso.

OCUPAR. Lo contrario de abarcar.

ODIO. Pasión de masacrar no sólo aquello que causa enfado, sino sobre todo aquello que enfada sin causa.

OFICIO. La prostitución más vieja del mundo.

OLIGARQUÍA. Concubinato entre una élite política vendida y una élite económica compradora que entraña la sodomización ininterrumpida del resto de la sociedad.

OLIGOFRENIA. Resultado neto de la acumulación de intelectos que constituyen una multitud.

OLVIDO. Lo normal desde que se tiene memoria.

OMBLIGO. Punto desde el que parten, como los rayos de una estrella, todos los caminos. Contemplado con amplitud de recorrido cada ombligo puede ser un ojal del axis mundi, un pozo de concisión donde el mundo puede abstraer su condición.

ONANISMO. Táctica de simplificación del deseo que en lugar de complicar el enardecimiento sexual tras cuerpos reales lo canaliza, con algún ademán de autoayuda, hacia aliviaderos incorpóreos.

ONCOESPECIE. Toda especie, como la humana, que pudiendo prevenir el barullo exponencial de su crecimiento, sobrepasa cada año la cifra óptima de población a partir de la cual se torna dañina para sí misma: cero.

ONIROLEXIA. Arte de traer palabras del sueño a la superficie de una realidad que no siempre tiene correspondencia para sus significados, como sucede, por ejemplo, con la kerosamida (una droga psicoestimulante obtenida a partir del cerumen de un monito arborícola) o el earsacker (suerte de emboscado espiritual que sobrevive mimetizado con el rebaño urbano).

OPINIÓN. Piel propensa a la irritación que conviene mudar con frecuencia para permitir crecer al espíritu.

OPINIÓN PÚBLICA. Concentración del temor al prójimo en el amor al pensamiento coincidente.

OPTIMISTA. Proxeneta de la felicidad.

OPULENCIA. Abundancia que exacerba los vicios del carácter, empezando por el defecto de apreciación que subestima la templanza como a una traidora.

ORACIÓN. Matrona del bostezo y cuna del apocamiento.

ORDEN. Hijo mimado del caos.

ORDENADOR. Artilugio diseñado para procesar tareas complejas, como la de reducir al humano a lo más elemental, y entre cuyas prestaciones digna es de ovación la de estropearse con suficiente asiduidad para no olvidar el uso de la vida.

ORFANDAD. Lo que el espíritu siente a solas consigo y acaba proyectando acomplejado en la divinidad.

ORGASMO. Gorgorito de irrealidad, chuchería homeopática de muerte.

ORGÍA. Magma inextricable de cuerpos y efervescencias.

ORGULLO. Enemigo de la propia estima que intenta hacerse pasar por ella para conducir al sujeto a la quiebra sin escatimarle desatinos y cicaterías.

ORIGINALIDAD. Cualidad procedente del núcleo, ingenuamente genuino, del ser propio: no el estado en que uno crea, sino en el que surge lo creado.

ORQUESTA. Tiempo de los enanos en el escenario tras la caída de los grandes solistas.

OSAMENTE. Región interna del soma reblandecida por el pensamiento de la muerte.

OSCURIDAD. Saldo del esclarecimiento, aquello que predomina en la visión del mundo cuando se tienen luces.

OTRO. Insuperable heterogeneidad de lo uno, que nunca es igual a sí mismo.

OTRO MUNDO. Realidad extendida que envuelve a este mundo, un mundo que no es único ni concluyente.

OVARIOS. En los primates superiores, estructura vestigial femenina causante de algunas disfunciones severas, como la preñez.

OVÍPARO. Equivalente masculino de la nulípara vocacional, o dicho en román paladino, hombre que no tiene uebos de ser padre por tener un par de huevos bien puestos para adoptar la determinación de no procrear.

PACIENCIA. Sedimentación del malestar que tiene fama de ser ciencia de la paz, del ser capaz de soportar a los otros como a sí mismo, sin alterarse, sabiéndose maniquí entre maniquíes.

PACIFICAR. Proseguir el ataque con la invasión de tropas de mercaderes y comandos logísticos de misioneros, sin rehusar el apoyo solidario prestado por organizaciones no gubernamentales de mercenarios.

PADRE. Extensor de máculas.

PADRENUESTRO. Jaculatoria elemental de la cristiandad cuya vocación pelotillera peca, entre otras inconsecuencias, de haber desmochado el colofón requerido para completar el mensaje. Debidamente restaurado, el rezo concluiría perfilando la relación con el Gran Progenitor en los términos adecuados: «Y líbranos del mal que tú mismo has causado». Porque ¿quién, sino su Autor plenipotenciario, junta en sí suficientes facultades para rectificar la Creación? Si no lo hace, tal vez sea pertinente pensar que se ha vuelto sordo a las súplicas o que su hipotética benevolencia sólo es la careta predilecta del Diablo.

PAGANISMO. Todo culto ajeno a la pretensión de ser el único verdadero que permite a sus seguidores existir sin someterse a los furores de un redentor ni a la esclavitud de las recompensas y castigos eternos.

PALABRA. 1. Dicho masticado de unos a otros al que con algo de agudeza todavía se le puede sacar jugo. 2. Luz temblorosa, cierta no menos que mentirosa, donde se dan cita la voz debida al hombre y el genio caído de las estrellas. 3. Exoesqueleto de la idea.

PAN. Ingerido normalmente como una alegoría de la saciedad, lo es más de la necesidad con que la humanidad se ha amasado a sí misma en su lucha sempiterna no por salir de la cueva de sus orígenes, con ayuda del ingenio técnico, hacia la explicación científica de la realidad, sino por sostenerse contra la agonía de sus fuerzas y su gran heraldo, el hambre.

PANTALLA. Cada uno de los paneles o metámeros en que se divide el monstruo tecnológico o cadena de montaje mental de la población en la Era Informática.

PAPA. Pontifex Maximus u okupa mayor que recibe el tratamiento de «Su Santidad» por ser el principal tubérculo en su campo de insidias.

PAPELEO. Mala yerba de las instituciones.

PARADOJA. Canto que media entre la cara y la cruz de la realidad acuñada.

PARAGUAS. Arma portátil que puede ser esgrimida con la coartada de resguardarse de la lluvia aunque su finalidad genuina sea pinchar los ojos de otros viandantes menos prevenidos.

PARAÍSO. Cohecho con promesa de otro mundo a cambio de docilidad y alelamiento en éste.

PARANOIA. Agudización del sentido lógico de la inteligencia en perjuicio del sentido absurdo de la realidad.

PAREJA. Sucedáneo de otro que nunca es.

PARO. Asesinato civil de los excluidos del circo profesional que la sociedad tiene como modelo productivo.

PARQUE. Lugar donde los condenados a vivir hacinados en la ciudad practican la fantasía de estar fuera de ella.

PARROQUIA. Envase para la divinidad tanto más diminuto cuanto más numerosos son sus feligreses.

PARTICIPAR. Tomar parte en una sociedad, lo que desde la lucidez que la evalúa raramente es excusable sin una necesidad de avituallamiento que cubrir o una cura de humildad que aplicar a los excesos de la soledad.

PARTIDO POLÍTICO. Ejército de ocupación gubernamental que ha cambiado los uniformes por trajes y las armas de fuego por un arsenal propagandístico, sin que por ello deje de ser una entre otras marcas homologadas por el Estado que la oligarquía oferta a los votantes con el objetivo de que reincidan en la ilusión de creer que toman decisiones.

PASADA. Si la vida, usualmente, puede ser entendida como eso que pasa mientras se desea que pase otra cosa, todo aquello que sobrepasa las certidumbres aciagas del momento se encuadra dentro de esta definición. No confundir con una pesada, aunque a primera vista con ella pueda parecer una pasada.

PASADO. Lo cumplido e irreal, como la vida misma, que siempre nos sale con un presente.

PASIÓN. Rendición incondicional a la realidad cuyas consecuencias más previsibles son la cárcel, el patíbulo o el altar.

PASTOSO. Rico que destroza con su dinero todo lo que toca.

PATALEO. Baile típico de los indignados.

PATERA. Un hola a las orillas de la opulencia que suele acabar con una ola como epitafio colectivo.

PATERNALISMO. Rasgo tiránico compartido por todos los sistemas de organización social que hacen suyo el propósito de tratar a los adultos como menores de edad.

PATRIA. Reclamo de un Estado en celo que anhela desfogar en otro las hormonas de su identidad; identidad que, por propia desfachatez, se convierte en la madrina de la guerra.

PAUPÉRRICO. Tan pobre que sólo tiene dinero.

PAUSALIDAD. Detenimiento introspectivo que contrarresta la dispersión productivista instalada en el sujeto mediante la tríada troyana de la codicia, la envidia y la ambición.

PAZ. 1. Ardor no consumado de guerra. 2. Victoria de la forma burocrática de pillaje sobre otros métodos de conquista. 3. Mantra de consenso invocado por la cáfila unanimista y otros suscriptores de la apoplejía moral que tiene por máxima amordazar los puntos de vista desafiantes bajo una presunta neutralidad (el colocón inducido por la célebre pupa de la paz).

PECADO ORIGINAL. Falta moral derivada no de ser hijo de pecadores, sino engendrador de inocentes.

PEDAGOGÍA. Trasvase institucionalizado de los condicionamientos necesarios para ser más productivo y menos conflictivo dentro de una sociedad que restringe la función de la cultura a su utilidad como medio de aprovechamiento económico.

PEDERASTIA. Abuso de la infancia que sigue en importancia criminal a la perversión que supone procrear.

PEDIR. Lo mejor que se puede hacer cuando no se sabe robar.

PEDO. Expulsión brusca de gases intestinales, con o sin acto de ventriloquía mediante, que depara despresurización abdominal a su ejecutor, merienda ligera para la nariz de los circunstantes y espuela de guasa a los remedadores soeces.

PELIGRO. Si retrocedes eres un cobarde; si te adelantas, uno que huye de la cobardía.

PENASCO. Combinación irregular de pena y asco que se coagula en el pecho de toda persona juiciosa a la luz de un recién nacido.

PENDENCIERO. En el fondo, un admirador de la justicia que se inclina a reñir contra el más débil por el deseo oculto de que alguien más fuerte lo castigue por ello.

PENSAMIENTO. Expedición a uno mismo que pretende ganarle terreno al alma con el espíritu.

PENSAR. Espacio que es necesario hacerse para caber en sí dentro de la enormidad desconocida que nos envuelve y llenar de círculos viciosos las cavidades del espíritu. Pensar no sólo es peligroso para quien se rodea de necios acostumbrados a embestir sin interferencias, sino que el pensamiento es en sí mismo un acto de sabotaje contra la creación, un sedal de trazos ígneos movido por un tornado de incertidumbres, una bomba implosiva de relojería que se activa al iniciar un razonamiento desde cualquier dirección y estalla al llegar a esa tierra de nadie donde los arrogantes camuflan la derrota intelectual tras un concepto y los menos ufanos postulan lenitivos para el extravío.

PENURIA. La nube de moscas que gira con avidez alrededor del menor indicio de flaqueza.

PERDER. Asimilar una merma que nos acerca a la adquisición de un valor impagable: quedarse sin nada que temer.

PERDICIÓN. Región nebulosa hacia donde escapan las ilusiones que nos mantienen erguidos y a la que hay que escrutar en busca de entrenamiento para vivir sin ilusiones. Es muy probable que el individuo que se siente perdido no resuelva nada por más que se exija a sí mismo, pero el que no atisba siquiera la plétora envolvente de la perdición está perdido antes de perderse.

PERDÓN. 1. Aprobación necesaria para seguir cometiendo errores. 2. Cumbre de la comprensión que se alza sobre el acantilado de la justificación.

PEREZA. Contemplación laboriosa y absorbente de todo cuanto podríamos emprender de no estar tan ocupados.

PERFECCIÓN. 1. Condición de la ausencia. 2. Esa pérfida idea según la cual nada está a la altura que debe.

PERFECCIONISTA. Se aplica por defecto al individuo aquejado por el desarreglo de querer arreglarlo todo, como el espectador que al visionar una película porno repasa hasta el espanto cada aspecto de la decoración —«¿frutas de plástico en la mesita de noche?»— y no logra excitarse sin corregir mentalmente los detalles.

PERFUME. Disfraz olfativo de gran predicamento entre los homínidos que detestan reconocerse por la franqueza de sus secreciones.

PERINEO. Ese corredor mágico que comunica en la mujer la estrella y la rosa.

PERIODISTA. Sicario de la información que entre el pregón con cuento de lo que ignora y el mutismo de la verdad que no cuenta, hace honor al interés de producir ruido y fabricar consignas donde podría gestarse un pensamiento del que dimanen objeciones demoledoras.

PERORATA. Las liosas razones del nudo para no soltar lastre.

PERPETUACIÓN. Búsqueda de la inmortalidad en la estirpe que requiere la muerte sucesiva de los individuos que la componen.

PERRO. No sólo el mamífero así llamado, también es el insulto del irascible ladrador que lo profiere viendo en el animal hombre la bestia que quisiera, impunemente, matar a palos o colgar de un árbol.

PERSONA. Zona gris que se extiende entre la blancura genérica del humano y la negrura exclusiva de la individualidad.

PERSONAJE. Individuo cualificado para añadir colorido de patraña al soporífero registro de la comedia humana, pues en un mundo donde cualquiera puede ser considerado persona hace falta una ingente dosis de sugestión para volverse todo un personaje.

PERSONALIDAD. Lo que de uno queda cuando está solo, sobrio y sin dinero.

PERSPICACIA. Logia de los inteligentes.

PERVERTIR. Declarar a otros peores de lo que son cuando no resultan todo lo manipulables que quien acusa quisiera.

PESADILLA. 1. Propedéutica interior que ilustra al soñador en alguna especialidad de las cuantiosas contraindicaciones existenciales. 2. Desenlace real de un ensueño utópico.

PIEL. Cáscara que demarca la jaula de la existencia corpórea, dulce cuando la acarician los pétalos huidizos del deseo y amarga siempre que es traspasada con el pensamiento.

PISTOLA. Mascota inquieta siempre fiel a cualquiera que la empuña.

PLACENTA. Paquete bomba.

PLACER. Satisfacción cercenada por el desasosiego de obtenerla, la fugacidad de su duración, la certeza de su pérdida y las expectativas incumplidas.

PLAGIAR. Rapto de musas ajenas, en su sentido más lato, y arte de imitar un arte cuando se tiene la escrupulosidad honoraria de facilitar al original que se delate. Puesto que las piezas que el ingenio humano puede combinar dentro de un cráneo son limitadas, con premeditación o sin ella toda obra es en última instancia una variación sobre otras que la preceden.

PLAN. Laberinto rectilíneo.

PLANETA TIERRA. Cagarruta estelar donde el espectador de anchas tragaderas puede glosar a chiste servido la odisea fecal de ciertos animalillos que, sintiéndose impunes como bípedos implumes, se pavonean de estar en la cumbre de la evolución.

PLATÓNICO. Se dice del que vive sumido en el mundo de las ideas, una de las cuales es no tener idea del mundo donde vive.

PLAZA. Lugar de congregación informal del humillo esparcido por los poblados.

PLEBEYO. Relativo al que detesta por defecto lo que no entiende.
 
POBRESISTA. Partidario de que progrese el número de pobres.

POESÍA. 1. Prosa hojaldrada por la inspiración. 2. Mística silvestre que soñar despertares insospechados con ayuda de las palabras.

POETA. Alguien que miente para poder contar la verdad.

POLICÍA. Cuerpo de esbirros que tiene por principal cometido administrar, con alguna que otra ayuda extraoficial, el monopolio estatal de la violencia.

POLIDEPORTIVO. Agresión de chabacanería contra el espacio que sustituye el solar vacío por una cancha destinada a llenarse con la agitación en jauría a la que son adictos los espíritus parados.

POLÍTICA. Teoría y práctica de un desorden consagrado a convertir en problemas extraordinarios la gestión de los asuntos ordinarios. Bien entendida —esto es, con desilusión—, la política no es el arte del buen gobierno, sino la artería para impedir que sean los peores quienes impongan sus soluciones.

POLÍTICO. 1. Tribuno de una clase que procura que no se haga cosa pública sin bonificar la cosa suya. 2. Profesional sin más oficio que aventajarse como servidor de los ciudadanos para mayor perjuicio de éstos.

POLLIFACÉTICA. Mujer que tiene a bien practicar el sexo con múltiples varones.

POPULISMO. Recabar el apoyo de los más necesitados prometiéndoles la mejor defensa contra la usura de los ricos, o el de los más pudientes a cambio de blindaje contra la ira de los pobres.

PORCINÉTICO. Conductor que se comporta como un cerdo al volante.

PORNOGRAFÍA. No excitarse ante la tentación de un cuerpo bien moldeado y mejor presentado, no espantarse por la carne desmembrada que espera al cliente colgada en ganchos, no sentirse amenazado por quienes rinden culto a la maternidad, no ver la estafa de hacer rogativas a una hembra desgenitalizada.

PORQUERIZA. Sitio frecuentado por afiliados, parroquianos y otras bestias de corral donde se ceban posiciones dogmáticas a expensas de los porqués que las cuestionan, luego el albergue podría servir como sinónimo de cabeza en los casos donde el pensamiento brilla por su ausencia.

PORRA. Elocuencia constitucional.

POSEDUMBRE. Pesadumbre fingida que sepulta en la afectación ética la segura y nada elegante podredumbre del fingidor.

POSESIVIDAD. Codicia de control sobre lo ajeno que infunde su brío a los más deplorables azotes de este mundo y probablemente de otros, si creemos lo que cuentan sobre algunas celosas deidades sus apóstoles.

POSTERIDAD. Premonición que autoriza a pedirlo todo a los que son a cambio de nada por los que no son.

POSTMODERNIDAD. Tiempo vomitado por el resacón de las ideologías.

POSTUMACIA. Contumacia del que trata de asegurarse una influencia póstuma inextinguible por obra del renombre o, más comúnmente, por desbarre demográfico (si todos los sucesores de una pareja original con dos hijos adoptaran este número como patrón reproductivo, a lo largo de diez generaciones habrían arrojado a la desventura a 1024 personas, es decir, a todo un pueblo).

POTENCIA. Raíz cuadrada de lo imaginario.

PRECIO. Ese diablo de la mendacidad que todo lo tasa.

PREJUICIO. Creencia que presume de ser evidencia y tiende, como idea preconcebida, a fecundar de errores el raciocinio, arrullar las costumbres con impresiones contagiosas y concitar los sesgos de la tribu para darles el bautismo de normalidad.

PRENSA. La noticia prensada entre la manipulación de lo evidente y la ganancia.

PREPOSICIÓN. Prepucio del verbo.

PREPÓSTUMO. Aplicable a quien encuentra cada día otro motivo para sentirse menos que un gusano en sociedad y más firme en soledad; más obtuso entre los demás que en el retiro donde tiene despejado su camino de incredulidad hacia la clarividencia de los moribundos.

PRESCIENCIA. Anticipar a la perfección las imperfecciones del futuro.

PRESENCIA. Acaso no aparente en su apariencia, mas cierta en su desierta falsedad, ilusión letal de nacimiento es.

PRESENTE. Fracaso del pasado.

PRESIDIO. Evaluación exenta de optimismo de cualquier sociedad organizada bajo el primado de la productividad.

PRESIÓN CÓSMICA. Como si la presión atmosférica que el peso del aire ejerce sobre los cuerpos inmersos en él hubiera comprimido la sensibilidad del ser humano medio hasta inutilizarla, así se significa cuando alguien llama pusilánimes y derrotistas a los que sienten la terrible magnitud que el peso del universo tiene sobre cada vida autoconsciente.

PRESTIGIO. Engaño con encanto.

PRESUNCIÓN. Deseo de volar en la admiración que asegura una pista de aterrizaje a la envidia.

PRETENCIOSO. Eso que me llaman mis lectores cuando sienten que llevo razón y les molesta reconocerlo, con lo que demuestran su ventaja sobre mí en lo que a jactancia se refiere.

PRIMACÍA. Demostración de inteligencia sobre los que dan por perdida la razón.

PRIMERA COMUNIÓN. Marca de ganado para la causa teológica que los clérigos hierran a los niños en la lengua, órgano de la verdad y de la mentira, cuando llegan a esa edad que los tutores morales juzgan apta para tragar los espantos y chifladuras de un fanático, pero inadecuada para adquirir conciencia de cuanto está relacionado con el conocimiento y disfrute de sí mismo. Tampoco importa: la conciencia ha sido siempre un obstáculo para el desenvolvimiento de un cristiano y de ningún modo la precisa el comulgante graduado para creer en un pastiche de dios que ni comiéndolo surte efecto.
 
PRIMITIVO. El primero en caer bajo la yunta de la civilización.

PRINCIPIOS. Postura que no responde a los retos de una incitación, sino que se adopta para dar un aire moral a reacciones y actitudes inevitables.

PROBLEMA. Solución descortezada del traje de gala.

PROCESIÓN. Recua de santeros, besaclavos y alumbrapenas que, so color de veneración, desfila en pantomima por las calles con unos espantajos asexuados en volandas a los que el vulgo atribuye superpoderes.

PROCREACIÓN. 1. Resultado de hacer que el mal alcance a quienes no existían. 2. Contribución colaboracionista a la debacle que pasa por norma biológica e inserta el error, generación tras generación, de presentar a la especie como un objetivo perdurable. En una frase: la conjura de los pecios.

PROFESIONAL. Que tiene por objeto especializarse en obtener un beneficio de los aficionados.

PROFETA. Amanuense de Dios (o eso cree él).

PROGENIAZO. No el genio de pro, como podría inferirse fuera de contexto, sino el cadenazo de vida que las generaciones fértiles asestan a las siguientes cuando las engendran.

PROGRE. Impostor confitado que llama adelantos a las trabas que dicta, califica de retrocesos a las decisiones que no puede controlar e inventa males que excusen la inmolación del presente al bien venidero.

PROGRESO. 1. Sensación de avance que se produce cuando se corre de espaldas hacia el abismo. 2. Aunque muchos lo niegan, no cabe duda de que el progreso existe: además de la sumisión del pensamiento a los cánones democráticos y de supeditar las condiciones de vida al consumo, su irrupción ha provocado una avalancha de necesidades sobrantes y, con ellas, el descenso hacia una clase de bajeza donde el mismo ser, absorbido por el proceso acelerado de impersonalización, se confunde con los adminículos a los que entrega su tiempo.

PROHIBIR. Incentivar la práctica de lo prohibido, luego prevénganse las leyes atentas de proscribir a la ligera las conductas que más temen.

PRÓJIMO. Continente próximo del otro al que uno debería ir sin abandonarse y nunca sin haber sido invitado a entrar.

PROLEADOR. Persona que procrea a voleo, sin más orden y concierto que lavarse las manos en cuanto atañe a la suerte que tengan sus hijos.

PROLETARIADO. Clase social glorificada por quienes carecen de clase para vivir sin prostituirse ni procrear.

PROMISCUIDAD. Pansexualismo, una suerte libidinosa de comunismo, acaso la menos reprobable. 

PROPAGANDA. Medios para hacer creíble lo que uno mismo no cree con vistas a hacer factible lo que uno por sí mismo no puede hacer. Dicho en román mesetario: «Prometer hasta meter y, una vez metido, olvidar lo prometido». El acierto de una técnica propagandística consiste en lograr que su receptor la entienda como si la vida anterior al artículo publicitado no fuera concebible, y lejos de ser un fenómeno nuevo, la propaganda existe desde que un simio se presentó a sí mismo como portavoz de poderes oscuros que solo él podía a descifrar para los otros, quienes temiendo quedar rezagados respecto a sus contemporáneos, o incapaces de mejor criterio, decidieron seguirlo.

PROPASARSE. Saltar por encima de las convenciones sociales hasta caer con descaro donde la verdad crece silvestre.

PROPIEDAD. Método de pago que consiste en hacer entrega de bienes espirituales a cambio del derecho a ser poseído por los materiales.

PROSPECTIVA. Conjunto de investigaciones acerca del futuro que sólo tiene lo infundado.

PROVIDENCIA. Todo está escrito y nada es la autora.

PROYECTO. Compromiso de futuro con una pretensión baladí, la de tener éxito. Como inherente a la misma idea de éxito es la escasez (el triunfo nunca es suficiente ni permanente) y sin la condición del empeño frustrado no hay fracaso posible, es evidente que ni el propósito mejor calculado puede ser tan satisfactorio como la holgura de carecer de ambiciones, ni siquiera la razonable ambición de quitarse la vida.

PRUDENTE. Presto en sacar lección de ajenas desventuras y fruición de los ejemplos de los que acertaron.

PSICOANÁLISIS. Vivisección de la personalidad a manos de un incompetente titulado para que el incompetente garantizado sea el paciente.

PSICOLOGÍA. Olfato para detectar las raíces más insensatas con que se nutren las conductas más cuerdas.

PSICÓPATA. Alguien que ha comprendido con bastante precisión cómo funcionan los demás pero aún los necesita para afianzarse.

PSIQUIATRA. Cura barnizado de técnicas médicas que, en lugar de oficiar misas, imparte el catecismo de la normalidad, bautiza a los perturbados según la nomenclatura revelada en su catálogo de trastornos, impone penitencias farmacológicas a los pecadores y da la extremaunción civil al que no cumple los mandamientos de la salud mental.

PUBLICAR. Desnudar ante la opinión de cualquiera lo que anudar no sabe uno ante sí mismo.

PUBLICIDAD. Nuevo ecumenismo económico enfocado no sólo a optimizar la venta de objetos, sino prioritariamente a producir consumidores. Cuando además de efectista es eficiente, logra que la demanda acuda a la oferta de cosas feas, superfluas o inservibles como si fueran bellas, imprescindibles y útiles, hecho que pone de relieve lo feo, superfluo e inservible que puede llegar a ser el propio consumidor en su afán por descollar. Debe aclararse, pues, que la publicidad no ha reinventado la condición humana para hacerla más rentable, ya que toma como punto de partida el acezante deseo, extensivo a todas las clases sociales, que cada uno siente en algún grado por no perder posiciones respecto a sus vecinos en la carrera hacia el ofuscamiento.

PUBLICISTA. Exprimidor en hipnotismo comercial que, en contraste con el antiguo inquisidor o el moderno comisario político, en vez de hacer que el deseo trabaje en su contra para justificar su papel, se ha especializado en lograr que el deseo, azuzado por necesidades adulteradas, trabaje siempre a su favor.

PUDOR. Recato que se muestra ante individuos que no son dignos de confianza, como, por ejemplo, al cambiarse de acera para evitar compartirla con un cura o cuando se usa pasamontañas frente a un cordón policial.

PUNDONOR. Ahínco por conservar una buena fama que, hasta donde puede ser probada, no mejora el saber ni el sabor de quien la tiene.

PUREZA. Grado necesario de mixtificación de sí para sobrevalorar lo propio como lo único intachable y condenar lo que es distinto como un error absoluto.

PURGA. La búsqueda de la llama perfecta en la hoguera de los heterodoxos.

PURITANISMO. Violación moral que padece aquél a quien se le ha inculcado el asco como virtud y la estrechez como norma.

PUTA. Benefactora pública que a cambio de una donación pecuniaria recolecta el semen retenido en vano. En claro contraste con la mujer florero, la mujer del ramo no vende su cuerpo en matrimonio, solamente lo alquila a quien lo desea.

PUTEADOR. Véase hijoputez.

¿QUÉ HACES? Pregunta emboscada que anuncia borrasca de venablos y pide escupir con equitativa pericia al careto del inquisidor que la arroja, o bien esgrimir una lindeza que tribute la elocuencia justa para sublimar el gruñido: «Responder a lo que no debo». Cuando el curioso es de lomo suave y la ocasión se conjuga con garbo, nada mejor que sellar la indiscreción con este misterioso jaque: «Menos de lo que quisiera y más de lo que debo».

¿QUÉ TAL? La experiencia contrastada durante generaciones de lechigadas confirma que la respuesta más apreciada a un interrogante de esta contundencia sólo puede ser: «No tan mal como para que te alegres ni tan bien como para que me envidies». Cabe, no obstante, hacer de tripas comunión con esta copla pintiparada de José Bergamín:

«¿Qué quieres que yo te diga
que no sea un mal decir
de tu suerte y de la mía?»

QUEHACERES. Conjunto de actividades cotidianas perfectas no para curtir, sino para acorchar el sistema nervioso.

QUEJA. Devoción natural que predomina sobre todas las sensaciones.

QUERER. Tomada por llave maestra de la elección, no es sino herrumbrosa cerradura de la necesidad.

QUIETUD. Descubrimiento del centro.

QUIMERA. Madre de todos los desmadres, empezando por la espiral desbocada del mundo físico. 

QUIZAR. Hacer quizás, dudar, quiensabear algo.

RABOSO. Batidor empedernido de su falo que sufre la rabia de una abstinencia prolongada.

RACIONALIDAD. Arrogancia de la lógica que se ocupa de las formalidades necesarias para que la duda no acuda al conocimiento cargada de razón.

RACIONALIZAR. Trivialización del mal ínsito en la vida por medio del tratamiento técnico y el ordenamiento administrativo.

RACISMO. Doctrina inmadura porque a pesar de promover la discriminación de unas razas en favor de la supremacía de otras, carece de gentileza para regalar a cualquier humano, sin distinción de sexo, edad, origen étnico o clase social, el más sublime desprecio.

RADICALIDAD. Potencia genuina del entendimiento que desafía a la visión somera de la realidad yendo a la raíz de las cosas.

RANCIONALISMO. Doctrina que racionaliza la fetidez de la pavura como si fuera la quintaesencia de la moralidad.

RANGO. Estilo de actuación donde lo prioritario es obedecerse a sí mismo sobre cuestiones pedestres como ganar o perder la reputación.

RARO. Defectuosa o insuficientemente programado, para bien de su discernimiento, por la colusión que la sociedad comete al juntar impulsos naturales y fines morales.

RASTRERO. Persona que sobrevive a la devastación de su alma.

RAZÓN. 1. Apócope de cerrazón o patriarcado de una locura sobre las otras. 2. Ensambladora de medios para la observancia de la pasión. 3. Fosfeno en la lobreguez de la evolución humana.

RAZÓN DE ESTADO. Demostración contundente del calamitoso estado en que se encuentra la razón.

RAZONABLE. En contra de la común opinión, razonable es todo aquello que nos acusa de ser irracionales.

RAZONAMIENTO. Argumentación que no puede probarse a sí misma sin refutarse.

REACCIONARIO. Usado con sentido despectivo por aquéllos que aún creen en la salvación por el progreso, se aplica a quien comprende en toda su vileza que las condiciones sociales forman parte de la incorregible condición humana, que en cada una de sus acciones reproduce el dilema de no poder volver a la naturaleza ni zafarse de ella.

REALIDAD. Reflejo reflejante donde el haber del parecer nos debe un ser. Argumentada con proyección de principio, la realidad se sustenta en una falacia que asume de modo implícito como cierto aquello que precisamente debería probar. De forma silogística, este error podría expresarse así: 1. Nosotros somos porque la realidad nos ha hecho ser. 2. Para nosotros, es evidente que la realidad existe como una entidad verdadera. 3. En conclusión, la realidad existe como una entidad verdadera.

REALIDAD VIRTUAL. Sustracción de la presencia a cambio de simulacros de experiencia, pseudocomunidades narcisistas que ceden la corporeidad a los requisitos operativos del sistema, estímulos mediatizados por el interés mercantil, celeridad que suplanta a la corporeidad y retículas donde poder confirmar instantáneamente cada rasgo de la propia majadería.

REALISTA. Habituado a mentirse a sí mismo en connivencia con los demás.

REBELDÍA. Sector empresarial que florece sobre los puños en alto de jóvenes furibundos y viejos inconformistas.

REBELDE. Dogmático del cambio, menos del suyo.

RECATO. Un poco de tela aquí y allí basta para ocultar el incendio del cuerpo.

RECIPROCIDAD. Principio elemental de compensaciones mutuas que es sistemáticamente violado, en el copete de la pirámide económica, por aquéllos que creen no deberle nada a nadie por sus privilegios, quienes son seguidos en ingratitud por cuantos sostienen, en el zócalo de la misma, que todo se les debe a cambio de nada.

RECORDAR. Olvidarse de olvidar.

RECTANTE. Enderezador de falos con el ano.

RECTITUD. Contundencia de la sensatez.

RECURSOS NATURALES. Básicamente, sexo y pensamiento (juntos, por separado o enmarañados).

REDENCIÓN. Perderse la vida por ganarse el alma.

REDES SOCIALES. Ciudadela virtual donde transcurre la comunicación entre personas amuralladas entre pantallas. En ella, por medio del trampantojo que conecta individuos entre sí desconectándolos de sí mismos, se genera un simulacro de actividad en el que cada usuario invierte una cuota de atención, proporcional a su necesidad de pertenencia grupal, que lo distrae de su soledad real y del sedentarismo, físico y mental, que define la existencia excedentaria de la mayoría de la población. No es difícil representarse la clase de amparo que llegarán a significar las redes sociales para una civilización compuesta por miles de millones de almas empobrecidas: el mayor y el más eficiente campo de concentración que ha conocido la humanidad.

REFORMISMO. Vendas nuevas para viejas heridas.

REFRACTARIADO. Sin someter a debate las teorías clásicas sobre el origen de la estratificación social, cabe hacer en todo caso una disección de las sociedades modernas para distinguir en ellas, a grandes rasgos, la existencia de una clase dominante con capacidad para renovarse periódicamente y mantener su posición por encima de cualquier régimen económico, en contraste con una clase sometida compuesta por las gentes que se ven excluidas de los centros de poder y han de asumir como una realidad irrevocable la deturpación sistemática de sus condiciones de vida en beneficio de una casta de hábitos parasitarios. Viendo este corte transversal en el contexto de la precariedad global de nuestros días, también podría discernirse la revulsión de una corriente refractaria, emergente desde las profundidades del malestar, que se define a sí misma por su actitud de defensa de la dignidad individual frente al gansterismo bancario, así como por el rechazo de la deuda infinita que los corsarios de una economía embustera han impuesto a quienes no forman parte de la cleptocracia. Muestra sus señas de identidad el refractario no tanto en función de una estructura social o de una filiación ideológica, como de una dinámica basada en la necesidad de repeler las agresiones de los mercados financieros desde la disposición a elevar las múltiples pero afines fuerzas del disentimiento al rango de conquistas, incluso a sabiendas de que los levantamientos servirán de pretexto a locuras temporales cuyos excesos, imposible negarlo, serán la coartada que utilice la consiguiente ola de reacción dentro del ciclo de terror que oscila entre la rabia de la revolución y la brutalidad de la represión.

REFUTACIÓN. Risotada articulada de manera lógica por la inteligencia.

REHUIR. Asegurarse de que aquello de lo que se huye muestre más interés por encontrarlo a uno.

REINSERCIÓN. Fase última del blanqueado mental al que deben someterse los reclutas penitenciarios allí donde los castigos físicos se consideran perimidos.

RELACIÓN CAUSA-EFECTO. Esquema mental pergeñado con sutileza variable según la instrucción científica del observador, que consiste en soldar varios fenómenos casuales para que se adapten al prejuicio de un orden empírico forzosamente lineal.

RELACIÓN GOBERNANTE-SUBALTERNO. Enfocada desde una óptica libre de las distorsiones politizantes de quienes asumen la contienda, es una relación donde cabe la igualdad; no una fluida relación entre sujetos complementarios en la rivalidad, sino un circuito cerrado por un vaivén de simetrías neuróticas: mientras el dirigente juzga que tiene a su cargo subordinados indignos de su mérito, entre los mandados prevalece la idea de que el mandón es una carga que no merecen, y así, por debajo del enfrentamiento que los activa, ambos dictámenes comparten en secreto el tufo de un mismo rencor, una bífida unidad de designio, ante la evidencia de que el timón de la victoria es inasible.

RELACIÓN MEDIO-FIN. Cuando el fin es débil y la energía escasa, el curso de la acción queda estancado en la justificación de los medios, pero es dar un traspiés hacia la justificación de la moral por medio de otros fines, y no hay razón para justificar el hecho cuando se sabe que en el fin sólo hay un medio que pone precio a los medios, incluso cuando los medios fijan el valor del fin.

RELACIÓN VERDADERO-FALSO. No es original, pero es un hecho que la siguiente aseveración es verdadera: no es original, pero es un hecho que la aseveración anterior es falsa.

RELATIVIDAD. Que simultáneamente Dios sea y no sea.

RELEVO GENERACIONAL. Magnificación del accidente original a través de una serie de deterioros que admiten por epítome una palabra: cacogenesia.

RELIGIÓN. 1. Nombre de etiqueta que se dan a sí mismas las ofensivas contra el sentido del humor. 2. Una luz al final del túnel proyectada por un ciego. 3. Probablemente la rama más vetusta, y también una de las más prolíficas, de la literatura fantástica. 4. Pretensión aparente de religar cielo y tierra que impulsa en paralelo, como ninguna otra epidemia de esperanza, la misión de relegar lo habido al por haber, el hábito de renegar del ahora a mayor gloria de la eternidad y la pretensión de rebajar el más acá por sentar plaza en el más allá. Aunque las tribus arcaicas y otras sociedades sencillas, en las que todos sus habitantes se conocen, posean una batería de creencias sobrenaturales para condimentar su existencia, la religión institucionalizada aparece cuando ese imaginario común es organizado a gran escala con el propósito de proveer de cuatro grandes recursos a la grey de los fieles y a sus pastores:

— Presentar como una necesidad de orden superior el saqueo que transfiere a las clases acomodadas la riqueza producida por el pueblo llano.

— Proporcionar vínculos distintos del parentesco para crear mansedumbre en los territorios evangelizados y dirimir conflictos internos apelando a un pensamiento unánime.

— Disfrazar con el prestigio de una motivación moral las campañas de conquista de otros pueblos y el sacrificio de los reclutados para llevarlas a cabo.

— Introducir una suerte de consuelo metafísico frente al absurdo, la inseguridad y el sufrimiento que asedian nuestro paso por este mundo.

RELIQUIA. Reducto de intimidad personal en la sociedad de la información.

REMORDIMIENTO. Chapapote que se acumula en la conciencia tras haber dejado escapar un error.

RENACER. La vida sentida como una segunda matriz antes de abrirse al campo atemporal de sucesos cuyo canal de parto es el morir.

RENCOR. Dañarse para dañar.

RENDIMIENTO. Rendición del espíritu por el trabajo interiorizado como meta, confundido como un poder propio en vez de combatido como un mandato externo.

RENUNCIAMIENTO. Reconocer las limitaciones de la condición humana desde el desistimiento apaciguado de las iniciativas que fomentan el autoengaño y generan padecimientos innecesarios, lo que supone apartarse de la vocación común de acaparar cuanto parezca envidiable. Dicho con menos turbidez, ser capaz de no hacer todo lo que uno podría.

REPRODUCCIÓN. Grosería de fornicar no por placer, sino para tener hijos.

REPRODUCCIÓN ASISTIDA. Medios aparatosos para el mismo fin asqueroso.

REPÚBLICA. Reinado donde se prohíbe la monarquía.

REPUGNANCIA. Aborrecimiento que sería lo más fácil de secundar frente a la trivialidad idealizada del mundo si lo fácil no fuera un ideal tan trivializado por los inmundos.

REPUTACIÓN. Allanamiento de la morada interior por la mirada pública.

RESACA. Coronación de espinas que tiene lugar cuando uno, como rey con el erario, mama cuanto puede y sin duda más de lo que debe.

RESIGNACIÓN. Sepulcro donde los vivos que han vencido la necesidad de vencer reposan abrazados a la putrefacción de las ilusiones.

RESPETO. Por encima de la distancia psíquica de seguridad que se establece entre quienes no pueden subyugarse, se manifiesta en la voluntad de entender al otro y de hacerse entender por él.

RESPIRAR. Error que infla de horrores el mundo y reafirma un hábito al que, como fumar, se es más fiel por vicio que por placer.

RESPONSABILIDAD. Decidir dándose cuenta de cuán poco beneficioso es actuar convencido de que el beneficio es lo único que cuenta.

RETIRO. Vía rápida hacia el conocimiento de sí y, por ende, perspectiva abisal apropiada para sopesar el mundo.

RETRAÍDO. Que intenta proporcionar asilo a su singularidad atípica en el priorato de lo recóndito.

RETRÓGRADO. Promotor de necrofilias que al porfiar en apañar nuevos problemas con antiguas tretas, aviva también el desfase necesario para empeorarlos.

REVELACIÓN. Todo es centro y periferia.

REVERENCIA. Chillido de pavor convertido en encomio.

REVOLUCIÓN. 1. Dicen las más afiladas lenguas que el proceso revolucionario es una manera de cambiarlo todo para que todo siga igual. Estoy totalmente de acuerdo, y aunque me hubiera gustado diseñar una definición aún más revolucionaria, no creo que vaya a cambiar nada. 2. Movimiento peristáltico de la sociedad que añade algunas convulsiones políticas a los padecimientos crónicos.

REY. Título que se dan a sí mismos los bandidos con dinastía.

REZAR. Intentar asimilar por repetición lo que ni siquiera puede acreditarse por convicción.

RICO. Individuo a quien la sociedad permite derrochar grandes sumas de dinero sin producir riqueza. Lejos de lo que pudiera suponerse, el rico no está libre de preocupaciones económicas, sino que teme como nadie un revés en su fortuna que lo arroje a la pobreza de tener que ganarse la vida trabajando, e invierte buena parte de su capital en mantenerse alejado de los buitres, víboras y zorros que merodean a su alrededor.

RIGOR. Clima donde todo brilla como el hielo y nada se pule mejor que la amargura.

RIJOSO. Aspirante a víctima del ejército de vulvas reprimidas por el simple hecho de tener el cuerpo femenino en un concepto más elevado del que usualmente se forman sus propietarias.

RIQUEZA. Largueza e independencia del ánimo que se adquiere en función de lo que uno puede prescindir.

RISA. Descongestión súbita que se produce cuando en vez de pensar se empieza a comprender. Reír no sólo ayuda a relativizar las situaciones más penosas, sino que nos vuelve menos vulnerables frente el creciente acoso de lo grotesco.

RITO. Clonación de actos mediante los cuales un colectivo pretende conferir entidad a la ilusión de haber escapado de la historia.

ROBAR. El mejor uso que puede darse a la propiedad ajena sin llegar a la humillación de pedir o trabajar. Cuando el robo está institucionalizado, sus autores se denominan a sí mismos emprendedores, eufemismo que se extiende a los beneficiarios que participan de la proeza en la retaguardia, llamados inversores, e incluso al grueso de sus víctimas, que suelen ser designados como productores o consumidores según convenga.

ROEZÓN. Comezón de la razón que reduce todo el sentido al hueso terco de la lógica.

ROMÁNICO. Consagrado a la compenetración de lo alto con lo bajo y de la luz con la oscuridad, sobre todo en la construcción que logra el aligeramiento del espíritu por medio del reforzamiento de la piedra que lo acoge.

ROMÁNTICO. Iluminado con ciencias de tenebrario que extrema su arte en la sensualidad de negarse el consuelo y centra su belicosidad en conocerse más allá del bien y del mal.

ROSTRO. Anfitaz de la muerte.

RUIDO. Triturador mental que a menudo es difundido en forma de conversación. Además de las maquinuchas en runrún de felonía y de las vomiteras publicitarias, la suciedad sónica la producen a mansalva, sin sentir jamás saciedad de ella, los desgraciados que quieren amortajar con decibelios el acobardamiento ante su propia vacuidad.

RUINSEÑOR. Avecilla de altos vuelos y uñas largas cuyo canto, más que hermoso, pone la estridencia de cuanto sustrae y retiene.

RUMORES. Dentelladas que las pirañas de vecindario dirigen contra aquéllos que difieren del cardumen.

SABANISTA. Más dado a enroscarse en los mundos que se abren al durmiente que a ser expatriado de la cama hacia una realidad arisca.

SABER. Formulación decorosa de la inopia.

SABIDURÍA. Enseñarse a estar en paz con la ignorancia original, que no es sino otra forma de decir que se concibe el propio ser como un cáliz universal.

SACERDOTE. En el menos desfavorable de los casos, alguien que está en relación a la existencia como el engreído que sin saber pilotar pretende ser instructor de vuelo, aunque en el ámbito profesional de la empresa teológica esta limitación recibe aura de vocación y compensa sus peligrosas tinieblas con un control directo sobre las almas análogo, en esencia, al dominio que el médico ejerce sobre sus pacientes o el ilusionista sobre el espectador, con cuyas respectivas competencias mezcla sus oficios. Como teómano, el sacerdote ambiciona acercarse a la divinidad con una fe que no deja lugar a los principios activos, un dislate comparable al que pueda haber en un químico que quiera estudiar la materia sin experimentar con ella.

SACONISMO. Traición hecha por alguien que prefiere medrar en las filas enemigas ante la inviabilidad de alcanzar una posición relevante entre sus correligionarios. Es nombre que tomo de Raniero Sacconi, un predicador cátaro del siglo XIII que abjuró de su fe para convertirse al catolicismo, secta que le permitió ejercer de inquisidor en Lombardía con el hábito dominico.

SACRIFICIO. Ceder una parte del ser mortal en favor de una recompensa infinita.

SAGRADO. Lo inmutable que uno guarda en sí a la espera de su integración en la eternidad.

SALUBRISMO. Doctrina sanitaria según la cual el organismo de cada ser humano pertenece al arsenal de recursos del Estado.

SALUD. Aceptación de lo incurable y dominio de sí mismo que permite interesarse por las cosas en vez de preocuparse por ellas, facilitando el desacato de no hacerle ascos a la sucia experiencia de vivir.

SALVAJE. Entre humanos, quien puede aún otear el horizonte.

SANGRE. Río de pasiones cuyo caudal crece con la tozudez y se desborda por cualquier absurdo.

SANTÍSIMA TRINIDAD. Padre, madre e hijo refundidos en el espíritu del sí mismo; lo de «santísima» es por hacer alharaca de pudibundez, para que no se piense como un sincretismo incestuoso.

SANTO. Descubridor de un pedazo de cielo en su tránsito por los suplicios de un mundo cuyos pastos son la carne cruda que a bocados se comen unos a otros y sirven todos en tropel al oropel de apetitos insaciables.

SANTO OFICIO. 1. Órgano colegiado que desde la alianza entre sadismo y cristianismo velaba por que cada hereje tuviera derecho a asistir, en calidad de protagonista indiscutible, al espectáculo de su destrucción. 2. En sentido extenso, afirmación de la colectividad.

SARCASMO. El más enérgico desinfectante que puede rociarse en sociedad para escozor de los taimados en el rencor y flagelo de otros gérmenes del paripé.

SÁTIRA. Venganza del hombre excepcional contra la demasiado semejante mayoría que hace befa de aquellos cuya falta es estar en minoría por ser distintos.

SÁTIRO. Animal declarado mitológico porque su corazón, como el mío, empieza por el rabo.

SECRETO. Aquello de lo que habla el silencio y calla la sociedad.

SECTA. Reata de cerebros apelmazados por el carácter incuestionable de una creencia que anteponen como fin a cualquier medio.

SECULARIZACIÓN. Presión ejercida desde los gobiernos no para separar las competencias religiosas de las civiles, sino para conceder a los legisladores poderes eclesiásticos sobre la población que, en consonancia con los nuevos tiempos, pretenden llenar el vacío puesto al descubierto por el retroceso de los cultos otrora dispensadores de sentido y hoy insostenibles, presagio seguro de lo absurdo que serán en el futuro los modelos más pujantes de la actualidad.

SEDENTARIO. Primero esclavo del viento y después de las raíces, aunque también puede verse como una gangrena parcial que empieza con la pérdida de la curiosidad.

SEDUCCIÓN. Componer con arpegios de tentaciones el modo de tocar una verdad.

SEGURIDAD NACIONAL. Antífrasis de la falta de protección de la privacidad frente a los poderes oficiales.

SELECCIÓN NATURAL. Concatenación de accidentes biológicos en un proceso a la deriva, sin sentido definido ni punto final, del que tampoco ha escapado la bestia humana ni los cambios sociales que protagoniza.

SEMEJANZA. Similitud que muchos creen razón para unirse en el odio a lo que mejor puede descubrirnos, estimularnos y aproximarnos: la diferencia.

SEMINARIO. Homoharén, serrallo de siesos.

SENONIMIA. Mamas de la mujer.

SENSIBRÓN. Depredador emocional con piel de sensible corderito, es decir, todo un cabrón sin pintas.

SENTENCIAR. Ensalzarse rebajando a otros.

SENTIDOS. Percepción emergida de los continentes hundidos del ser donde obra, en un rango que oscila entre la hiperestesia y la capacidad acomodaticia, una correspondencia oculta entre los estados interiores y los exteriores.

SENTIDO COMÚN. Aparte de ser el menos común de los sentidos entendido como ecuanimidad, existe otro sentido para el denominador común de lo sentido que se sustenta en la propensión al gregarismo tras la estela de los tópicos.

SENTIDO CRÍTICO. Uso positivo de la negatividad.

SENTIDO DE LA REALIDAD. Forma consuetudinaria de consumir el más potente alucinógeno.

SENTIDO DEL HUMOR. Suministro de cordura en la locura de vivir que enseña a enseñar los colmillos para reír en vez de para herir. Debe ser salvaje para ser estimable como humor, inteligente para ser digno de sentido y, sea como fuere, espantará siempre como un tumor a quien carece de un discernimiento lúdico de la realidad.

SENTIDO DEL RIDÍCULO. Aun teniendo una inmediata comprensión de la bochornosa medida del ridículo, es el último sentido en adquirirse, pues de lo contrario no hay explicación plausible para los miles de millones de cretinos que sobrecargan el planeta.

SENTIDO LÚDICO. Bailar con las cosas en vez de chocar con ellas.

SEPULTURA. En ella tiene el humano el mejor paño para estar guarecido al fin de la inclemencia de los años.

SER. Distracción de la nada o venir a sí en un qué del devenir que evade, porque vadea, todo de sí.

SERENDIPIA. Reencuentro afortunado entre la esencia de las cosas y las cosas de la esencia.

SERENIDAD. Quietud interior, afianzada en el desapego de los males y bienes de este mundo, que resulta inestimable para soportar con entereza el declive de lo mirífico y el auge de cuanto es superfluo.

SERIALISMO. Conjunto de estereotipos compartidos por las personas ordinarias en oposición a las mentalidades que no encajan en esa serie y son, por consiguiente, rechazadas como anormales, indeseables y, si otro valor no impide hacer escándalo contra sus diferencias, como aspirantes a la reagrupación en otro colectivo: el ordenado según criterios psiquiátricos.

SERIEDAD. Apariencia de empaque que cubre las vergüenzas de la necedad.

SERVICIOS DE INTELIGENCIA. Agencias gubernamentales cuyas dinámicas apuntan al objetivo máximo de controlar la inteligencia por ser el rival que la inteligencia menos puede controlar.

SERVIVIDOR. Actitud inconquistable de quien solamente como fenómeno estético justifica su existencia, de la que procura servirse sin mancillarla por un mundo que subsiste a base de bazofia.

SEXUALIDAD. Juego trucado de fecundidad que la evolución utiliza para propagar sus desmanes a cambio del goce fugaz de la confluencia carnal.

SEXUELA. Secuela causada por prácticas sexuales arriesgadas. Si nos atenemos al coste material, moral y temporal, así como a la dificultad del tratamiento que sus consecuencias exigen, la más peligrosa sexuela es la concepción.

SICARIO. Alguien que nunca perderá su trabajo por mucho que cambien los regímenes.

SIERVO. Amante del amo.

SILENCIO. 1. Forma absoluta de audición que amplifica un saber más allá del saber, como si las bregaduras del mundo callaran para describirse a sí mismas con una intensidad que devuelve la presencia a aquello que pasaba desapercibido. 2. Fortaleza que vuelve poderoso a quien se oculta en ella y ofusca en sus sombras a quien la encuentra sin necesidad, mas fortaleza dudosa en todo caso: ¿no será otro tipo de ruido, una especie de estridencia interior que acalle el clamor de los pensamientos, lo que quienes frecuentan el silencio tratan de obtener? 3. Conclusión victoriosa del tiempo sobre cualquier disputa terrenal.

SIMBOLISMO. Taquigrafía que capta los parentescos primigenios entre las cosas y los muestra mediante un proceso en que el mundo se piensa a sí mismo con nosotros.

SIMPASIÓN. Despedazamiento del padecimiento. Puesto que todos tenemos un agujero por donde se escapa el alma y entran arrasando los afectos, mejor es tomarle ligero de pasiones el pulso al momento y relajar en cada paso el peso del sentimiento.

SIMPATÍA. Influencia propiciatoria que a partir de una inversión afectiva mínima obtiene el máximo rendimiento social.

SIMPLETO. Según he podido escuchar en un sueño, máximo estado que alguien alcanza en vida, pues de nadie sin que haya muerto es aceptable afirmar que esté completo

SINCERIDAD.  Costumbre de confesar los hechos por escasez de creatividad para inventarlos. 

SINCRONICIDAD. Atisbo de la unidad estructural que existe entre los fenómenos en una dimensión superior a la ordinaria.

SINDICATO. Compañía de teatro obrerista sobre la cual recae el compromiso escénico de seguir al dictado el guión de la patronal sin menoscabar su credibilidad como organización representante de los trabajadores.

SÍNDROME DE ESTOCOLMO. Traumatizada la vida por las tediosas jornadas perdidas en riguroso secuestro laboral, no es nada raro que los días de asueto se contaminen con una añoranza irrevocable por el trabajo.

SINERGIA. En lugar de desafinarla, la voz del deber canta acompasada con la inteligencia.

SÍNTOMA. En el humano, sintaxis de lo demoníaco.

SINVERGÜENZA. Enemigo acérrimo de la hipocresía, o lo que es igual, simpatizante de los males que asperja la grosería.

SISIFERA. Conciencia extrema del cansancio de vivir.

SISTEMA. Dispositivo mental que pretende suministrar una explicación ordenada de fenómenos inmensos a partir de categorías diminutas.

SISTEMA FILOSÓFICO. Sesuda pero fútil tentativa de encajar los cascotes del universo.

SMART. Prefijo con que se anuncian los trebejos que nos ahorran la molestia de ser inteligentes.

SOBERANÍA. Evaluada con entusiasmo político, capacidad individual para convertir las opciones concebibles en situaciones que ensanchen los límites aprisionados entre el caos de lo probable y la necesidad; contemplada con realismo fisiológico, un ideal mientras el organismo humano sea dependiente, para empezar, de los aparatos que lo conforman, como el tiránico aparato digestivo y el traicionero aparato reproductor.

SOBERANÍA POPULAR. Sistema político inspirado en la idea de que los gobernantes están en deuda permanente con los ciudadanos y no a la inversa, pero siempre bajo el principio de delegación de poder, de manera que saldarla corre por cuenta de los gobernados. En otras palabras, la soberanía popular es una táctica para asegurarse de que nadie tratado como pueblo llegue a ser soberano.

SOBORNO. Ingrediente persuasivo donde el oro vale al menos para saber que el hombre vale menos que el oro.

SOBRENATURAL. Todo el campo solapado de sucesos cuya naturaleza recibe la reprobación del sacerdocio científico por frustrar las tentativas materiales de comprensión.

SOBRERO. Obrero en paro.
 
SOBRESALIENTE. Blanco fácil de todas las pedradas.

SOBRIEDAD. El camino de regreso.

SOCIALISMO. Arquetipo de establo para humanos donde todos comparten el espejismo de creerse ricos porque nadie deja de ser pobre, y nadie deja de ser pobre porque el tabú de la impureza se ha desplazado a la abundancia.

SOCIALISMO REAL. Si la Creación es la madre de todos los fracasos y una prueba sin parangón en contra de las funciones del Creador, el llamado socialismo real es el fracaso de la revolución social y, por ende, de todos sus padres teóricos, a no ser que por solución a las injusticias humanas se asuma el hecho de eclipsarlas con nuevas injusticias que merezcan el calificativo de inhumanas.

SOCIEDAD. Manada a la que pertenecen los hombres cuando abdican de sí mismos por seguir un intercambio de doblegamientos, mantenido a lo largo de las generaciones, que facilita correctivo grupal a las ideas, disimulo de orden a la brutalidad y ocasión de negocio a la indigencia.

SOCIEDAD DE CONSUMO. Orquesta autohipnótica de masas que pone banda sonora a la vida en modo cachivache mientras la atiborra a ritmo de lucro hasta volver prescindible lo necesario y necesario lo prescindible.

SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO. Aquella donde más aún que adquirir habilidades bien reputadas y remuneradas, importa contribuir sin pausa al escaparate de la inepcia ecuménica tanto como ser accesible al sacramento común del sistema productivo.

SOL. Gran Jefe.

SOLECISMO. Accidente laboral del periodista que sufren todos los que hablan su lengua.

SOLEDAD. 1. Capacidad de hospedar un sol interior cuyos rayos queman o calientan según la potencia del alma para graduarse. 2. Ubicación mental donde se verifica a distancia cierta que si uno no está dispuesto a crecer como un cáncer en sociedad, la sociedad siempre lo está para crecer cancerosamente a través de uno.

SOLIDARIDAD. Honrilla que viste con renombre a empresas y organizaciones que dependen de sentimientos altruistas para extralimitarse.

SÓLIDO. El que a solas sabe mantenerse firme, cohesionado, macizo.

SOLITARIDAD. Solidaridad con uno mismo concebida no necesariamente como rechazo a la adhesión habida con otros, sino como el gusto de saber acompañarse en soledad sin empañarse de nadie.

SOLLOZO. Dislocación del ánimo que saca al niño de su escondite en el adulto.

SOLTERÍA. Estado de soledad al que puede llegarse por la elogiable disposición de quien no busca en la vida compartida poder descargar sobre otros sus malos humores ni gusta servir de receptáculo al incordio que suponen los demás en dosis demasiado reiteradas.

SOMBRA. Pozo interior donde la luz agoniza.

SOÑADOR. Que vive demasiado despierto para su época.

SOTANA. Sombra que se teje sudario alrededor de quien la viste como autoridad espiritual.

SOTANISTA. Cura no que sana, sacerdote que profana y, entre misas, fámulo de Satán con sotana.
 
SUBSIDIO. Ronzal para pobres.

SUBVERSIVO. Tipo humano más difícil de encontrar que una virgen en un burdel. Siempre que alguien reivindique el arrojo de estar contra el orden público, indáguese si ha roto su voto de obediencia a la existencia, a la procreación y al trabajo o si sólo busca negociar un nuevo pacto con estas realidades.

SUDADANO. Menestral que se ocupa de sostener a jornal y con el sudor de su ser el funcionamiento básico de la sociedad civil.

SUEÑO. Sustancia original de la que estamos hechos.

SUERTE. Cuestión de voluntad para el que asciende y de renuncia para el que cae.

SUFRAGIO. El pretexto de la participación como rito de pertenencia al clan.

SUFRIMIENTO. 1. Aptitud para el horror que aúna en mórbida hermandad a todos los seres vivos y hállase exacerbada por descalabro evolutivo en el humano, muy aventajado tanto en la vertiente activa como en la pasiva del dolor. 2. Confirmación empírica de que ante la duda entre causar un daño evitable y la nada, los progenitores hicieron una mala elección.

SUICIDIO. Concordancia entre la lucidez del sujeto y sus circunstancias. Y sin embargo, ¿cuántas veces no vemos en el suicida las huellas de un asesinato perpetrado por la normalidad?

SUJETADOR. Sujeto asido a sí mismo.

SUJETO. Habitante de dominios implícitos que son atravesados por la historia, bombardeados por la sociedad y limitados, allá donde mire, por él mismo.

SUNTUOSIDAD. Clase de ostentación que no se conforma con dejar admirados a sus rivales, necesita recordarles que, además, deben morirse de envidia.

SUPERFLUIDAD. Toda actividad, de ánimo o de obra, que tenga por incumbencia la perpetuación de nuestra especie.

SUPERSTICIÓN. Atracción fatal entre religión y antojo.

SUSPENSIÓN. Burbuja de vacío que introduce la reflexión allí donde era impedida por el torrente de la acción.

SUSPIRO. El aire que a los pulmones sobra por todo lo que al corazón le falta.

SUTILEZA. Forma de sentirse inteligente haciendo que otros se sientan a sí mismos más listos que los demás.

TABÚ. Contención artificiosa hecha para rendir la mente de los mojigatos y excitar el gusto de los audaces.

TACITURNO. Que sabe trazar la frontera entre lo que posee y lo que podría poseerlo.

TAXONOMÍA. Burocracia de las especies. 

TE QUIERO. Juramento emocional que proyecta sobre el ánimo uno de los efectos más poderosos… como anafrodisíaco.

TECLAZAS. Bocazas al teclado.

TECNOCRACIA. Clase gobernante que ciñe la justificación de sus decisiones a expertos técnicos, quienes a su vez ciñen las suyas a una clase gobernante experta en ceñirse a ellos.

TEDIO. Reposo de la molestia ajena en la propia desgana.

TELEDIARIO. Surtidor de papilla para adultos.

TELÉFONO MÓVIL. Cocaína del control remoto y santo grial de la virtualidad que, valiéndose del alibí de favorecer la conexión entre particulares, precipita la apertura a la invasión tecnológica que convierte a las personas en productivas factorías de datos, minas itinerantes de información siempre accesible cuyo tiempo y atención se disipan en el flujo de la actividad comunicativa. Puesto que una máquina de estas características no sirve para nada cuando está apagada y en funcionamiento no puede dejar de servir a la enajenación del usuario, negar que ha sido diseñada como un arma que atenta contra quien la empuña sería dar por amortizada la evidencia y fusilar, de paso, la reflexión.

TELESCOPIO. Instrumento responsable de haber desplazado la visión imaginaria del universo por una versión literal que no es menos ficticia ni más significativa, sobre todo cuando hace suya la convicción de mostrar una estampa intrínsecamente veraz de los cuerpos celestes.

TELEVISOR. Dispensador de forraje cognitivo que permite al espectador, también conocido como teleinvidente o telespectro, lanzarse camino de la obesidad a la vez que menguan sus neuronas.

TELEZOMBI. Grado máximo de ciudadanía que el sujeto alcanza cuando, en vez de arriesgarse a pensar  por sí mismo, imita cuanto le dictan los medios convencionales de información.

TEMERIDAD. Creer que por disponer de órganos sexuales fértiles se tiene derecho a cometer existencia.

TEMERARIO. Quien por temor a parecer insignificante se expone a la imprudencia de actuar como un necio.

TEMOR DE DIOS. Ciénaga teológica donde el ánimo se malingra con la reverencia que procura complacer a un dios sentido como Padre en permanente observación de todo lo que uno piensa, imagina, dice y hace, y como Amo que se reserva el privilegio de premiar o castigar la conducta privada. Visto así, es obligado plantearse si un dios con quien no es posible bromear ni distenderse no estaría mejor computado entre los monstruos picados de arrogancia, aunque después de dos milenios de victorioso monoteísmo la pérdida de reciprocidad con el panteón de razas inmortales parece comprensible: ¿qué loco chancearía con un dios instalado en su cabeza como testigo y juez implacable?

TEMPLANZA. Aposento impenetrable del sabio.

TEMPLARSE. Reajuste espirituoso necesario para no emborracharse de sobriedad.

TEMPLE. Manera de tomarse a sí mismo sin que se noten los asideros.

TEMPLO. Según la más pulcra de las visiones, órgano musical de éxtasis para entonar el misterio en los fieles allí reunidos, aunque en el más abyecto de los sentidos, que también es el habitual, sólo es el corral donde pacen, reforzándose entre sí, los pobres de espíritu.

TENTACIÓN. Pequeño vértigo ante una contingencia que nos hace temer lo que deseamos porque no nos atrevemos a desear lo que tememos.

TEOCRACIA. Despotismo sancionado y solo limitado por la divinidad, luego despotismo sancionado y solo limitado por las fantasías de quien lo ejerce.

TEODICEA. Intentona de atrapar un dragón con un cazamariposas.

TEOGAMIA. Lo que mejor hacen los místicos y tanto espanta a los timoratos: copular con la divinidad.

TEOLOGÍA. Hibernación del intelecto que incluso Samuel Butler denuncia por boca del joven devoto que protagoniza Erewhon: «Pronúnciese tan sólo la palabra teología y nuestro sentido de lo Divino se oscurece en el acto».

TEONTERÍA. Tontería característica del que presume conocer la divinidad sin haberla parido.

TEORÍA DE LA EVOLUCIÓN. Prueba irrefutable de que la ciencia también sabe escribir novelas, y confirmación de que no hay trama tan querida por el público como aquélla que de una concatenación de derrotas extrae un derrotero triunfal.

TERCER MUNDO. Granja donde se crían los países más apreciados por el aporte energético a la cadena alimenticia de las naciones que cuidan su propio desarrollo.

TERNURA. La mejor aliada de la firmeza. 

TERRATENIENTE. El que posee tierras en cantidad suficiente para actuar como dueño de las almas que las trabajan.

TERRIBLE. Que ante su exorbitancia la realidad parezca menos desapacible desde la oclusión que supone detener la percepción justo donde podría romper moldes.

TERRITORIO. Contorno geográfico donde son delimitadas, más allá de las posibilidades naturales, las direcciones morales, legales y sociales que pueden recorrer quienes lo habitan.

TERRORISMO. Intervención repentina de un enemigo idóneo para hacer sentir los horrores establecidos como males necesarios.

TESORO. Cosa altamente preciada que de suyo pertenece al reino de las sombras, donde late desmemoriada y se oculta de quien más la pretende. Piensa quien la halla tener sobre ella un justo derecho que nadie más puede reclamar para sí, y se maldice en realidad con el desvelo permanente que, como dueño figurado, ha de poner en esconderla de la codicia ajena. Así pues, nunca llega el tesoro a ser poseído de modo tan perfecto como cuando se da y nunca es más peligroso que cuando se lo quiere retener.

TEXTÍCULO. Escrito breve de carácter tan mordaz y comprometedor para quien lo suscribe que sólo puede estar firmado por alguien que sobrepuja a los demás en audacia.

TIEMPO. 1. Desenmascarador del viaje por la eternidad inmóvil. 2. Cómputo secuencial de la caída en la realidad cuya unidad en el sistema internacional del deseo es la frustración. 3. Percepción cambiante del ser alojado en el minúsculo recipiente de la existencia. 4. A escala humana, único patrón de cambio en el mercado de lo irreversible.

TIEMPOCHO. Tiempo ajado y marchito que resta al humano común al final del día después de haber quemado la flor de sus energías en el trabajo, las obligaciones sociales y otros quehaceres rutinarios.

TÍMIDO. Abrumado, quizá tan prematura como injustamente, por la vergüenza de existir.

TIRANO. Capataz de tormentos y narcisista en la plata, pero ante todo hombre de sólidos principios que se propone dar fin a cuantos no piensan como él.

TÍTULO UNIVERSITARIO. Credencial que no garantiza la solvencia en el campo de estudio implicado, sino la certificación para ser seleccionado a gusto del seleccionador como uno más entre las huestes de aspirantes a subirse al carro de los vencedores.

TODO VALE. Aperitivo catatónico de un nada sirve.

TODOMITA. Por muy señor que fachendee el propietario que actúa como si no hubiera límites para el arado de su ambición, no supera en misión al microbio que propaga por el mundo «todo es mío».

TOLERANCIA. Condescendencia del fuerte con el débil por la conveniencia de un alarde moral.

TONTERÍA. Escala idónea para estudiar la proporción exacta de las acciones humanas.

TONTO. Ciudadano ejemplar.

TORTURA. Conjunto de técnicas para facilitar la comunicación.

TRABAJADOR. 1. Mercancía perecedera que está obligada a dejarse comer para poder comer. 2. Usado para adjetivar cualidades personales, el elogio más sobresaliente que puede recibir una máquina o un sonámbulo.

TRABAJO. 1. Tributo de agotamiento necesario para gozar sin recriminación social de un «merecido descanso». 2. Modo sindicalmente avalado de dejarse comer para poder comer. 3. Tormento de actividad recursiva al que se entrega quien no tiene nada mejor que hacer. 4. Sistema de fabricación de trabajadores. 5. Medida de valor usada por los envidiosos.

TRABAJO MECÁNICO. Todo trabajo exento de prensar el pensar por una remuneración.

TRADICIÓN. Sucesión de caricaturas con presunción de paradigma.

TRADICIONALISTA. Utopista frustrado por haber rebasado cronológicamente su ideal, perdido para siempre en un tiempo dorado hacia el que no se puede retroceder.

TRAGEDIA. Cláusula draconiana del destino que impone a pesar de nada el hechizo de vivir y consiente el despilfarro de morir sin haber vivido.

TRAMPA. Artimaña que la naturaleza realiza al dotarnos de una prematura capacidad para la reproducción y de tardías, cuando no insuficientes, aptitudes para la consciencia.

TRANCE. Hay sitios que no salen en los mapas.

TRANQUILIDAD. Placidez de aburrirse en compañía de uno mismo.

TRÁNSFUGA. Ejemplo viviente de que aún cabe encontrar personas que piensan por sí mismas y se mueven a su arbitrio en los apriscos de las ideologías. 
 
TRANSGÉNESIS. Artesanía que toma como materia prima la dotación genética de los seres vivos. Las principales líneas críticas que se argumentan en contra tienen como base el pavor ante la pérdida de la pureza, que es una superstición ideológica similar a la empleada contra el cruce de pueblos y acervos culturales. Más consecuente sería asumir que si la criatura humana ha evolucionado hasta este nuevo umbral creativo no ha sido porque su naturaleza esté cerrada a la curiosidad o en ella haya tenido un papel menor, y he aquí una herencia peligrosa, la arrogancia que la lleva a remedar juegos reservados a los dioses, como sucede con el primado de la técnica sobre la conciencia tan propio de los aprendices de brujos que se creen expertos. Si ponderásemos como es debido la relación entre arrogancia y evolución, sería menester hacer extensiva la temeridad que supone experimentar con el genoma al más ínfimo progenitor que hace de su descendencia un laboratorio particular.

TRANSGRESIÓN. En un sentido excepcional explica la reacción inconformista contra un medio social sofocante que, con una gallardía digna de rey, distingue al individuo de la grey, porque lo habitual es que se invierta como actitud competitiva en el consumo, ámbito donde los humanos combaten entre sí por superarse unos a otros aunque para ello el ocio deba sacrificarse a la ostentación (hay que trabajar más para ganar más), la independencia se doblegue a necesidades adicionales (no parecer tacaño, estar a la última, poseer bienes más selectos, crecer en celebridad) y la guerra por estar en la cresta de lo envidiable, convertida en el nivel básico de respetabilidad, incremente hasta el infinito la degradación recíproca.

TRANSHUMANISMO. Propuesta de redención de lo orgánico mediante la cibernética que obedece a la desesperación secular frente a los ensayos previos de salvación del alma en la eternidad, y acata como un objetivo técnico de primer orden la versión de inmortalidad más ajustada al infantilismo que la desea como un trasvase del contenido de la mente a un paraíso virtual.

TRANSICIÓN. Lo propio de la existencia entre el ser que va camino de la muerte y la muerte que va camino del ser.

TRANSMIGRACIÓN. Reunir el alma ensartando las piezas que de uno quedan en los demás.

TRANSPARENCIA. Tipo de censura que en lugar de usar procedimientos represivos contra la expresión obliga a mostrarlo todo como condición de fiabilidad social, vuelca la desconfianza de los sistemas de control sobre las reservas singulares y se propone destruir la vida privada por igualación a la concurrencia pública.

TRANSPATIZAR. Dejarse fluir en la empatía sin estancarse en los accidentes sentimentales por donde pasa.

TRANSVALORACIÓN. Umbral de inversión de los seres a partir del cual el reino de las ilusiones se vuelve real y el imperio de la realidad se desmigaja en una ilusión.

TRANSVISIÓN. Despliegue de las cosas a través de las cosas mismas que el viaje visionario, el numen poético y el sueño lúcido aportan como alternativa a la mirada superficial donde el enfoque se paraliza en un solo plano o se polariza, sin otro fondo, entre la imposibilidad de conocer la realidad y la facilidad de disolverla en alguna creencia.

TRAVESURA. Vocación del díscolo.

TREPA. Técnico interprofesional que, a falta de mejores capacidades, sabe ascender a la altura de su ambición cuanto más se hunde en su propia escoria.

TRES. Usualmente dos contra uno, raramente uno contra dos y, de tanto en tanto, tres contra tres.

TRIDENTE. Instrumento de malignos formado por tres puntas: Iglesia, Banca y Ejército.

TRISTEZA. Sentimiento consecuente de estar en lo cierto.

TRIUNFO. Sumatorio de fracasos ajenos que sólo sirven para robarle una tregua a la derrota personal.

TRIVIALIDAD. Óbolo que ha de pagarse a la ecúmene por los momentos excelsos que la rebaten.

TURISMO. Salir a embadurnar la propia versión de lo mundano en decorados ajenos con el fin de presumir a la vuelta.

ULTRANCISTA. Egoistón, seguidor absoluto de sus deseos que hará cuanto mal crea necesario para poder cumplirlos, cual es el caso de los que perpetran progenie por el simple gusto de sentirse padres.

UMBRÍA. Condición apagada donde queda confinado el hombre sin hombría.

UNANIMIDAD. La actitud mental después de ser formateada con un lote básico de opiniones y criterios predefinidos.

UNANIMIEDAD. Maniobra de obnubilación colectiva alrededor de una pequeñez agigantada por la sandez.

UNIVERSAL. Lo propio del todo en cada uno.

UNIVERSALISMO. Etnocentrismo travestido de generalidad que pretende hacer extensivo a todos los pueblos su ideario particular sobre lo que es y no es humano.

UNIVERSIDAD. Cofradía donde el saber queda oficialmente neutralizado enseñando cada vez más de menos y menos de más.

UNIVERSO. Palacio del creyente, mazmorra del ateo y mausoleo de dudoso gusto para el agnóstico.

UNOPATÍA. Como quiera que hasta en sentido regresivo el uno precede al dos porque para dos se sobra uno, el señorío de sí se siente en su misma y coral unicidad compelido a vaciarse del todo con la pasión disolvente de llenarse de nada.

UÑAS. Vestigios de garras que nacen en los extremos de los dedos y cuyo aspecto ha sido ritualizado de tal modo que recortadas declaran el abandono de la agresividad por prioridades instrumentales, y se dejan crecer como señas de casta cuando no se necesita trabajar para vivir o se quiere aparentar una posición social más suntuosa de la que se tiene.

URBANIDAD. Muy en contra del criterio, propio de pánfilos y seres monocromos, que pretende aglutinar con ella un código de manías regido por la subordinación mutua, representa el entendimiento aplicado de un principio de aceptación donde nadie es dueño de nadie.

URNA ELECTORAL. Bote para tontos del voto.

USANDAD. Conjunto de países sometidos a las usanzas de los United States of America.

USTED. Por lo general, un «¡uda!» dicho en formal.

ÚTERO. Horno donde se prepara la condenada encarnación de otro ser salvo si su propietaria decide hacer huelga genitiva o ha sido exculpada merced al don de la esterilidad.

UTOPÍA. Fundamentalismo de los que fingen por malicia o creen por bobería que los problemas inmanentes a la condición humana pueden resolverse con reformas sociales.

VACACIONES. Concesión de un cambio de aires para evitar la amenaza de un cambio de estado.

VACANTE. Mujer que se ocupa con sus ubres de un lactante.

VACIAMIENTO. Escarmiento iniciático para el ego racional que se niega a morir.

VACÍO. Centro inalterable y temido alrededor del cual gira todo lo demás.

VAGIDO. Lengua materna de las criaturas arrojadas desde el corazón de la nada al suburbio de la existencia.

VAIVÉN. La ilusión de nacer y de morir.

VALENTÍA. Ulises atándose al mástil de la verdad para resistir la fascinación de las sirenas.

VALEROSO. Aquél que no teme lo que pueda ocurrirle con tal de impedir que ocurra lo que no debe.

VALIENTE. Pasaporte de intrepidez expedido por el gremio de los cobardes al individuo dispuesto a ponerse en peligro por ellos.
 
VALOR. Reconocimiento de lo que se hace valer.

VANDALISMO. Agresión contra los bienes de otros sin permiso de sus legítimos propietarios. En cambio, cuando la civilización destruye en su avance los bienes creados por la naturaleza llama a su conducta vandálica «progreso», mientras que si el asalto contra bienes ajenos lo perpetra el Estado no se habla de expolio, sino de «ejercicio fiscal».

VANIDAD. Autoengaño que transcurre en una escenificación adaptada a la opinión ajena.

VECINDAD. Comunidad de personas que se hacinan en las inmediaciones y parecen haber nacido con el firme propósito de volvernos locos.

VEGETAMIGA. Amiga sin derecho a carnalidad de la que quizá se tenga el gusto de haber cosechado un «te junto si no te juntas».

VEJEZ. Etapa final de la vida que se compone a imagen de las pifias pasadas y supone, aun si el balance es bueno, un gravamen ominoso por los años perdidos.

VELA. Emblema del humano existir.

VELATORIO. Ocasión dramática de sentirse como una mosca alrededor de un cadáver mientras se examina el variado elenco de necrosis sentimental de los allegados.

VELOCIDAD. Junto con la eficacia y la ganancia, una de las diosas rectoras de la Era Tecnológica que recibe sacrificios humanos no solo en el campo de batalla, sino también en el campo de saqueo de la paz, cada vez más parecidos entre sí.

VENCEDOR. Estado que corresponde, generalmente, al vendedor.

VERANEO PLAYERO. Infierno exento de los suplicios usuales que la imaginación le atribuye, aunque rebosante, en su lugar, de fealdades adiposas en bañador, deyecciones varias festoneando la orilla, granos de arena en cada pliegue del sentir y un obstinado jaleo de diablos en miniatura ensalzado por el no menos enervante rumor de las olas.

VERBO. Prólogo del cosmos y epílogo del hombre, que busca en él su mayor y más creíble refugio.

VERDAD. Pesadilla lúcida en la imposibilidad de despertar.

VERGÜENZA. Disminución alarmante de la personalidad en circunstancias percibidas por el sujeto como indignas de ser, aunque si se admite que la existencia es por sí sola un apeadero inmerecido, lo único digno de ser rotulado como vergonzoso es la decisión de arrojar a otros a ese infausto lugar.

VERÍDICO. Relatado con metáforas que satisfacen la necesidad social de cubrir el raquitismo de la verdad.

VÉRTIGO. Indicio fulminante de la coincidencia entre la profundidad de quien mira y de lo mirado.

VIABILIDAD. Margen de tiempo esperanzador que transcurre desde la aplicación de una teoría hasta su refutación empírica.

VIAJAR. Movilidad geográfica, aderezada con la ruptura eventual de la rutina, que acentúa la deslumbrante ubicuidad de la monotonía y subraya, en contacto con otros pueblos, la prótesis común a todas las culturas.

VIAJE. Corte transversal de la experiencia que pone al alcance del viajero nuevos registros de sí mismo.

VICIO. Inexperiencia o falta de resolución para construir una virtud. Por antonomasia, la mala costumbre de respirar.

VIDA. 1. Prospecto de la muerte. 2. Fantasía orgánica de la química. 3. ¡Cuidado: perra suelta! 4. Diarrea de seres que acaban perdiéndose, al igual que los enseres, por el sumidero del tiempo. Aparte de ser una causa de sufrimiento que nadie ha elegido encarnar, actúa como un maleficio errante, transmisible por reproducción, que anima el cuerpo con el suspiro endocrino de una presencia cuya programación, en el peor de los casos, no se interrumpe en ella.

VIDA CONYUGAL. Forma incestuosa de hermanamiento concebida para destruir lo antes posible el interés mutuo de los amantes.

VIDA FAMILIAR. La primera serie de asaltos, con el tiempo llamados lazos, cometidos contra la vida interior.

VIDENTE. Quien divisa la unidad detrás del caos recurrente de los afanes humanos y comprende los signos que reposan muy por debajo de las formas cambiantes del tiempo.

VIGILIA. Estado en el que todos sueñan lo mismo.

VILLANÍA. Condición de quien está dispuesto a pagar por venderse y aun a subastar a sus seres queridos por un porcentaje.

VINO. 1. Hemorragia telúrica en la que el espíritu del suicidio es ordeñado sorbo a sorbo. 2. En palabras de una excelente amiga cuyo criterio comparto, «un elixir para los buenos momentos y un antibiótico para los malos».

VIOLENCIA. Último recurso contra algo y primera razón contra el último recurso.

VIOLENCIA DOMÉSTICA. Que la fuerza del despertador se imponga sobre el sueño.

VIRGINIDAD. Situación sexual de impenetrada que el esposo exige a la mujer como arras no porque el himen valga mucho en sí mismo, sino porque para un aspirante a macho dominante las comparaciones con fornicadores anteriores son odiosas. Al igual que otros tabúes, el que atañe a la virginidad debe ser entendido en el contexto de las ideologías patriarcales, que son de sobra conocidas por enclaustrar a las hembras un régimen de vida, el unifalismo, que obedece al temor masculino a liberar en la mujer una lascivia imposible de satisfacer por un solo hombre.

VIRILIDAD. En el varón, fortaleza que desarrolla con el entendimiento de que el mejor medio de darse placer es dándolo.

VIRTUD. Consonancia con uno mismo a pesar de las notas discordantes que la sociedad trata de sacarnos.

VISIONARIO. El que ve a través de lo que ve lo que otros no ven.

VISIONERO. Visionario que toma por misión recuperar la conexión inmanente con los misterios desvirtuados por aquellas religiones que han basado su éxito en lisiar el contacto cognitivo con la divinidad para poner en su lugar una oferta fatua de salvación personal.

VITALIDAD. La incomprensible erupción del regocijo en pleno mal de vida.

VIVIENDA. Espacio techado concebido para el estacionamiento de personas y la inmortalización de sus deudas.

VIVIR. Lidiar en las arenas movedizas de la caducidad contra los rigores de un mundo donde los reclamos para estirar la permanencia en él nos romperán por el punto más débil, o por el más inesperado, si al empeño de continuar no lo rompe la necesidad de salir.

VIVIR EL PRESENTE. Axioma que cuando no está vinculado al estado de gracia de un místico o a la inspiración de un poeta de la talla de Horacio con su polémico carpe diem, debe ser interpretado como un vulgar pretexto para que uno se exhorte a comprar a lo loco, sin pensar en que mañana puede amanecer sin peculio y atiborrado de cosas que no necesita. 

VOLATILIDAD FINANCIERA. Disipación económica donde queda varado el presente a la espera de unas ganancias que han sido objeto de especulación antes de haberse producido. Hablar de volatilidad, por tanto, no significa que se haya vendido la piel del oso antes de cazarlo, sino que hasta la misma piel del espectador ha sido revendida mucho antes de que tuviera noticia del oso.

VOLICIÓN. Cortocircuito con apariencia de elección terciado entre el azar y la necesidad.

VOLUNTAD. Ilusión de poder individual que permite distribuir la asignación de premios y castigos.

VOTANTE. Actor de su impotencia.

VOTAR. Tirar la libertad por la rendija de una caja que otros reciclarán como poder. Supone, en consecuencia, ser cómplice activo de las filfas, simonías y exacciones de los gobernantes.

VOTO. Certificado de defunción al que tienen derecho todos los ciudadanos censados en el cementerio de la democracia.

VOZ. Cantinela y hoz de la presencia.

VULGARIDAD. Rendir pleitesía a los vicios mayoritarios, entre los que despunta hacer oprobio a las virtudes minoritarias que no conectan con ellos.

XENOFOBIA. Enojo que se descarga contra el extraño por falta de valor para enfrentarse con el conocido.

YAVÉ. Ese feo dios de los que se precian de tener uno solo.

YIHAD. Alá mola pum, pum.

YONQUI. Asceta de balde y figurín de mugre cautivo de su miedo a perder su cautiverio.

ZOCOZOBRA. Descarrío en que se pone quien invierte hasta el tuétano por hacer de la economía su única fuente de riqueza.

ZOMBIFICACIÓN. Muerte en vida provocada por una acumulativa falta de tiempo para cosa distinta que ocuparse de menudencias como trabajar, comprar, desplazarse, hacer deporte, guardar cola, ver la tele, prestar atención a un indeseable o perseguir cualquier otra finalidad que desvirtúe la capacidad de habitar en uno mismo, relegado al último término de las prioridades que sustraen no solo la savia que la vida puede dar de sí a remolque de la hiperactividad, sino la misma viveza sin la cual la presencia decae como un deslustrado encadenamiento de jornadas.

ZOMBIOSIS. Tipo de pandemia que se propaga entre los humanos cuando aceptan la putrefacción espiritual como principio de agregación social.

ZOZOBRERO. Se dice del talentoso para hacer obra de su zozobra, como quizá pueda probar este mal servidor.


COARTADA DE UN CRIMEN CASI IMPERFECTO

Dicen que quien se excusa, se acusa. También que antes se pilla a un mentiroso que a un cojo. Sea, pues, en descargo de mi crimen la conciencia limpia con las manos sucias. Cambio de gustos y opiniones con tanta celeridad, que me resulta imposible mantener el nivel mínimo de coherencia para seguir redactando de forma sistemática este diccionario. El comienzo fue jactancioso, pero el final no le va a la zaga. Abandono el pulso convencido de que en tales condiciones la persistencia en el empeño sólo añadiría deprimentes consecuencias al estilo y la estructura de lo que dejo escrito, ¿VALE?

En Esteparia,
con el sol por aliado
arisco y desalmado.


5 comentarios:

  1. calandraco:dicese de la persona desagradable,indeseable,insoportablee infumable.incluyalo usted buen hombre entre su maravilloso diccionario que acabo de observar.

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  2. Hace tiempo que me estoy partiendo de risa con este y el post Ante Todo y Para Nada, mientras, por coincidencia, disfruto de un magnífico Nuestro Flamenco en Radio Clásica. Al llegar al término RISA de este post "empiezo a comprender el significado de mi risa":

    "RISA. Descongestión súbita que se produce cuando en vez de pensar se empieza a comprender."

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  3. Me río contigo.
    Es curioso, cuando subí esta entrada dejé más de la mitad del repertorio en la nevera porque pensé que quizá resultasen demasiado "fuertes" para ser expuestas. Si ahora tuviese que volver a escribir el Glosario me esforzaría por intentar ser más agudo y menos brusco, depurando mi cinismo con sutilezas e insinuaciones más que con descargas directas de malaleche. Es bien sabido que cuando uno escribe adopta sin quererlo una máscara y que toda máscara es, a su vez, un síntoma. Pues bien, mi forma de padecer algunos asuntos también ha cambiado, me he vuelto más estoico, menos furibundo, puede que incluso posibilista, lo que restaría grados de acidez humorística a ese hipotético proyecto de reelaboración. También hay que tener presente el alto nivel alcanzado por otros autores en campos similares, como Miguel Brieva con su enciclopedia satírica Bienvenido al mundo publicada en 2007, una especie de ventana abierta a los suburbios de la realidad que viene repleta de definiciones, viñetas y pequeños gags de un ingenio tan diabólicamente fino que solo deja ganas para quitarse el sombrero.

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  4. Sí que hay cosas fuertecillas, ¡y no me hagas citar! Pero están muy bien. No sé si alguna sensibilidad ajena... Creo que hay que tomárselo con humor -y amor-.

    Coincido contigo sobre Miguel Brieva, que es de un humor que duele.

    Digo yo que cada cual puede apuntarse a la que más le guste, según su estado de ánimo. Por ejemplo, añadida a la de RISA que menté arriba, está la de SOÑADOR

    "que vive demasiado despierto para su época".

    Y qué me dices de NUBE

    "hogar del visionario".

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  5. Varios dias atrás una amiga me obsequió, sin pretenderlo, una sorpresa al mostrarme un vídeo en que un tal Quequé desarrollaba su monólogo alrededor de un eje temático que denominó «adultescencia». No es descartable que varios hablantes lleguen al mismo hallazgo verbal de forma independiente, como tampoco lo es la influencia que por vías directas o laterales haya podido tener mi anónima inseminación de cerebros desde este espacio. Por fortuna (y que dure), nadie es propietario del idioma e incluso en mi faceta de acuñador de palabrujos solo me reconozco autorizado en la función de comadrón, lo que no impide que experimente como legítima la alegría, un tanto ufana, de haber aportado nuevos islotes de sentido al territorio vivo de mi lengua materna.

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Ningún comentario recibido con posterioridad al verano de 2019 recibirá respuesta. Hecha esta declaración de inadherencia, por muy dueño que me sienta de lo que callo dedico especial atención a los visitantes que no marchan al pie de la letra.

 
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