1.4.18

UN CANARIO EN LA MINA

Su epitafio no informa de cuántos primates salvó del grisú:
«In Memory of Little Joe. Died November 3rd 1875. Aged 3 Years».
Otro remedio hallo yo a los melancólicos, y es que oigan a otros melancólicos sus imaginaciones, porque oídas juzgarán en ellas desapasionadamente lo que la pasión los impide en las suyas propias, y después juzgarán en las suyas lo que sabiamente hubieren juzgado en las ajenas.
Pedro de MERCADO
De la melancolía

1

Cada día añadido a nuestra historia proporciona al desprecio por la especie humana una justificación adicional.


2

Se tendría que haber vivido al menos cien años entre los hombres antes de poder decidir, sobre todas las presunciones que lo alientan, si es acertado cometer el nacimiento de otro ser.


3

Nada más necio que creerse sabio porque los demás no aprenden.

4

El duelo por un ser querido no revela tanto la profundidad de nuestro amor como el analfabetismo que compartimos en cuestiones relativas a las ventajas de morir.

5

Se puede vivir, después de todo, solo para ser causa de inspiración de obituarios.

6

Qué nos aguarda tras la muerte nadie lo sabe, pero la experiencia que la precede es de suyo lo más deprimente que uno pueda echarse en cara, así que por ignoto que parezca el punto de fuga se dibuja más prometedor que prolongar el dolor de la perspectiva consabida.

7

Nuestras mejores creaciones son hijas de nuestros conflictos y nuestros mejores conflictos padres de nuestros desengaños.

8

La génesis ficticia de un dolor no lo hace menos real, luego a pesar de todo existimos.

9

Ninguna vida es real hasta que no la desdeñamos.

10

El arte de vivir no solo consiste en sobreponerse a la grotesca inutilidad del sufrimiento como materia prima, sino en permanecer abierto a las metáforas grandiosas que aún pueda dar de sí el abismo.

11

La vida nos es impuesta y la muerte nos la podemos dar: atributos más que justificados para que la primera nos resulte injuriosa y la segunda simpática.

12

En poco ha de tenerse la inteligencia afilada sin haber sido templada por la conciencia.

13

El mundo se ha convertido en una herida infecta y el entretenimiento en un inmenso vendaje para no verla.

14

Usa el espíritu: tal es la única libertad que te queda y también la habrás de perder.

15

De la misma forma que una persona culta no ilustra las variaciones de su espíritu con un solo género de música o con las lecciones de un único libro, es impropio del ánimo versado limitarse a un estado en detrimento de todos los que puedan enriquecer el conocimiento de sí mismo.

16

Si abrir la conciencia a la lucidez conlleva comulgar con tanto dolor, culpar a la claridad mental por aquello que revela sería no menos erróneo que matar al mensajero por cumplir con sus obligaciones de emisario.

17

La expresión artística es lo único que nos redime, a pedazos, de lo que somos. Cuando esa forma comunica belleza sin necesidad de amputar la médula trágica de la que brota, lo que acontece es un momento de gracia. Tal vez nuestra sabiduría se resuma en la búsqueda de esos momentos y nuestra gracia en acariciarlos donde dentro y fuera se funden, se transfunden, en un mismo esplendor del que somos simultáneamente donantes y receptores. Ya Nietzsche, en la etapa que dio a la imprenta obras céntricas como La gaya ciencia, detectó que «como fenómeno estético la existencia nos resulta siempre soportable, y en virtud del arte nos han sido dados los ojos, las manos y sobre todo la buena conciencia para poder transformarnos en semejante fenómeno».

18

Cuando la inspiración poética introduce en el ánimo fragmentos de un orden intemporal percibido como superior, puede asegurarse sin temor a errar que un dios ha cruzado por él.

19

No se mide uno por la calidad de sus amores y repulsiones, ni siquiera los actos y pensamientos pueden dar cuenta de su tallaje; uno se mide por su entereza ante la cárcava que lo espera con las mismas dimensiones que la destinada a cualquier otro.

20

Ni declararse fiel a una doctrina benévola suprime la malignidad, ni la honestidad de una persona vuelve menos nocivos los disparates de los que pueda ser apologista.

21

A los piadosos hace crueles el convencimiento de ser más buenos que los demás por haber encontrado razones incuestionables contra sus detractores.

22

Si la razón de uno solo —llámese juez, psiquiatra o el cazaherejes de turno— basta para poner a otro en graves apuros, tampoco habría de ser menester más acuerdo que el de cualquiera consigo mismo para impugnar la autoridad que sus perseguidores se atribuyen.

23

Así como la mejor publicidad para un producto cultural es el tabú, la mejor propaganda para una idea la facilita su persecución. Persigan a los antinatalistas, por favor.

24

Comprendemos la grandeza de una idea cuando se nos atraganta.

25

Las revoluciones no arrancan el mal contra el que dicen sublevarse, sino que lo estimulan a fuerza de podas.

26

Aun cuando el revolucionario honesto deba al utopismo la fuerza que sus camaradas menos ingenuos confían a la envidia, sirve al menos de revulsivo a una sociedad que no vive ya sino para ser conducida, de distracción en distracción, a la comodidad del matadero.

27

Para la mentalidad convencional solo es real lo que puede ser percibido bien con la fe de los sentidos, bien con los sentidos de la fe, según ceda el siglo al materialismo o al idealismo.

28

Amar lo mejor sin menospreciar al que ama lo peor, tal vez a eso se reduzca la esencia de un temperamento elevado.

29

Allí donde los modos carecen de gentileza la misma bondad palidece.

Undeviginti, Hermit

30

El escepticismo aporta a cada época un contrapeso intelectual frente a la soberbia de los victoriosos y los rencores de los vencidos.

31

No sabría determinar si es más lúgubre que repulsivo observar la cantidad de almas perdidas en lo irremediable que aún se aferran a un instrumento de tortura esperando hallar en él algún día la salvación.

32

Añádase a las acepciones de penoso que bajo el disfraz del progresismo se ampare hoy una regresión tan brutal de las conciencias.

33

La pieza de un sistema enseña más al ojo astuto que un vistazo a la totalidad.

34

Solo gracias a la inconsciencia no se advierte el culmen de la actitud prejuiciosa en la defensa a ultranza de la falta de prejuicios.

35

La miseria del ricachón es que todavía haya bienes con prestigio imposibles de adquirir por la fuerza del dinero.

36

Cuando se nos pide que confiemos en una economía basada en el endeudamiento perpetuo como principio rector, la situación es la misma que si se nos animara a cruzar un puente construido con plastilina a partir del diseño realizado en un parvulario.

37

Desde que son unos micos, a todos los chulos de patio les gusta ser reconocidos incontinenti por sus trofeos. Algunos llegan tan lejos en las galas de su jactancia que, cuando el territorio bajo su férula es lo bastante considerable como para llamarlo nación, se hacen llamar monarcas.

38

El éxito de una creencia depende de su facilidad para aparear los automatismos biológicos con las ilusiones colectivas.

39

Solo hay una forma de no ser conquistado por una idea seductora: tomarla por asalto antes de que nos aborde.

40

Que los hombres se enfrenten entre sí por la primacía de sus puntos de vista sobre la organización social es un costoso capricho del más pobre nivel de vida.

41

No me preocupa el fin del mundo, sino la fetidez insoportable de su duración,

«porque yo huelgo, como huelga el sano,
no de ver a los otros en los males,
sino de ver que dellos él carece».

42

Después de una vida pautada por el simulacro, solo la muerte nos reclama desde la verdad.

43

La vida posee tantas y tan extraordinarias contraindicaciones, que se precisa un veneno más fuerte que ella para sanarla.

44

A todos enloquece la vida: a unos, desalentados, los hunde a cada instante en el aborrecimiento de los días, mientras que a los más, maníacos de la farsa de sus metas, los unce a un molino de sangre, compitiendo por tirar de lo aborrecible, como si en la servidumbre hubiera gloria en vez de escarnio.

45

Llorarse como viudo de sí mismo mientras se vive, a semejantes refinamientos llega la tristeza.

46

Ir un paso por delante de lo mejor para situarse otro por detrás de lo peor.

47

Antes que maniobra en la zozobra, cada obra es sobra de sí misma.

48

Más por más, raramente es mejor.

49

Incluso en un contexto bíblico la criatura humana revela el gatillazo de su origen.

50

«No me ha dado tiempo»: una frase que lo dice todo.

51

Sobre cada féretro, en lugar de emblemas religiosos a los que el hábito ha velado su carácter colonizador, debería leerse este mensaje sapiencial: «Aquí se gesta nuestra razón de ser».

52

El fondo de la razón es una pasión dragada de sentido.

53

Que nadie aparenta lo que es no tiene menos validez para el grande que para el chico.

54

Reconozcamos a los mercenarios de Cristo su talento en tácticas desodorantes: no todos los hombres viles saben promocionar obras pías que enmascaren el hedor de sus peores empresas.

55

¿Cuál será el próximo chivo expiatorio para canalizar tanto y tan variado descontento acumulado? Los regüeldos de Europa, más fuerte cuanto más al sur, huelen a sepulcro profanado desde hace años. Guardemos algo de clemencia para nosotros mismos, la vamos a necesitar.

56

Desde un punto de vista exterior a los afectados, el álgebra de la compasión es un absurdo por la sencilla razón de que el sufrimiento compartido no se reparte, se multiplica.

57

Uno por uno son tres cuando los unos se sienten ceros.

58

No aparques los libros tan pronto, ya es tarde para encontrar un mundo legible entre la plaga de erratas que lo encarnan.

59

Ante la noticia de otro suicidio, mascullo expresiones admirativas como «lo logró», «no se dejó asesinar por una estúpida enfermedad» y otras que sería más prudente callar. ¿Me convierte eso en un caballero pardo de la negrura? La mayoría de las personas nunca alcanzan la madurez necesaria para merecer el privilegio de matarse porque ni siquiera se atisban como reclusos de una orden de arresto biológico.

Theodor Kittelsen, Danza macabra

60

Que procrear «es ley de vida» constituye un enunciado del que siempre he dudado con espanto por la insensatez desaprensiva de quienes se lo toman al pie de la letra, o lo que es igual, a la cabeza del patíbulo. En la vida no hay leyes, solo necesidades, y muchas de las que pasan por tales no son más que el encarnizamiento de una usanza escasamente pensada, consentida en demasía.

61

Entre las grietas que ocasionan los cabezazos de impotencia para describir una vivencia, se filtra a veces el centelleo de una idea mayor.

62

Ni el suicidio es un sucedáneo del asesinato, ni el asesinato podría llevarse a efecto si el criminal se complaciera en truncar su existencia antes que en afirmar su pequeñez contra otros.

63

El nivel de civilización de una sociedad se mide por la clase de residuos, no solo materiales, que produce. Si además de producirlos los reproduce, la barbarie está asegurada.

64

Ley excedentaria de la población: a medida que una especie aumenta, la importancia de sus miembros disminuye.

65

No es tanto el amor a uno mismo como la aversión a sentirse sobrexpuesto el secreto que dignifica la soledad frente al pasatiempo de una compañía cualquiera.

66

Ante la imposibilidad de disipar nuestro resentimiento, más vale airearlo que retenerlo. Si me tratas como a una mierda, te ensuciarás.

67

Confundir bondad con blandura es propio de caracteres blandos, no de los bondadosos que conocen el valor de ser firmes pero flexibles, duros pero suaves, taxativos pero tiernos.

68

Es erróneo, y muy arriesgado, creer que lo más adecuado que puede hacerse con los hombres malvados es ponerlos al servicio de los benévolos. Para empezar, y en el mejor de los casos, los malvados solo se sirven a sí mismos; para continuar, la malignidad tiende a enseñorearse de la bondad porque su falta de escrúpulos cuenta con mayores medios; y para terminar, no pertenece al régimen de las soluciones sino al de las tentaciones que el bondadoso se consienta la idea megalómana de que en sus manos los malignos se reformarán en el buen sentido: de actuar así, confirmaría que el mal ha logrado echar raíces en el juicio de quien tenía por misión combatirlo.

69

Anhelamos poder estar desnudos ante los otros sin temores ni rechazos, reconociéndonos íntegramente aceptados en el máximo grado de conexión, donde no haya egos que atacar o defender, pero en el momento de la verdad, cuando la entrega es posible, traicionamos la confianza que no supimos tomar reforzando las armaduras que no supimos arrojar.

70

Los amores que se basan en la atracción por todo lo que no es el otro son más sólidos y desinteresados que los fundamentados en todo lo que el otro es.

71

Los conflictos domésticos provocados por instituciones fallidas como el matrimonio no han disminuido con la relajación de las costumbres que comparten hoy los géneros, tan solo han ampliado el espectro de candidatos a convertirse en sus víctimas.

72

Así plantearía yo a los emparejados un juramento fiel a la devoción amorosa en vez de al mantenimiento de la posesividad: «Te quiero porque no eres mío y dejaré de quererte cuando quiera que lo seas».

73

La autenticidad de una idea debería ser razón suficiente para incorporarla al armario intelectual, pero son más fáciles de vestir las opiniones que ostentan su popularidad como razón de ser.

74

Una inteligencia superior dentro de un porte repulsivo nunca podrá competir contra una inteligencia inferior ataviada con garbo.

75

Envejecer no sería tan fastidioso si el número de sinrazones abrazadas por los que van tomando el relevo no superase a las nuestras.

76

Por magistrales que sean los libros leídos después de que hayamos desarrollado cierta suficiencia como autores, lo máximo que pueden agregar es erudición al espacio antes destinado al sobrecogimiento.

77

Retirado en la tersa soledad de su mesa de estudio, y acaso encendido por el nervio confortable de una taza de café, o enroscado quizá en las volutas de un humo más denso que el desprendido por el tabaco, puede el pensador desplegar ante sí su cosmovisión sin ser perturbado por los irrelevantes galimatías de la sociedad.

78

La mejor manera de desempolvar libros es dar portazos con ellos a la ordinariez, especialmente cuando la explicación anhelada hay que especularla por debajo de las palabras. Así me ha pasado con la sustanciosa etimología que a plena voz guarda el «disfrute», donde dis- sabiamente indica negación, contrariedad, tal como corresponde al gozo obtenido sin  rendir fruto, libre de ser fértil, no forzado a producir.

79

Admitir que la pluma es más poderosa que la espada deja abierta de par en par la puerta de la argumentación tanto a los partidarios de la censura como a los defensores de las armas. Quien quiera que me desprenda de las mías, a por ellas tendrá que venir.

80

Nunca fui un buen comentarista de lo propio: me acabo metiendo más de lo debido con lo ajeno.

81

Todo lo que cae del lado de la muerte, por ser esta atemporal, pertenece a Dios; el Diablo, por su parte, se ha quedado con aquello que reafirma la vida.

82

Por elevado que sea el concepto que uno se forme del respeto al prójimo, en poca estima lo tiene cuando decide traerlo al mundo. El mejor cuidado que se le puede dispensar a un hijo es el más básico por excelencia: no tenerlo.

83

Al igual que ese intrigante botón de autodestrucción que aparece en los artefactos de las películas de espías, existe un límite de no retorno que solo puede ser franqueado al precio de mandarlo todo al vacío. Por muy plausible que parezca llegar a ese punto, para el ironista representa una opción no por lícita menos contraria al designio, tan suyo, de no tomarse a pecho nada y menos que nada su propia existencia.

84

La ironía verdadera acaba justo por donde empieza, uno mismo, no sin haber dado antes la vuelta al mundo.

85

Es muy común creer que a los finados se los juzga mejor que a los vivos no porque se disponga de un conocimiento definitivo de sus particularidades biográficas, sino porque así excusan los vivos como falibles los juicios que sus coetáneos vierten sobre ellos a partir de elementos incompletos.

86

Muchos juzgan odioso el autocidio porque ven en su comisión la prepotencia desmesurada del ego. De una forma harto ilustrativa, son los mismos que no ven un trasunto de cobardía espiritual en el optimismo incurable que prefiere verse con el dogal de la vida al cuello hasta donde lo arrastre la indecencia.

87

El mundo no es buen lugar, nadie viene a él por voluntad propia y ninguna persona en su sano juicio aceptaría de grado la inmortalidad si un dios, en un gesto de irresponsabilidad o de nequicia, tuviera el antojo de contagiarle el mal vernáculo que distingue a los de su alcurnia de las especies perecederas como la nuestra. Estas tres obviedades bastarían para poner en entredicho el felicismo patológico de los que aún se congratulan de un embarazo llevado hasta las últimas consecuencias. Tan improcedentes son sus «enhorabuenas» como en otras circunstancias sonarían los aplausos agradecidos por el paseo en tren desde el gueto hasta el campo donde trabajan día y noche los hornos crematorios...

88

Por más que cambie de estado y su forma sea tan voluble como las luces que refractan en ella o el espacio que la delimita, el agua pura es perenne. Nada de extraño hay, por tanto, en que bauticen con ella a los recién nacidos para el holocausto.

89

El arte del suicidio, siempre según mi opinión, es filosóficamente superior al que ha dado origen a la vida porque deroga, en un solo acto de renuncia, la arbitrariedad que lleva millones de años haciendo impronta. En términos proporcionales, el valor del alma que aspira a retornar al centro inmóvil desde el cual se ha irradiado todo lo existente es mayor que el implicado en la construcción de una prisión astronómica a partir de la nada. Dios, entendido aquí como creador supremo, salvo que se haya extinguido por decisión propia —hipótesis que no puede ser descatalogada—, quedaría en muy mal lugar si hubiéramos de compararlo con el más insignificante matador de sí mismo que osa devolver ceniza por ceniza.

James R. EadsWherever You Go, There You Are

90

Entre el «nunca más» y el «para siempre» transcurren imponderables variaciones de un mismo tema, el de cómo habitar la propia piel sin que se convierta en una camisa de fuerza.

91

Dormir significa que el mundo entero cambia sin contar uno. Tal vez sea esta su única equivalencia con la muerte y la verdadera razón del descanso que procura.

92

La incapacidad de acomodación a una sociedad no representa una objeción contra la mentalidad de quien experimenta así frustrada su estancia en el mundo, como tampoco significa necesariamente lo contrario, que sus juicios sean más acertados, aunque siempre sea un indicio de que el orden dominante tiene cimientos lastimosos.

93

Hasta las personas más críticas quedan obnubiladas por el efecto halo, como demuestra la tendencia a vincular el éxito social a una inteligencia superior incluso entre los fracasados cuyas dotes mentales ya quisieran poseer muchos triunfadores.

94

No existe nobleza que pueda ser bombeada por un corazón obstinado en vivir a cualquier precio.

95

Comoquiera que uno estime su vida, siempre y cuando tenga la perspicacia de haberla comprendido en su magnitud de criatura sin ínfulas de superhombrismo, habrá de llegar a la conclusión de que el mayor obstáculo para las buenas acciones lo representa la existencia.

96

Es irrelevante quién haya puesto la contrariedad en nuestro camino o si esta meramente obedece a un ciego azar; lo relevante es la capacidad de la mente para autorganizarse a un nivel superior a partir de los quebraderos ordinarios.

97

En la búsqueda de un equilibrio asumible entre las razones contraintuitivas y las intuiciones irracionales que aporta el paso por la madurez, la existencia adquiere cada vez más significado cuando uno sabe acompañarse en los errores sin convertirse en su azote ni en su cómplice.

98

Dado que el impacto con la estupidez ajena resulta ineludible y su persistencia en las más variadas esferas es tan tenaz como irregulares son las maneras en que se halla repartida, cultivemos la sapiencia de aprovecharla para sacar de nuestro ánimo virtudes que de otro modo no hubiéramos cuidado jamás.

99

La melancolía está excluida de la idiotez.

100

No me vuelve circunspecto el temor a la inestabilidad de las pasiones o el rechazo de los afectos demasiado prietos, sino el retraimiento que provoca en mi desánimo la multitud de acciones tontas que uno debe encadenar para seguir viviendo bajo cierta apariencia de orden, laboriosidad y pulcritud. No siempre hay diferencia, ni implícita ni manifiesta, entre estar sin querer y querer no estar.

101

Es ciertamente excepcional que cuanto halaga a la especie no suponga un agravio para la inteligencia.

102

De nada te servirá lo que hallares en la vida porque con ella lo habrás de perder; te servirá lo que buscares y esta será la mejor noticia que recibirás.

103

Por muy deliciosa que parezca su vida al viviente, el hecho de haberle sido impuesta por principio y de tener que darla al cabo por perdida tras haberla sentido suya en exclusiva propiedad, la convierte en un mal objetivo sin haber contado siquiera la constante amenaza de desmedro entre las múltiples vicisitudes que, solo a guisa de conjetura, pueden ser excluidas del panorama de cada existencia.

104

Existen formas de violación perpetradas solo por mujeres y la más grave de todas, por ser el molde de las demás, es la fuerza de traer al mundo monstruos como yo pudiendo evitarlo, a la que sigue de cerca el uso de la prole como chantaje moral para obtener privilegios especiales de la sociedad. Si el origen del debate relativo a la situación de los géneros es la desigualdad, el deplorable poder de engendrar instaura la brecha principal.

105

¿Tener hijos un instinto natural? Bobadas, el cepo de la sexualidad ha sido siempre el embarazo, aunque aún haya zoólogos que razonan como si el instinto reproductor existiera, cuando lo así llamado son las ganas de fornicar llevadas a un estado apremiante. Con o sin amor, la naturaleza pone la trampa al acto y la cultura adapta después el fiasco a favor de sus intereses.

106

No deberían desdeñarse las potencialmente indeseables semejanzas de los hijos con otros parientes como razón de mucho bulto para no hacerlos.

107

Únicamente donde la zafiedad reina sobre la inteligencia puede tomarse en consideración la opinión mayoritaria como fuerza rectora, y únicamente donde la fuerza rectora está en deuda con la concupiscencia puede la mayoría llegar a la conclusión de que el dinero manda sobre cualquier otro criterio. 

108

A pesar de cuánto aberra la civilización moderna el inaprensible reino del espíritu, sigue siendo más fácil para sus técnicos fabricar contenidos mentales que continentes orgánicos.

109

Cada partícula narra su peregrinaje por la eternidad, solo hay que sintonizar el canal adecuado para escucharla.

110

Los religiosos nunca han mirado con buenos ojos a los místicos porque representaban la certeza de que los elegidos no eran ellos sino otros, aquellos precisamente a quienes el Ser hablaba sin intermediarios en la intimidad.

111

El aguante para soportar dictaduras sanguinarias y democracias chusqueras, bajo el puntual socorro de sus destrezas amnésicas, es lo que después de siglos cruzando muertes define a primera vista a los españoles, amén de la irreversible ruina espiritual que, dándose la mano con la quiebra, invade la práctica totalidad de los órdenes patrios. Lo que fue traumáticamente cierto en países como la Alemania precursora del capítulo nazi, donde las capas depauperadas por la oligarquía acabaron convirtiéndose en su belicosa vanguardia, esa suerte de fidelidad servil y empedernida, heroica solo en la pose, es el padrenuestro que la mayoría tiene por engreimiento natío en esta tierra de fraudes impunes, picotas vecinales, imaginerías que dejan exánime el imaginario y cabezas henchidas como balones para rodar a patadas de reglamento. La formación del «espíritu nacional» ha echado abajo toda tendencia ascendente en aras de una seudocomunidad, lo que se ha traducido en un éxito redoblado para aquellos que viven de las rentas de sus respectivas ciencias muertas, como sucede con la casta del clero y con la del banquero, ambas especuladoras y falaces: de un estafermo deificado la una; la otra de la emisión de una irrealidad monetaria.

112

A toda interpretación demasiado literal de una idea se le debe un efecto innecesariamente feroz en quienes la llevan a la práctica y sus alrededores.

113

Si estamos de acuerdo en que un benefactor es quien tiene la virtud de hacer descubrimientos o emprender iniciativas que redundan en la disminución de alguno de los caudalosos males que anegan la historia de la humanidad, ha de considerarse como un bienhechor en verdad digno de aprecio al que, siendo consciente de lo aterrador que resulta estrellar aquí otra vida cuando uno malavez puede asumir responsabilidad por sí mismo, en vez de apretar el acelerador de sus genes replicantes los detiene en su persona.

114

Ser capaz de transmitir las verdades más terribles habiéndose curado de rastrear el contento en causar desesperación a los talantes delicados es el mejor modo de demostrarles que el abismo puede ser contemplado sin perder la cordura y, por orientación adjunta, que la inequívoca forma de perderla es vivir como si el desposorio con las propias tinieblas pudiera eludirse en la relación humana con lo absoluto. No se trata de estar en contra de la existencia ni de conculcar sus avaras pero subidas maravillas; se trata de saber defenderse de los ataques que nos lanza esa ofensiva de lo manifestado donde hay holgura para el abigarrado ejército de las cuitas, angostura para los instantes hermosos y ninguna plaza para la redención.

115

Si entre varias acciones posibles dudas cuál es la buena, haz la más bella.

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