Finalmente, creo que dejaré en pausa la edición de este blog hasta que me vuelvan a brotar hallazgos que merezcan ser narrados. Me siento seco, no voy a desmentirlo. Y como la crudeza no está reñida con la sabiduría, sino que a menudo la envuelve y casi siempre la sucede, os contaré con la brevedad de un hachazo la historia de Trofonio, personaje mitológico cuyo estatus no está bien definido en las leyendas griegas, pues fue considerado de manera simultánea héroe, dios y demonio:
Trofonio y su hermano Agamedes fueron los encargados de construir el Oráculo de Delfos. Cuando el templo estuvo terminado, el oráculo les aseguró que podían dedicarse a hacer todo lo que quisieran durante un plazo de seis días y que, llegado al séptimo, su mayor deseo les sería concedido. Así lo hicieron, pero al séptimo día se los encontró muertos...
Imagino que cuando uno alcanza la cima lo primero que le aborda es el descubrimiento del atajo más directo hacia el abismo.
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